Jueves 6 de Agosto. Llegamos a Cusco. Empieza nuestra aventura por Perú.
Aunque lo hemos leído en muchos foros y blogs, nadie nos evita la primera (y afortunadamente última) inocentada del viaje. Nos montamos en un taxi sin preguntar antes cuánto nos va a costar, y el simpático taxista nos cobra 50 soles!!!! Por llevarnos al hotel. Unos días más tarde, pagaremos por el mismo trayecto 20 soles. Primera lección para sobrevivir en el Perú: siempre, siempre, preguntar cuánto cuesta el taxi antes de montarse.
La primera impresión de Cusco no es buena, y por desgracia, no mejorará en los días siguientes. Los alrededores de la ciudad son maravillosos, pero sus calles son ruidosas y caóticas. Mucha gente y sobre todo muchos coches por todas partes, haciendo sonar los claxon y volviendo el aire irrespirable con los humos de sus tubos de escape.
Nos llama la atención lo feos que son los barrios periféricos. La mayoría de las casas parecen a medio terminar, con los ladrillos a la vista y sin ventanas, pero están habitadas. El paisaje mejora un poco, aunque sólo ligeramente, según nos vamos acercando al centro colonial.
Es el primer día y estamos cansados. El viaje ha sido largo desde que ayer por la tarde salimos de Bilbao. Nos acercamos a la agencia con la que hemos contratado nuestro tour de cinco días por el parque nacional del Manu (Bonanza Tours), pero hoy no nos pueden atender. Tendremos que pasarnos mañana por la mañana, lo que nos obliga a cambiar nuestros planes…. Pero nos permitirá empezar la mañana visitando el mercado de Cusco.
Cenamos en una pollería que está justo al lado de nuestro hotel (Kokopelli Hostel). Nos hemos olvidado enseguida de la recomendación de comer ligero para prevenir el sorochi…. Y nos ponemos hasta arriba de pollo a la brasa

Tengo una pequeña obsesión con visitar mercados. Me encanta moverme entre los puestos y ver frutas y verduras que no conocemos, que los olores desconocidos me sorprendan (aunque a veces no sean muy agradables, para que nos vamos a engañar).
Visitar el mercado de San Pedro en Cusco no estaba entre nuestros planes, pero tenemos que hacer tiempo hasta que abran la oficina de Bonanza Tours para que nos cuenten más detalles de nuestro tour por el Manu.
La visita resulta un poco decepcionante. Parece que hemos venido un poco pronto y muchos puestos están cerrados….. Damos una pequeña vuelta pero no vemos nada que nos llame mucho la atención y nos vamos rápido. Lo único que me da pena es haber desayunado en el hotel, porque hay muchos puestos de comida muy concurridos.
Nos vamos acercando a la zona de la plaza de Armas. La ciudad parece un poco más tranquila que ayer, aunque sigue sin decirnos demasiado. Lo más bonito, sin duda, es pararse en mitad de la plaza y levantar la vista hacia las montañas
Pasamos casi una hora en las oficinas de Bonanza Tours, mientras nos cuentan los detalles de los cinco días que vamos a pasar en el parque nacional del Manu. Hemos elegido esta agencia porque es pequeña y local. Todos los guías pertenecen a la misma familia, que es originaria de la selva, y han utilizado sus propios terrenos para construir los alojamientos.
Me meten mucho miedo en el cuerpo cuando me dicen que debería llevar manga larga en todo momento para que no me machaquen los mosquitos…..

Pero volvamos a Cusco. Una vez hemos cumplido el trámite de visitar a los amigos de Bonanza Tours y pagarles el tour, nos vamos a conocer los alrededores de Cusco. Primera parada, Tambomachay. 3762 metros sobre el nivel del mar (ahí es nada…..)
Nos hacemos un pequeño lío para coger el bus a Tambomachay. Mi información me dice que para ir a Tambomachay hay que coger el bus que va a Pisac y que sale de la Avenida Tullumayu 207. En el mapa turístico que hemos cogido en el Kokopelli Hostel parece que la indicación es la misma. Bien. Pero se nos ocurre preguntarle a la recepcionista del hotel, por confirmar, y nos da indicaciones diferentes de donde podemos coger un colectivo en la avenida Tullumayu.
Total, que nos acercamos al lugar que nos ha dicho la recepcionista pero allí no hay ninguna parada de autobús ni nada que se le parezca. Preguntamos a varias personas en la calle y cada uno nos dice una cosa diferente…. Vaya lío.
Al final, seguimos caminando por la avenida Tullumayu hasta llegar a una parada de autobús que está en el número 207 y nos quedamos allí. Pasan varios autobuses, hasta que llega el que va a Pisac. En cuanto nos ve, el chico que va cantando las paradas sabe que vamos a montarnos en su bus…… jeje es lo que tiene ser gringos.
Ahora estamos en el bus correcto, pero no termina ahí la cosa. No somos conscientes de que tenemos que avisar para que nos paren, y casi nos pasamos la parada. Menos mal que una mujer que va en el autobús se apiada de nosotros cuando ve que nos levantamos y ponemos cara de no entender nada….. “¿Van a Tambomachay?” nos pregunta. Y cuando le decimos que sí empieza a gritarle al conductor “¡Baja en Tambomachaaaaaaay!”. Y nos para. Menos mal

