Isla de San Andrés ✏️ Diarios de Viajes de Colombia

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Día 11: Viaje a la Isla de San Andrés.

El vuelo desde Cartagena a San Andrés era bastante temprano, con lo cual no pudimos desayunar en el hotel de Cartagena. Nos tomamos un taxi al aeropuerto por 13000 COP (no era lejos).

Desayunamos en Café Valdés después de despachar las valijas, dos cafés y dos muffins (23000 COP).
Al momento de hacer el CheckIn se debe pagar un impuesto de entrada a la Isla de San Andrés de 105.000 COP c/u.

El vuelo de VivaColombia fue muy bien y al llegar nos tomamos un taxi desde el aeropuerto (15000 COP por unas pocas cuadras) ya que nuestra reserva en Decameron no incluía traslado (no lo sabíamos hasta ese momento).

Nuestro hotel era el Decameron Aquarium, con régimen All Inclusive. Cuando llegamos era bastante temprano y las habitaciones las entregan a las 15, por lo que tuvimos que esperar hasta esa hora, pero como ya te ponen la pulsera, podés usar todas las instalaciones y comer libremente. Desayunamos y al rato almorzamos.

El hotel tiene dos piscinas, una de agua dulce y otra natural, que no es más que un pedazo del mar que está limitado por boyas, con un muelle donde hay reposeras y una escalera para entrar al agua. En esa zona de puede pedir máscaras de snorkel y usar kayaks. El fondo del mar no tiene arena, sino que son piedras y algas. Esto hace que el agua sea super transparente y también que sea recomendable usar zapatos de agua para bañarse .

Por la tarde nos entregaron la habitación, en el edificio más nuevo del hotel por suerte (el único que tiene ascensor), justo arriba de uno de los restaurantes buffet y con buenas vistas al mar.

A la tardecita (después de ponerse el sol) fuimos al centro de San Andrés, a unas tres cuadras del hotel. Para nuestra sorpresa encontramos que hay muchos negocios tipo duty free, con muchas ofertas en bebidas alcohólicas, perfumes y ropa. Para los perfumes hay que tener cuidado porque no todo es original y la ropa tiene buenas ofertas pero no todo está a tan buen precio.

Cenamos en el restaurante buffet del hotel y nos fuimos a dormir porque nos habíamos levantado muy temprano.


Dia 12: Isla de San Andrés (excursión a Jonnhie Cay y Aquarium).

Desayunamos y nos fuimos a intentar reservar una mesa para cenar en alguno de los restaurantes a la carta, sin éxito porque resultó que era tarde (no eran ni las 9!!) y ya no había lugar. El sistema en Decameron es que se puede cenar en cualquiera de los cuatro restaurantes a la carta pero haciendo la reserva, el mismo día y desde las 7.30 am. Ya desde antes de las 7 hay gente esperando con lo cual hay que levantarse muy temprano para reservar. También está la posibilidad de ir a otro Decameron, son 6 en la isla y las instalaciones se pueden usar libremente alojándose en cualquiera de ellos aunque para almorzar o cenar es necesario reservar con un día de anticipación. Hay que tener en cuenta que el traslado entre hoteles no está incluido (algunos están cerca pero otros a varios kilómetros).

Nos quedamos haciendo tiempo hasta las 10 de la mañana, que salía nuestra excursión a Jonnhie Cay. La contratamos ahí mismo en el hotel (se puede conseguir más barato por fuera, pero como no teníamos referencias preferimos quedarnos tranquilos, con el plus de que regresan al hotel para el almuerzo). Costó 55.000 COP c/u, te llevan a la mañana al cayo y a la tarde a dar una vuelta por los manglares y al otro cayo, que le llaman Aquarium. El Jonnhie Cay es una isla muy pequeña frente a San Andrés, se puede darle la vuelta caminando por la costa (1,5 km y hay para ver peces, corales, etc.) y también por adentro (hay iguanas, algunas de más de un metro). Muchas excursiones incluyen almorzar en los puestos que están sobre la playa, nosotros solo tomamos un coco fresa (un coco abierto donde sirven el agua de coco mezclado con otras bebidas, 12.000 COP). El lugar estaba algo lleno de gente pero vale mucho la pena, el mar es turquesa, arenas blancas y hay muy buenas vistas del mar y de la isla de San Andrés. Tal vez deberían organizar un poco mejor la entrada y salida de lanchas, que están muy cerca de la gente que está en la playa (por esta misma desorganización por parte de los operadores turísticos es que tuvieron que cerrar el Cayo Bolivar, que en teoría es el mas lindo de todos y actualmente esta cerrado al turismo).

