Hoy vamos a dedicar el día a visitar palacios y museos. Comenzamos en el Belvedere, está algo alejado, para llegar hasta allí lo más rápido es el metro y después tomar un tranvía que nos deja justo en un lateral.
El complejo barroco del Belvedere está formado por dos palacios, el Oberes Belvedere, que contiene una valiosísima colección de pintura que abarca desde el renacimiento hasta el impresionismo y el estilo secesión y el archifamoso Beso de Klimt, y el Unteres Belvedere, de apariencia menos suntuoso que el anterior. Rodeando ambos palacios se encuentran los espléndidos jardines neoclásicos plagados estatuas, fuentes y terrazas.
Dedicamos parte de la mañana a la visita y desde allí nos dirigimos hacia el Palacio Schönbrunn, residencia de verano de la familia imperial.
Schönbrunn es el monumento más visitado de Austria, recibe más de 2,5 millones de turistas anuales, por lo que vamos armados de paciencia para esperar una cola monumental, pero como ya llevamos al entrada comprada, pues podemos acceder al recinto sin mayores esperas. No se puede introducir comida o bebida en el palacio, a la entrada hay una consigna, gratuita, en la que te obligan de depositar bolsos y mochilas.
El complejo del palacio y los jardines es tan inmenso que fácilmente puedes emplear un día entero para visitarlo. Es mediodía, el sol abrasa afuera así que decidimos empezar la visita por el palacio, de sus 1441 estancias nuestro ticket incluye la visita a 40 de ellas. Nuevamente disponemos de audioguía así que realizamos la visita a nuestro aire, deteniéndonos en cada sala en tiempo que consideramos. Prefiero este tipo de sistema a la visita guiada de toda la vida, en la que te tienes que integrar en un grupo.
Terminamos la visita al interior y como ya es tarde decidimos recuperar nuestras mochilas, para comer unos bocatas sentados a la sombra en los jardines del palacio. Tras nuestro pic-nic campestre, dedicamos gran parte de la tarde a pasear por los jardines, donde además de las muchísimas estatuas, parterres y estanques, fuentes y juegos de agua estilo versallesco también se encuentran obeliscos, un laberinto, un zoo, un teatro de marionetas, el jardín del príncipe, el invernadero de palmeras y una zona boscosa que era parte del territorio de caza del emperador Maximiliano. Imprescindible subir a la Glorieta para contemplar la panorámica de todo el conjunto con la ciudad de Viena al fondo.
Como curiosidad, en la planta baja del palacio hay apartamentos que se alquilan al público (no sé si a un módico precio o no), por lo que cualquier persona puede darse el gusto de ser inquilino de uno de los más maravillosos palacios de Europa.
Bastante cansados por el calor y lo mucho que llevamos pateado volvemos al centro, hasta el hotel Sacher en cuyo café se puede degustar la auténtica tarta que lleva el mismo nombre.
También entramos en la tienda de las galletas Waffers, justo al lado de la catedral, en la encuentras todas las variedades y formatos de estos ricos barquillos.
Una última parada en el Spar para aprovisionarnos para la cena y derechos al metro para llegar al camping lo antes posible, pues estamos muertos de cansancio.
Una vez allí consultamos la previsión del tiempo, los próximos días continuará el calor abrasador en todo el país, por tanto decidimos alterar la ruta prevista y en lugar de dirigirnos a la región de Burgenland, donde íbamos a pasar un par de días explorando el Neusiedler See y los pueblos de los alrededores, seguiremos de largo hasta el lago Balatón en Hungría, pues parece que la temperatura allí va a ser más benevolente. El año pasado estuvimos allí un par de días y guardamos un buenísimo recuerdo de la zona.
El complejo barroco del Belvedere está formado por dos palacios, el Oberes Belvedere, que contiene una valiosísima colección de pintura que abarca desde el renacimiento hasta el impresionismo y el estilo secesión y el archifamoso Beso de Klimt, y el Unteres Belvedere, de apariencia menos suntuoso que el anterior. Rodeando ambos palacios se encuentran los espléndidos jardines neoclásicos plagados estatuas, fuentes y terrazas.
Dedicamos parte de la mañana a la visita y desde allí nos dirigimos hacia el Palacio Schönbrunn, residencia de verano de la familia imperial.
Schönbrunn es el monumento más visitado de Austria, recibe más de 2,5 millones de turistas anuales, por lo que vamos armados de paciencia para esperar una cola monumental, pero como ya llevamos al entrada comprada, pues podemos acceder al recinto sin mayores esperas. No se puede introducir comida o bebida en el palacio, a la entrada hay una consigna, gratuita, en la que te obligan de depositar bolsos y mochilas.
El complejo del palacio y los jardines es tan inmenso que fácilmente puedes emplear un día entero para visitarlo. Es mediodía, el sol abrasa afuera así que decidimos empezar la visita por el palacio, de sus 1441 estancias nuestro ticket incluye la visita a 40 de ellas. Nuevamente disponemos de audioguía así que realizamos la visita a nuestro aire, deteniéndonos en cada sala en tiempo que consideramos. Prefiero este tipo de sistema a la visita guiada de toda la vida, en la que te tienes que integrar en un grupo.
Terminamos la visita al interior y como ya es tarde decidimos recuperar nuestras mochilas, para comer unos bocatas sentados a la sombra en los jardines del palacio. Tras nuestro pic-nic campestre, dedicamos gran parte de la tarde a pasear por los jardines, donde además de las muchísimas estatuas, parterres y estanques, fuentes y juegos de agua estilo versallesco también se encuentran obeliscos, un laberinto, un zoo, un teatro de marionetas, el jardín del príncipe, el invernadero de palmeras y una zona boscosa que era parte del territorio de caza del emperador Maximiliano. Imprescindible subir a la Glorieta para contemplar la panorámica de todo el conjunto con la ciudad de Viena al fondo.
Como curiosidad, en la planta baja del palacio hay apartamentos que se alquilan al público (no sé si a un módico precio o no), por lo que cualquier persona puede darse el gusto de ser inquilino de uno de los más maravillosos palacios de Europa.
Bastante cansados por el calor y lo mucho que llevamos pateado volvemos al centro, hasta el hotel Sacher en cuyo café se puede degustar la auténtica tarta que lleva el mismo nombre.
También entramos en la tienda de las galletas Waffers, justo al lado de la catedral, en la encuentras todas las variedades y formatos de estos ricos barquillos.
Una última parada en el Spar para aprovisionarnos para la cena y derechos al metro para llegar al camping lo antes posible, pues estamos muertos de cansancio.
Una vez allí consultamos la previsión del tiempo, los próximos días continuará el calor abrasador en todo el país, por tanto decidimos alterar la ruta prevista y en lugar de dirigirnos a la región de Burgenland, donde íbamos a pasar un par de días explorando el Neusiedler See y los pueblos de los alrededores, seguiremos de largo hasta el lago Balatón en Hungría, pues parece que la temperatura allí va a ser más benevolente. El año pasado estuvimos allí un par de días y guardamos un buenísimo recuerdo de la zona.