Hoy nos levantamos algo más tarde, debemos hacer el check out ya que esta noche viajaremos a Sapa con el tren nocturno. Preguntamos en recepción si hay opción de disponer de habitación de cortesía; lo habíamos leído en diversos foros, que era habitual que te dejasen una habitación a media tarde para pegarte una ducha e irte al tren medianamente decente... no hubo manera, que estaba todo lleno. Incluso le dijimos al recepcionista que estábamos dispuestos a pagar lo equivalente, pero ni por esas .
Como aún nos quedaba la noche del 28 colgada, después de preguntar en varias agencias, descartamos lo de pasar por Halong antes de llegar a Cat Ba. Se disparaba de precio, íbamos a ir muy apurados y no había ningún barco (o por lo menos no lo encontramos) que nos ofreciera la opción de viajar desde Halong hasta Cat Ba y poder bajarnos allí.
Otra opción que barajamos fue la de viajar a Ninh Binh por nuestra cuenta y una vez allí buscar qué nos interesaba más, si visitar Tam Coc o Trang An, y además, poder conocer más la zona, que pinta más que bonita. Finalmente tampoco nos convenció esa idea, las combinaciones son bastante malas entre Cat Ba y casi cualquier sitio, así que optamos por ir desde Hanoi. Así que pensamos que sería mejor hacer noche en Hanoi y así no liarnos demasiado. Así pues, solicitamos una habitación para la noche del 28, y voilá, ¡no había ningún problema!, disponibilidad total... en fin, nos mosqueó bastante que no nos pudieran ofrecer una habitación 1 horita aunque fuera para esa tarde pero para cobrar otro día no hubiera problema... Por ese motivo no recomendaríamos el hotel, pese a estar bien situado, estar bien y no ser excesivamente caro... (30$ por noche la habitación estándar).
Tras el check out, dejamos las mochilas en el hotel, salimos a la calle.
Hoy el plan es visitar el mercado de Dong Xuan, el lago Hoan Kiem y el templo del lago, además de callejear algo más por el Old Quarter.
Salimos andando hasta el mercado, el calor es bastante insoportable. De camino, paramos en el templo Kim Ngan , pegadito a nuestro hotel. Es un templo muy agradable en medio de todo el bullicio. Hay una exposición, y da la sensación de ser una especie de centro cívico o social.
Como aún nos quedaba la noche del 28 colgada, después de preguntar en varias agencias, descartamos lo de pasar por Halong antes de llegar a Cat Ba. Se disparaba de precio, íbamos a ir muy apurados y no había ningún barco (o por lo menos no lo encontramos) que nos ofreciera la opción de viajar desde Halong hasta Cat Ba y poder bajarnos allí.
Otra opción que barajamos fue la de viajar a Ninh Binh por nuestra cuenta y una vez allí buscar qué nos interesaba más, si visitar Tam Coc o Trang An, y además, poder conocer más la zona, que pinta más que bonita. Finalmente tampoco nos convenció esa idea, las combinaciones son bastante malas entre Cat Ba y casi cualquier sitio, así que optamos por ir desde Hanoi. Así que pensamos que sería mejor hacer noche en Hanoi y así no liarnos demasiado. Así pues, solicitamos una habitación para la noche del 28, y voilá, ¡no había ningún problema!, disponibilidad total... en fin, nos mosqueó bastante que no nos pudieran ofrecer una habitación 1 horita aunque fuera para esa tarde pero para cobrar otro día no hubiera problema... Por ese motivo no recomendaríamos el hotel, pese a estar bien situado, estar bien y no ser excesivamente caro... (30$ por noche la habitación estándar).
Tras el check out, dejamos las mochilas en el hotel, salimos a la calle.
Hoy el plan es visitar el mercado de Dong Xuan, el lago Hoan Kiem y el templo del lago, además de callejear algo más por el Old Quarter.
Salimos andando hasta el mercado, el calor es bastante insoportable. De camino, paramos en el templo Kim Ngan , pegadito a nuestro hotel. Es un templo muy agradable en medio de todo el bullicio. Hay una exposición, y da la sensación de ser una especie de centro cívico o social.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras este remanso de paz seguimos dirección el mercado. De nuevo nos sorprende la vida en Hanoi, todo de puertas a fuera...
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En una de las calles, mientras andamos por el medio de la carretera, UNA MOTO ME ATROPELLA .
