En Julio 2015 organizamos una excursión de día a las islas Ons, pues son maravillosas por el encanto que encierran (sí, me gustan más que las Cíes) y ya era hora de que las conociese mi pareja.
Cogimos el barco en Bueu en donde, si llegas pronto, hay sitio para aparcar en el puerto. Hay otros puntos desde donde también se puede coger, consultad en Internet. Hay varias navieras que navegan a diario a Ons pero cogimos la que sale más temprano y vuelve más tarde, Mar de Ons, con lo cual tienes más tiempo para aprovechar en la isla.
Hay una isla grande, en donde atraca el barco, y varios islotes (a los que sólo se puede acceder en barco privado). Nada más bajarse del barco hay que recorrer el espigón y al final justo del mismo está la caseta de turismo. Allí ofrecen varias excursiones gratuitas a diferentes horas del día hasta completar el aforo, además de mapa e información de las islas.
Os recomiendo vivamente que os apuntéis a alguna de las excursiones, sobre todo si tratan el tema de costumbres y cultura de la isla, pues son realmente curiosas.
Hoy en día hay habitantes todo el año (pocos) pero no tantos como antaño. Prueba de aquel pasado están la escuela, la iglesia, varios bares, y numerosas casas. Y es que es la única del Parque Nacional Islas Atlánticas que está habitada, lo que le da un carácter especial.
Yo nunca me he quedado a dormir, pese a que lo intenté alguna vez, sin llegar nunca a conseguir plaza. En verano hay que llamar con mucha antelación. Existen varias opciones: reservar plazas en el único cámping que hay en la isla, en un par de hostales-restaurante que existen (Casa Acuña, Casa Checho) o conseguir el teléfono de algún habitante que alquile su casa (al parecer hay anuncios en los restaurantes y también se puede llamar directamente a estos restaurantes para preguntar algún número de contacto). Por lo que comenta la gente está muy bien alojarse algún día allí, por la paz que hay. Sin embargo si queréis fiesta también la encontraréis, pues todo el que duerme esa noche en la isla y quiere juerga se reúne en los dos únicos bares que hay.
A mí me recomendaron comer en Casa Checho, el que está a la izquierda nada más llegar al puerto, y así hice. Pedimos empanada de millo que estaba exquisita (de hecho pedimos otra ración más), almejas (buenísimas) y pulpo estilo Ons (es como en caldeirada, con aceite ajo y pimentón, acompañado de cachelos, excelente). Estaba todo riquísimo, lo cual es bien meritorio dada la cantidad de gente que hay en julio en las islas (tampoco penséis que esto es la Costa del Sol...). Pedimos un helado cada uno y un vino godello de Valdeorras muy rico para beber (Rochel). Nos salió a veinte euros por persona (íbamos tres, no creáis que zampamos tanto...). Si queréis reservar mesa y/o habitación el teléfono es 639563572 y su web www.casachecho.com, no os defraudará.
En la isla hay varias rutas que podréis hacer a pie (pues no hay vehículos) solos o con las rutas de la oficina de turismo que ya os comenté. Merece la pena hacer alguna para ver la gran diversidad de flora y fauna que tiene la isla, o para ver el Burato do Inferno y sus acantilados.
Para los playeros también hay numerosos sitios preciosos y variados (con arena o piedras), calitas o playas más grandes. A mí me gusta mucho la playa de Melide, pero que sepáis que es nudista.
Si queréis ver fotos de la jornada podéis visitar mi blog, aparece en la última entrada del diario.
Cogimos el barco en Bueu en donde, si llegas pronto, hay sitio para aparcar en el puerto. Hay otros puntos desde donde también se puede coger, consultad en Internet. Hay varias navieras que navegan a diario a Ons pero cogimos la que sale más temprano y vuelve más tarde, Mar de Ons, con lo cual tienes más tiempo para aprovechar en la isla.
Hay una isla grande, en donde atraca el barco, y varios islotes (a los que sólo se puede acceder en barco privado). Nada más bajarse del barco hay que recorrer el espigón y al final justo del mismo está la caseta de turismo. Allí ofrecen varias excursiones gratuitas a diferentes horas del día hasta completar el aforo, además de mapa e información de las islas.
Os recomiendo vivamente que os apuntéis a alguna de las excursiones, sobre todo si tratan el tema de costumbres y cultura de la isla, pues son realmente curiosas.
Hoy en día hay habitantes todo el año (pocos) pero no tantos como antaño. Prueba de aquel pasado están la escuela, la iglesia, varios bares, y numerosas casas. Y es que es la única del Parque Nacional Islas Atlánticas que está habitada, lo que le da un carácter especial.
Yo nunca me he quedado a dormir, pese a que lo intenté alguna vez, sin llegar nunca a conseguir plaza. En verano hay que llamar con mucha antelación. Existen varias opciones: reservar plazas en el único cámping que hay en la isla, en un par de hostales-restaurante que existen (Casa Acuña, Casa Checho) o conseguir el teléfono de algún habitante que alquile su casa (al parecer hay anuncios en los restaurantes y también se puede llamar directamente a estos restaurantes para preguntar algún número de contacto). Por lo que comenta la gente está muy bien alojarse algún día allí, por la paz que hay. Sin embargo si queréis fiesta también la encontraréis, pues todo el que duerme esa noche en la isla y quiere juerga se reúne en los dos únicos bares que hay.
A mí me recomendaron comer en Casa Checho, el que está a la izquierda nada más llegar al puerto, y así hice. Pedimos empanada de millo que estaba exquisita (de hecho pedimos otra ración más), almejas (buenísimas) y pulpo estilo Ons (es como en caldeirada, con aceite ajo y pimentón, acompañado de cachelos, excelente). Estaba todo riquísimo, lo cual es bien meritorio dada la cantidad de gente que hay en julio en las islas (tampoco penséis que esto es la Costa del Sol...). Pedimos un helado cada uno y un vino godello de Valdeorras muy rico para beber (Rochel). Nos salió a veinte euros por persona (íbamos tres, no creáis que zampamos tanto...). Si queréis reservar mesa y/o habitación el teléfono es 639563572 y su web www.casachecho.com, no os defraudará.
En la isla hay varias rutas que podréis hacer a pie (pues no hay vehículos) solos o con las rutas de la oficina de turismo que ya os comenté. Merece la pena hacer alguna para ver la gran diversidad de flora y fauna que tiene la isla, o para ver el Burato do Inferno y sus acantilados.
Para los playeros también hay numerosos sitios preciosos y variados (con arena o piedras), calitas o playas más grandes. A mí me gusta mucho la playa de Melide, pero que sepáis que es nudista.
Si queréis ver fotos de la jornada podéis visitar mi blog, aparece en la última entrada del diario.