A las 06:00, suena el despertador y nos levantamos de inmediato. Hoy es el gran día, por fin vamos al Machu Pichu y la emoción nos invade. El lugar es uno de los iconos turísticos mundiales y las expectativas que tenemos son muy altas.
A las 06:30 nos recoge un taxi, que habíamos reservado ayer por la noche y nos lleva a la estación de Poroy, a unos 20 minutos de Cusco, que es de donde sale el tren hacia el Machu Pichu.
La empresa que explota la línea ferroviaria del Machu Pichu se llama Perú Rail y pertenece al grupo británico Belmont, propietario entre otros del mítico Orient Express.
Los tickets los compramos en la web de Perú Rail durante la planificación del viaje y nos costaron 140 EUROS para la ida y 169 EUROS para la vuelta, para los dos. Como podéis ver, un precio para nada barato, solo el viaje en tren nos costó 309 EUROS y en los pasajes estaban incluidos un refrigerio por la mañana y otro, un poco más completo y a modo de cena por la noche.
En cuanto a las entradas al Machu Pichu, hay multitud de agencias de viajes y de actividades de aventura en Perú que las venden en sus webs pero a un precio más caro ya que se llevan su correspondiente comisión. Nosotros, después de una búsqueda minuciosa por la red dimos con la página oficial del Machu Pichu (machupichu.gob.pe) y compramos las entradas al recinto en dicha página por 71 EUROS para los dos habiendo visto precios de hasta 110 EUROS.
A las 06:50 el taxi nos deja en la estación de Poroy. Este nos ha costado 11 EUROS desde el hotel y hemos quedado que por la noche, a nuestro regreso, nos espere para llevarnos de vuelta a Cusco.
A las 07:15, previo control de billetes y pasaportes, empezamos a embarcar en el tren de forma perfectamente organizada ya que este sale a las 07:40 y la estación está "a tope" de viajeros. Salimos puntualmente y a una velocidad lenta pero constante el tren va circulando por el valle del río Vilcanota en medio de grandes zonas de cultivo y paisajes bucólicos, rodeados a lado y lado de montañas altas y majestuosas, pudiendo ver de vez en cuando, por las ventanas panorámicas del techo del vagón, las cimas de los picos más altos, que rondan los 5.000 mts. de altura (llamados "nevados"), llenos de nieve y de pequeños glaciares. El tren se para unos minutos en la estación de Ollantaytambo, continuando la marcha poco después y adentrándose cada vez más en un valle que cada vez se cierra más y más. El tren vuelve a hacer otra parada, esta vez en el punto kilométrico n.88 de la linea, donde parte el sendero del Inca, que en un trekking de 4 días y tres noches para los más experimentados y fuertes y que les lleva hasta los piés del Machu Pichu.
Continuamos y el tren vuelve a hacer una última parada desde la cual se tarda unas 4 horas para llegar, a pié, a la estación de Aguas Calientes, destino final del tren. Continuamos hasta el final del recorrido, que ha durado 3,30 horas.
Salimos de la estación y nos vamos a la calle principal de Aguas Calientes para coger un autobús hasta la ciudadela del Machu Pichu. Los tickets de este autobús no los venden por internet y solo se pueden comprar en Cusco o en la misma parada de Aguas Calientes. Nos han costado 36 EUROS a los dos, subida y bajada.
El autobús, de unas 25-30 plazas sale del pueblo, sigue el río durante un par de kilómetros, lo cruza y enfila una pista de tierra que va ganando altura progresivamente mediante curvas muy cerradas por la ladera de la montaña del Machu Pichu. Esta carretera se llama la ruta Hiram Birgman, en honor del descubridor de la ciudadela.
Después de unos 20 minutos de trayecto llegamos a una explanada donde hay un hotel (si, a escasos metros del Machu Pichu), un bar, unos servicios higiénicos y la entrada al recinto. Después de comprobar nuestras entradas con los pasaportes, accedemos a la ciudadela. El espectáculo que tenemos delante es sublime, majestuoso, inmenso, etc. Nos quedamos embobados unos minutos contemplando, ahora sí, en directo, lo que hemos visto tantas y tantas veces por televisión, cine, prensa, revistas, etc. Tenemos la misma sensación que cuando vimos las pirámides de Egipto por primera vez.