Sí, sí, habéis leído bien; yo iba andando tranquilamente pegadita a la derecha, bien concentrada en no morir arroyada, pero una guiri que iba justo atrás nuestro se descantilló y se puso a andar en medio de la carretera, con lo que una de las miles de motos que pasaron la esquivó para no atropellarla y como consecuencia impactó contra mi pobre pierna. Me hizo un daño horroroso, me cagué en todo, pero no fue nada grave. El conductor aminoró algo la marcha pero no os penséis que paró a ver cómo estaba no... solo una mujer vietnamita que pasaba me preguntó si estaba bien (o bueno, eso entendí...). Conclusión; ese día fui medio coja y arrastré un morado descomunal hasta finales de octubre, que me ocupaba gran parte del gemelo. Un buen souvenir vietnamita, sí señor .
Leímos no se dónde que en Hanoi hay un 99% de personas que se libran de los atropellos...no hace falta que os cuente en qué porcentaje me hayo...
Me limpié como pude con toallitas limpiamanos (siempre hay que llevar toallitas y gel de ese que te “limpia” las manos sin uso de agua, nos salvó en más de una ocasión).
Entre el cabreo del hotel, el atropello, el calor que tenía y lo lejos que me parecía todo, esa mañana no estaba yo muy flamenca.
Finalmente llegamos al mercado, y ya solo me faltaba ver a animales enjaulados, así que pasamos de la sección “drama”, para ir directamente a la parte del mercado que no hería nuestros sentimientos.
Pues qué contar del mercado... un mercado repleto de pongos. Pongos por todos sitios. Pongos que no se si alguien en la vida jamás comprará. Sinceramente, no me encandiló nada. Empiezo a entender que tendré un ligero problemilla con los mercados vietnamitas... esperaba otra cosa, quizás que vendieran cosas comprables, no se, pero son puestos y puestos y más puestos de los productos que encontramos en nuestras tiendas chinas; adornitos imposibles, budas, pulseras y collares de esos de traca, manteles, productos de higiene de dudosa procedencia... nada que me invitará a iniciar regateo, y tampoco es que viéramos a muchos vietnamitas comprando... no se, no me convenció nada nada.
Sí, sí, habéis leído bien; yo iba andando tranquilamente pegadita a la derecha, bien concentrada en no morir arroyada, pero una guiri que iba justo atrás nuestro se descantilló y se puso a andar en medio de la carretera, con lo que una de las miles de motos que pasaron la esquivó para no atropellarla y como consecuencia impactó contra mi pobre pierna. Me hizo un daño horroroso, me cagué en todo, pero no fue nada grave. El conductor aminoró algo la marcha pero no os penséis que paró a ver cómo estaba no... solo una mujer vietnamita que pasaba me preguntó si estaba bien (o bueno, eso entendí...). Conclusión; ese día fui medio coja y arrastré un morado descomunal hasta finales de octubre, que me ocupaba gran parte del gemelo. Un buen souvenir vietnamita, sí señor .
Leímos no se dónde que en Hanoi hay un 99% de personas que se libran de los atropellos...no hace falta que os cuente en qué porcentaje me hayo...
Me limpié como pude con toallitas limpiamanos (siempre hay que llevar toallitas y gel de ese que te “limpia” las manos sin uso de agua, nos salvó en más de una ocasión).
Entre el cabreo del hotel, el atropello, el calor que tenía y lo lejos que me parecía todo, esa mañana no estaba yo muy flamenca.
Finalmente llegamos al mercado, y ya solo me faltaba ver a animales enjaulados, así que pasamos de la sección “drama”, para ir directamente a la parte del mercado que no hería nuestros sentimientos.
Pues qué contar del mercado... un mercado repleto de pongos. Pongos por todos sitios. Pongos que no se si alguien en la vida jamás comprará. Sinceramente, no me encandiló nada. Empiezo a entender que tendré un ligero problemilla con los mercados vietnamitas... esperaba otra cosa, quizás que vendieran cosas comprables, no se, pero son puestos y puestos y más puestos de los productos que encontramos en nuestras tiendas chinas; adornitos imposibles, budas, pulseras y collares de esos de traca, manteles, productos de higiene de dudosa procedencia... nada que me invitará a iniciar regateo, y tampoco es que viéramos a muchos vietnamitas comprando... no se, no me convenció nada nada.
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Eso sí, nos hizo gracia el tema de la venta de ropa; madre mía, encontrar algo que no sea falso es una proeza en Vietnam. Todas las antimarcas del mundo, allí están. Además no se esmeran mucho en que parezca una réplica original; Pumidas (esta “marca” me encantó ), Nikie, Nkie, Adibos, Converces, Coqui (véase Crocs)... las variables son infinitas...
