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Al día siguiente, nos fuimos a Inishmore, la mayor de las Islas Aran (3 islas situadas en la bahía de Galway), donde pasaríamos el fin de semana. Un lugar extraño y sorprendente que, desde luego, no deja indiferente. Durante todo el fin de semana, la pregunta que más veces me vino a la mente fue: ¿Cómo demonios se le pudo ocurrir a alguien, en algún momento de la historia, venir a esta isla e instalarse aquí? Es un lugar tan remoto, tan desolado… Si, hoy en día, la vida allí no tiene que ser nada fácil, ni me imagino cómo debía de ser hace años o siglos. Aunque todo tiene su lado bueno y ese aislamiento y autosuficiencia de la islas les salvó de padecer la gran hambruna que asoló Irlanda en el siglo XIX. También les ha servido para poder conservar la cultura gaélica. Hasta hace muy poco, vivían principalmente de la pesca. Aunque ahora, la pesca ha dejado de ser rentable y el trabajo no abunda allí… y su principal actividad es el turismo.
Inishmore cuenta hoy con unos 800 habitantes, repartidos por toda la isla. El núcleo principal es Kilronan (donde llegan los ferries), un pueblecito muy pequeño, en el que poco hay: algunos “bed and breakfast”, un hotel, un café, un pub, un bar, un par de restaurantes, un “Supermacs” (el equivalente irlandés del McDonalds), un “Spar”, 3 tiendas, 3 sitios para alquilar bicicletas, la oficina de correos, la de turismo y el banco (que abre una vez por semana… y dos, en verano).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El resto de la isla está salpicado de casitas, muretes de piedra, vacas, caballos, burros y restos arqueológicos. Porque, si hay algo que abunda en Inishmore, son los restos arqueológicos. Los más importantes, los 4 fuertes prehistóricos. En esta web podéis consultar todo lo que hay para ver en la isla, además de mucha otra información:
www.aranislands.ie/ ...-Inishmore
Para llegar allí, podéis ir en avión o coger el ferry en Doolin o en Rossaveal, desde donde lo cogimos nosotros (tarda unos 45 minutos).
www.aranislandferries.com/
Lo del ferry no me hacía ni pizca de gracia pero, para ser sincera, las avionetas que te llevan allí aún menos. Así que tocó armarse de valor. El viaje de ida fue muy bien. Pudimos ir en cubierta y disfrutar un montón de las vistas. La vuelta, como era muy temprano, no dejaban subir. Parece ser que, en este caso, el barco se movió más de lo que me hubiera gustado. Pero por suerte, la biodramina me dio sueño y me enteré de poco.
La mejor manera de conocer la isla es la bici. Podéis llevar la vuestra en el ferry o alquilar una allí mismo. Si no se os da bien, como es nuestro caso, podéis optar por los tour, en furgoneta o en coche de caballos, o por andar. Para los que os guste la bici o el senderismo, Inishmore es un auténtico paraíso (hay 3 rutas marcadas de diferente longitud). Para nosotros, la experiencia fue dura, más de lo esperado. Enseguida os cuento por qué.
Os recomiendo pasar, al menos, una noche allí (la mayoría de la gente va y vuelve en el día). El ambiente, a partir de las 5 de la tarde, cuando se va el ferry, y, por la mañana, hasta las 11, es totalmente distinto… no parece el mismo lugar. El ritmo del día, al menos en Kilronan, lo marcan los ferries. A partir de las 11, el pueblo se convierte en un hervidero de gente bajando del barco, buscando bicis, tours, etc. Al rato, toda esa gente se va dispersando por la isla (saliendo de Kilronan, te puedes pasar bastante tiempo solo, sin ver a nadie, salvo algún ciclista o furgoneta de vez en cuando). La mayoría van a “Dun Aengus” y a otros lugares famosos de la isla. Hacia las 2 de la tarde, los tours empiezan a regresar a Kilronan: mucha gente comiendo, mirando las tiendas, “Joe Wattys” (el pub del pueblo) lleno hasta la bandera, etc, etc. Y, a partir de las 17:00, como os comentaba, nada. Te quedas prácticamente solo. Solo ves algún ciclista o turista dando un paseo, de los que se han quedado a pasar la noche, algún coche que pasa de vez en cuando... y eso es todo. Un silencio casi absoluto. Y, tanto turistas como locales, acaban cenando o tomando algo en el citado pub o en el “American Bar”. No me imagino lo que tiene que ser aquello cuando pasen los meses de verano y ya no vaya casi gente por allí.