Tenemos el boleto turístico que hemos comprado el día anterior en Cusco (130 soles, permite la entrada a varios monumentos del Valle Sagrado, incluyendo Ollantaytambo y Pisac), así que después de mostrarlo entramos en el recinto. Hasta ahora no hemos notado la altitud, pero aquí estamos aún más altos que en Cusco, y la pequeña cuesta que tenemos que subir hasta las ruinas nos deja sin respiración.
El nombre de Tambomachay proviene de las palabras incas Tambo (refugio) y Machay (cueva). Se cree que su función principal era la del balneario para el inca. Posee un sistema hidráulico extraordinario, con acueductos que transportan agua clara y limpia durante todo el año a la poza litúrgica.
El recinto es bastante pequeñito y no me impresiona demasiado, si debo ser sincera. Pero el paisaje en el que se encuentran las ruinas no está del todo mal.
Desde Tambomachay se ve Puca Pucara, el segundo de los complejos de ruinas que queremos visitar hoy. Puca Pucara en quechua significa fuerte rojo, nombre que se debe a tonalidad rojiza que adquiere al anochecer la piedra con la que está construido el recinto. A pesar de su nombre, no era una fortaleza militar, sino un lugar de descanso y depósito de alimentos.
Apenas quedan en pie unos muros y alguna puerta. No tiene mucha historia, pero está bastante tranquilo, y paseamos disfrutando del sol y sobre todo de saber que estamos en Perú y nos quedan por delante tres semanas para disfrutar sin parar.
Mi idea inicial era volver caminando desde aquí hasta Cusco pasando por Qenqo y Sacsayhuamán, pero no hemos visto ningún camino más allá de la propia carretera, y no nos apetece nada caminar a pleno sol y a mediodía por una carretera con bastante tráfico. Sobre todo, teniendo en cuenta como conducen los peruanos…..
Así que paramos un autobús y por un sol nos baja hasta la Huaca de Qenqo.
Se desconoce el nombre original de este completo que los conquistadores españoles bautizaron con el nombre de Qenqo, que significa laberinto en quechua.
El complejo está compuesto de dos adoratorios, el Grande y el Chico. Se desconoce su función exacta, pero se cree que se empleaba en rituales funerarios. El adoratorio Grande está construido aprovechando un gran monolito, siguiendo una costumbre habitual en las construcciones incas, que se encajan perfectamente en el entorno natural que las alberga.
El sitio es pequeño, pero a mí personalmente me gustó. Y la vista de Cusco desde este lugar impresiona y da miedo a partes iguales…… La ciudad parece enorme!!! Nos sorprendió saber que “sólo” tiene 350.000 habitantes.
El siguiente destino en nuestra ruta por las ruinas incas de los alrededores de Cusco es Sacsayhuamán. Con mucha diferencia, la que más nos gustó de todas.
Sacsayhuamán está justo al lado de Qenqo, pero como no lo sabemos volvemos a parar un bus. Y esta vez la liamos. Cuando nos damos cuenta de que nos hemos pasado, nos bajamos corriendo, pero no nos queda más remedio que subir una cuesta pronunciada para llegar a las ruinas. Es mediodía y la caminata a pleno sol nos deja bastante tocados. Hacemos una parada técnica en el Cristo Blanco. La estatua no tiene mucho, pero las vistas de Cusco y sobre todo de Sacsayhuamán desde aquí merecen la pena. Aprovechamos para comer unas patatas fritas y unas galletas que hemos comprado en un puestecillo, y que serán nuestra única comida de hoy.
Sacsayhuamán tiene aspecto de fortaleza, y durante mucho tiempo se ha creído que esta era su función. Sin embargo, en los últimos años hay teorías que apuntan a que realmente podría tratarse de un recinto ceremonial, ya que en la época en la que se construyó los incas no tenían ningún enemigo en la zona, y por tanto no parece muy lógico que construyeran una fortaleza.
Es uno de los mejores exponentes de arquitectura inca, y realmente merece la pena.
Mi chico aprovecha para deslizarse por el Rodadero, una formación rocosa natural que se encuentra dentro del recinto, y que recuerda a un tobogán. Por supuesto no es el único…. Hay varias excursiones de chavalillos pasándoselo “pipa” por aquí.
Nos pasamos más de dos horas en las ruinas de Sacsayhuamán. A pesar de que hay bastante gente, es fácil disfrutar del entorno, y quedarse embobada mirando las enormes piedras, sin poder entender como consiguieron los incas (o sus esclavos) transportar y colocar semejantes moles…..
Es nuestro primer día, y sobre todo yo empiezo a notar los efectos de la altura y de no haber comido en condiciones, Estoy bastante cansada. Además, como por la mañana hacía frío, hemos sido bastante imprudentes y no nos hemos puesto protector solar. Estoy muy quemada!!!
Desde Sacsayhuamán se puede bajar dando un agradable paseo hasta el centro de la ciudad. Necesitamos descansar, y una buena merienda, ya que apenas hemos comido. Hacemos una parada técnica con un capuccino, un jugo de piña y unas tortitas. Que buenos los jugos naturales que te preparan en Perú casi en cualquier lado….. ummmmm
Estamos a punto de dejar para otro día la última visita que tenemos pensada para hoy, el convento de Santo Domingo, antiguo templo Qorikancha. Finalmente decidimos visitarlo. Igual es porque estamos cansados, pero no nos dice mucho este lugar.
Donde ahora está el convento de Santo Domingo se alzaba el Qorikancha, templo en honor a Inti, el dios del Sol. Se cree que los muros de este templo estaban cubiertos de placas de oro que fueron saqueadas por los españoles tras conquistar la ciudad. Se conservan algunos muros con las típicas piedras encajadas incas, pero queda tan poco de la construcción original que es difícil imaginar cómo era. El convento en sí no tiene mucho atractivo, y lo que más me gustó fue una exposición temporal sobre cambio climático.
Con esto termina nuestro primer y muy intenso día de vacaciones. Es realmente el único día que le vamos a dedicar íntegramente a Cusco. Mañana nos vamos a recorrer el Valle Sagrado, camino de uno de los platos fuertes del viaje. Imagino que no tengo que decir cuál es...