ISLA SUR
En el ferry nos hacemos amigos de unos neocelandeses que no paran de decirnos sitios donde ir, nos reímos mucho con ellos y apuntamos los puntos que creemos factibles dentro de la ruta que haremos.
Nada más llegar a Picton debemos conducir dos horas hasta Kaikoura ya que al día siguiente por la mañana tenemos contratada una salida para ir a nadar con delfines.
Paramos en el camping Lobster Inn Motor Lodge and Campground (35dol/2pers/noche).
Por la mañana vamos al Dolphin Encounter, enseñamos el voucher, nos dan los piés de pato, las gafas, el tubo de snorkel, los guantes, las botitas y el traje de buzo de dos piezas más otra parte extra para la cabeza. Hace sol, un día precioso, pero es más que evidente que el agua va a estar congelada (bajo la predicción de ayer: 10 grados.)
Vamos cada uno a su vestuario a probárnoslo todo, y cuando lo tenemos todo de nuestra talla, vamos a una salita a ver un video (cómo tirarnos al mar, cómo subir de nuevo al barco, cómo ponernos correctamente todo el material y también una reflexión sobre que los delfines con los que pretendemos bañarnos son salvajes, que están en su hábitat y que hay veces que no los encuentran, hay veces que no están juguetones y que son animales y se les debe respetar).
Perfecto, entendido, ¡vámonos!
Subimos a un autobús y nos llevan a todos al puerto, de donde sale nuestro barco. Kaikoura es un pueblecito con mucho encanto, pocas casitas bajitas, tranquilidad, muchos jardines chiquitines, y delante el mar. Un mar de un color precioso, hoy se ve calmado y justo al otro lado se ven todas las montañas nevadas. Es un paisaje precioso.
Llegamos al barco, allí tienen mantas para cuando salgamos del agua, chocolate y caldo de pollo caliente y cookies. Salimos en búsqueda de los delfines con la superbarca a TOPE y podemos disfrutar del paisaje. Estamos fuera, en la popa del barco, hace un solecito guapo, pero al rato se nota el fresquito y decidimos disfrutarlo desde dentro. Pasada una hora, nos comunican que desgraciadamente no encuentran a los delfines y que no se podrá hacer la actividad. ¡Qué pena! La verdad es que a Marc le afecta más que a mi. Yo llevaba ya un rato sufriendo de pensar cómo sería mi primer contacto con el agua.... Jejejej Volvemos al centro Encounter, nos duchamos con agua calentita y a otra cosa mariposa! (Tenemos un refund de casi el 100%).
Decidimos ir a uno de los puntos que nos comentaron nuestros amigos nuevazelandeses. Es una colonia protegida de focas a 20 minutos conduciendo de donde estamos. Vamos, y ¡madre mía! ¡Hay millones! Todas o casi todas panza arriba, tostándose al sol encima de rocas que casi las camuflan.
Sacamos unas fotos y decidimos avanzar un poco más e ir a la Cascada de Ohau, dede dónde seguimos un caminito paralelo a un riachuelo, donde las focas bebés acostumbran a ir río arriba hasta que se encuentran con una cascada. Allí juegan, -nos han dicho-. Hacemos el caminito y efectivamente cuando llegamos a la cascada nos encontramos a una. Jejejej, nos da tiempo a tirarle un par de fotos y ella ya empieza a deslizarse riachuelo abajo, que gracioso, se deja caer en peso muerto hasta que se encalla con la siguiente roca. Aletea un poco las manitas, se ayuda con la colita y cuando vuelve a estar en el limite, se vuelve a dejar caer.
La vamos siguiendo río abajo hasta que vislumbramos lo que será el mejor sitio para retratarnos con ella. Decidimos esperarla. ¡Y así es! Jejej De pleno la cogemos. Muy guay. Después, como recompensa de no haber podido ver a los delfines salvajes (que de hecho si que vimos unos tres o cuatro, una ballena y mil albatros) pero no pudimos bañarnos con ellos, fuimos a NINS BIN RESTAURANT (recomendado por una de las guías del encounter tour) y nos tomamos una langosta (lobster para mi hasta ese momento, y crayfish para los locales) con un bol de patatas fritas exquisito.
Cogemos dos cervezas de nuestra nevera, y plantamos el plato en una de las mesas delante del mar, al lado del chiringuito. Ojoo, que al despistarnos uno a por las cervezas y otro a por las gafas de sol, los pájaros un poco mas y ¡se nos comen la lobster! Más de una se habrán comido ya, porque estaban atentos al mínimo descuido.
Estaba riquísima, de verdad, de 9,5; lo recomendamos.
Nos subimos a la caravana e hicimos kilometros hasta Orari. Fue un poco casualidad, horas de sol y horas de conducción lo que nos hicieron ir a parar al camping The farmyard holiday park.
Yo llevaba ya días queriendo parar en cualquier punto de la carretera para intentar fotografiarme con una de las ovejas recién nacidas que veíamos en las praderas. Hay millones, sobretodo en la isla sur y hay muchísimas recién nacidas. Total que, nada más llegar, vamos a hacer el check in y una mujer un poco basta llena de paja y muy simpática nos dice que si nos apetece ir a darles de comer a unas ovejas recién nacidas que tienen en su camping-granja.
Qué? Really? Whaat? Uooo, vamos!
Vamos hacia una parte apartada de donde están las caravanas y las campervans y vemos en un mini establo unas 6 o 7 ovejitas, cada una con un jerseicito de lana con un número. Nos sacan dos, nos dan dos biberones y ala, a dárselo!
¡Qué guai! ¡Me encanta!
Cuando se lo acaban, vamos a dar una vuelta por el recinto. Tienen burros, conejos, gallinas, cerdos, cabras, llamas y hasta wallbys (¡uno de ellos con hijito en la bolsa!)
Todo es una actividad más para niños pero al ser tarde, estar solos con los dueños y la gracia de haber podido dar el bibe a las crías, ¡¡¡le pongo un 10 al camping!!!
Dormimos y al día siguiente vamos dirección a las Moerakis Boulders, después de ir a despedirnos de nuestros amiguitos los animalitos. Dan de si para entretenerse las piedrecitas gigantes redondas en medio de la costa. Hemos pasado un rato divertido.
Después hemos ido hasta el Moeraki Esplanade Reserve, allí al lado, a comer frente del mar.
Y después hemos conducido hasta The Catlins. Queríamos ir al Nugget Point al día siguiente por la mañana pero al final hemos visto factible ir a ver la puesta de sol.
Ehmm... Im-pre-sio-nan-te.
Para mi de momento lo mejor del viaje, la vista desde el faro, todo el acantilado, precioso. No hemos dejado de mirar preciosidades a lado y lado de donde estaba el faro. Muy bonito.
Imprescindible ir. Además el camino que te lleva hasta el parking donde puedes dejar la caravana también es de película. Te pararías en cada rincón.
Paramos a dormir a Pounawea Motor Camp (38 dolares/noche/2 con campervan) ducha de agua caliente, laundery (primera vez en lo que llevamos de viaje), corriente y wifi, ¿que mas se puede pedir? Día redondo, como las Moeraki Boulders!