Teníamos programado el vuelo a las 10.00h de la mañana con la compañía Vueling que partía desde la T1 del aeropuerto de Barcelona. Como ya he comentado más arriba fuimos con nuestro coche hasta el parking PT3 y allí lo dejamos durante los 4 días. Desde el parking nos llevaron a la terminal en una furgoneta cómoda y rápidamente, por lo que antes de las 9.00h estábamos ya en el aeropuerto. Como no teníamos maletas que facturar nos dirigimos a los controles de seguridad directamente. Una vez localizada la puerta de embarque esperamos por allí a que empezara el embarque; pero….una señorita muy amable nos dice a todos los allí presentes que ¡hay huelga en el sector público francés y que cualquier avión que pase por el espacio aéreo de Francia llevará mucho retraso! Nos emplaza a las 11.00h para darnos más noticias. Toda la planificación del primer día en Roma se va al garete. A las 11.00h recibimos buenas noticias: el embarque se realizará en unos 30 minutos. Llegan las 11.30h y nada de nada. Finalmente se nos coloca en fila delante de la puerta y embarcamos a las 11.40h. El avión sale a eso de las 12.15h con más de 2 horas de retraso.

Aterrizamos en Fiumicino, aeropuerto Leonardo da Vinci, 1h y 30 minutos después y nos dirigimos, lo más rápido que pudimos, hasta la parada de SIT BUS, el autobús que, por 6€ por persona, nos debía llevar hasta cerca del hotel. La parada está señalada en el aeropuerto como Bus Station. Cuando llegamos estaba estacionado el que salía hacia Roma a las 14.15h, pero sólo quedaban dos plazas y nosotros necesitamos cuatro. El próximo salía a las 15.00h. Decidimos cambiar de medio de transporte y coger un taxi. Hay una parada señalizada y organizada que nos permite, en un instante, tomar el taxi que en 30 minutos y después de vivir en primera persona los peligros de conducir en Roma, nos lleva hasta la puerta del hotel en la Via Cola di Rienzo, número 243. El taxi tiene precio fijo del aeropuerto a la ciudad: 48€.
Una vez instalados en el hotel Florida, suficiente para nuestras necesidades, y muy bien ubicado y comunicado, salimos a comer a un bar de la zona: las primeras pizzas y foccacias del viaje.
Aquí os plasmo el recorrido del primer día.

Las más de 2 horas de retraso del vuelo imposibilitan entrar en los Museos Vaticanos por lo que entramos directamente en la Piazza San Pietro: sus columnatas semicirculares de Bernini, con 284 columnas, 88 pilastras y 140 enormes estatuas y el obelisco egipcio en el centro, las fuentes, una de Maderno y la otra de Bernini y, lo que sorprendió a mis hijas: los “centro del colonato”, los discos de piedra en el suelo desde los que las hileras de columnas desaparecen formando una sola fila. La fachada de la Basílica de Maderno con la estatua de Jesús en el centro y otros muchas atracciones, por ejemplo, la Porta Santa, que sólo se abre los Años Santos; es decir, cada 25 años.

Luego entramos en la Basílica de San Pietro. Si miráis a la fachada, los controles de seguridad para acceder a ella están bajo la columnata de la derecha. La cola para pasarlos va rápida. Cuando se entra en la Basílica todo sorprende; pero no debéis dejar de contemplar la Pietà de Miguel Angel, el baldaquín de Bernini, el ábside decorado por Bernini y la cúpula de Miguel Angel.
Decidimos subir a la cúpula. Para ello vuelves al pórtico y por su derecha y siguiendo las indicaciones se llega a la taquilla: 7€ con ascensor hasta el primer piso ahorrándote unos 320 escalones o 5€ sin ascensor para subir un total de 550 escalones. Nosotros pagamos 15€, ya que mi hija pequeña, 8 años, entró gratis. No nos preguntaron ni la edad que tenía. Los escalones que van desde el primer piso hasta arriba de todo son los más complicados, pero también los más divertidos. Las escaleras se van inclinando según la forma de la cúpula y son cada vez más estrechas. Si no tenéis problemas de salud, ni os cansáis mucho, os recomiendo subir hasta arriba de todo. Pasaréis por el balcón de la parte superior de la cúpula desde donde se tiene una vista impresionante del interior de la Basílica. Luego se continúa la ascensión hasta llegar al final. Aquí tendréis vistas de toda Roma que bien valen la pena del esfuerzo. Al descender y llegar al primer piso descansamos un poco en la terraza donde están las esculturas de la fachada y comprobamos la enormidad de las figuras.


Cuando salimos ya no había mucha gente. La Basílica cierra, en horario de verano, a las 19.00h. Anduvimos por la Via della Conciliazione hacia el Este hasta llegar al Castel de Sant’Angelo.

En el Lungotevere hay puestos de artistas y vendedores hasta el puente de Sant’Angelo. Puente del siglo II con sus estatuas famosas por diferentes películas y libros. La estatua en lo alto del castillo es la del Arcángel Miguel.

Cruzamos el río Tíber por el Ponte de Sant’Angelo girando a la derecha para volver a cruzarlo por el puente Vittorio Emanuele II para iniciar el regreso al hotel subiendo hacia el Norte por la Via P. Castello que luego cambia de nombre varias veces hasta llegar a la altura de la Via Cola di Rienzo en la que en el número 243 está el hotel Florida.
El hotel está, o eso me parece, en un buen barrio en el que encontramos tiendas de ropa que están actualmente de moda (Brandy, Subdued y otras) por lo que nos fuimos deteniendo en cada una de ellas para mi hija mayor. También, en la Piazza Cola di Rienzo hay un supermercado, donde compramos algunos víveres para pasar la noche y una grande y muy buena heladería donde probamos algunos sabores. Una vez hecho todo esto llegamos al hotel a eso de las 21.00h para descansar hasta el día siguiente.