Sin perder un minuto más y con la guía/plano que te dan a la entrada iniciamos la visita a la ciudadela, siguiendo el recorrido completo desde abajo hacia arriba durante 3 horas. De vez en cuando nos encontramos con unas "nubes" de mosquitos, muy pequeñitos pero con una "mala leche" impresionante, los muy c....... te muerden y te dejan unas marcas rojas que han costado más de 15 días en desaparecer a pesar de llevar un repelente para mosquitos comprado en Cusco. Todo el mundo se quejaba de lo mismo y todo el mundo se fue del Machu Pichu con unas cuantas picadas. A mi mujer las picadas de los mosquitos le hacen reacción alérgica y tuvo que ponerse una crema con cortisona y tomarse unos antihistamínicos por vía oral. Fue la única pega.
Por último y desde la torre del guarda de la ciudadela fuimos hasta el Puente del Inca, tal y como nos recomendó el dueño del restaurante de Cusco. Para llegar al puente hay que pasar por una caseta donde hay un vigilante, el cual te hace registrarte en un libro para después continuar por un sendero tallado en la pared casi vertical de la parte posterior del Machu Pichu y después de 15 minutos andando, más o menos, llegamos al puente que consiste en dos muros de piedra pegados a la pared de la montaña, separados unos 3 metros y hay unos tablones para pasar por encima, todo ello al borde del precipicio de una altura mucho más que considerable.
Según nos cuenta el vigilante, el registro de personas se hace tanto a la vuelta como a la ida del sendero para comprobar que nadie se ha quedado por el lugar y nadie se ha accidentado puesto que hace dos años, un francés que fue allí nunca más se ha sabido de el y no se ha encontrado ni su cuerpo ni ningún resto de el dada la dificultad y peligro que hay para acceder a dicho precipicio. Solo se llegó a recuperar su mochila. Leyenda o no, el paseo, a parte de peligroso es espectacular y vale la pena hacerlo.
Damos por finalizada la visita al Machu Pichu sin dejarnos ningún rincón por ver y a la salida del recinto hay un tampón con el sello del lugar para poderlo marcar en el pasaporte. Una vez sellado este, en la parada de los autobuses que bajan a Aguas Calientes nos informan que hay una hora de espera para bajar. No queda más remedio que hacer cola y esperar. La opción de bajar a pié, aunque posible la descartamos puesto que nuestras piernas parecen ahora mismo de madera y se niegan a obedecer la órdenes de nuestro cerebro. La visita a la ciudadela nos ha dejado "baldados". En las las tres horas que ha durado, no hemos parado ni un solo instante y para rematarlo hemos ido también al Puente del Inca.
Cuando nos ha tocado, hemos cogido el autobús de bajada y los 20 minutos que ha durado el trayecto nos ha servido para recuperar la fuerza en las piernas mientras estábamos sentados.
Llegamos a Aguas Calientes y hemos buscado un restaurante para comer tranquila i relajadamente y después de la comida hemos dado una vuelta por los alrededores de la calle principal y la estación de trenes puesto que están llenas de tiendas de recuerdos y souvenirs y de paso hacemos tiempo para coger el tren de regreso a Poroy.
A las 16:50 embarcamos en el tren saliendo este, puntualmente a las 17:20.
A mitad de trayecto nos sirven un refrigerio y después los azafatos y azafatas del tren nos ofrecen un show bastante divertido, con música y bailes en medio del vagón. Finalmente nos hacen un pase de prendas de vestir confeccionadas en la zona por si alguien quiere comprar alguna.
A las 21:00 llegamos a Poroy y nuestro taxi nos está esperando para llevarnos a nuestro hotel.