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El mercado tiene dos plantas y ni siquiera nos molestamos en subir a la segunda; desde abajo se veía infinidad de puestos con ropa y ropa y más ropa, pero decidimos seguir camino dado que no pensábamos comprar nada.
La intención de el resto de la mañana era encontrar la zona por donde pasa la vía del tren en medio de la vida vietnamita, ya ayer vimos alguna de esas calles, pero oye, nos fue imposible situarnos y dar con ellas. Dimos vueltas y más vueltas, incluso preguntamos en el centro de información turística, situado al lado del lago Hoan Kiem, pero no sabían de qué les estábamos hablando. Nos indicaron por donde pasaba el tren y fuimos para allá, algo retirado, pero solo conseguimos dar con una vía férrea elevada, y no dimos con las que van a pie de calle. De todos modos, el paseo nos sirvió para quedarnos con otra parte de Hanoi y además, tuvimos la “buena” suerte de dar con una calle llena de restaurantes que servían carne de perro.
Da impresión, pese a estar muy sensibilizada con el tema y ser una animalista que intenta no ser especista, el ver a un perro ensartado en un palo y asado en las brasas impacta .
La intención de el resto de la mañana era encontrar la zona por donde pasa la vía del tren en medio de la vida vietnamita, ya ayer vimos alguna de esas calles, pero oye, nos fue imposible situarnos y dar con ellas. Dimos vueltas y más vueltas, incluso preguntamos en el centro de información turística, situado al lado del lago Hoan Kiem, pero no sabían de qué les estábamos hablando. Nos indicaron por donde pasaba el tren y fuimos para allá, algo retirado, pero solo conseguimos dar con una vía férrea elevada, y no dimos con las que van a pie de calle. De todos modos, el paseo nos sirvió para quedarnos con otra parte de Hanoi y además, tuvimos la “buena” suerte de dar con una calle llena de restaurantes que servían carne de perro.
Da impresión, pese a estar muy sensibilizada con el tema y ser una animalista que intenta no ser especista, el ver a un perro ensartado en un palo y asado en las brasas impacta .
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Andamos por calles muy estrechas con un sistema de cableado que en España no creo que pasaran la inspección...
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También vimos algun graffiti local...
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Seguimos hasta el lago de nuevo, y paramos a tomar algo en una cafetería muy occidentalizada (servían capuchinos y demás brebajes) ubicada en la plaza, que hoy, al ser sábado, se encuentra cerrada al tráfico.
Nos acercamos al templo Ngoc Son, y hoy si pagamos la entrada, que son 30.000 VND cada uno. Accedemos a él por el puente Huc, el puente rojo que vimos anoche iluminado.
Nos acercamos al templo Ngoc Son, y hoy si pagamos la entrada, que son 30.000 VND cada uno. Accedemos a él por el puente Huc, el puente rojo que vimos anoche iluminado.
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El lugar es agradable pero el templo en sí tampoco es gran cosa. Se encuentra en la parte norte del lago, con lo que las visión de Hanoi desde allí tiene su encanto, y se respira tranquilidad, como en todos los templos asiáticos.
Está lleno de vietnamitas, hay poco turista occidental.
Dentro del templo hay una vitrina con una tortuga dorada gigante que no entendimos qué significaba, no había nada de información en inglés.
Está lleno de vietnamitas, hay poco turista occidental.
Dentro del templo hay una vitrina con una tortuga dorada gigante que no entendimos qué significaba, no había nada de información en inglés.
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Tras la visita, que no alargamos demasiado, buscamos sitio para comer.
Tras vueltear un rato, nos decidimos por repetir en el Little Hanoi, donde cenamos la primera noche.
Comemos con la família al lado, mientras echan una partida de cartas. Pedimos unas berenjenas con sésamo, noodles con tofu y unos nems (para eso de no perder la costumbre) y dos cervecitas ricas, por 80.000 VND.
Vemos claro que la comida y la cerveza en este país es una gozada de rica y de barata.
Recomendamos este restaurante familiar, no os lo perdáis.
Tras la comida, que alargamos porque estamos cansados de patear y hasta la noche no sale el tren, no sabemos qué hacer. Nos apetece una ducha muy mucho, estamos bastante asquerosillos después de todo el día pateando, así que buscamos una habitación cerca del hotel (donde tenemos las mochilas) para poder descansar un rato y poder asearnos.
Justo en frente, el Real Vietnam Hotel nos está esperando. Nos enseñan la habitación, que es bastante cutrilla pero nos vale, y por 10$ nos pegamos una siestecilla y una ducha.
