Palermo ✏️ Diarios de Viajes de Italia

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20/09/16
Después del desayuno, seguimos nuestro paseo por el centro de Palermo.


En la Vía Maqueda hay un palacio en plena decadencia, cuyo patio se utiliza ... como aparcamiento público! (Y no será el único que veamos).



Por vía del Bosco llegamos al Mercado de Ballarò. Allí entendemos por qué dicen que los mercados sicilianos son como un pedazo de Marruecos. Es un lugar más bien sucio, caótico, ruidoso…pero fascinante.








Volvemos a pasar por la catedral:




Y llegamos a la Cappella Palatina, situada dentro del Palazzo dei Normanni. Los apartamentos reales estaban cerrados, pero la entrada la pagamos entera (creo recordar que cuesta 7 €) ... no saben nada estos sicilianos.
Construida al S. XII en estilo gótico normando, es una verdadera maravilla. Imposible no quedar deslumbrado con los enormes mosaicos de fondo dorado y la luz que desprenden. Ni siquiera la multitud de turistas que lo abarrotan consigue restarle encanto.




Comemos en Il Maestro del Brodo, donde unos trofie (pasta típica siciliana, una especie de macarrones pero más alargados y estrechos) con verduritas, unos Linguini con frutti di mare, postres y café nos cuesta unos 45 €.




Pasamos por la Piazza San Domenico, con la iglesia del mismo nombre…



… y continuamos hasta el oratorio de San Domenico.


Allí compramos el abono para visitar este oratorio y el de Santa Citta, que está muy cerca (10 €). Ambos contienen bellísimas esculturas de Giacomo Serpotta y, en la de San Domenico, además, otras pinturas de diversos autores, entre ellos Van Dyck. En el precio del primero también entra una audioguía.






Entramos por la Puerta Felice en la zona del puerto, bastante animada en las primeras horas de la tarde. El acceso al paseo estaba cerrado por obras, pero al menos hemos podido caminar descalzos por el césped, descansando así los pies.




Nos dirigimos de nuevo hacia el centro a comprar las entradas para una función de la Opera dei Pupi (marionetas sicilianas) en el Teatro Argento, y nos sentamos tranquilamente en un banco de la próxima Villa Bonnano para esperar la hora del espectáculo.


Estas representaciones fueron muy populares hasta los años 50 del siglo pasado, cuando entraron en peligro de extinción con la aparición de distracciones que todos conocemos bien hoy en día. Aún quedan algunos marionetistas que mantienen viva esta bonita tradición familiar.




Después de la representación, tenemos la ocasión de sostener uno de los pupi (pesan mucho, unos 10 kg) y hacernos una foto y felicitar al "maestro" por su arte en confeccionar a mano cada uno de los 15 pupi que hemos visto hoy en el escenario.

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