No he podido resistir la tentación. He abierto los ojos y de repente una sensación se apoderó de mi y recordé donde estaba. Aunque el habitual “jet-lag” no hizo mella en nosotros, a las 7 ya estábamos dispuestos a empezar nuestro día. Abrí las cortinas y me puse a saltar en la cama como una loca. ¡Estamos en México! ¡Estamos en México! El viaje que llevábamos esperando durante meses.
Hacia bastante calor. Eso si, ¡¡menuda playita de 800 metros de arena blanca y diferentes tonalidades de azules nos esperaba!! ¡¡menudo complejo con superpiscinas teníamos para disfrutar durante 9 días y 7 noches!! Podría decirse que el Grand Palladium, es como una prolongación de la naturaleza. Nos acostamos con la sensación de que estábamos en el medio de la selva, y no en un enorme complejo vacacional. Y esa sensación se confirma en el momento en el que nos dirigimos a desayunar, ya que el Grand Palladium Resort & Spa no es un hotel cualquiera, si no que es una prolongación de un enorme manglar construido sobre 1.200.000 metros cuadrados de plena naturaleza, de clara vocación ecológica, de cuidados jardines y senderos, frondosa vegetación e integración con el entorno. Cuenta con 1.500 habitaciones repartidas entre 5 complejos (Kantenah, Colonial, en donde nos encontrábamos nosotros, White Sands, Riviera y The Royal Suites by Yucatán) donde todos los clientes tienen acceso a todos los servicios y a todas las instalaciones de esta enorme “ciudad”. A eso hay que añadirle 23 bares, 5 piscinas de agua dulce, 2 piscinas-lagos, 1 piscina de agua marina, 4 lobbys, dos grandes teatros, un cocodrilero, un spa y fitness center, un parque infantil, un lago con flamencos, una discoteca, un sport-center con acceso a Internet, diversas instalaciones deportivas, 8 restaurantes temáticos y 5 buffets, uno de los cuales será dónde desayunaremos. Como podéis ver, es imposible recorrer el hotel y conocerlo entero, si a lo que de verdad vienes es a conocer la Riviera Maya.
Nos dirigimos a desayunar en vez de acudir a la charla de bienvenida en la que el mayorista Pullmantur nos trataría de vender sus excursiones, metiendo miedo sobre los coches de alquiler, las agencias locales de Playa del Carmen y sobre alguna otra cosa. Por ese motivo, decidimos no ir. Nosotros ya traíamos nuestro viaje mas que planificado de casa, para hacerlo totalmente por libre. Necesitábamos estas vacaciones para estar solos e ir a nuestro aire. Así que después de desayunar en el buffet nuestros desayuno salado, desayuno dulce y el postre del desayuno jajajajaja nos dirigimos a descubrir el macrocomplejo en el que nos encontrabamos.
Una piscina con jacuzzis, decenas de tumbonas, !!una barra húmeda!!. Podría deciros que de 9 a 10 de la mañana ya nos habíamos tomados cinco copas cada uno. Independientemente del todo incluido la realidad va mucho mas allá: canoas para circular por el lago, barcos interiores que te llevan entre diferentes zonas, etc. Ayer cuando hicimos el Check-In nos dieron unas tarjetas para coger toallas infinitamente durante nuestra estancia. Lo único que se nos pide es que no las perdamos o nos cobraran 40$. Se pueden coger en multitud de sitios: en las piscinas, al lado de la playa o en la piscina de agua salada. En esta zona comienza también la playa, aunque la mejor parte está en la zona del Kantenah. A donde nos dirigimos. Así que elegimos como nuestro primer destino de las vacaciones ¡¡LA BARRA HÚMEDA!! de la piscina del Kantenah-Colonial y la playa del Kantenah.
Si hay algo que nos ha maravillado siempre son los distintos tonos de azules que coge el agua en estos lugares “paraíso” y la tibiez del agua al entrar. !!Da gusto!! Venimos de las aguas de Galicia donde el tobillo se retuerce hasta 180º una vez lo metes en el agua y aquí hasta dan ganas de no salir nunca.