Hoy ha sido un día muy intenso y emocionante, estamos cansados y el sueño nos vence casi de inmediato al ponernos en la cama. Mañana nos espera otra excursión interesante, en quads, al sitio arqueológico de Moray y las salineras de Maras.
A las 06:30 nos recoge un taxi, que habíamos reservado ayer por la noche y nos lleva a la estación de Poroy, a unos 20 minutos de Cusco, que es de donde sale el tren hacia el Machu Pichu.
La empresa que explota la línea ferroviaria del Machu Pichu se llama Perú Rail y pertenece al grupo británico Belmont, propietario entre otros del mítico Orient Express.
Los tickets los compramos en la web de Perú Rail durante la planificación del viaje y nos costaron 140 EUROS para la ida y 169 EUROS para la vuelta, para los dos. Como podéis ver, un precio para nada barato, solo el viaje en tren nos costó 309 EUROS y en los pasajes estaban incluidos un refrigerio por la mañana y otro, un poco más completo y a modo de cena por la noche.
En cuanto a las entradas al Machu Pichu, hay multitud de agencias de viajes y de actividades de aventura en Perú que las venden en sus webs pero a un precio más caro ya que se llevan su correspondiente comisión. Nosotros, después de una búsqueda minuciosa por la red dimos con la página oficial del Machu Pichu (machupichu.gob.pe) y compramos las entradas al recinto en dicha página por 71 EUROS para los dos habiendo visto precios de hasta 110 EUROS.
A las 06:50 el taxi nos deja en la estación de Poroy. Este nos ha costado 11 EUROS desde el hotel y hemos quedado que por la noche, a nuestro regreso, nos espere para llevarnos de vuelta a Cusco.
A las 07:15, previo control de billetes y pasaportes, empezamos a embarcar en el tren de forma perfectamente organizada ya que este sale a las 07:40 y la estación está "a tope" de viajeros. Salimos puntualmente y a una velocidad lenta pero constante el tren va circulando por el valle del río Vilcanota en medio de grandes zonas de cultivo y paisajes bucólicos, rodeados a lado y lado de montañas altas y majestuosas, pudiendo ver de vez en cuando, por las ventanas panorámicas del techo del vagón, las cimas de los picos más altos, que rondan los 5.000 mts. de altura (llamados "nevados"), llenos de nieve y de pequeños glaciares. El tren se para unos minutos en la estación de Ollantaytambo, continuando la marcha poco después y adentrándose cada vez más en un valle que cada vez se cierra más y más. El tren vuelve a hacer otra parada, esta vez en el punto kilométrico n.88 de la linea, donde parte el sendero del Inca, que en un trekking de 4 días y tres noches para los más experimentados y fuertes y que les lleva hasta los piés del Machu Pichu.
Continuamos y el tren vuelve a hacer una última parada desde la cual se tarda unas 4 horas para llegar, a pié, a la estación de Aguas Calientes, destino final del tren. Continuamos hasta el final del recorrido, que ha durado 3,30 horas.
Salimos de la estación y nos vamos a la calle principal de Aguas Calientes para coger un autobús hasta la ciudadela del Machu Pichu. Los tickets de este autobús no los venden por internet y solo se pueden comprar en Cusco o en la misma parada de Aguas Calientes. Nos han costado 36 EUROS a los dos, subida y bajada.
El autobús, de unas 25-30 plazas sale del pueblo, sigue el río durante un par de kilómetros, lo cruza y enfila una pista de tierra que va ganando altura progresivamente mediante curvas muy cerradas por la ladera de la montaña del Machu Pichu. Esta carretera se llama la ruta Hiram Birgman, en honor del descubridor de la ciudadela.
Después de unos 20 minutos de trayecto llegamos a una explanada donde hay un hotel (si, a escasos metros del Machu Pichu), un bar, unos servicios higiénicos y la entrada al recinto. Después de comprobar nuestras entradas con los pasaportes, accedemos a la ciudadela. El espectáculo que tenemos delante es sublime, majestuoso, inmenso, etc. Nos quedamos embobados unos minutos contemplando, ahora sí, en directo, lo que hemos visto tantas y tantas veces por televisión, cine, prensa, revistas, etc. Tenemos la misma sensación que cuando vimos las pirámides de Egipto por primera vez.
