Para nuestro segundo día en la capital alemana nos decidimos por un paseo guiado en español por el centro de la ciudad. Para ello elegimos Cultourberlin (12 euros/pax) con quienes quedamos realmente satisfechos. Nuestro guía, Ricard, era un tipo muy preparado que respondió a todas nuestras dudas, a pesar de ser un grupo bastante numeroso. Se notaba que conocía bien la historia de la ciudad.
En nuestro plan original figuraba otra ruta más por el Berlín subterráneo para el último día con Berliner-Unterwelten, muy recomendada por varios viajeros pero finalmente nos resultó imposible por el horario, el cansancio acumulado y la falta de tiempo.
Este paseo de 4 horas de duración llamado Todo Berlín nos iba a llevar por varios de los lugares más emblemáticos de la capital alemana y, al mismo tiempo, nos descubriría gran parte de su historia del siglo XX así como algunas interesantes anécdotas acaecidas en la ciudad.
Comenzamos en el punto de encuentro de Panoramastraße, justo debajo de la Torre de TV desde donde parten la mayoría de las visitas guiadas de la zona este de Berlín. Allí congregadas había muchísimas personas pues son muchas las rutas que comienzan a las 10. Los guías pusieron orden en aquel caos rápidamente y comenzamos el paseo un poco pasadas las 10 am. A los de "Todo Berlín" nos dividieron en 2 grupos dado el número de personas que éramos, lo cual fue de agradecer.
Nos encontrábamos al lado mismo de Alexanderplatz y qué mejor modo de empezar la visita que remontándonos 100 años atrás. Para ello nos fijamos en una foto antigua que nos enseña el guía. Se trata de unos niños que juegan en la calle con fajos de billetes de marcos alemanes. ¡¡¡Debe haber millones!!! Tras la 1ª Guerra Mundial la crisis económica y las reparaciones de guerra - pagos que debía realizar Alemania por perder la guerra - dejaron el país prácticamente en la ruina y el marco, su moneda, muy devaluado.
Un sentimiento de derrota y de culpabilidad se apodera entonces de los alemanes que no levantan cabeza. En ese clima enrarecido y de depresión es donde comienza a forjarse el nacionalsocialismo, con el partido Nazi. Los fascistas se percataron del hundimiento en el que se hallaba sumida la sociedad y, según ellos, trataron de recuperar el orgullo herido promulgando la unión de los alemanes como un gran pueblo superior a todos los demás. El resto de la historia ya la conocéis.

Desde aquí pocos pasos nos separan de Nikolaiviertel, el barrio de Nicolás, con sus calles y edificios reconstruidos siguiendo el estilo medieval que tenían antes de la guerra. Es un barrio turístico plagado de anticuarios y tiendas de regalos donde sobresale uno de los símbolos de Berlín, el oso. Componen este barrio pocas calles donde se ubican algunos de los restaurantes más tradicionales de Berlín, de los que puedo recomendaros Zur Gerichstlaube, a pocos pasos de la plaza de la iglesia de San Nicolás. Como nos queda a escasos 10 minutos del hotel regresaremos alguna noche a cenar.
Dejamos a un lado la catedral y el Lustgarten que ya visitamos ayer y enfilamos hacia la conocida avenida Unter den Linden (bajo los tilos). El guía se ha detenido delante de un edificio de aspecto clásico. Es la Neue Wache, la nueva guardia. Esta construcción está completamente vacía con la única excepción de una estatua llamada Madre con hijo muerto de Käthe Kollwitz situada en el centro de la sala. Durante muchos años la Nueva Guardia ha conmemorado distintos acontecimientos, desde la derrota sobre las tropas napoleónicas hasta las víctimas del fascismo alemán. Ahora homenajea a todas las víctimas del mundo, ya sean de guerras, del fascismo o cualquier otra injusticia. Impresionante y realmente conmovedor.
Después llegamos a otro lugar emblemático y trágico a la vez, Bebelplatz. Esta plaza, presidida por la vieja Biblioteca Real de Berlín, fue escenario de un terrible suceso durante la noche del 10 de mayo de 1933: la famosa quema de libros por parte de los miembros del partido Nazi. Un ventanuco de cristal situado en el suelo de la plaza sirve como memorial de este terrible acontecimiento. Al asomarnos podemos contemplar unas estanterías pintadas de blanco a modo de biblioteca completamente vacías. Aunque, sin duda, lo más escalofriante del suceso es la cita que está grabada en el pavimento de la plaza:
"Eso sólo fue un preludio, ahí donde se queman libros,
se queman también al final personas".
Es una célebre frase tomada de un libro de Heinrich Heine, escrito en el año 1817 (más de 100 años atrás). ¿Cómo os quedáis? Nosotros, sin palabras.
Y así, con estos pensamientos, alcanzamos la plaza más bonita de Berlín, a mi parecer: Gendarmenmarkt. Me resultó un lugar precioso con sus dos iglesias gemelas a cada lado, la francesa y la alemana compitiendo en altura - no son exactamente iguales - y en el centro de la plaza la Konzerthaus, sede de la orquesta sinfónica de Berlín. Os comento que no merece la pena subir a la cúpula de la iglesia alemana pues las vistas son un poco decepcionantes, sobre todo después de haber subido a la cúpula de la Berliner Dom.
