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UN CAOS LLAMADO EL CAIRO

UN CAOS LLAMADO EL CAIRO ✏️ Diarios de Viajes de Egipto Egipto

MARTES 30 DE ENERO… … 9º DIA ... EL CAIRO. KEOPS. Fue una de las noches que mejor dormí. Los efectos del baño de la noche anterior y la comodidad de la cama, hicieron que pasara una noche relajada. Lo primero que hice al despertarme fue asomarme...
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Tan solo Egipto

Diario: Tan solo Egipto

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MARTES 30 DE ENERO… … 9º DIA ... EL CAIRO
KEOPS
Fue una de las noches que mejor dormí. Los efectos del baño de la noche anterior y la comodidad de la cama, hicieron que pasara una noche relajada. Lo primero que hice al despertarme fue asomarme al balcón y oír El Cairo. La vista desde nuestra habitación era espectacular; lástima que al ser una ciudad de las más contaminadas del planeta, las vistas no eran todo lo nítidas que debieran ser.

Bajamos a desayunar. Teníamos dos bares para elegir, aunque la chica de la recepción del bar, nos indicaba a cual debíamos acudir. El buffet, espectacular. Era imposible probarlo todo.

Con el depósito lleno esperamos en la recepción a que nos vinieran a buscar para llevarnos a las pirámides. El Cairo por la mañana, padece el mismo caos que por la noche. Se podría decir que toda la ciudad es un caos. El Cairo te enamora o lo odias, te vuelve loco, pero no te deja indiferente.
El trayecto hasta las pirámides fue largo, muy largo. Las distancias eran enormes en una ciudad de más de 20 millones de habitantes. El paisaje que veíamos era sencillamente feo. Tarek ya nos había enseñado una particularidad del país, y es que los edificios no se terminan. Era habitual ver la última planta de cualquier bloque sin terminar, con los encofrados a simple vista, y con las paredes sin pintar. Piso acabado, más impuestos. Así que para no pagar, dejar el edificio a medias, al menos exteriormente. Y ver decenas, cientos de edificios así, transmite una sensación de pobreza, de miseria, de caos, de frialdad...una ciudad inacabada.
Las pirámides se encuentran en la zona conocida como Meseta de Gizeh, a unos 10 kilómetros del centro de la ciudad. Aunque teníamos la impresión de estar saliendo del Cairo, sobretodo cuando circulamos por una autopista, la verdad era que no, que El Cairo no se termina nunca.

Las pirámides....las pirámides....construidas hace más de cuatro mil años, son las únicas supervivientes de las maravillas antiguas de la humanidad. Por la ventana del autobús veíamos las pirámides acercarse, envueltas en una bruma matinal que no las dejaba apreciar en su totalidad. Recogimos a la familia Roure en su hotel frente a las pirámides y ahora si que sin más dilación nos dirigimos a ellas.

Un control en la entrada, un absurdo control nos hizo bajar del autobús para pasar a pie por el puesto de control, mientras el autobús buscaba aparcamiento delante de nosotros.

Frente a nosotros, Keops. La pirámide de Keops.
Tarek nos dió las explicaciones pertinentes y nos dejó tiempo libre para que paseáramos, hiciéramos fotos, o simplemente nos quedásemos mirando la pirámide.
A Keops se podía entrar, previo pago de una entrada especial e intentando ser una de las 150 personas que pueden acceder por la mañana a su interior. Por la tarde, otros 150 más. Las visitas están controladas.

Ahí estaba. La pirámide más famosa de todas delante de mis narices. Me acerqué a sus piedras, a sus escalones medio derruidos, me subí como un turista más por sus piedras, la toqué, la memoricé, le hice fotos y sobre todo me asombré de cómo pudieron construirla.
Encarna había tenido la oportunidad en otro viaje, de entrar en su interior. Y yo me tuve que conformar con acercarme a su entrada y ver como algunos pocos privilegiados entraban en ella. Hubo quién queriendo emular algún alpinista empezó a subir sin parar por las piedras, intentando llegar a lo más alto de la pirámide. Vano intento, los vigilantes enseguida le llamaban la atención.
Hace años, miles de años, en tiempos del Imperio Antiguo, en tiempos del faraón Keops de la IV dinastía, en el 2550 a. C. esta pirámide empezó a levantarse. Miles de trabajadores dejaron aquí algo más que sudor. El faraón los alimentaba, cuidaba de ellos y sus familias, pero a cambio tenían que dedicar varios meses de cada año, a construir la tumba del faraón, una tumba que debía ser inexpugnable. Debía ser su reposo y el de todos los sirvientes que le acompañarían en la otra vida. La pirámide de Keops, fue la más grande de todo Egipto.
Llego a medir 146 metros de altura
Estaba tan excitado, que el tiempo pasaba sin darme cuenta. Al lado izquierdo de la pirámide, hay otras mucho más pequeñas, pero que están cercadas por los vendedores ambulantes y los camellos. Estas mini pirámides son las tumbas de las mujeres y las hermanas de Keops.

Algunos policías se ofrecen para hacernos una foto de los dos con la pirámide al fondo. Pero con propina claro. Afortunadamente siempre encontramos otros turistas a los cuales recurrir para ahorrarnos las monedas.

Primera dosis de pirámides superada; ahora a por otra.
Volvimos al autobús para dirigirnos con él a la pirámide de Kefren. Están muy cerca la una de la otra, pero nos llevaron en coche. Y en esta si que podíamos entrar.
Tarek nos dio la explicación correspondiente y luego nos acompañó a la entrada. Antes nos advirtió de la estrechez del interior, no apto si se padece claustrofobia.

La pirámide de Kefren, hijo de Keops, es algo más pequeña que la anterior. Mide 135 metros de altura, y en su cima aún conserva parte del recubrimiento original.
La entrada primero es un túnel que baja, con cuidado y con un techo muy bajo. Hay que andar casi en cuclillas, después se llega a una parte lisa, donde se puede andar sin problemas de pie, para llegar a una subida donde de nuevo tenemos que agacharnos. Los pasillos no están demasiado elaborados, pero casi no nos dimos cuenta, pues bastante teníamos en poder respirar un aire muy cargado e intentar evitar los golpes en la cabeza.