Sin perder un minuto más y con la guía/plano que te dan a la entrada iniciamos la visita a la ciudadela, siguiendo el recorrido completo desde abajo hacia arriba durante 3 horas. De vez en cuando nos encontramos con unas "nubes" de mosquitos, muy pequeñitos pero con una "mala leche" impresionante, los muy c....... te muerden y te dejan unas marcas rojas que han costado más de 15 días en desaparecer a pesar de llevar un repelente para mosquitos comprado en Cusco. Todo el mundo se quejaba de lo mismo y todo el mundo se fue del Machu Pichu con unas cuantas picadas. A mi mujer las picadas de los mosquitos le hacen reacción alérgica y tuvo que ponerse una crema con cortisona y tomarse unos antihistamínicos por vía oral. Fue la única pega.
Por último y desde la torre del guarda de la ciudadela fuimos hasta el Puente del Inca, tal y como nos recomendó el dueño del restaurante de Cusco. Para llegar al puente hay que pasar por una caseta donde hay un vigilante, el cual te hace registrarte en un libro para después continuar por un sendero tallado en la pared casi vertical de la parte posterior del Machu Pichu y después de 15 minutos andando, más o menos, llegamos al puente que consiste en dos muros de piedra pegados a la pared de la montaña, separados unos 3 metros y hay unos tablones para pasar por encima, todo ello al borde del precipicio de una altura mucho más que considerable.
Según nos cuenta el vigilante, el registro de personas se hace tanto a la vuelta como a la ida del sendero para comprobar que nadie se ha quedado por el lugar y nadie se ha accidentado puesto que hace dos años, un francés que fue allí nunca más se ha sabido de el y no se ha encontrado ni su cuerpo ni ningún resto de el dada la dificultad y peligro que hay para acceder a dicho precipicio. Solo se llegó a recuperar su mochila. Leyenda o no, el paseo, a parte de peligroso es espectacular y vale la pena hacerlo.
Damos por finalizada la visita al Machu Pichu sin dejarnos ningún rincón por ver y a la salida del recinto hay un tampón con el sello del lugar para poderlo marcar en el pasaporte. Una vez sellado este, en la parada de los autobuses que bajan a Aguas Calientes nos informan que hay una hora de espera para bajar. No queda más remedio que hacer cola y esperar. La opción de bajar a pié, aunque posible la descartamos puesto que nuestras piernas parecen ahora mismo de madera y se niegan a obedecer la órdenes de nuestro cerebro. La visita a la ciudadela nos ha dejado "baldados". En las las tres horas que ha durado, no hemos parado ni un solo instante y para rematarlo hemos ido también al Puente del Inca.
Cuando nos ha tocado, hemos cogido el autobús de bajada y los 20 minutos que ha durado el trayecto nos ha servido para recuperar la fuerza en las piernas mientras estábamos sentados.
Llegamos a Aguas Calientes y hemos buscado un restaurante para comer tranquila i relajadamente y después de la comida hemos dado una vuelta por los alrededores de la calle principal y la estación de trenes puesto que están llenas de tiendas de recuerdos y souvenirs y de paso hacemos tiempo para coger el tren de regreso a Poroy.
A las 16:50 embarcamos en el tren saliendo este, puntualmente a las 17:20.
A mitad de trayecto nos sirven un refrigerio y después los azafatos y azafatas del tren nos ofrecen un show bastante divertido, con música y bailes en medio del vagón. Finalmente nos hacen un pase de prendas de vestir confeccionadas en la zona por si alguien quiere comprar alguna.
A las 21:00 llegamos a Poroy y nuestro taxi nos está esperando para llevarnos a nuestro hotel.
Hoy ha sido un día muy intenso y emocionante, estamos cansados y el sueño nos vence casi de inmediato al ponernos en la cama. Mañana nos espera otra excursión interesante, en quads, al sitio arqueológico de Moray y las salineras de Maras.