La playa de los Grand Palladium se extiende desde la zona de los Riviera, aunque esa zona está llena de rocas y siempre tiene bandera roja, hasta las Mayan Suites, pasando por la zona de las piscinas del Kantenah donde se aglomera más gente y hay más hamacas. Pasamos la tarde en esta zona, cogiendo un poco más de color.
El sol no nos abandonará hasta que regresemos a La Coruña. La temperatura es de 34ºC, y pese a que la humedad se note bastante, nos acostumbramos rápido y no nos parece para tanto. Crema de protección y mojarse cada poco tiempo es casi imprescindible, sobre todo porque no se aguanta fuera.
Con lo que no esperábamos encontrarnos, es con toda la clase de fauna que nos rodea. Habíamos leído que había muchísimos animalitos por el hotel, pero no nos imaginamos que pudiese ser tan increíble. Hay iguanas buscando sol por todos lados: en las rocas, por los paseos, debajo de nuestras hamacas… Junto a iguanas, además de los cocodrilos o flamencos en sus respectivos recintos, podemos encontrar sueltos por todo el complejo desde tejones, ardillas, mapaches, todo tipo de pájaros y unos curiosos animalitos llamados koaties. Estes fueron mis preferidos entre todos. Estos bichitos tienen su particular dieta, aunque digamos que es “poco respetada” por los huéspedes.
El atardecer comienza a llegar a partir de las 19:00 y la animación se retira. Es hora de ponerse “guapo” para la cena. El mapa que nos dieron anoche no nos abandona este primer día. Y es que es muy necesario para orientarnos !!esto es inmenso!!. Existen dos tipos de trenecitos, los que van de lobbys en lobbys y los que distribuyen a la gente por las villas. Los primeros tienen una cierta regularidad pero los segundos son algo más ocasionales y nos tememos que nos tocará algún que otro paseito estos días. En realidad nosotros nunca llegamos a pillar la dinámica de los trenecitos y como nuestra villa estaba muy bien situada no nos costaba demasiado desplazarnos.
Si ya es increíble de día este lugar, por la noche se transforma totalmente cada día de la semana. Hoy, por ejemplo, hay noche temática mexicana y toda la zona del White Sand está decorada de esta forma, con un montón de mercadillos locales que se añaden a las fuentes y demás detalles ya permanentes. Es precisamente ese gusto por cada detalle y la iluminación de los laguitos, puentes o piscinas, la que hace que por un momento parezca que estemos en un parque temático.
Nos dirigimos a cenar al Rodizio. Un buffet de ensaladas libres es el entrante a una variedad de carnes a elegir y un carrito que enseña los postres para despedir. La opinión general es un “bien”. Lo que no nos gustó y que en nuestra opinión pensamos que tienen mal organizado es el servicio de las cenas temáticas. Vas a las 8 a cenar y te dan para las 10, por lo que vives en una inmensa espera entre cócteles y mas cócteles. Cosa que tampoco esta nada mal, pero te acabas cansando de esperar. Otra anécdota a destacar es el "machismo" mexicano en el que se le ofrece la oportunidad de tomar vino al caballero, pero a la señorita no. Es una anécdota sin importancia pero bueno, nos hizo gracia.
El cambio horario todavía nos tiene algo “grogis” y aunque intentamos animarlo con unos “cuantos” margarita, no podemos impedir caer rendidos no más allá de las 22:00 de la noche. Ni decir tiene que aquí los horarios cambian respecto a la costumbre española. A las 7:30 o 8 el día comienza, comiéndose alrededor de las 13:00 o 14:00 horas aunque hay quién empieza a las 12:00, como los americanos, y yéndose a cenar a partir de las 20:00, aunque las cenas comienzan a las 17:30.
Es hora de descansar, no sin antes mencionar que en esta zona del mundo nos encontramos con un “Todo Incluido” real, en el que ningún tipo de bebida o comida tiene recargo si no nos vamos a especialidades ofrecidas como la langosta o los vinos de grandes marcas.