Al final, llegamos a la cámara funeraria. Un sarcófago de granito vacío, es todo lo que hay en una sala bastante grande, y con el nombre del arqueólogo que la descubrió pintado en la pared.
Nos quedamos solos en la cámara funeraria haciendo bromas sobre ella, y emprendimos el camino de salida. Casi al final de la salida, hubo un atasco, por lo que nos quedamos algún rato sin poder movernos en el túnel, y además agachados.

Había entrado en una pirámide. La experiencia fue positiva.

Después de la visita, de nuevo al bus. Ahora nos dirigíamos hacia una explanada cercana donde tendríamos una vista magnifica de las tres pirámides. En todo Egipto hay más de 90 pirámides, aunque las que se llevan la fama son las de la meseta de Gizeh.

Paramos en un terraplén lleno de tiendas de souvenirs. Tarek nos advirtió que no intentásemos contratar un camello de los varios que había al lado de los puestos, pues la experiencia no seria agradable. Hay bastantes denuncias de turistas que una vez subidos al camello y llevados desierto adentro, los han dejado allí, a no ser que les diesen todo el dinero que llevaban.

El sol, calentaba de lo lindo, y le daba a las pirámides unos colores preciosos.

Después de las pirámides, la visita a otro icono del país. La esfinge.

El autobús nos dejó en una calle, cerca de la estatua, y Tarek nos acompañó un poco por el recinto para enseñarnos la Esfinge y el templo del Valle, un templo dedicado a la momificación. Varias veces Tarek, nos había hablado sobre la momificación, sobre la extracción de los órganos de en los difuntos, sobre la ceremonia de la apertura de la boca y sobre la sal, el natrom que se utilizaba para la momificación. Una momificación duraba unos 70 días, y la mayoría, por no decir todas, las momificaciones se realizaban en este templo. Anubis, la apertura de la boca, las mascaras funerarias, los objetos para la otra vida, tantos y tantos datos sobre la momificación, nos fueron aportados entre los doce días del viaje.
¿Qué es la esfinge?, Varias teorías, varias interpretaciones...quizás todas o ninguna sea cierta, pero para nosotros era estar frente a una foto, una foto que hemos visto cientos de veces. Y ahora estábamos en vivo delante de ella.
La fase de restauración había terminado recientemente, aunqué con todos los andamios que había por el alrededor, parecía que nunca se terminase del todo Su acceso por la parte inferior, está cerrado. Está tallada en piedra natural, le falta su nariz, y seguramente tardará años en volver a mostrar una imagen espectacular, pero el mirarla, con las pirámides de fondo, impresionaba. Cuerpo del león. Cabeza humana.

Subimos por una especie de camino a la izquierda de la esfinge, haciéndonos cantidad de fotos, jugando con las distancias y la esfinge. Y el tiempo pasaba rápido. Debíamos salir e ir a buscar el autobús.

La mañana se complementaba con una visita a una fábrica de papiros. “De total garantía”, por supuesto, según Tarek.
Papiros preciosos los había, pero sus precios también eran mucho más altos.
Después de una breve explicación de cómo son los papiros auténticos y como son los falsos, una chica se presenta a tu lado, y no te deja en todo el rato que estés en la fábrica. A una distancia prudencial te va siguiendo para poder aclararte cualquier duda que se te plantee, y sobre todo comentarnos el tema de precios.

Encarna y yo escogimos un papiro que representaba a Tutankamón y su esposa y nos hicimos grabar, esta vez si, nuestros nombres en jeroglífico.
Aquello era una fuente de dinero. Autocares y más autocares no paraban de estacionar en sus alrededores. En la fábrica nos invitaron a Karkade, y si hacías una gran compra, también te regalaban alguna tontería. Aquí no se podía regatear...
Seguía sin entender como por un papiro me pedían 200 libras como mínimo, unos 30 euros y por la calle nos daban 30 papiros por 10 euros. Teóricamente los de la calle y la mayoría de tiendas eran de plátano, de pésima calidad y que olía mal; al menos teóricamente.

A parte del grupo lo dejaron por el centro de la ciudad. A nosotros y a la familia Roure, nos llevaban a ver la pirámide escalonada, Shakara y la antigua capital, Menfis.
No había tiempo de comer si queríamos aprovechar el día.
Menfis y la pirámide escalonada de Shakara están a unos 35 kilómetros del centro de la ciudad.

El legendario faraón Narmer, también conocido como Menes, fue el unificador del Alto y Bajo Egipto, en el año 3100 a.C. Durante años esta fue la capital de todo el imperio, trasladada más tarde a Tebas (Luxor). Aún así, Menfis siguió siendo durante años la segunda ciudad importante del país. Después de las invasiones musulmanas en el siglo VII d. C., Menfis empezó a despoblarse y a ser lo que es ahora. Una pequeña ciudad que vive de su fama pasada y de su museo al aire libre.

Lo primero que vimos al llegar a Menfis, es la impresionante estatua de Ramsés II, tumbada en un edificio. La vimos desde el exterior, pues antes nos dedicamos a pasear por un pequeño parque que contenía algunas estatuas más. Tarek nos siguió contando cosas sobre Menfis, mientras los vendedores de los puestos del lugar intentaban llamar nuestra atención.

El parque no es gran cosa. Tan solo un lugar para pasear con algunos restos de piedras de su pasado. Un pequeño museo al aire libre.
Luego nos dirigimos hacía el lugar donde estaba la estatua de Ramsés. Para observarla mejor en todo su esplendor, lo ideal era subir a un segundo piso y desde él, contemplar cada centímetro de la colosal estatua. Desde las alturas se tiene una perspectiva mejor, que permite observar todos los detalles de su elaboración, sus grabados...era inmensa, espectacular, y una vez más volvimos a quedar sorprendidos de lo importante que fue Ramsés II en la historia de Egipto.