Dejamos los pasaportes en recepción del hostal y mientras, vamos a buscar las maletas al hotel. El chico de recepción no entiende nada porque les dijimos por la mañana que vendríamos sobre las 20h a buscar las mochilas y nos mira algo recelosos, como si fuéramos unos estafadores o algo así, ya que son cerca de las 16h.
Subimos a nuestra habitación en un tercer piso y nos echamos un rato vestidos sin mirar mucho las sábanas y nos pegamos una ducha con inundación incluida (qué raras son las duchas en Vietnam, es muy complicado ducharte sin inundar el suelo del lavabo... )
A las 20h salimos dirección estación de tren, duchaditos y medio descansados.
Justo cuando estamos buscando taxi empieza a llover, así que no estamos para esperar que pase uno de los taxis de confianza, y cogemos el primero que vemos pasar.... ¡¡ERROR!!
Vemos que hay un taxímetro, con lo que nos quedamos algo más tranquilos, pero nada de tranquilidad, eso empieza a correr, a saltar, a volar, y a los pocos minutos el taxímetro marca una millonada. El colega le dice que pare, que nos bajamos. Yo alucino porque estoy sentada justo detrás del taxímetro y no veo lo que pone, pero la cara de mi novio es de espanto “¡que no nos llega con lo que tenemos!”, me dice. Madre mía...
A lo que el taxista nos dice que no, que la cifra que marca el taxímetro es con un 0 de menos... que tranquilos... en fin, de tranquilos nada hasta que llegamos a la estación, bastante cerca del hotel, por cierto.
Al final nos pide 300.000 VND (un timo descomunal, un trayecto para cubrir una distancia tan corta no puede valer más de 60.000... todo y así, lo mismo si no nos quejamos nos intenta clavar 3.000.000 VND el muy...). Le damos un billete de 500.000 VND (no nos llega con los que tenemos más pequeños) y el tío nos devuelve 20.000 VND. Ahí si que nos mosqueamos pero bien. Menudo cara dura. Al final, tras varios gritos e incluso llegar casi a las manos (sí sí, el tío que no, que no le habíamos dado 500.000, que tranquilos, que don't worry... nos estaba poniendo de los nervios nerviosos...), nos devuelve el dinero que tocaba y saltamos del taxi con un cabreo bien bueno. ¡¡Que cara!!
Mucho ojo con los taxis, no arriesguéis y usar los recomendados.... Mai Linh forever .
Bastante cabreados, llegamos a la estación y canjeamos los billetes para acceder al tren; encontramos fácil el “mostrador” de King Express, un palitroque al lado de la sala de espera.
Una vez tenemos los billetes en nuestro poder, vamos a comprar algo para la cena. Tras dar varias vueltas, la zona de la estación es bastante fea y está bastante muerta, compramos unos bocadillos en un puesto de comida callejera (con tortilla, lechuga, tomate y cilantro) y dos plátanos por 80.000 VND y compramos una botella de agua y un bote de Pringles que se nos han antojado en la tienda de la estación, donde nos meten otro palo de 60.000 VND. Evitar comprar en las tiendas de la estación, cruzando la calle esta todo mucho más barato.
A las 21h accedemos a la vía y podemos subir al tren. Todo bien, la verdad que nos esperábamos el tren bastante peor. La cabina se ve confortable y el baño bueno, pues un baño, pero se ve limpito y majete.
Tras vueltear un rato, nos decidimos por repetir en el Little Hanoi, donde cenamos la primera noche.
Comemos con la família al lado, mientras echan una partida de cartas. Pedimos unas berenjenas con sésamo, noodles con tofu y unos nems (para eso de no perder la costumbre) y dos cervecitas ricas, por 80.000 VND.
Vemos claro que la comida y la cerveza en este país es una gozada de rica y de barata.
Recomendamos este restaurante familiar, no os lo perdáis.
Tras la comida, que alargamos porque estamos cansados de patear y hasta la noche no sale el tren, no sabemos qué hacer. Nos apetece una ducha muy mucho, estamos bastante asquerosillos después de todo el día pateando, así que buscamos una habitación cerca del hotel (donde tenemos las mochilas) para poder descansar un rato y poder asearnos.
Justo en frente, el Real Vietnam Hotel nos está esperando. Nos enseñan la habitación, que es bastante cutrilla pero nos vale, y por 10$ nos pegamos una siestecilla y una ducha.
Dejamos los pasaportes en recepción del hostal y mientras, vamos a buscar las maletas al hotel. El chico de recepción no entiende nada porque les dijimos por la mañana que vendríamos sobre las 20h a buscar las mochilas y nos mira algo recelosos, como si fuéramos unos estafadores o algo así, ya que son cerca de las 16h.