Mañana seguiremos investigando, esta vez fuera del complejo. Hasta entonces... ¡OTRO MARGARITA POR FAVOR!
Hacia bastante calor. Eso si, ¡¡menuda playita de 800 metros de arena blanca y diferentes tonalidades de azules nos esperaba!! ¡¡menudo complejo con superpiscinas teníamos para disfrutar durante 9 días y 7 noches!! Podría decirse que el Grand Palladium, es como una prolongación de la naturaleza. Nos acostamos con la sensación de que estábamos en el medio de la selva, y no en un enorme complejo vacacional. Y esa sensación se confirma en el momento en el que nos dirigimos a desayunar, ya que el Grand Palladium Resort & Spa no es un hotel cualquiera, si no que es una prolongación de un enorme manglar construido sobre 1.200.000 metros cuadrados de plena naturaleza, de clara vocación ecológica, de cuidados jardines y senderos, frondosa vegetación e integración con el entorno. Cuenta con 1.500 habitaciones repartidas entre 5 complejos (Kantenah, Colonial, en donde nos encontrábamos nosotros, White Sands, Riviera y The Royal Suites by Yucatán) donde todos los clientes tienen acceso a todos los servicios y a todas las instalaciones de esta enorme “ciudad”. A eso hay que añadirle 23 bares, 5 piscinas de agua dulce, 2 piscinas-lagos, 1 piscina de agua marina, 4 lobbys, dos grandes teatros, un cocodrilero, un spa y fitness center, un parque infantil, un lago con flamencos, una discoteca, un sport-center con acceso a Internet, diversas instalaciones deportivas, 8 restaurantes temáticos y 5 buffets, uno de los cuales será dónde desayunaremos. Como podéis ver, es imposible recorrer el hotel y conocerlo entero, si a lo que de verdad vienes es a conocer la Riviera Maya.
Nos dirigimos a desayunar en vez de acudir a la charla de bienvenida en la que el mayorista Pullmantur nos trataría de vender sus excursiones, metiendo miedo sobre los coches de alquiler, las agencias locales de Playa del Carmen y sobre alguna otra cosa. Por ese motivo, decidimos no ir. Nosotros ya traíamos nuestro viaje mas que planificado de casa, para hacerlo totalmente por libre. Necesitábamos estas vacaciones para estar solos e ir a nuestro aire. Así que después de desayunar en el buffet nuestros desayuno salado, desayuno dulce y el postre del desayuno jajajajaja nos dirigimos a descubrir el macrocomplejo en el que nos encontrabamos.
Una piscina con jacuzzis, decenas de tumbonas, !!una barra húmeda!!. Podría deciros que de 9 a 10 de la mañana ya nos habíamos tomados cinco copas cada uno. Independientemente del todo incluido la realidad va mucho mas allá: canoas para circular por el lago, barcos interiores que te llevan entre diferentes zonas, etc. Ayer cuando hicimos el Check-In nos dieron unas tarjetas para coger toallas infinitamente durante nuestra estancia. Lo único que se nos pide es que no las perdamos o nos cobraran 40$. Se pueden coger en multitud de sitios: en las piscinas, al lado de la playa o en la piscina de agua salada. En esta zona comienza también la playa, aunque la mejor parte está en la zona del Kantenah. A donde nos dirigimos. Así que elegimos como nuestro primer destino de las vacaciones ¡¡LA BARRA HÚMEDA!! de la piscina del Kantenah-Colonial y la playa del Kantenah.
Si hay algo que nos ha maravillado siempre son los distintos tonos de azules que coge el agua en estos lugares “paraíso” y la tibiez del agua al entrar. !!Da gusto!! Venimos de las aguas de Galicia donde el tobillo se retuerce hasta 180º una vez lo metes en el agua y aquí hasta dan ganas de no salir nunca.