Volvimos al autobús para dirigirnos ahora hacía Saqqara, y su pirámide escalonada. El trayecto fue corto, pues esta bastante cerca de Menfis.
Hacía mucho viento, mucho, y estábamos en lo alto de un pequeño terraplén. Antes de visitar la pirámide escalonada, construida por el faraón Zoser en el 2650 a. C, visitamos el templo. El templo forma parte de todo el complejo funerario de Zoser.
En el lugar, había bastantes más cosas que no vimos, bien por el escaso tiempo que teníamos, bien porque Tarek no nos lo enseñó y también porque el fuerte viento hacía la visita algo molesta.

La importancia de Saqqara se debe a que en su recinto se encuentra la primera gran pirámide que fue construida en suelo egipcio. Otro nombre muy ligado a Saqqara es Imhotep.
Imhotep fue un gran medico, sacerdote, pero sobre todo arquitecto y a él se le debe el mérito de la construcción de la primera pirámide de Egipto. La fama de Imhotep fue tanta, que incluso llegó a ser considerado como una especie de vice-faraón.

Entramos en el templo funerario, mientras Tarek nos iba contando las explicaciones pertinentes. Son tantos los datos que nos dió Tarek en todo el viaje, tantas anécdotas históricas, leyendas, que necesitaría miles de páginas para expresarlas con total claridad y seguro que me dejaría cosas.
Lo más impresionante de este templo son sus columnas, sus enormes y altas 40 columnas. El templo estaba dividido en dos por una calle principal, y en cada lado varias estancias que en su día fueron capillas. Tantas capillas como regiones tenía el imperio egipcio. Gran parte del templo está cubierto Me encantó esta gran sala hipóstila, y además estábamos resguardecidos del viento.
Al salir de la sala, a la derecha está la pirámide. Entre el templo y la pirámide una explanada de arena conocida como el Gran patio del sur. Cerca de la base de la pirámide hay un altar y casi en el centro del patio están dos construcciones de piedra en forma de B.

Además del viento, teníamos que librarnos de unos cuantos vendedores, sobre todo de uno que no dejaba de acosarnos con artículos de todo tipo.
La pirámide escalonada, tiene su encanto. De unos 60 metros de altura, está hecha de manera muy distinta a las que habíamos visto por la mañana. Seis enormes pisos, seis enormes escalones, mastabas, para una pirámide que en la antigüedad estaba recubierta de caliza blanca.
Por el lado derecho había un caminito que nos llevaba a la parte trasera de la pirámide, pero antes nos detuvimos en las construcciones que había. Restos de un templo, y de una especie de circuito que servia para comprobar la fuerza del faraón. Cada 30 años según Tarek, el faraón debía de demostrar que seguía siendo fuerte, que podía conducir al país, y por ello debía de competir ante todos los funcionarios de Egipto, en una ceremonia de rejuvenecimiento. Su contrincante, un toro.

Llegamos a la parte trasera, y vimos una estructura de piedra situada frente a la pirámide, que contiene una estatua, la figura del faraón Zoser, que mira impasible hacia las estrellas. Detrás de esta piedra se encuentra la entrada a la pirámide; una entrada que desciende por un laberinto de más de 6 kilómetros de túneles y cámaras subterráneas.

Un pequeño repechón, nos proporcionaba una vista de más pirámides. Estas eran las pirámides de Abu Sir, las cuales veía por primera vez. En todo Egipto, más de 90 pirámides esperan ser visitadas.
El viento no daba tregua, y emprendimos el camino de regreso, aunque antes subimos por unas escaleras, que nos proporcionaban unas preciosas vistas. A lo lejos, podíamos contemplar más pirámides, la pirámide roja, la romboidal, etc.

Estábamos caminando por encima de restos arqueológicos que Tarek no nos enseñó. Todo el complejo funerario es mucho más extenso de lo que vimos y merecería una visita con más tiempo... y sobre todo con menos viento.

Terminábamos las visitas de las pirámides. Ahora regresar al Cairo. La familia Roure, tuvo suerte, pues como estaban cerca, enseguida llegaron a su hotel.
Nosotros tardamos más de una hora y media. El tráfico ya de por si caótico, se agrava por la hora que era. Algún golpe del autobús, algún retrovisor golpeado, y tras una larga travesía por la ciudad, llegamos a nuestro hotel. Hotel dulce hotel.

Lo primero una ducha y después a picar algo a la planta 22.

Hoy queríamos cenar en un restaurante egipcio que Tarek nos había recomendado y que además venía indicado en nuestra guía, por lo cual nos fuimos de nuevo hacia el centro del Cairo. Quisimos coger un taxi, pero el tráfico seguía siendo más que caótico. Los coches estaban parados por lo cual empezamos a caminar hacia el centro de la ciudad.

Pasamos por delante de la sede de la televisión egipcia, que estaba protegida por una tanqueta militar. Las calles del Cairo empezaban a recobrar la misma imagen que ayer. Abarrotadas. Gentes sentadas en las puertas de los comercios, o de sus casas, viendo pasar la noche...
Lo peor fue encontrar la calle del restaurante, pues en ningún lado estaban puestos los nombres de las calles, ni los números. Volvimos a jugarnos la vida frente al museo egipcio para cruzar la calle, y de nuevo, “que casualidad” unos chicos se dirigieron a nosotros diciendo que eran estudiantes de castellano. No los dejé terminar, les dije que no me interesaba. La tomadura de pelo del día anterior, aún me escocía.

Nos adentramos el centro más céntrico de la ciudad intentando orientarnos con un mapa para encontrar el restaurante. Pero tuvimos que preguntar. No nos aclarábamos. Y tampoco estábamos tan lejos, tan solo a cruzar una calle y luego adivinar hacia que lado estaba el restaurante.
El Felfela restaurant, es un restaurante de dos salas. La primera pequeña, pero con más tranquilidad y cerca de la puerta. La segunda e interior más grande, ruidosa y mejor decorada. Al principio nos sentaron en la primera, pero nos cambiamos pues éramos los únicos en una sala para nosotros solos.
La comida egipcia me gustó. Todo lo que había probado hasta entonces me había sentado bien y sobre todo mucha variedad de comida. El Felfela, tenía unos buenos precios y un servicio bastante correcto. Los baños, con propina incluida al vigilante de ellos, estaban muy bien.
Cenamos, y después de la cena cogimos un taxi. Al salir del restaurante un señor nos dijo que si queríamos un taxi. Al responderle que si y a donde queríamos ir, fue a un piso cercano a buscar al conductor. Y hacia el Conrad.
Ir dentro de un taxi, es casi peor que ir a pie. No conducen como locos... ESTAN LOCOS...
Sinceramente, varias veces pensé que no llegábamos sanos al hotel.

