Son las 11 de la noche de un largo en intenso dia que comenzo con el toque de diana en el barco a las 5.30 , ya que el desembarque estaba programado para las 7.15. Poco quedaba por hacer a bordo, excepto desayunar y recoger las cuatro cosas a guardar fuera de las maletas, unas cuantas fotos y la despedida de este gran hotel que nos ha mimado durante una semana.
A las 7.30 nos trasladan al barco que nos llevara al parque nacional de los fiordos de Kenai, una sucesion de brazos de mar , islas y glaciares poblada por orcas, ballenas, leones y nutrias marinas que esperamos ver a lo largo de la mañana si el tiempo nos respeta. Ha amanecido nublado y la experiencia de los dias pasados nos indica que el dia evolucionara a peor, mala suerte , disfrutaremos de lo que haya.
Nada mas dejar el puerto nos encontramos una nutria marina haciendo. " el muerto " y mirandonos con descaro al pasar junto a ella, nos sorprende su gran tamaño y sus aletas que mueve como palas en el agua.
El barco toma velocidad y nos saca del gran fiordo de Seward , un paisaje de gran belleza y vemos varios glaciares de marea y otros que han retrocedido montaña arriba, islotes cubiertos de vegetacion que nos recuerdan vagamente los de Halong Bay y las primeras ballenas que resoplan a lo lejos.
Tambien podemos ver marsopas que nadan como los delfines y se acercan juguetonas al barco como ellos y una colonia de grandes leones marinos dormitando en un peñasco. Cormoranes, gaviotas y frailecillos anidan en estos roquedos y se les ve sobrevolando el agua pescando.
El cielo se ha ido oscureciendo y comienza a llover, hace frio y es desagradable permanecer en cubierta haciendo fotos pero no queda mas remedio, el escenario es bellisimo y nos vamos acercando al glaciar Holgate que es sin duda la cumbre de la excursion. Se trata de un " calving glacier " esto es, que desprende tempanos en el mar periodicamente con gran estruendo lo que deja la superficie del mar cubierta de lunares blancos. El barco se acerca muchisimo a su frente de mas de tres millas y el espectaculo nos maravilla una vez mas por su intenso color azul ; a su lado hay otro de menor tamaño y el barco navega en circulos para permitir que todo el mundo tenga buenas perspectivas, incluso los que se quedan dentro a causa del frio y la lluvia.
A la una de la tarde y consolados por un tentempie nos dirigimos de nuevo a Seward, alli nos recogera un bus que nos dejara en Anchorage a las 5 de la tarde. La carretera que une estas dos ciudades discurre en paralelo a la via ferrea a lo largo del imponente Turnagain Arm, asi bautizado por el Capitan Cook que confundido pr su tamaño penso que tendria salida y al no ser asi, no le quedo mas remedio que dar la vuelta.
Durante todo el camino se divisan altas montañas, rios, lagos y glaciares, entre ellos el descomunal Portage Glacier. Sin dejar de llover nos aproximamos a Anchorage, donde nos esperan nuestro equipaje y Sabine, la dueña de la empresa de autocaravanas que nos alquila la que sera nuestra casa a los largo de veinte dias.