Al mediodia nos llevaron de vuelta al hotel para almorzar. Por la tarde recorrimos el puerto y los manglares y fuimos a ver el barco encajado en la barrera de coral que rodea la isla (estas cosas se ven desde la lancha). Después al Acuario, que es un cayo donde hay piedras y corales. Se juntan muchos peces de distintos colores y tamaños (se ven con snorkel). Ahi mismo el guía trajo una raya (mantarraya le llaman) para tocarla e interactuar algo con ella. Por último y después de que una nube con algo de lluvia nos pase por arriba mientras estábamos todavía en el mar, volvimos a las 5 de la tarde al hotel, ya con el día de sol llegando a su fin. En resumen la excursión estuvo muy buena, es indispensable llevar zapatos de agua porque hay mucho coral y sino, no se puede caminar por la costa.

Después de una buena ducha, volvimos al centro a hacer algunas compritas, encontré un par de camisas Tommy a buen precio y una Havaianas para reemplazar las que se me habían roto el día anterior, mas alguna cosa de maquillaje.

Cenamos otra vez en el restaurante buffet, ya que no habíamos reservado y tampoco se nos ocurrió el truco que si usamos un par de días después.

A la noche había show en la pileta, un grupo que tocaba Reggae pero que no era demasiado bueno, con lo cual escuchamos un par de canciones nada mas.


Día 13: Isla de San Andrés (Rocky Cay).

Ese día después de desayunar nos invitaron a visitar el Decameron Marazul, que es el de más categoría en la isla. Aceptamos porque quedaba cerca de Rocky Cay, que es donde queríamos ir a pasar el día y nos llevaban gratis. A cambio nos iban a dar una charla de 45 minutos pero que terminaron siendo más de 2 horas. Llegamos a la playa casi a las 12. No recomiendo aceptar la charla a menos que uno tenga la intención de comprar los paquetes que ofrecen porque se ponen muy pesados presionando para comprar.

Rocky Cay es un cayo que está frente a la isla de San Andrés (al este, como a la altura del medio de la isla) al cual se puede cruzar caminando sin que el agua se ponga profunda en ningún momento (son unos 300 metros mar adentro). Hay un club de playa de Decameron que se puede usar por huéspedes de cualquiera de los hoteles de la cadena. Para almorzar hay un restaurante buffet que hay que reservar con un día de anticipación, sino se puede consumir en el snack bar.

Almorzamos, cruzamos al cayo para visitarlo y tomar algunas fotos típicas. Después nos quedamos toda la tarde haciendo vida de playa.

Para volver, tomamos un taxi que compartimos con una pareja brasilera. Negociamos 20.000 COP por llevarnos a ambas parejas a sendos hoteles que estaban cerca uno de otro.

Por la noche compré una tarjeta de Internet en el hotel. En los Decameron el WiFi es pago y no hay cobertura en las habitaciones, algo que sabía de antemano y que no me parece que sea lógico teniendo en cuenta lo que se paga la estadía. Sobretodo porque el sistema no es bueno, suele cortarse y tampoco te permite desconectar todos los dispositivos (depende la versión de navegador) para utilizar el tiempo restante en otro momento. Tuve que pelearme con el conserje de turno porque no podia desconectarme, me dijo que me iban a devolver dos horas al dia siguiente (lo que había comprado) pero me devolvieron una sola (terminan ganando por desgaste).

Ese día si habíamos podido reservar la cena, por lo que cenamos en el restaurante Thai, en el cual comimos muy bien. Después fuimos a ver otro show en la pileta y al boliche que está en uno de los muelles con otra pareja de argentinos que habíamos conocido. Para nuestra sorpresa estaba completamente vacío, por lo que duramos poco tiempo y despues de unos tragos en la barra nos fuimos a dormir.


Día 14: Isla de San Andrés (vuelta a la isla).

Después de desayunar, nuestra idea era dar la vuelta a la isla, para lo que salimos a alquilar un carrito (del tipo de los de Golf). Alquilamos uno justo frente al hotel 100.000 COP las tres horas. Los carritos se alquilan para dar vuelta a la isla por la ruta que bordea la costa, hay de distintos tamaños y con distintos tipos de motor (el precio cambia obviamente). Para dar la vuelta entera sin parar se tarda unas dos horas aproximadamente (puede variar con la velocidad de cada carrito), pero se puede alquilar por mas tiempo o todo el día si uno se quiere quedar en los distintos lugares.

