Cuando nos levantamos, dudamos un poco en sí meternos al agua o no… pero una ducha fría mañanera nunca viene mal no?? jujuju

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Así que ahí fuimos, sin prisa pero sin pausa, con el conductor oficial del viaje:Pepe(Que se metió la palizada el día anterior también). Nos volvimos un poco locos para aparcar por la ciudad, más que nada porque buscábamos algo céntrico y barato. Barajamos la opción de la OTA, pero vimos un parking cerca y nos metimos allí. Por lo que pude ver por internet, en Stavanger hay bastantes parkings, pero todos tienen precios y horarios distintos, por lo que dependiendo de que parte de la ciudad quieras visitar o en la que te alojes, recomiendo echar un vistazo a todos.
Lo primero que fuimos a buscar fue la oficina de turismo, ya que teníamos varias dudas sobre la ruta para llegar hasta Preikestolen, el objetivo del viaje vamos. Ya estábamos más cerca!!

Nuestra duda era sí coger el camino más corto con un pequeño ferry en medio o el largo sin ferry pero con unos bonitos peajes y el gasto de gasolina. Gracias las indicaciones de la oficina nos decidimos por el del ferry. Nos pillamos unos mapas de la ciudad y a callejear!! Qué es lo que mola!!
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Visitamos el puerto dónde había unos grandes transatlánticos y uno de los iconos de Stavanger: la parte vieja con casitas blancas. De allí cruzamos un parque lleno de gaviotas y dimos alguna vuelta más por la ciudad. Estábamos ansiosos por llegar al “Pulpito” así que para las 12 y algo nos volvimos a meter en la furgoneta, esta vez sí, con la intención de no parar hasta Preikestolen. Para que Pepe descansara un poco, en este trayecto hubo un cambio de conductor, Mario cogió el volante.
Una vez que llegamos hasta el comienzo del Púlpito, nos pusimos a comer que ya había hambre.

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