Idioma: English Español
Mostrar/Ocultar Blogs / Diarios
Mostrar/Ocultar Fotos / Pics
Blogs 
Encuentro en el Nanda Devi II

Encuentro en el Nanda Devi II ✏️ Diarios de Viajes de Sub Continente Indio Sub Continente Indio

La mañana anterior había comenzado con las palabras habituales de Pemba. −Morning tea, sahib. Su sonido me llegó a través de unas nubes algodonosas sobre las que descansaba rodeado de apsaras semidesnudas que danzaban frente a un Shiva orgulloso y...
Poegea Autor:   Fecha creación:   Puntos: 0 (0 Votos)

Diario: De Ejecutivo a Trotamundos.

Puntos: 5 (7 Votos)  Etapas: 10  Localización:Sub Continente Indio Sub Continente Indio

Encuentro en el Nanda Devi II - De Ejecutivo a Trotamundos. (1)

La mañana anterior había comenzado con las palabras habituales de Pemba
−Morning tea, sahib.

Su sonido me llegó a través de unas nubes algodonosas sobre las que descansaba rodeado de apsaras semidesnudas que danzaban frente a un Shiva orgulloso y satisfecho, mientras por sus largos cabellos fluían las aguas del Ganges descendidas en tromba desde el cielo sobre su cabeza, ofrecida por el mismo, según la leyenda védica, para proteger la Tierra. Nos encontrábamos a solo unas decenas de kilómetros de las fuentes del río sagrado y yo había estado, unos días antes, caminando entre templos con frescos de escenas idílicas en sus paredes e imágenes de dioses abrazados a sus parejas de pechos prominentes y labios sensuales.

−Francisco, buenos días, su té −insistió Pemba, fiel a la tradición, todavía conservada en esta zona del Himalaya, del té matutino de la India británica.

Ahora sí, me despedí de las bellas sacerdotisas y abrí los ojos. Las nubes blancas se convirtieron en el techo tiznado por el humo de anteriores huéspedes de la cueva donde habíamos pasado la noche; y el altar de Shiva, en la entrada a la misma. Alguien había escrito en una de las paredes: Best five stars in the whole trip; y otro: Putain de merde de cave. “Típico, el relajado humor de un gentleman inglés y la afición a la protesta consustancial con el carácter francés”, me dije.

−Está nevando mucho –me advirtió Pemba.
Por el irregular marco de la cueva se veían caer sin desmayo los copos blancos.
−Deberíamos irnos cuanto antes −añadió.
−¿Y no sería mejor esperar a ver si escampa? −refunfuñé.
−Si sigue nevando así y no llegamos pronto al Duranshi pass –dudó un momento− igual ya no podemos salir de aquí en todo el invierno.
Me incorporé de un golpe, medio cuerpo fuera del saco de dormir, y le miré sorprendido.
−¿Quieres decir que tenemos que volver a toda marcha al puerto que cruzamos el otro día? ¡Pero si los monzones acabaron hace tiempo!
−Sí, por eso. Esto ya no es una cola del monzón, sino las primeras nieves del invierno que deben de venir adelantadas. Y quién sabe si van a durar solo hoy o una semana –me dijo Pemba con un tono más de excusa que de apremio.

Ante el panorama que me presentaba, desayunamos a toda prisa los cereales con leche en polvo diluida, recogimos rápidamente nuestros enseres, nos cargamos las mochilas y sobre las siete emprendimos la marcha. No para internarnos por las gargantas del río, hasta cuya puerta habíamos llegado un par de días antes y subir por las paredes que nos llevarían hasta el borde del Santuario según mis primitivos planes, sino de regreso sobre nuestros pasos camino de ese Duranshi pass y las peligrosas gargantas de Satkula que habíamos atravesado en nuestro itinerario de venida.