Pero llegamos, y sanos. Era tarde, y estábamos cansados. Mañana tendríamos otro día duro, pero con una nueva joya: el museo del Cairo.

Pero eso sería mañana.
MIERCOLES 31 DE ENERO... ... 10º DIA… EL CAIRO
TUTANKAMON
El día de hoy prometía. Nos habíamos apuntado a la excursión de la ciudad con la familia Roure y con Tarek. Éramos conscientes que visitar El Cairo y sobre todo su museo con nuestro guía, era una muy buena opción.

Desayunamos en otro bar del hotel, uno más pequeño, pero con tanta variedad de comida como el otro. Al cabo de pocos minutos, el autobús ya nos estaba recogiendo en la puerta del hotel.
Primero nos dirigiríamos al barrio copto, al barrio de los cristianos egipcios.
En tiempos llegaron a haber más de 40 iglesias en este barrio, de las cuales actualmente quedan unas pocas. Las pequeñas calles del barrio copto eran un remanso de paz en comparación con el caos del resto de la ciudad; los primeros callejones estrechos de adoquines, rodeados de altos muros de piedras, nos llevaron hasta la iglesia de San Sergio.
En esta iglesia esta la cueva que según se cree, fue utilizada por San José, la Virgen María y el niño Jesús para refugiarse durante la huida de Egipto. La iglesia es pequeña, bonita pero pequeña. A la cueva en cuestión se accede por el lado izquierdo del altar, con unos escalones que permanecían cerrados por una verja. Unas fotos al lado, muestran la cueva toda inundada de agua. Tarek nos contó varias curiosidades de este lugar, algunas entre la realidad y la leyenda.
Casi al lado de la iglesia está el cementerio copto que no visitamos. Seguimos andando por el barrio para visitar la Iglesia Colgante, dedicada a la Virgen María.
Creía que lo de colgante sería por que estaría en algún peñasco, o en alguna especie de ladera, pero no; Tarek nos dijo que estaba edificada en la parte superior de una entrada de agua en tiempos romanos. Tras cruzar una gran puerta de madera, entramos en un precioso patio, donde unas escaleras subían hasta la nave principal de la iglesia. Dentro, hay un montón de columnas, con una de ellas más oscura que el resto y que se cree que simboliza a Judas.

Salimos de la iglesia y nos dirigimos al autobús que nos llevaría hacía la ciudadela, residencia de los gobernadores de Egipto durante más de 700 años. En lo alto de una pequeña colina y con unas vistas preciosas de la ciudad, la Ciudadela es un conjunto de palacios, mezquitas, museos y alguna terraza llena de turistas y de fieles de varios países.
El autobús nos dejo en la entrada de la Ciudadela, y después tuvimos que andar unos metros hasta la entrada real de todo el recinto. El gran Saladino, empezó a construirla en 1176 para fortificar la ciudad frente el ataque de los cruzados. Casi sin dejarnos tiempo para contemplar el paisaje, Tarek nos llevó hasta la mezquita de Mehmet Ali. No tuvimos que descalzarnos, porqué Tarek nos dió unos plásticos para cubrirnos los zapatos, pero como yo llevaba unos zapatos grandes, los plásticos no me sirvieron para nada. I lo curioso es que teníamos que hacerlo para entrar al patio, cosa que me sorprendió, pues aunque sabía que en la mezquita si que tenia que quitarme los zapatos, no pensaba que en el patio, al aire libre, donde esta la fuente para las ablaciones, tuviera que ir descalzo.

Lo mejor de este patio, es la torre del reloj. Un reloj que regaló el gobierno francés al Egipcio, a cambio de un obelisco que está en la plaza de la Concordia, en Paris. Un reloj que jamás llegó a funcionar.
Entramos en el interior de la mezquita, y nos sentamos en el suelo para escuchar a Tarek. Esta vez sus explicaciones, además de las propias del lugar, versaron sobre el Islam, sobre como ser un buen musulmán y sobre los preceptos que esta obligado a realizar todo fiel.

Un grupo de niños de alguna escuela se acercaron a nosotros. Al cabo de un rato nos vimos rodeados por un montón de ellos, más de 20 que nos miraban con cara de curiosidad. Eran de un pueblo del interior de Egipto poco acostumbrados a ver extranjeros, y al vernos a nosotros en un recinto de culto para ellos, les atrajo la atención. Tarek se cabreó y fue a buscar a su maestra para que se los llevara de allí.

La mezquita es realmente preciosa. Sencilla, austera, pero su ausencia de ornamentaciones la hace ser especial. Mucha luz, que aportaban unas grandes lámparas colgantes. Nos sentíamos bastante observados. Supongo que estarán acostumbrados a ver a turistas, pero realmente noté que no estábamos en el mejor lugar.

Salimos al exterior y entonces si que tuvimos tiempo para pasear un poco y ver contemplar las vistas que nos ofrecía la altura.

Después de la Ciudadela, fuimos al paraíso de las compras y de los engaños, del regateo y del agobio... el bazar de Khan al-Khalili.
El autobús nos dejó en la plaza Midan Hussein. Un pequeño jardín, unos bares y las puertas del bazar. Tarek nos dio tiempo libre para que paseásemos por sus calles y nos citó a una hora en un bar de la plaza.

Entrar en Khan al-Khalili, es armarse de paciencia, de buen humor, es saber que en cualquier lugar te tomarán el pelo, pero al menos que te lo tomen con gracia. No es el mejor lugar para buscar calidad, aunque también se encuentra. Todo depende de lo que se busque, y sobre todo de lo que sé este dispuesto a pagar. Los comerciantes son unos auténticos profesionales de la venta; si es preciso te hablan en castellano, catalán o euskera si es necesario.