Lo primero que hicimos fue, como siempre, ir a deshacernos de las maletas. Nuestro alojamiento era el “Seacrest”, en el centro de Kilronan. A pesar de las buenas opiniones que encontramos y que tiene certificado de excelencia de Tripadvisor, nos decepcionó un poco… a mi pareja más que a mí. A mí me pareció un sitio correcto, sin más. Está limpio y las habitaciones son básicas. Lo que no me gustó nada es que el lavabo estuviera en la habitación, no en el baño. Por lo demás, la habitación era muy simple, pero correcta. El desayuno, también correcto, pero “sin florituras”. La verdad es que, costando lo mismo que los dos alojamientos anteriores (70 euros), no tenía nada que ver con ellos. No obstante, como digo, no me pareció tampoco un mal sitio. Simplemente, no tiene la calidez ni el servicio de otros “bed and breakfast” en los que hemos estado.
Ese primer día en Inishmore fue bastante duro para nosotros. Consultando la web que os he puesto antes, yo había preparado dos rutas para hacer por nuestra cuenta, a pie. Una, por el centro (hasta llegar al fuerte de “Dun Eochla”) y la parte derecha de la isla y, otra, por la parte izquierda. Para cada una de ellas tenía localizados varios restos arqueológicos… Y aquí surgió el primer problema: no llevé el mapa, pensando que en la oficina de turismo encontraríamos alguno sin problema. Y sí, tienen mapas… pero muy sencillos, por lo que no venía casi ninguno de los sitios que yo había buscado.
Mientras íbamos de camino, nos encontramos tirado un plano en el suelo (parece ser que lo daban en uno de los locales de alquiler de bicis), algo mejor que el que nos habían entregado en la Oficina de Turismo. Pero, aun así, insuficiente...Para ese día, decidimos hacer la primera de las opciones y visitar “Dun Eochla”, unos de los cuatro fuertes prehistóricos de la isla. No es de los más impresionantes de Inishmore, pero un fuerte prehistórico siempre es un fuerte prehistórico. Además, había visto que, hasta llegar allí, se podían ver otros restos arqueológicos. Nos fuimos al “Spar” para comprar comida (tienen un mostrador en el que os preparan, al momento, bocadillos y “wraps” con los ingredientes que elijáis) y agua... y nos pusimos en camino. A la salida de Kilronan, en la carretera, veréis una señal con 3 rutas (diferenciadas por colores). La verde, la más corta, va a “Dun Eochla” y hay dos opciones: seguir por la carretera principal de la isla o girar a mano derecha e ir al lado del mar. Por supuesto, elegimos esa opción… para disfrutar del mar y para poder ver los restos arqueológicos que os comentaba. Al principio, todo fenomenal: no veíamos ni un alma, unas vistas preciosas, un silencio sepulcral… impresionante. Hasta nos hicimos amigos de un burrito muy simpático que nos encontramos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Pero pronto aparecieron los problemas. El primero: apenas había señalización, por lo que ni sabíamos por donde andábamos... ni dónde estaban los restos arqueológicos que queríamos ver. En un momento dado, apareció una señal: “Teampall Chiarain”. ¡¡¡¡¡¡Bingo!!!!!!! Ahí, a mano izquierda, estaban los restos de una iglesia. Se supone que San Ciaran fundó allí una iglesia en el siglo VI, aunque los restos que se pueden ver hoy en día son medievales (una de las puertas sí es más antigua, del siglo VIII). Al día siguiente, supimos que allí se realizan todavía bodas… Desde luego, un lugar precioso para casarse.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Decidimos hacer un descanso y sentarnos a comer a unos metros de la iglesia, disfrutando del mar. Y, de paso, aprovechamos para situarnos con el mapa. Según parecía, habíamos hecho la mitad del camino hasta “Dun Eochla”.