Mientras marchábamos rodeados por la nieve recordé el bucólico escenario de días anteriores. Desde el último puerto habíamos descendido más de mil metros hasta praderas enmarcadas por abetos y abedules, y salpicadas de gencianas, amapolas diminutas, campanillas, lirios e iris salvajes que declinaban todo el espectro del color. Corolas y pétalos, pistilos y bulbos vibrantes de insectos cantaban la gran fornicación clorofílica mientras las libélulas se perseguían en su juego amoroso y los abejorros zumbaban indecisos. Habíamos visto águilas doradas dominadoras de los cielos, bharales o carneros azules del Himalaya con sus grandes cuernos retorcidos recortados sobre las rocas y faisanes imperiales correteando delante de nosotros, apenas asustados de nuestra presencia. Bajo aquel cielo estratosférico, por donde vagaban algunos cúmulos blancos, cada paso era una degustación de todas esas visiones y esencias mientras las ventanas de la nariz absorbían todas las fragancias y convertían la marcha en una sinfonía voluptuosa.

Encuentro en el Nanda Devi II - De Ejecutivo a Trotamundos. (2)


Me había entusiasmado tomando fotos de las flores y de las águilas en un momento de su planeo. Había esperado pacientemente a que los carneros levantaran la cabeza para retratarlos orgullosos y dominadores, y me había frustrado por solo poder fotografiar la parte trasera de los faisanes mientras corrían a ocultarse.
Pero hoy el escenario era otro. De un gris amenazador. Acompañando nuestros pasos tronaba el río alisando las rocas y levantando espumas con su corriente impetuosa, cubierta por la barrera sombría de un cielo negruzco que ocultaba los picos y tornaba los árboles en fantasmas. De una manera inevitable pensé en cómo la precaria senda de la parte alta del paso “volaba” durante varios trechos, cientos de metros en total, por encima de los precipicios sin fondo visible de las Satkula o Siete Gargantas. Recordé que en nuestra marcha de venida tuvimos que detenernos justo al comienzo de uno de los voladizos para dejar pasar a un grupo de una veintena de porteadores que ya habían iniciado su travesía.

Encuentro en el Nanda Devi II - De Ejecutivo a Trotamundos. (3)

Los veíamos acercarse hacia nosotros en fila, uno tras otro, pegados a la pared con sus cestos o mochilones a la espalda; el paso lento, el torso inclinado hacia adelante por el peso y la mirada fija en el suelo en busca del sitio seguro para el pie. Llegó el sirdar hasta nosotros y Pemba se puso a hablar con él. Yo, mientras tanto, hacía algunas fotos a los porteadores y al Nanda Devi, que asomaba por encima de otras montañas al fondo del paisaje.

De repente, algo inopinado. Ruido de piedras. Una de las últimas figuras se despega de la pared. ¿Es una roca, dos? No. Es un porteador y su cesto; uno separado del otro. Un grito. Otro. Caen. Chocan contra el suelo en pendiente de ochenta grados. El cesto explota y hace saltar cacerolas y bultos. El hombre rebota con un ruido sordo. Silencio. Sigue cayendo. Desaparece.

Los gritos de sus compañeros llenan la garganta. Lo llaman una y otra vez pero nadie responde. Discuten entre ellos. Pemba me explica lo que dicen. Alguien, su hermano, quiere bajar a buscar al pobre hombre despeñado. Reclama una cuerda. El sirdar se lamenta con más gritos. No hay cuerdas. No tienen. Nosotros tampoco. No podemos ayudarles. Siguen los gritos de llamada sin respuesta. Uno tras otro llegan hasta la cresta donde nos encontramos. Descargan sus bultos. Algunos siguen discutiendo; otros permanecen en silencio. Deciden que dos de ellos irán corriendo hasta Lata, el pueblo de donde partimos, para traer cuerdas e intentar rescatar a su compañero. No creen, sin embargo, que esté vivo.

El sirdar cuenta a Pemba y este me transmite. Venían de una expedición fallida para escalar el Dunagiri (7,066 metros) –el cual se erguía allí, a nuestra izquierda, a unas jornadas de marcha− y las cuerdas se las habían llevado desde el campo base los sahibs para su escalada. Pero los dos norteamericanos no habían vuelto. Estuvieron esperándolos varios días y luego fueron en su busca. Solo habían encontrado la mochila de uno de ellos despeñada al pie de la pared. Habían emprendido el regreso convencidos de que la montaña se había cobrado dos nuevas víctimas.

