Madrugamos a las 7h, tomamos tan sólo unos cafés rápidos en el hotel y nos dirigimos al Carrefour que hay enfrente del hotel para llenar el depósito. El día anterior habíamos visto que estaba muy bien de precio a 1,16€/L.
Ya en la carretera decidimos hacer el primer tramo, ahora que estamos frescos, por nacionales y evitar el peaje y desde Chalon-sur-Saone en adelante por autopista. El tráfico no es muy denso y no nos resulta tan matadero como pensábamos. En Belfort abandonamos la autopista y nos desviamos hasta Ronchamp. Realizar esta visita era un capricho personal mío, se trata de una iglesia icónica que desde niña me llamó la atención y siempre quise conocer. Habíamos pasado hace dos años por aquí y en ese momento no pudimos parar por falta de tiempo, cosa que me dio mucha pena.
Comemos en el pueblo y nos dirigimos al centro de visitantes para sacar las entradas 8€ por persona. En este momento el día ya está bastante nublado y amenaza lluvia, confiamos en que espere para descargar a que terminemos la visita. No sé qué decir de la obra maestra del genial LeCorbusier que no se haya dicho ya, es una imagen mil veces vista, mil veces imaginada, y que aún así me asombra cuando subimos la pequeña colina y la avistamos entre los árboles en la cima. Hito de la vanguardia arquitectónica en su momento, todavía sorprende hoy en día por lo arriesgado de su concepción, así como la sensación de movimiento que recrea tanto en el interior como el exterior y el juego producido entre los volúmenes y la luz que se filtra entre las ventanas. Podría seguir y seguir hablando de Ronchamp y de la sensación que supuso para mí encontrarme allí.
Cae alguna gota cuando volvernos a subir al coche. Aún nos falta un rato hasta llegar a Colmar.
Sobre las 16h ya estamos registrándonos en el hotel Première Classe en Houssen, a tan solo 6km del centro. Gracias a haber reservado por internet conseguimos un muy buen precio, 38.95€/noche.
Dejamos las maletas y cogemos de nuevo el coche para ir a conocer Colmar. De camino al centro pasamos por una rotonda en la que hay una reproducción de la estatua de la Libertad, en homenaje a su diseñador, Bartholdi, que nació aquí.
Aparcamos fácil en una calle cercana al centro que al ser domingo no es de pago. Tengo unas expectativas muy altas para esta ciudad, todo el mundo nos habló de lo bonita que era, y puedo decir que no me defrauda en absoluto. Seguimos las indicaciones para llegar al barrio de los curtidores, y nos encontramos unas calles muy armoniosas, con sus fachadas de entramado típicamente alsacianas, flores en las ventanas, carteles de forja, decenas de puentes... Cuando más estamos disfrutando del paseo se pone a llover con bastante intensidad, pero no nos dejamos arredrar por la lluvia así que volvemos al coche, cogemos los chubasqueros y los paraguas y continuamos la visita bajo el aguacero como si éste no fuese con nosotros.


Está claro que no luce tanto como ver la cosas con sol espléndido pero no se puede luchar contra los elementos, así que... a mal tiempo buena cara, oye! Hacemos alguna que otra foto con cuidado de que no se nos moje la cámara, claramente no son las mejores del mundo, pero bueno. A última hora por fin deja de llover, pero ya está muy oscuro y volvemos al hotel.
Ya en la carretera decidimos hacer el primer tramo, ahora que estamos frescos, por nacionales y evitar el peaje y desde Chalon-sur-Saone en adelante por autopista. El tráfico no es muy denso y no nos resulta tan matadero como pensábamos. En Belfort abandonamos la autopista y nos desviamos hasta Ronchamp. Realizar esta visita era un capricho personal mío, se trata de una iglesia icónica que desde niña me llamó la atención y siempre quise conocer. Habíamos pasado hace dos años por aquí y en ese momento no pudimos parar por falta de tiempo, cosa que me dio mucha pena.
Comemos en el pueblo y nos dirigimos al centro de visitantes para sacar las entradas 8€ por persona. En este momento el día ya está bastante nublado y amenaza lluvia, confiamos en que espere para descargar a que terminemos la visita. No sé qué decir de la obra maestra del genial LeCorbusier que no se haya dicho ya, es una imagen mil veces vista, mil veces imaginada, y que aún así me asombra cuando subimos la pequeña colina y la avistamos entre los árboles en la cima. Hito de la vanguardia arquitectónica en su momento, todavía sorprende hoy en día por lo arriesgado de su concepción, así como la sensación de movimiento que recrea tanto en el interior como el exterior y el juego producido entre los volúmenes y la luz que se filtra entre las ventanas. Podría seguir y seguir hablando de Ronchamp y de la sensación que supuso para mí encontrarme allí.
Cae alguna gota cuando volvernos a subir al coche. Aún nos falta un rato hasta llegar a Colmar.
Sobre las 16h ya estamos registrándonos en el hotel Première Classe en Houssen, a tan solo 6km del centro. Gracias a haber reservado por internet conseguimos un muy buen precio, 38.95€/noche.
Dejamos las maletas y cogemos de nuevo el coche para ir a conocer Colmar. De camino al centro pasamos por una rotonda en la que hay una reproducción de la estatua de la Libertad, en homenaje a su diseñador, Bartholdi, que nació aquí.
Aparcamos fácil en una calle cercana al centro que al ser domingo no es de pago. Tengo unas expectativas muy altas para esta ciudad, todo el mundo nos habló de lo bonita que era, y puedo decir que no me defrauda en absoluto. Seguimos las indicaciones para llegar al barrio de los curtidores, y nos encontramos unas calles muy armoniosas, con sus fachadas de entramado típicamente alsacianas, flores en las ventanas, carteles de forja, decenas de puentes... Cuando más estamos disfrutando del paseo se pone a llover con bastante intensidad, pero no nos dejamos arredrar por la lluvia así que volvemos al coche, cogemos los chubasqueros y los paraguas y continuamos la visita bajo el aguacero como si éste no fuese con nosotros.
Está claro que no luce tanto como ver la cosas con sol espléndido pero no se puede luchar contra los elementos, así que... a mal tiempo buena cara, oye! Hacemos alguna que otra foto con cuidado de que no se nos moje la cámara, claramente no son las mejores del mundo, pero bueno. A última hora por fin deja de llover, pero ya está muy oscuro y volvemos al hotel.