Seguimos andando y, por el camino, seguimos viendo algunas señales que marcaban el camino a “Dun Eochla”. Al menos, sabíamos que íbamos bien. De los restos de otra iglesia que quería ver, ni rastro.
Empezábamos ya a estar cansados (segundo problema: para alguien no acostumbrado al senderismo, las distancias son más largas de lo que parecen), pero el fuerte tenía que estar cerca. Efectivamente, apareció de nuevo una señal que nos invitaba a dejar el camino y torcer a mano izquierda. Y aquí llegó el tercer y mayor de los problemas. La isla no es tan llana como se puede pensar y el fuerte está justo en el centro, en el punto más alto de la isla. Empezamos a subir y, después de un buen tramo, cuando pensábamos que llegábamos, resultó que habíamos alcanzado sólo la carretera principal (¿os acordáis de que esa carretera era una de las dos formas de llegar al fuerte?... nos podíamos haber ahorrado, al menos, un tramo de la subida
). El segundo tramo fue aún peor, con cuestas empinadas y piedras sueltas. Al final, conseguimos llegar hasta el faro (sí… hay un faro en pleno centro de la isla, quién sabe por qué). Del fuerte, ni rastro... ni tampoco había ninguna indicación. Tras un rato buscando, conseguimos verlo. ¡¡¡¡¡Por fin!!!!! Fuimos para allá hasta que, de repente, la trocha se cortó 
. El fuerte a escasos metros y nosotros sin ser capaces de encontrar la manera de llegar hasta él. ¡¡¡¡¡Alucinante!!!! Así que nada, sacamos una fotillo y, realmente agotados y con muy mala leche, hicimos el camino de vuelta a Kilronan. De vuelta en casa, viendo mapas, nos ha parecido que la entrada estaba justo en el lado contrario al que estábamos nosotros. Pero no tengo ni idea de cómo se llega allí. El día que volvamos, probaremos... o no.*** Imagen borrada de Tinypic ***
Esa tarde, al igual que la siguiente, cenamos en “Joe Wattys”… como os comentaba, el pub del pueblo. De todos los sitios en los que comimos durante el viaje, fue el más caro. La comida estaba bien, aunque tampoco fue de las mejores. Para no faltar a la verdad, los mejillones sí que estaban buenísimos... y el salmón tampoco estaba mal. Es un sitio agradable y tampoco hay mucho más para elegir.
Al día siguiente, viendo que las aventuras no son para nosotros, decidimos hacer un tour en furgoneta. Fuimos temprano al puerto, pensando que igual salía alguno antes de que llegara el ferry. Pero no... Las furgonetas van llegando un poco antes de las 11 y esperan a la llegada de los turistas. Estuvimos dando un paseo por el puerto y la pequeña playa que hay junto al mismo, disfrutando de la tranquilidad, hasta que llegó la hora.
Comentaros que todas las furgonetas hacen el mismo tour y que van saliendo según se van llenando… o cuando ya han esperado un tiempo prudencial. Cuestan 10 euros por persona (sumadle 3 euros que cuesta la entrada a “Dun Aengus”) y duran cerca de 3 horas. En nuestro caso, elegimos una furgoneta roja, decorada con banderas de distintos países (es muy fácilmente reconocible, porque es la única de esas características), porque habíamos hablado un rato antes con el chico que la conducía y nos cayó bien. Tras esperar un rato, se subió otra pareja y dos chicas, que iban sólo hasta “Dun Aengus”. Fue un tour casi individual y sin agobios.