[img]Encuentro en el Nanda Devi II - De Ejecutivo a Trotamundos. (4)[/img]

Con estos recuerdos, las prisas de Pemba y su inicial cara de preocupación aquella mañana comencé a considerar mientras caminaba sobre la nieve el berenjenal en que me hallaba, seguramente superior a mi experiencia. Pero seguimos, ahora ya ascendiendo sin pausas. Habíamos empleado seis días desde Lata, último pueblo habitado de la zona, para llegar a la cueva situada en la garganta del río, a medio camino entre el último collado y el borde del santuario interior. Habíamos cruzado las gargantas y el puerto la tarde del tercer día pero habíamos plantado la tienda al poco tiempo. Así que necesitaríamos al menos cuatro días para alcanzar de nuevo el puerto, si no cinco, teniendo en cuenta que la mayor parte del trayecto era de subida y caminando sobre la nieve. Si seguía nevando con esta intensidad, no había duda de que nos íbamos a perder y si llegábamos hasta el dichoso puerto, este estaría impracticable.


Dicen que los días nublados se recapacita más y mejor que los soleados. Sin duda, ese era mi caso en aquellos momentos. A punto de cumplir los cuarenta, empecé a reflexionar sobre mi vida pasada y en todo lo que todavía quería vivir. Pensé en mi madre y su desconsuelo si no llegase a regresar; en mi padre que nunca había entendido el abandono de mi carrera profesional, tantos años de estudios y de esfuerzos hasta ser un directivo en una gran empresa, para arrojarlos por la borda. En Úrsula: ¿se daría cuenta ahora de que, realmente, sí me amaba más que nada y quería vivir conmigo aún a costa de dejar Munich? ¿Y yo, todavía lo deseaba? Seis años de relaciones y sin futuro aparente. Encuentros y desencuentros. Idilios, éxtasis y frigideces. Un noviazgo en dientes de sierra, más bien de serrucho, agudos picos y profundas entalladuras. Aunque tanto andar, tanto desandar y siempre terminábamos juntos. Pero cuando volviera lo más probable es que me dijese, “Francisco, eres tú quien se marchó”. Era cierto. La verdad pura y simple para ella; más relativa para mí.

¿Y Monique? Mi dulce, frágil amor de última hora. Tan idealista y tan necesitada de afecto. Me dolió haberla abandonado en Katmandú hacía poco más de un mes. Pero tenía que hacerlo. Y la dejé solo por un par de días y en buena compañía, a salvo de las tentaciones de los drogatas que pululaban por Freak Street y los antros de Thamel, a la espera de su vuelo a París. Dentro de poco nos encontraríamos allí.

Encuentro en el Nanda Devi II - De Ejecutivo a Trotamundos. (5)

La marcha requería toda mi atención y procuré dejar de lado los recuerdos. El sendero ascendía muy empinado desde la garganta a través de las praderas, ahora cubiertas de nieve y de rocas que debíamos ir sorteando, y flanqueado por arbustos de rododendros y abetos gigantes. Antes, hubimos de cruzar el sagrado Rishi Ganga por un tronco resbaladizo tendido entre las dos orillas. Debajo rugía la corriente. “Un baño en sus aguas turbulentas quizás me libraría de todas mis angustias”, pensé. Entre el escenario, el temor al futuro inmediato y los dioses, buenos y malos que por allí acechaban, no había duda de que yo mismo me estaba cuestionando mis convicciones tan racionales. Pemba atravesó el río con facilidad aunque colocando los pies con cuidado sobre el precario puente. Yo, sin ningún pudor, lo hice a gatas, a ratos abrazado al tronco, y después de que el buen Pemba volviera para recoger mi mochila tras haber depositado en la otra orilla el bulto con la tienda y las provisiones que portaba.

Al cabo de unas cinco horas, paramos a comer un poco: el arroz que había quedado de la noche anterior, una lata de sardinas y chocolate. Poco después de reemprender la marcha cesó de nevar, salió el sol, iluminó los bosques y las cimas, nos calentó el cuerpo, alimentó nuestras esperanzas y hasta avivó nuestros pasos. Justo antes de que llegara la noche plantamos la tienda, hicimos el habitual arroz con lentejas, el té con galletas, nos enfundamos en los sacos y nos pusimos a esperar a la mañana siguiente.