Dimos toda la vuelta arrancando primero hacia la punta norte de la isla (cerca de nuestro hotel), bajando por el oeste hasta el sur y volviendo a subir por el este, hasta llegar al hotel nuevamente. Yendo en ese sentido (se puede hacer al revés), en primer lugar se pasa por el centro del pueblo, luego por el aeropuerto y enfrente donde está el cartel gigante que dice “I love San Andres”. Después de la clásica foto seguimos camino hasta una zona donde está el “Salto Morgan”, una piscina natural (entre las piedras) en la que construyeron un trampolín para saltar desde unos 6 metros de altura. Increíblemente no me animé a saltar y es algo porque lo que voy a tener que volver a San Andrés. Siguiendo por la ruta, mas adelante hay otro lugar similar que se llama Piscinita, donde también hay un trampolín. Aquí no paramos porque había que pagar entrada y era similar al anterior (aunque parecía un poco mejor la infraestructura). Continuamos dando la vuelta, se pasa por algunos pueblos muy pequeños y algunas playas. Algunas son muy lindas pero son pequeñas y no hay nada de infraestructura. También se ven algunos hoteles y hostales que tienen como característica estar bastante aislados.
Ya volviendo a subir por la ruta que vuelve hacia el norte, atravesamos la zona de “San Luis”, el segundo pueblo en tamaño dentro de la isla. Pasamos por Rocky Cay (donde habíamos estado el dia anterior) con la idea de parar un rato pero había que pagar parking para el carro, lo cual no nos convenció por unos pocos minutos que íbamos a estar. Finalmente entramos en el Decameron Marazul, tomamos algo, estuvimos unos minutos y seguimos viaje de regreso al hotel.
El viaje en el carrito es divertido y hay muchos turistas dando vueltas. Lo que falta es un poco de información de los lugares donde ir. Por ejemplo hay una laguna en el centro de la isla, que por los comentarios que escuchamos es muy bonita. No nos enteramos que existía (y como llegar menos) hasta la última noche en San Andrés, cuando ya no tuvimos tiempo de ir.

Llegamos al hotel para el mediodía, por lo que almorzamos en el restaurante bufet (la única opción para el almuerzo). Por la tarde nos quedamos disfrutando las instalaciones del hotel, las piscinas, los kayaks, clases de baile, etc.

Para la cena no teníamos reserva para cenar a la carta, pero nuestra táctica era esperar el tiempo de tolerancia de 20 minutos para pedir que nos dejen entrar a ocupar alguna de las mesas que quedan vacías. En el primer intento (restaurante “La Bruja”) no nos permitieron entrar pero si en el restaurante italiano (“Mamá Leone”), donde comimos muy bien. Algo para mejorar es que los postres son todos los días las mismas dos o tres opciones, igual para todos los restaurantes.

Vimos un show de música y baile en la zona de la pileta. Tomamos algún trago y a dormir.


Día 15: Isla de San Andrés

Era nuestro último día completo de playa en Colombia y optamos por volver a Johnnie Cay, que nos había gustado mucho. Esta vez sin excursión, conseguimos una lancha en la zona donde está el muelle (muy cerca del hotel). Era algo caótico porque salen todas juntas y hay mucha gente, pero después de unos 15 minutos de espera salimos para el cayo. Pagamos 15.000 COP c/u (ida a las 9am y vuelta cerca de la 1pm, se puede volver mas tarde pero en ese caso hay que almorzar ahí).

Almorzamos en el buffet en el hotel, momento en el que se puso bastante feo el cielo y comenzó a llover. Pasado un rato teníamos sol otra vez y como me había quedado mal por no animarme a saltar desde el trampolín el día anterior, quisimos alquilar un carro nuevamente para ir hasta Piscinita, la que no habíamos conocido. Lamentablemente no conseguimos porque ya era tarde y no había disponibilidad. Ni siquiera encontramos bicicletas para alquilar. El destino no quiso que vuelva a intentar el salto, por lo que para desquitarme y como despedida de la playa, alquilamos un Jet Ski (120.000 COP la media hora). Nunca había probado andar en uno y mucho menos manejarlo. Después de un pequeño curso introductorio con las nociones básicas de conducción y de las indicaciones de por donde se puede andar, te lo dejan usar libremente. Fue muy interesante la experiencia, agarrando bastante velocidad y saltando algunas olas considerables.

Esa noche cenamos en La Bruja (habíamos reservado). Cenamos platos con mariscos y copas de vino, todo muy bien. Terminamos la noche bailando con un show que había en el muelle, hasta que la lluvia apareció nuevamente e hizo que tengamos que mudarnos de urgencia hasta la disco. Estuvimos un rato, tomando unos tragos y a dormir.

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