Subimos a nuestra habitación en un tercer piso y nos echamos un rato vestidos sin mirar mucho las sábanas y nos pegamos una ducha con inundación incluida (qué raras son las duchas en Vietnam, es muy complicado ducharte sin inundar el suelo del lavabo... )
A las 20h salimos dirección estación de tren, duchaditos y medio descansados.
Justo cuando estamos buscando taxi empieza a llover, así que no estamos para esperar que pase uno de los taxis de confianza, y cogemos el primero que vemos pasar.... ¡¡ERROR!!
Vemos que hay un taxímetro, con lo que nos quedamos algo más tranquilos, pero nada de tranquilidad, eso empieza a correr, a saltar, a volar, y a los pocos minutos el taxímetro marca una millonada. El colega le dice que pare, que nos bajamos. Yo alucino porque estoy sentada justo detrás del taxímetro y no veo lo que pone, pero la cara de mi novio es de espanto “¡que no nos llega con lo que tenemos!”, me dice. Madre mía...
A lo que el taxista nos dice que no, que la cifra que marca el taxímetro es con un 0 de menos... que tranquilos... en fin, de tranquilos nada hasta que llegamos a la estación, bastante cerca del hotel, por cierto.
Al final nos pide 300.000 VND (un timo descomunal, un trayecto para cubrir una distancia tan corta no puede valer más de 60.000... todo y así, lo mismo si no nos quejamos nos intenta clavar 3.000.000 VND el muy...). Le damos un billete de 500.000 VND (no nos llega con los que tenemos más pequeños) y el tío nos devuelve 20.000 VND. Ahí si que nos mosqueamos pero bien. Menudo cara dura. Al final, tras varios gritos e incluso llegar casi a las manos (sí sí, el tío que no, que no le habíamos dado 500.000, que tranquilos, que don't worry... nos estaba poniendo de los nervios nerviosos...), nos devuelve el dinero que tocaba y saltamos del taxi con un cabreo bien bueno. ¡¡Que cara!!
Mucho ojo con los taxis, no arriesguéis y usar los recomendados.... Mai Linh forever .
Bastante cabreados, llegamos a la estación y canjeamos los billetes para acceder al tren; encontramos fácil el “mostrador” de King Express, un palitroque al lado de la sala de espera.
Una vez tenemos los billetes en nuestro poder, vamos a comprar algo para la cena. Tras dar varias vueltas, la zona de la estación es bastante fea y está bastante muerta, compramos unos bocadillos en un puesto de comida callejera (con tortilla, lechuga, tomate y cilantro) y dos plátanos por 80.000 VND y compramos una botella de agua y un bote de Pringles que se nos han antojado en la tienda de la estación, donde nos meten otro palo de 60.000 VND. Evitar comprar en las tiendas de la estación, cruzando la calle esta todo mucho más barato.
A las 21h accedemos a la vía y podemos subir al tren. Todo bien, la verdad que nos esperábamos el tren bastante peor. La cabina se ve confortable y el baño bueno, pues un baño, pero se ve limpito y majete.
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Reservamos una cabina con capacidad para 4 personas para nosotros solos; la verdad que merece la pena; son bastante pequeñas y tener que compartir un espacio tan pequeño con desconocidos pues no tiene que ser una experiencia inolvidable...
Nos han dejado algun dulce, agua, coca cola y una cerveza de cortesía (de cortesía) en la cabina.
Todo y así, no tardamos en decirle a la camarera del vagón que sí a una cervecita fría.
Arrancamos puntualmente, el tren se mueve bastante y el aire acondicionado está muy fuerte, y pese a que te dejan mantas, hace fresquito, así que usamos las mantas que tomamos “prestadas” de Qatar Airways, que nos vienen niqueladas esta noche....
Nos cenamos el bocata que, sorprendentemente, está muy bueno, y a dormir. De aquí un ratito estaremos en Lao Cai.
Buenas noches...
Nos han dejado algun dulce, agua, coca cola y una cerveza de cortesía (de cortesía) en la cabina.
Todo y así, no tardamos en decirle a la camarera del vagón que sí a una cervecita fría.
Arrancamos puntualmente, el tren se mueve bastante y el aire acondicionado está muy fuerte, y pese a que te dejan mantas, hace fresquito, así que usamos las mantas que tomamos “prestadas” de Qatar Airways, que nos vienen niqueladas esta noche....
Nos cenamos el bocata que, sorprendentemente, está muy bueno, y a dormir. De aquí un ratito estaremos en Lao Cai.
Buenas noches...