Hoy es nuestro último día antes de volver a "our home", así que como no volamos hasta la tarde tenemos tiempo de dar una vueltecilla. No nos alejamos mucho, no queremos despistarnos de hora, y además como ya no nos compensaba para hoy no compramos travel-card. Así que lo que hagamos lo haremos andando. No era una prioridad para nosotros desde luego, pero ya que nos ha cundido y hemos podido ver todo lo que traíamos en mente, nos decidimos por una visita pelín horterilla. Vamos a conocer los famosos almacenes Harrods, los del suegro de la difunta Lady Di.
Salimos del hotel plano en mano y echamos a andar hacia la zona pasando por el barrio de Belgravia, al oeste de la estación de Victoria. Por el camino recorremos típicas calles de casas totalmente "british" y, un poco más allá, en una zona elegantona nos damos cuenta de que estamos en el barrio de las embajadas, hay de un montón de países, unas al lado de otras, coronadas cada una con su respectiva bandera.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
De pronto, al ir atravesando unas calles de edificios chocantes de entramado de madera, me fijo en el nombre de la calle y veo que se llama "Landen Road". Es una tontería pero me recuerda una anécdota que nos pasó en un tren en un viaje que hicimos a Bélgica el verano pasado (ya os contaré en ese diario). La cosa es que voy corriendo a hacer una foto del cartel, pero mi chico me lo impide llamándome la atención sobre un coche de policía que había al lado. Yo pienso que es una tontería pero, al fijarme me doy cuenta de que no es el único. Hay varios policías allí apostados como vigilando algo. Nos preguntamos de qué va todo aquéllo, cuando justo un poco más allá nos damos cuenta de que estamos en la puerta de la embajada de Ecuador. Aquí es donde desde hace cerca de dos años está refugiado Julian Assange, el fundador de Wikileaks. Famoso por ser el fundador de la web que filtró documentos del departamento de Estado de los EEUU, sobre sus operaciones en Irak y afganistán, entre otras cosas, ocupa aquí un apartamento. La cosa es que se pidió su extradición a Suecia, donde había sido acusado por acoso y violación (según él falso), él se acogió a la inmunidad que se le ofrecía aquí y, desde entonces no puede poner un pie en la calle porque sería inmediatamente detenido por la policía que hace guardia vigilando día y noche. Una situación extraña que ni sus abogados, entre ellos Baltasar Garzón, ni el gobierno del Reino Unido, para quien es un inconveniente (además de un gasto por el despliegue de seguridad,) han conseguido de momento resolver. Así que allí sigue.
Y ya un poco más allá llegamos a los almacenes Harrods.
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Ya no, pero eran propiedad del empresario Mohammed Al Fayed, padre de Doddy, amante de Lady Di, quienes murieron en un accidente de tráfico preseguidos por los "paparazzi" en las calles de París. La verdad es que son entre lujosos y elegantes y tremendamente horteras. Tienen partes de la decoración que parecen más de parque temático, como el ascensor egipcio con esfinges con la cara del propietario, telita . La zona de comida es un lujazo, éso sí, como de lujo son también los precios de los artículos, muy exclusivos, faltaría más. Pero el colmo llega cuando bajamos las escaleras mecánicas a la planta de abajo y nos encontramos con ésto
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En la foto no se aprecia bien, pero lo que guarda esa pirámide bajo las fotos de la pareja es el anillo de pedida que Doddy regaló a Diana. Que gran idea colocarlo aquí como prueba de su amor para que todo el mundo lo vea, jaja!! Tremendo! No entiendo nada.En fin, salimos de Harrods y seguimos dando un paseo camino de Hyde Park. Pasamos por la tienda de McLaren, en cuyos escaparates lucen los coche de la casa.
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Atravesamos el parque, donde al hacer buen día se ve bastante gente, y salimos al Wellington Arch, que vimos el otro día pero desde el autobús. Enfrente de él está la Apsley House, se construyó para el barón de Apsley en el s.XVIII pero luego pasó al duque de Wellington. En el 47 fue donada a la nación, aunque los descendientes siguen ocupando un piso. Tiene buenas pinturas, enseres de su propiedad, su máscara mortuoria y demás. Nosotros seguimos nuestro paseo de parque en parque y al pasar bajo el arco e ir a cruzar nos llama la atención que los semáforos, ademas del dibujito de la persona verde o rojo según esté abierto o cerrado, tienen otro de un caballo!! Enseguida, casualidades de la vida, descubrimos por qué.
