La planificación para hoy era sencilla, pues sólo estaba prevista una visita, la Galería Borghese. Teneis que tener en cuenta que no es posible comprar allí la entrada sin haberla reservado previamente por teléfono, o haberla adquirido directamente por internet. Nosotros habíamos hecho esto último, y teníamos hora de entrada a las 11:00. (Os dan a elegir a las 09:00, 11:00, 13:00, 15:00 y 17:00, y sólo se puede permanecer dentro dos horas). Os aconsejo ir con tiempo porque si se te pasa la hora en más de cinco minutos no te permiten entrar. Tanto si llevais reserva como si habeis comprado la entrada por internet, hay que ir previamente a la taquilla a mostrar el resguardo para que te den las entradas. Tampoco olvideis dejar en consigna el bolso o mochilas, porque a la hora de entrar no os dejan pasar si llevais, y teneis que volver a bajar a dejarlo a toda prisa.
Como nos cogía alejado del apartamento decidimos ir andando hasta la piazza Venezia y allí coger el autobus 160, bajar en S. Paolo del Brasile, y a unos 200 metros se encuentra la entrada del museo. A pesar de ser domingo no tuvimos que esperar mucho el autobus, y a las 10:20 ya estabamos esperando para entrar.
El edificio del museo fue construido en 1613 por el cardenal Scipion Borghese, mecenas del barroco italiano, que se dedicó a reunir obras de arte. Aunque la gran mayoría de esta colección permanece aún en el museo, parte de ella se encuentra en el Louvre, debido a que Camilo Borghese cedió muchas de ellas a Napoleón Bonaparte al casarse con su hermana Pauline. No voy a decir que la compró pagando en especie....pero lo cierto es que suena a eso.
El museo está dividido en dos plantas: la planta de arriba, dedicada fundamentalmente a pinacoteca, en la que podeis admirar entre otras obras de Rubens, Bellini, Tiziano, Perugino y Botticelli.
Como nos cogía alejado del apartamento decidimos ir andando hasta la piazza Venezia y allí coger el autobus 160, bajar en S. Paolo del Brasile, y a unos 200 metros se encuentra la entrada del museo. A pesar de ser domingo no tuvimos que esperar mucho el autobus, y a las 10:20 ya estabamos esperando para entrar.
El edificio del museo fue construido en 1613 por el cardenal Scipion Borghese, mecenas del barroco italiano, que se dedicó a reunir obras de arte. Aunque la gran mayoría de esta colección permanece aún en el museo, parte de ella se encuentra en el Louvre, debido a que Camilo Borghese cedió muchas de ellas a Napoleón Bonaparte al casarse con su hermana Pauline. No voy a decir que la compró pagando en especie....pero lo cierto es que suena a eso.
El museo está dividido en dos plantas: la planta de arriba, dedicada fundamentalmente a pinacoteca, en la que podeis admirar entre otras obras de Rubens, Bellini, Tiziano, Perugino y Botticelli.
La planta de abajo, que se encuentra dedicada principalmente a la escultura, aunque tampoco faltan extraordinarias pinturas, como por ejemplo una serie de seis lienzos de Caravaggio. En cuanto a las esculturas se pueden contemplar una serie de maravillosas obras de Bernini, entre las que se encuentra el Rapto de Proserpina (Fijaos en la foto el detalle de los dedos hundiendose en el muslo, parece real), así como la célebre Pauline Borghese de Canova.
Una vez terminada la visita al museo nos dirijimos a la piazza di Spagna a disfrutar del buen ambiente y continuamos el paseo por la via dei Condotti parándonos en todos los escaparates de las tiendas de lujo de esta calle (a mirar, porque nuestro poder adquisitivo no llega ni para el papel de regalo).
Por la noche volvimos a repetir en el Trastévere, en este caso en otro recomendado en el foro, el restaurante Dar Poeta. Tuvimos que esperar unos veinte minutos porque había gente esperando a que le dieran mesa, pero mereció la pena. La decoración del local era sencilla pero agradable, con unos manteles de cuadros rojos que daban un ambiente “casero”; la atención de los camareros, camarera en nuestro caso, amable y rápida, y la comida muy buena, la mejor de toda la semana. Para beber pedimos una jarra de vino blanco de la casa del que no puedo opinar sobre la calidad porque no entiendo (soy más de cerveza), pero estaba muy frio y se bebía tan facilmente.....
Por la noche volvimos a repetir en el Trastévere, en este caso en otro recomendado en el foro, el restaurante Dar Poeta. Tuvimos que esperar unos veinte minutos porque había gente esperando a que le dieran mesa, pero mereció la pena. La decoración del local era sencilla pero agradable, con unos manteles de cuadros rojos que daban un ambiente “casero”; la atención de los camareros, camarera en nuestro caso, amable y rápida, y la comida muy buena, la mejor de toda la semana. Para beber pedimos una jarra de vino blanco de la casa del que no puedo opinar sobre la calidad porque no entiendo (soy más de cerveza), pero estaba muy frio y se bebía tan facilmente.....