Nos adentramos por la calle principal, llena de baches, piedras y charcos de agua. Primera parada una tienda de papiros. Los vendedores, auténticos charlatanes, te convencen de que sus papiros son mejores que en cualquier lugar, que si el guía nos lleva a sitios caros, que ellos no tienen comisión, que los suyos están hechos a mano, e incluso comparan sus papiros con otros de pero calidad, para que notásemos la diferencia.
A mí me gustó uno muy grande del templo de Abu Simbel, pero el precio era excesivo. Al final nos pidió que le acompañásemos a otra tienda que tenía solo de almacén y allí terminó ofreciéndome el precio al cual yo había pujado desde el principio. Pero el papiro no era el mismo, era parecido y dije que no, que no me terminaba de convencer. Papiros, joyas de todo tipo, bisutería, camisetas, adornos varios, recuerdos de todos los templos habidos y por haber, tabaco, telas, trajes para la danza del vientre, tabaco, “sheeshas”, perfumes, y de todo lo que pudiésemos imaginar, lo podríamos encontrar en el bazar.
A mí me recordaba al de Estambul. Quizás más pequeño, pero con las mismas habilidades de sus tenderos para vender. Aún así, creo que al bazar hay que ir; aunque tan sólo sea a pasear, a dejarse “engañar” un poquito, pero a participar del juego del regateo y de la venta.

Nos reencontramos con Tarek y nos fuimos a comer. Era nuestra última comida con él. Fuimos a comer a uno de los barcos restaurantes que están anclados en el Nilo y que algunas noches, ofrecen cena con espectáculo.
Este se llamaba Maxim, y la comida ya estaba negociada. Tan solo teníamos que abonar la bebida como siempre. ¿La comida?, Bueno, dejémoslo en un regular. Por lo que pagamos por la excursión, podría haber sido mejor.

Y después de la comida, después de varios días de templos, dioses, faraones, historias y leyendas, íbamos a una especie de examen final de todo lo que habíamos aprendido... o no.
El museo Egipcio.
Pasamos por varios controles, alguno de ellos algo absurdo, y al final, entramos en el museo.
El museo egipcio alberga más de 120.000 reliquias y antigüedades. En sus sótanos hay aún muchísimas obras más por inventariar, que no verán la luz hasta que el nuevo museo que se ubicará cerca de las pirámides, abra sus puertas.
Hay tantas cosas por ver, tantas salas, tantos objetos que teníamos que hacer una selección, y claro esta, esta la hizo Tarek. El museo parece un viejo almacén; algunas salas tienen poca luz, bastantes piezas carecen del rotulo con su nombre, y si las hay suelen ser insuficientes, algunas vitrinas están supersaturadas de objetos, pero bueno, todo ello forma parte de su encanto, de su atracción.

En la primera planta, empezamos observando la estatua del faraón Zoser, realizada casi a tamaño natural. Seguimos por el ala izquierda de la planta inferior, observando tres estatuas negras, preciosas del faraón Mikerinos, flanqueado por dos diosas. Estábamos en las salas del imperio antiguo. Algunas salas las ignoramos, y en otras entramos para contemplar una o dos figuras, las más excepcionales de las estancias. Estatuas de Kefren, figuras de escribanos, de dioses y parejas reales... en algunas salas, hubiese querido detener el tiempo, quedarme entre sus paredes y recrearme con todas las maravillas que estaba viendo. En el otro extremo del pasillo, hay varias estatuas de mayor tamaño, colosales, como vigilantes pétreos de cada una de las estancias. Fuimos avanzando y llegamos a las salas del imperio medio, quizás las menos glamurosas de todas las que vimos.

Para llegar a las escalinatas que dan acceso a la segunda planta, cruzamos la sala central museo, llena de figuras impresionantes de faraones y dioses. Ramsés, seguía siendo el personaje más representado.

Subimos al segundo piso por las escaleras de nuestra izquierda, y nos encontramos primero con la taquilla de la sala de las momias. Lo dejamos para el final, y entramos a las galerías de Tutankamón. Estas galerías, eclipsan todo lo demás del museo. Decenas de vitrinas con más de 1700 objetos que se encontraron en su tumba, están apiladas, algunas veces sin demasiado orden. Uno de los mejores y más preciosos objetos es el trono del faraón; de madera, cubierto con laminas de oro e incrustaciones de piedras preciosas es una autentica maravilla.

En algunas vitrinas están expuestos decenas de estatuas de pequeño tamaño, como de juguete; son las estatuas de los sirvientes, los que te tenían que servir al faraón en la otra vida...

Entramos en la sala más especial de todas: la sala de las joyas del faraón, con su máscara funeraria como objeto más valioso. La de veces que la había visto en fotos, pero aún así impresiona. De oro macizo, de más de 11 kilos de peso, cubría la cabeza de la momia del faraón. Otras vitrinas de esta sala muestran diversas joyas y objetos de joyería.
A lado de esta sala, hay la de los sepulcros dorados de madera de Tutankamón; cuatro enormes sepulcros que encajaban uno dentro del otro, y que guardaban en su interior el sarcófago del joven faraón.

Cerca hay otra estancia con sarcófagos de faraones, algunos de madera, otros de piedra... todo el museo es un pequeño caos, un organizado caos de objetos, de vitrinas mal iluminadas y de turistas a todas horas.

Ahora tocaba ir a la sala de las momias reales. Después de pagar la entrada, y de comprobar lo timadores que son sus cobradores, entramos en la primera de las dos salas.
Algunas de las momias de los más insignes faraones y reinas de Egipto están expuestos en estas dos salas, en un ambiente sombrío y poco iluminado... Tutmosis II y IV, Seti I, Ramsés II, son solo algunos de las 22 momias que vimos. Me impresionó la de Ramsés II. Tanto había oído y visto sobre él, que el estar frente a él, frente al cuerpo de alguien que vivió hace tantos años me impresionó... cada momia tenia una característica diferente, una particularidad única; algunas con los dientes perfectamente visibles; otras con los ojos de cristal; otras con mas pelo, con las uñas visibles. merece la pena el visitarlo, aunque la entrada sea algo cara.