La playa de los Grand Palladium se extiende desde la zona de los Riviera, aunque esa zona está llena de rocas y siempre tiene bandera roja, hasta las Mayan Suites, pasando por la zona de las piscinas del Kantenah donde se aglomera más gente y hay más hamacas. Pasamos la tarde en esta zona, cogiendo un poco más de color.
El sol no nos abandonará hasta que regresemos a La Coruña. La temperatura es de 34ºC, y pese a que la humedad se note bastante, nos acostumbramos rápido y no nos parece para tanto. Crema de protección y mojarse cada poco tiempo es casi imprescindible, sobre todo porque no se aguanta fuera.
Con lo que no esperábamos encontrarnos, es con toda la clase de fauna que nos rodea. Habíamos leído que había muchísimos animalitos por el hotel, pero no nos imaginamos que pudiese ser tan increíble. Hay iguanas buscando sol por todos lados: en las rocas, por los paseos, debajo de nuestras hamacas… Junto a iguanas, además de los cocodrilos o flamencos en sus respectivos recintos, podemos encontrar sueltos por todo el complejo desde tejones, ardillas, mapaches, todo tipo de pájaros y unos curiosos animalitos llamados koaties. Estes fueron mis preferidos entre todos. Estos bichitos tienen su particular dieta, aunque digamos que es “poco respetada” por los huéspedes.
El atardecer comienza a llegar a partir de las 19:00 y la animación se retira. Es hora de ponerse “guapo” para la cena. El mapa que nos dieron anoche no nos abandona este primer día. Y es que es muy necesario para orientarnos !!esto es inmenso!!. Existen dos tipos de trenecitos, los que van de lobbys en lobbys y los que distribuyen a la gente por las villas. Los primeros tienen una cierta regularidad pero los segundos son algo más ocasionales y nos tememos que nos tocará algún que otro paseito estos días. En realidad nosotros nunca llegamos a pillar la dinámica de los trenecitos y como nuestra villa estaba muy bien situada no nos costaba demasiado desplazarnos.
Si ya es increíble de día este lugar, por la noche se transforma totalmente cada día de la semana. Hoy, por ejemplo, hay noche temática mexicana y toda la zona del White Sand está decorada de esta forma, con un montón de mercadillos locales que se añaden a las fuentes y demás detalles ya permanentes. Es precisamente ese gusto por cada detalle y la iluminación de los laguitos, puentes o piscinas, la que hace que por un momento parezca que estemos en un parque temático.
Nos dirigimos a cenar al Rodizio. Un buffet de ensaladas libres es el entrante a una variedad de carnes a elegir y un carrito que enseña los postres para despedir. La opinión general es un “bien”. Lo que no nos gustó y que en nuestra opinión pensamos que tienen mal organizado es el servicio de las cenas temáticas. Vas a las 8 a cenar y te dan para las 10, por lo que vives en una inmensa espera entre cócteles y mas cócteles. Cosa que tampoco esta nada mal, pero te acabas cansando de esperar. Otra anécdota a destacar es el "machismo" mexicano en el que se le ofrece la oportunidad de tomar vino al caballero, pero a la señorita no. Es una anécdota sin importancia pero bueno, nos hizo gracia.
El cambio horario todavía nos tiene algo “grogis” y aunque intentamos animarlo con unos “cuantos” margarita, no podemos impedir caer rendidos no más allá de las 22:00 de la noche. Ni decir tiene que aquí los horarios cambian respecto a la costumbre española. A las 7:30 o 8 el día comienza, comiéndose alrededor de las 13:00 o 14:00 horas aunque hay quién empieza a las 12:00, como los americanos, y yéndose a cenar a partir de las 20:00, aunque las cenas comienzan a las 17:30.
Es hora de descansar, no sin antes mencionar que en esta zona del mundo nos encontramos con un “Todo Incluido” real, en el que ningún tipo de bebida o comida tiene recargo si no nos vamos a especialidades ofrecidas como la langosta o los vinos de grandes marcas.
Mañana seguiremos investigando, esta vez fuera del complejo. Hasta entonces... ¡OTRO MARGARITA POR FAVOR!