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No sabemos a qué se debe exactamente pero nos encontramos con este desfile de caballos dirección al palacio. Qué lindos!
Seguimos sus pasos y volvemos a pasar por Bukingham Palace, no sea que igual que nos recibió le de a la reina por salir a despedirnos . Sabemos que no, aunque cuando llegamos hay gente esperando el cambio de guardia, sabemos que es en días alternos y hoy no toca. Hacemos las últimas fotos y seguimos.
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Como os dije el primer día las ardillas de St.James Park se me habían resistido pero hoy vengo preparada. Entre los detalles que han tenido en el hotel tengo guardadas unas trufas que nos dejaron en la habitación. Sé que no es lo suyo y que pongo en peligro la salud de los bichines, sobre todo sin son diabéticas, pero no me puedo resistir.
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Como os dije el primer día las ardillas de St.James Park se me habían resistido pero hoy vengo preparada. Entre los detalles que han tenido en el hotel tengo guardadas unas trufas que nos dejaron en la habitación. Sé que no es lo suyo y que pongo en peligro la salud de los bichines, sobre todo sin son diabéticas, pero no me puedo resistir.
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Mi chico consigue arrancarme de allí y seguimos nuestro camino. No lo puedo evitar, quiero ver el Big Ben una vez más antes de irnos. Mira que lo tendremos visto mil veces en películas y demás, pero es que allí cuando puedes apreciar los detalles es todavía más bonito.
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Ahora ya sí, es hora de ir volviendo, así que lo hacemos por Victoria Street, por donde ya hemos paseado estos días. Calle ya moderna de edificios acristalados pero que todavía esconde alguna joyita. Entre ellas la catedral de Wetsminster. Digo catedral, no habadía. Ésta es la catedral de la iglesia católica de Londres, la de San Pablo es anglicana. Entre unas cosas y otras todavía no habíamos entrado. Es inconfundible, con fachada de rayas de piedra blanca y ladrillo rojo, de estilo neobizantino, con cúpulas llenas de mosaicos en su interior del mismo estilo. Está sin terminar del todo por falta de fondos, pero tiene sus cositas. Se puede subir a la torre, cosa que yo no hice, aunque en ésta al menos hay ascensor.
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Comemos y nos vamos a recoger el equipaje que nos han guardado en el hotel y después de despedirnos de la simpática recepcionista vamos a coger el autobús de Terravisión con el que iríamos al aeropuerto. Sale de donde nos dejó al venir, Green Line Coach Station, allí al lado de Victoria, en Bulled Way. Sale de la parada nº2 cada media hora a las y cuarto. Al hacer la reserva en internet hay que poner la hora a la que lo quieres. No pasa nada si no es exáctamente esa, pero si es así primero deben pasar los que sí llevan la que es y, después el resto. No como una familia de españoles que nos topamos allí (que debían suponer la mitad del censo de su pueblo por cuántos eran) que avasallaron para colocarse los primeros y luego resulta que tenían reserva para tres horas más tarde nada menos. El chico les explicó como era la cosa y estuvieron un buen rato pataleando hasta que cedieron y dejaron el paso libre. Luego, sin más problema montaron y arrancamos.
Volvemos a recorrer como hicimos el día que llegamos la orilla del Támesis, hasta la altura de la Torre, donde nos adentramos a atravesar una zona ya menos vistosa de la ciudad. Yo voy entretenida oyendo los comentarios de la familia de marras, que se preguntan cosas como "entonces este reloj es el que salía en Willy Fog, no?" o "y los de las iglesias protestantes éstas son protestantes de qué? de qué protestan?".
Y así llegamos a Stansted y cogemos nuestro vuelo de vuelta.
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Nos vamos encantados de lo que hemos conocido de la ciudad y esperando volver alguna vez a ver cosas que nos han quedado pendientes. Imposible que no sea así en una ciudad como ésta. SEE YOU, LONDON!!!
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