Amanecemos prontísimo por culpa del jet lag, y a las 8 en punto bajamos a desayunar para coger fuerzas y dedicar el día a realizar todas las visitas a la Ciudad Colonial. El desayuno es estupendo, no es buffet sino que te lo sirven todo en la mesa, así que para empezar nos traen zumo de chinola, que aquí conocemos como fruta de la pasión, un cuenco de fruta fresca que incluye banana, piña, melón, mango. Luego nos ofrecen huevos recién hechos de la forma que tú quieras y nos traen pan tostado con mermeladas de mango y de chinola, todo riquísimo y de buena calidad. Para nosotros, el hotel Villa Colonial es totalmente recomendable.

Terminado el desayuno, hablamos con el personal del hotel y repasamos el mapa para intentar organizar el día y poder hacer todas las visitas ya que sólo contamos con el día de hoy para poder ver todo.

Empezamos a callejear por la ciudad colonial, y vamos descubriendo rincones y plazas con muchísimo encanto. La temperatura no es demasiado alta, así que de momento podemos hacer las visitas sin demasiado agobio.

El primer monumento que visitamos es la catedral primada de América, que es una visita preciosa y fue la primera catedral que construyeron los españoles en el nuevo mundo y a mí personalmente me resultó muy curiosa. Es que ver una catedral como las que puedes ver en cualquier ciudad castellana en un país del Caribe, es de lo más chocante.
Dentro de la catedral había un aire acondicionado tan fuerte que realmente pasamos frío. Las chicas tuvieron que ponerse unos paños que les dieron allí porque llevaban pantalón corto.
Al terminar la visita seguimos callejeando y llegamos a la calle de las Damas y la fortaleza, que no entramos a visitar porque el calor ya empezaba a apretar y nos parecía demasiado amplia, pero la verdad es que lo que se veía desde fuera era también muy bonito.
Mientras hacemos las visitas nos salen constantemente guías ofreciendo sus servicios, pero preferimos no hacerlo. Hasta que entramos en la iglesia de los jesuitas, que se conoce como el panteón de hombres ilustres, y uno de los guías nos la cuela ya que nos dice que es guía de la iglesia, pero al final nos saca a la calle y pretende seguir la visita por toda la ciudad. Cuando nos damos cuenta, le decimos que no estamos interesados y nos pide una propina, así que le damos algo y continuamos por nuestra cuenta.
De allí vamos a visitar el Museo de las Casas Reales, en el que se puede ver toda la información de los viajes que realizo Colón y cómo era la vida en aquella época. La visita es muy interesante y el edificio es precioso de ver.
Cuando acabamos la visita, como estamos ya cansados y hace calor, nos vamos a la plaza de España a tomar una cerveza y los chicos unos zumos naturales, en una terraza bastante cara, ya que pagamos unos 30 € entre los ocho.

Tras este respiro, nos vamos a visitar el Alcázar de Colón, que fue residencia de Diego Colón, el hijo del almirante, al que nombraron virrey y gobernador de La Española y cuya visita incluye la audioguía y es muy entretenida e interesante de hacer.
Terminada la visita, nos vamos a buscar el restaurante Mimoza que también nos han recomendado en el hotel y que tiene un menú criollo por unos 7€ que por lo visto está muy bueno. Por el camino pasamos por las ruinas del convento de San Francisco y por una calle con casas coloniales muy bonitas.
Llegamos al restaurante casi a las 3 de la tarde, y el camarero nos la intenta colar diciéndonos que ya es tarde y nos ofrece la carta, a unos precios que evidentemente no tienen nada que ver con el menú. Insistimos en que hemos venido a comer el menú criollo y ya no le queda más remedio que ofrecérnoslo, así que comemos estupendamente por un precio medio de 10 € con las bebidas y postres. Por cierto, probamos un postre hecho a base de leche y coco, que estaba increíble.
Después de comer, volvemos al descansar un rato al hotel y a refrescarnos en la piscina y a media tarde volvemos a echarnos a las calles. Decidimos parar a tomar una Presidente en un colmado totalmente local que había al lado del hotel, que nos parecía auténtico y que siempre tenía música dominicana bastante alta.

Después damos otro paseo nocturno y cenamos unos sandwiches y jugos naturales muy buenos en una cafetería de la calle El Conde, para irnos pronto a la cama ya que mañana nos vamos a nuestro siguiente destino: Las Terrenas, en la Península de Samaná.