Salimos de la primera sala y entramos unos instantes en las salas de las momias de animales: perros, gatos, cocodrilos, pájaros e incluso carneros estaban expuestos como un complemento a las momias humanas.
Después entramos en la segunda sala de las momias, donde las que más nos llamaron la atención fueron las de las reinas Henttawy y Nodjmet, que tenían unas pelucas de rizos negros, y ojos postizos, que las hacían bastante aterradoras...

El tiempo, el maldito tiempo se nos estaba terminando, y debíamos salir del museo. Tarek nos estaba esperando para concluir la visita, el día y su trabajo con nosotros.

Habíamos decidido que en vez de volver a nuestro hotel, dejarnos aconsejar por Tarek para que nos indicase un local o lugar para poder ver un buen espectáculo de danza del vientre, pero que fuera bueno, nada de medianías.

Egipto es famoso por sus bailarinas de danza del vientre; son de las más reputadas en este arte, pero las mejores, suelen trabajar para los selectos hoteles de lujo de la ciudad. Aun así, Tarek nos recomendó unos barcos que dan cena espectáculo y que nos afirmó que eran de muy buena calidad. Nos llevó hacía uno de ellos, y nos dejó...
Adiós Tarek, adiós... tuvimos mucha suerte con él... fue un buen guía... y con la promesa de que nos vendría a ver a Barcelona, cuando viniese a visitar a su esposa, nos despedimos de él...

Preguntamos precios y horarios del espectáculo, y accedimos.
El lugar de embarque está decorado como si fuera la entrada de un templo, con figuras egipcias preciosas. En el interior del barco, los camareros vestían unos vistosos trajes y la decoración era bastante acertada. Y zarpamos. Íbamos a navegar de nuevo por el Nilo, pero esta vez de noche y tan solo por el Cairo. Casi al final de la cena, actuaron un dúo, que cantaron algunas canciones. Después vino un danzante bastante parecido al que vimos en el barco; giraba y giraba mientras hacia figuras con su traje piramidal y con unas espadas. No estuvo mal.

Después vino la bailarina. Menuda diferencia a la del otro día. Esta si que bailaba bien, además de tener una figura que apetecía mirar. Después del baile se fue acercando por las mesas para hacerse fotos con los clientes. Bebimos de nuevo vino egipcio, nos hicimos fotos con la bailarina, reímos, y disfrutamos de un paseo al abrigo de las luces de la ciudad. Recorrer el Nilo por la noche, tiene su gracia.

Después de un par de horas de viaje, nos dejaron de nuevo en tierra firme. Ahora había que pelearse para regatear el precio de un taxi e irnos cada uno a su hotel.
Habíamos pactado encontrarnos mañana al mediodía por la zona del bazar, pues al ser el ultimo día del viaje, lo habíamos dejado un poco a la expectativa...

Llegamos al hotel algo tarde, pero mañana no había que madrugar demasiado. Tan sólo lo justo para no quedarnos sin desayuno.

Quedaban pocas horas en Egipto. Y aún tendríamos alguna sorpresa. Pero eso sería mañana.
JUEVES 01 FEBRERO... ...11º DIA …EL CAIRO
ANUBIS
Siempre me pasa lo mismo. El último día de un viaje, me invade una especie de tristeza y de abatimiento. Además hoy no teníamos nada preparado. Pasear por el bazar, callejear y quizás descubrir algún rincón del Cairo que mereciera una corta visita.

Desayunamos y antes de salir del hotel, hicimos un poco de excursión por la terraza exterior donde estaba la piscina. Una piscina que ahora no estaba en uso pero que seguro que en un par de meses más ya estaría en pleno funcionamiento. Cerca de la piscina, el hotel disponía también de un Spa. Empezamos a caminar por la calle dispuestos a buscar un taxi que nos llevara hasta Khan al-Khalili. Andamos unos metros desde el hotel, y paramos uno. Negociamos el precio y en unos 20 minutos nos dejó en la plaza Midan Hussein.

De nuevo volvimos a pasear por las misma calles que ayer, pero esta vez solos. El bazar se estaba despertando. Numerosas tiendas permanecían cerradas y las pocas que estaban abiertas mostraban muy poca actividad. Volvimos a la tienda donde tan solo 24 horas había pactado un precio por un papiro... y nada de nada. Lo de ayer ya no valía. Hubiese tenido que irme, que ir a otra tienda e intentar buscar el mismo papiro, pero me encapriché de uno, me gustaba horrores, y me imaginaba lo bien que quedaría en nuestro salón. El precio era superior al de ayer, bastante superior, pero aún así me parecía barato, muy barato. Y sobre todo cuando los comparaba con los papiros de la tienda en la que nos llevó Tarek. Compramos además alguno más y seguimos caminando por las poco transitadas calles.
En algunas tiendas, pocas, el precio es fijo. No se regatea. Nos metimos por calles estrechas y poco concurridas, entramos en lugares que parecían salidos de una película de ladrones...

Había que aprovechar para hacer las últimas compras. Y el bazar siempre es una buena opción. Cerca de las 12 recibí un mensaje de Laia; habían pactado un precio por un taxi para todo el día, y como era de 7 plazas nos invitaban a unirnos a ellos y planificar una ruta.
Nos pareció buena idea y aceptamos. Pero antes de encontrarnos con la familia Roure, entré en la mezquita de Sayydina Al-Hussein. Esta mezquita está considerada una de las más sagradas de Egipto, pues en ella es donde supuestamente se enterró la cabeza de Al-Hussein, el nieto del profeta. La entrada a los no musulmanes, está prohibida, sin embargo yo pude entrar.
Mientras estaba en el exterior, contemplando todo lo que se veía desde la puerta, una mujer quiso entrar. Los vigilantes de la mezquita le gritaron que no, muy enfadados y le mostraban un cartel escrito en árabe e inglés que decía “mujeres no”.