Necesitábamos un respiro tras 2 horas de ruta por el centro de Berlín, nuestros pies nos lo pedían así que, tras el receso, seguimos recorriendo el itinerario histórico que Ricard nos había trazado. En la actualidad Checkpoint Charlie es un puesto de atrezzo donde unos actores ataviados con uniformes rusos y americanos en cada lado del puesto respectivamente se hacen fotos con los turistas y sellan pasaportes en la garita por 5 euros. A pocos pasos se encuentra el Museo Checkpoint Charlie que está dedicado al muro y a los puestos de control. Nosotros continuamos el paseo sin entrar al museo. Para los interesados, el museo está abierto a diario de 09:00 a 20:00 y cuesta 12,50 euros la entrada.
Ricard nos dirige ahora hasta un trozo casi intacto de muro en un enorme solar. Tras él se encontraba el sitio donde los sospechosos de colaborar con los aliados en Berlín oriental eran a menudo llamados a declarar. Uno de los lugares más temidos de la ciudad, el cuartel general de la Gestapo. Su nombre actual es Topografía del Terror, lo que nos permite intuir lo que vamos a encontrar allí. Se trata de una exposición levantada sobre los restos del cuartel de la Gestapo que cuenta la sórdida y escalofriante historia de la policía secreta de Hitler durante los años 1933-1945. Los paneles informativos están en alemán e inglés aunque no hace falta saber ninguna de estas dos lenguas para entender el alcance de los hechos que allí se perpetraron. La entrada es gratuita y abre todos los días de 10 a 20. Tras un paseo de unos 15 minutos salimos espantados y con los pelos de punta. Era como estar viendo una película de terror.
Justo enfrente de este lugar permanece en pie, intacto, el edificio de la Luftwaffe, las fuerzas aéreas alemanas, que se libró milagrosamente de los bombardeos. Los berlineses le tienen mucha manía al edificio por razones históricas pero también porque en la actualidad es la sede del Ministerio de Hacienda.
Nuestro guía nos dice que aún nos queda por conocer una de las plazas más importantes de Berlín, sobre todo antes de las dos grandes guerras, Postdamer Platz. Hacia ella nos dirigimos mientras unas marcas en el suelo de la calle llaman nuestra atención. Son unas placas que indican el recorrido que seguía el muro. Ahora es muy sencillo cruzar de un lado a otro, ¿verdad?
Por desgracia Postdamer Platz quedó completamente arrasada durante la 2GM y posteriormente partida en dos por el muro. Nadie caminaba ya por esta plaza que, a comienzos del s. XX, llegó a situar a Berlín entre las ciudades europeas más populosas y modernas, llegando incluso a contar con el primer semáforo de Europa. Se ha colocado una réplica del mismo en el centro de la plaza que ha sido totalmente rehabilitada y está plagada de edificios de diseño. En ella también encontraréis algunas secciones de muro que se han dejado para el recuerdo. Hoy en día la construcción que más llama la atención es el Sony Center, un moderno complejo arquitectónico formado por altos edificios que rodean una plaza llena de locales de ocio, comercios y cines, cubierta por una enorme cúpula que cambia de color. Resulta espectacular visitarla de noche iluminada mientras tomáis una cerveza en la plaza.
Estamos muy próximos ya al final de nuestro recorrido cuando llegamos a una de las partes más tristes de la visita, el Monumento al Holocausto. A medio camino entre Postdamer Platz y la Puerta de Brandeburgo se encuentra una enorme explanada que alberga 2711 bloques de hormigón de distintas alturas. Cada cual puede entrar y encontrar su propio camino de salida entre los bloques. Para completar la visita os recomiendo acceder al centro de información que se encuentra debajo para entender lo que ocurrió durante el holocausto en toda su magnitud. Eso sí, mentalizaos antes de entrar porque lo que allí se expone no es agradable. La visita guiada no contemplaba la entrada al centro de visitantes y por eso, lo dejamos para el día siguiente que dispondríamos de más tiempo.
Hace ya más de cuatro horas que comenzó el paseo cuando, finalmente, alcanzamos Pariser Platz, la plaza donde desemboca la avenida Unter den Linden y donde se levanta la conocida Puerta de Brandeburgo. Hoy en día esta puerta, por la que no volvieron a circular personas hasta el año 1989 ya que quedó en tierra de nadie al levantar el muro, ha recuperado todo su esplendor y simboliza la unión del pueblo alemán. Es, con diferencia, el lugar más fotografiado de Berlín.
Y bajo la Puerta de Brandeburgo termina nuestra completa ruta por Berlín. Estamos cansados, hambrientos y está empezando a llover. Nos despedimos de nuestro guía, encantados con la visita, en busca de un sitio para comer y refugiarnos del aguacero. Han sido algo más de cuatro horas trepidantes y llenas de historia y emociones. Berlín no oculta su pasado y esperemos que no lo olvide. ¡¡¡ME HA ENCANTADO!!!