El día empezó nevando. A la altura que nos encontrábamos, unos 3.700 metros, la nieve tenía ya unos treinta centímetros de espesor, pero como todavía estaba dura por el frío de la mañana, avanzamos a buen ritmo. Sin embargo, a medida que subía la temperatura y crecía el espesor de la capa, nuestras botas se hundían más y más a cada paso y la marcha se hizo más lenta. Sobre las doce salió el sol, la nieve se puso muy blanda y decidimos descansar y comer un poco. Calculamos que estábamos casi a mitad de camino del puerto y si caminábamos hasta la noche, las cosas no se torcían y al día siguiente no nevaba, podríamos llegar a la caída de esa misma tarde. Fue entonces, al reanudar la marcha, cuando encontramos a Jack.



📊 Estadísticas de Etapa ⭐ 0 (0 Votos)
  Puntos Votos Media Visitas
Actual 0 0 Media 0
Anterior 0 0 Media 5
Total 0 0 Media 547

05 Puntos
04 Puntos
03 Puntos
02 Puntos
01 Puntos
Para votar necesitas conectarte como usuario registrado.
Te puedes registrar gratis haciendo click aquí

comment_icon  Últimos comentarios al diario: De Ejecutivo a Trotamundos.
Total comentarios: 10  Visualizar todos los comentarios
Madrizmemata  madrizmemata  19/01/2017 22:43
Enhorabuena y a seguir cumpliendo sueños y metas!!!!!
Aaamazonia  Aaamazonia  11/02/2017 21:47
Comentario sobre la etapa: Everest. Trekking por Gokyo
Precioso relato, Francisco. He buscado el libro en amazon, leido los comentarios y ya lo he comprado. Esperando su llegada.
Aaamazonia  Aaamazonia  11/02/2017 21:49
Comentario sobre la etapa: Everest. Trekking por Gokyo II
Y ahora incluso escena nocturna con una sherpani. Too much. Essperando más etapas de tu viaje. venga ya.
Aaamazonia  Aaamazonia  11/02/2017 21:53
Comentario sobre la etapa: Calcuta y Monique
Muy bien descrita Calcuta. Y Monique. Intriga pendiente. ¿Que pasa con ella y con el americano????
Aaamazonia  Aaamazonia  25/03/2017 22:14
Leí el libro y me gustó mucho. He visto que se ha publicado en digital en amazon con un nuevo título: De ejecutivo a trotamundos. Y solo por 0.99 €.
CREAR COMENTARIO EN LA ETAPA


👉 Registrate AQUÍ

Diarios relacionados
INDIA, NEPAL Y BANGLADESH A NUESTRO AIREINDIA, NEPAL Y BANGLADESH A NUESTRO AIRE 1 mes de aventuras mochileando por el subcontinente indio ⭐ Puntos 4.93 (14 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 11
15 dias en India y Nepal: Todo un sueño15 dias en India y Nepal: Todo un sueño Diario de viaje, experiencias, fotografias de India y Nepal ⭐ Puntos 5.00 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 8
Pasaje a la India & Trekking en NepalPasaje a la India & Trekking en Nepal Viaje a la India & Trekking en Nepal: Valles de Jomoson y Thorung NOV-2009 ⭐ Puntos 4.79 (28 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 4
INDIA Y NEPAL POR LIBRE: 21 INTENSOS DIAS Y UNA TOTAL AVENTURAINDIA Y NEPAL POR LIBRE: 21 INTENSOS DIAS Y UNA TOTAL AVENTURA Katmandú, Pokhara, Poon Hill trekking, Varanasi, Agra, Rajastán y... ⭐ Puntos 4.33 (6 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 4
16 DIAS EN SRI LANKA & MALDIVAS16 DIAS EN SRI LANKA & MALDIVAS Diario de una pareja con ganas de vivir experiencias. Consejos prácticos del día a día... ⭐ Puntos 4.00 (4 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 4




Mostrar/Ocultar Galería de Fotos
All the content and photo-galleries in this Portal are property of LosViajeros.com or our Users. Aviso Legal - Privacidad - Publicidad
Nosotros en Redes Sociales: Pag. de Facebook Twitter instagram Canal de Youtube