Yo pedí permiso para entrar, y me dijeron que si. Me quité los zapatos, y entré. La mezquita por dentro es grandiosa. Una inmensa alfombra roja cubre todo el suelo, y varias filas de finas columnas, rompen la imagen uniforme del interior. Hice alguna foto, para lo cual también pedí permiso, por si acaso, y salí. Tenía su encanto.

Nos encontramos luego con la familia Roure y nos explicaron su plan. Habían conocido a un taxista que se hacía llamar Juan, ...¿sería casualidad que todos los egipcios que hablaban un poco de castellano, se hicieran llamar Juan?...
Tenía un coche, bueno una lata con ruedas de 7 plazas y habían pactado un precio con él por todo el día, sin límite de horario ni de kilómetros. A mi me apetecía ver la ciudad de los muertos, y por lo tanto pensé que ir todos juntos sería más divertido.

Antes de acudir al taxi nos quedamos en las tiendas paralelas al bazar preguntando precios por una “sheesha”...la de vueltas que nos hizo dar la dichosa pipa de agua...

Conocimos a Juan, un señor de apariencia amable, con una taxi en el que llevaba una libreta donde todos los turistas que se subían con él, escribían algo. Decía que solo atendía a españoles, pero en su libreta había anotaciones en varios idiomas. Le pedimos a Juan que nos llevará a la ciudad de los muertos.

La ciudad de los muertos, es un cementerio. Un cementerio habitado por personas vivas.
Hace años algunas familias acudían el cementerio para merendar, pasar una tarde en compañía de sus antepasados. Incluso algunas familias con tumbas más importantes llegaron a hacer una habitación para las visitas, en las tumbas. Con el tiempo esta costumbre empezó a degenerarse, y poco a poco algunas famílias empezaron a instalarse allí.
Se calcula que viven más de 250.000 personas en el cementerio. Gentes de pocos recursos económicos que han encontrado en este suelo barato un lugar donde vivir. El contemplar ropa de una colada tendida entre las lapidas y antenas de televisión sobre algunos mausoleos, es algo chocante, muy chocante.

Entramos en el cementerio por una calle principal, sin asfaltar ,llena de casas a nuestros lados, casas que tras su fachada principal escondían tumbas. Juan paró frente a una casa que resulta que era la tumba de Mohamed Ali. Un montón de niños se acercaron al coche, mientras Juan nos repetía que no pasaba nada. Tuvimos que sacar entrada para ver la tumba.
El recinto era una colección de varias tumbas muy bien decoradas de esposas e hijos del tal Ali, aparte de la suya claro. Mientras todo el grupo escuchaba a nuestro guía, yo me aventure por alguna de las salas que tenían ventanales al cementerio. Era un curioso, y quería ver vida en un lugar de muerte.
Nos invitaron a subir por una escalera que conducía al techo del edificio. Y una vez arriba pude satisfacer mi curiosidad. Vida y muerte juntas en el mismo lugar. Algunas altas construcciones no me dejaban ver del todo, pero me hice una idea bastante aproximada de la ciudad, de la ciudad de los muertos.

Salimos de allí y Juan se ofreció a llevarnos a un sitio a comer. Aceptamos. No sabíamos donde nos llevaría pero nos dejamos llevar.
Después de un buen rato de paseo con el coche, llegamos a un restaurante a las afueras de la ciudad, en el que casi comimos solos. Nos sentamos en una mesa al lado del Nilo, de una parte del Nilo que no conocíamos. El menú estuvo sinceramente muy bien, y barato. El que parecía el jefe del lugar nos invitó al café, y se mostró muy amable con nosotros. Empezamos a pensar que el restaurante era de algún familiar o conocido de Juan, y claro, en Egipto todo el mundo se mueve a golpe de propina, de comisión.

Después de comer, pedimos probar una Sheesha, y el restaurante nos la trajo en unos minutos. Y además gratis. Las risas que hicimos con el aparatito, y las caras que poníamos al fumar eran un poema...aun resuenan en mis oídos las risas de todos.

Al salir del restaurante, problema. El coche no arrancaba. Yo aún no se como aun funcionaba.
Juan abrió el capo, toco un par de cosas, y zas, el coche arrancó.
Le pedimos que nos llevara a una tienda donde vendieran sheeshas de calidad y nos llevó al barrio de Gizeh. Pero antes de ver una tienda de pipas, nos llevó a una de papiros....y de nuevo más papiros....
“De total garantía”, con certificado de originalidad y todo eso, pero lo más sorprendente, es que el precio que marcaba el papiro, parecido a la fabrica que nos llevo Tarek, pues para nosotros y por ser amigos de Juan, teníamos un 60 y 70% de descuento. Yo estaba flipando. ¿En que lugar nos tomaron más el pelo?, ¿Cuál era el precio correcto?...a punto estuvimos de comprar alguno, pero al final lo descartamos.
Mientras esperaba en la calle, a que el resto del grupo terminase de mirar, pasaron por delante de mi dos chicos en camello por la calle. El lugar me recordaba a un suburbio de una gran ciudad en los años 50. Calles sin asfaltar, con basura en las calles, y una sensación de pobreza y de inseguridad tremenda.
Nos enfadamos con Juan, le dijimos que no queríamos más papiros, que queríamos una tienda de pipas.

Después nos llevó a una tienda cercana que parecía una especie de cacharrería, de almacén de trastos viejos, pero que también tenía objetos turísticos de venta. Las pipas de agua que tenían eran de peor calidad que las que vimos por la mañana en el bazar, por lo cual le pedimos que nos llevara al centro de la ciudad. Juan ya no estaba tan simpático. No había obtenido comisión en ninguno de los lugares que nos llevó y además se estaba haciendo tarde...

Paramos cerca del lugar donde habíamos cenado la noche anterior, y empezamos a recorrer las calles buscando tiendas donde vendieras sheeshas de buena calidad. Preguntamos en una que nos medio convenció, pero que al final desechamos. Tiendas de ropa, de zapatos, pero nada de las dichosas pipas.
En la calle Sharia Talaat Harb, entramos en la pastelería más famosa de todo el Cairo. La noche anterior ya nos sorprendió la cantidad de gente que había para comprar. Y hoy no dejamos pasar la ocasión de comprar unos dulces para llevarnos a Barcelona. La panadería se llama El-Abd y nos costó bastante tiempo que nos atendieran. Compramos dos cajas de unos dulces parecidos a las pastas de té, y seguimos buscando sheeshas.
Como no encontrábamos nada que nos gustase, volvimos al taxi para pedirle que nos llevara al último lugar del día. Íbamos a terminar el día, el Cairo y el viaje comprando una vez más en la zona del bazar. Volvimos a la tienda en la que por la mañana nos habían atendido, y esta vez si, compramos la pipa de agua.