Primero, nos llevó a “Dun Aengus” y, por el camino, nos iba contando cosillas de la isla. Sentados y cómodos, pudimos disfrutar de las vistas y la belleza de Inishmore... mucho más que el día anterior
. Se supone que los tours dejan 1 hora y 30 minutos para ver el fuerte, pero nuestro conductor nos dejó 15 minutos más. Desde donde te dejan las furgonetas (las bicis también se dejan allí, en un aparcamiento acondicionado para ellas), hay que subir unos 20 minutos hasta llegar al fuerte. El terreno es pedregoso, aunque no es malo. Solo el tramo final es un poco más complicado y se veía gente (mayor, básicamente) a la que le costaba un poco. Pero vamos, que si pudimos nosotros (y ya habéis visto que nuestra forma física no es muy buena que digamos) puede cualquiera. Eso sí, llevad calzado adecuado. Que vimos a cada un@ que tela...Como ya os he comentado,”Dun Aengus”es uno de los cuatro fuertes que hay en Inishmore… y es el más famoso y visitado. Dicen que no es el mejor y que el “Black Fort” es igual de impresionante (pero parece ser que los tours no pueden acceder allí por lo que, éste, no se ha hecho famoso). Pertenece a la Edad de Bronce y, desde luego, es un lugar impresionante. No sólo el fuerte en sí (que no es poco) sino también las vistas, ya que está situado al borde de un acantilado. Eso sí, tuvimos muchísima suerte al poder disfrutarlo sin aglomeraciones dado que, justo en la bajada, nos encontramos dos nutridos grupos de estudiantes...
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Al bajar, nos quedó el tiempo justo para ir al baño y, en el par de tiendas que hay, comprar unas postales.
Y continuamos con el tour, hasta la siguiente parada: las “Seven Churches”. Realmente, son las ruinas de dos iglesias: una del siglo VIII al XIII y otra del XV, además de otros edificios “domésticos”. Fue un importante asentamiento monástico y de peregrinación. Y nos gustó mucho... El guía nos dejó un ratito para andar por allí y se portó fenomenal porque, a pesar de que nos entretuvimos bastante , no nos metió prisa en ningún momento. ¡¡¡Un verdadero santo!!!
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La última parada fue el punto más al oeste de la isla, un lugar espectacular. Allí, el paisaje cambia por completo y se convierte en un paisaje lunar, similar al que os podéis encontrar en la zona del Burren, en el condado de Clare. Parece ser que hubo un tiempo en el que estas dos zonas estuvieron unidas y, por eso, ambas mantienen esa similitud.
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De vuelta a Kilronan, paramos brevemente para ver la famosa colonia de focas, sorteando por el camino ciclistas, coches de caballos... y algún tractor. Antes de llegar, pudimos disfrutar de la vista de una preciosa playa, de arena de un blanco reluciente: Kilmurvey.
Al llegar al pueblo, le pagamos por el tour y le dimos una propina, agradeciéndole sinceramente su trabajo. Y nuestro aguerrido conductor se puso rojo como un tomate
...Aprovechamos para comer en el “American Bar” unas hamburguesas riquísimas. Tras la comida, estuvimos mirando el par de tiendas de souvenirs que hay y el “Aran Sweater Market”. Como seguramente ya sabréis, las Islas Aran son famosas por sus jerseys. Sus originales patrones han pasado de generación en generación y se utilizaban para reconocer a los marineros si sufrían algún percance en el mar. En esta tienda, podréis encontrar todo tipo de artículos de lana. Pero tened cuidado... Estuve leyendo, mientras preparaba el viaje, que muchas de las prendas, que se venden en la isla, no están hechas allí… ni siquiera en Irlanda. No sé si será cierto o no. Lo que sí pudimos comprobar es que, en algunas de las prendas, además de la etiqueta exterior de “pure Irish” o similares, hay una etiqueta interior que pone “made in Ireland” (y un certificado). En otras (la mayoría), no aparece el “made in Ireland” por ningún lado en el interior de la prenda. Por tanto, sí que parece que algo (o bastante) de cierto hay en lo que os comentaba. Tienen cosas preciosas y los precios no son baratos, pero son accesibles. Y, para algo especial, pues no está mal. Yo me fui de allí con mi regalo de cumpleaños
.Tras un descansito en el “bed and breakfast”, estuvimos dando un paseo por otra playa, a la salida de Kilronan, junto a la carretera que va hacia el aeropuerto. Pudimos disfrutarla en solitario. Todo un lujazo.
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