Eran las de mejor calidad que habíamos encontrado. Negociamos el precio, pues entre todos nos íbamos a llevar tres y después de un buen rato de explicación, de montaje, de regateo y de risas, compramos nuestra sheesha.

A la hora de volver al hotel, la familia Roure se fue con Juan y nosotros cogimos un taxi que nos llevara al hotel.

Aún tuvimos tiempo de ir a picar algo en la planta 22. Había que aprovechar los últimos instantes en el hotel
Preparamos maletas, guardamos todas las compras y decidimos terminar el agotador día con un baño. Un baño relajante.

Todo llega a su fin. Todo tiene un principio y un final. Aunque para los antiguos faraones su final, era el principio de algo.
VIERNES 2 DE AGOSTO… … 12º DIA … EL CAIRO-BARCELONA
CLEOPATRA
Maletas hechas, recuerdos físicos bien guardados, y nuestra memoria llena de instantes y lugares increíbles.

Desayunamos y después nos sentamos en la recepción esperando a que nos vinieran a buscar.
Nuestro enlace de Galaxia nos presentó a su jefe, al responsable de todos los guías, y mientras esperábamos el transporte nos preguntó sobre el viaje, sobre lo que nos había gustado y lo que no, y sobre Tarek.

Cruzamos por ultima vez el Cairo, sus barrios más residenciales y elitistas, donde según nuestro acompañante vivía toda la familia y amigos del presidente de Egipto.

Llegamos al aeropuerto con bastante tiempo. Y después de facturar equipajes, o mejor dicho entregárselos a un representante de Galaxia, nos fuimos hacia las salas de espera. No tuvimos que sacar las tarjetas de embarque. Ellos ya lo habían hecho por nosotros. Los nombres no eran los nuestros, pero al menos los asientos estaban contiguos. En todos los vuelos internos que hicimos por Egipto, siempre viajábamos con la tarjeta de otra persona.

Sentados en una sala de espera con vistas a las pistas, esperamos al resto de viajeros y aprovechamos para gastar las últimas libras egipcias. Pensaba en Cleopatra, en la más famosa de todas las mujeres gobernantas de Egipto, y en que debió pensar, cuando por última vez contempló la tierra Egipcia.

Embarcamos, vuelo, comida en el avión y Barcelona aparecía por el lado derecho de nuestro avión.

Las rutinas de todos los viajes: espera de maletas, despedida de los nuevos amigos y regreso a nuestro hogar mientras por el camino se empiezan a contar las primeras anécdotas.

Egipto quedaba a miles de kilómetros. En mi cabeza una especie de saturación de nombres y fechas que tenía que empezar a digerir poco a poco.
Sé que quedó mucho por ver. También sé que jamás llegaré a ser un erudito en egiptología.
Pero también sé, que la mayor magia de Egipto, es que de alguna manera, de alguna forma sigo estando paseando entre sus templos, contemplando los relieves de sus grabados y enamorándome de los paisajes del Nilo.

No podía haber mejor destino para una luna de miel. De la misma manera que no podía haber luna de miel, sin la compañía de mi compañera, de mi diosa, de mi esposa, de mi amada Encarna.



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Hola a todos, os escribo por si a alguien le puede ayudar mi experiencia con la tarjeta SIM y que lo pueda evitar. Fuimos a Egipto el 22/03/2025 . Lo primero que hicimos cuando llegamos a Luxor, después de cenar, fue acercarnos a la tienda VODAFONE a comprar una tarjeta SIM. 30 GIGAS creo que al cambio fueron unos 16€ y gastamos 6 en toda la semana compartiendo datos 3 personas. Pero, SORPRESA!!!! Hoy mi compañía me ha cargado 60,50€ porque intentando poner en funcionamiento la tarjeta SIM, como no iba, estuvimos probando activando y desactivando datos, y me comentan en la compañía...  Leer más ...
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Fecha: Sab May 10, 2025 07:43 am    Título: Re: Consejos Egipto

Hola, Hemos contratado el típico viaje organizado con El Corte Inglés de 4 noches de crucero y y 3 en El Cairo para una familia de 4, con 2 niñas adolescentes No he contratado ninguna excursión, más que Abu Simbel porque me parecen carísimas y nos gustaría hacer algo más especial, dentro de lo que es hacer un circuito. Alguien me recomienda un guía para El Cairo? También ofrecen excursiones en memphis y Sakkara y el poblado Nubio. Creéis que las podemos hacer por nuestra cuenta? Merecen la pena? No me dan mucha información en la agencia y este foro me parece genial. Muchas...  Leer más ...
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Fecha: Sab May 10, 2025 08:55 am    Título: Re: Consejos Egipto

Hola!
Fuí en julio con una nkña de 10 años y laa excursiones de el pueblo nubio y sakara no laa hicimos, nos quedamos en la mink piscina del barco y descansando.
El cairo lo hicimos con civitatis... A salto de mata.. Me hubiesdn faltados 2 días mas en el cairo. Heart
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Fecha: Sab May 10, 2025 02:41 pm    Título: Re: Consejos Egipto

@Violetill29 si no quieres hacer las excursiones con la agencia de vuestro circuito, forzosamente tienes que dedicar tiempo a preparar las visitas por tu cuenta, puede ser totalmente por libre (requiere mucha preparación) o bien a través de los servicios de alguna agencia local o con guías o taxistas.

En el foro hay mucha información. Te dejo algunos enlaces de tu interés:

Contratar Excursiones en Egipto: dudas y experiencias

Guías locales para El Cairo

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Fecha: Sab May 10, 2025 02:49 pm    Título: Re: Consejos Egipto

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