Lunes 17 de abril de 2017: Vuelo a Luxor + Templos de Karnak y Luxor + Luz y Sonido en Karnak
Hoy madrugamos: a las 05.45 am nos pasaron a buscar por el hotel para llevarnos al aeropuerto, porque volábamos a Luxor.
Hicimos el check-out y la gente de recepción nos entregó una caja de desayuno para el viaje: un jugo de manzana, un budín, una factura, una mandarina, una manzana y un frasco de mermelada (que me resultó muy útil más adelante ).
Llegamos al aeropuerto y pasamos los controles. Encontramos a Ahmed, el coordinador de Galaxia, que ayudó a algunos a sacar sus pasajes. A todos les asignaron asientos separados menos a nosotros, que nos dieron dos asientos juntos
El vuelo de Egyptair salió a las 08.15 am, como estaba previsto, y duró un poco más de una hora. Viajamos tranquilos y sin inconvenientes. En el trayecto nos dieron un jugo de naranja.
Ya en el aeropuerto de Luxor, buscamos el equipaje y se lo dejamos a la gente de la agencia, ellos lo iban a llevar a la motonave porque como el horario de ingreso al barco era cerca del mediodía, íbamos a aprovechar ese tiempo para hacer dos visitas con nuestro guía.
La primera fue al Templo de Karnak, donde permanecimos dos horas. Este fue uno de los templos que más me gustó del viaje. El recinto era ENORME; para entrar pasamos unos controles y llegamos al centro de visitantes, en el que vimos una maqueta del templo y escuchamos las explicaciones del guía. Seguimos avanzando hasta que de a poco apareció la avenida de esfinges con cuerpo de león y cabeza de carnero. Desde este punto teníamos una vista completa del primer pilono o fachada.
Fuimos caminando en grupo por todo el templo, pasamos por la sala hipóstila, el obelisco de Hatshepsut y la visita terminó en el lago sagrado, frente a la estatua del escarabajo, a la que, por las dudas, le dimos las 7 vueltas . Luego, tiempo libre.
En el recorrido vimos varios grupos de adolescentes, de hecho, uno se me acercó y me hizo señas con la cámara, yo pensé que quería que le sacara una foto y asentí con la cabeza. ¡Pero había entendido mal… él se quería sacar una foto conmigo! ¡me sentí famosa! El guía nos dijo que era normal, que algunas personas querían sacarse fotos con los turistas y tenerlas de recuerdo.
Lo que nos impresionó más de este templo, además de su grandiosidad, fue la sala hipóstila. Constaba de 134 columnas, algunas de las cuales llegaban a tener una altura de casi 25 mts. Estaban llenas de relieves bastante bien conservados. Era una obra magistral.
La segunda visita fue al Templo de Luxor, que era mucho más pequeño que el anterior, pero tenía su encanto. A este templo le dedicamos una hora, aunque la mayoría se ocupó con las explicaciones.
En la entrada nos recibieron dos estatuas enormes de Ramsés II sentadas, una de pie y otra que aparentemente estaban restaurando, porque estaba cubierta con un manto blanco. También se veía uno de los dos obeliscos del templo, el que falta es el que regalaron los egipcios a los franceses y que ahora está en la plaza de la Concordia en París.
El detalle de las columnas y los dibujos de los relieves eran formidables:
Una de las cosas que nos llamaron la atención eran los dibujos con motivos religiosos que aparecían en una de las partes superiores del templo; el guía nos explicó que era una reforma de los cristianos.
Terminadas ambas visitas, embarcamos en la motonave Amarco. Nos pareció sensacional, elegante y bien cuidada. Pasamos a uno de los salones de la recepción y nada más llegar nos ofrecieron karkadé y otra infusión que no recuerdo el nombre (era de otro color). Ramzy nos pidió los pasaportes para el check-in, al rato nos devolvió la documentación y nos repartió unos papeles al azar donde figuraba el número de camarote (sin el nombre de los pasajeros, que era lo que teníamos que completar nosotros). Nos tocó el 215, en la primera planta, el más cercano a la joyería del barco. ¡Qué peligro! El camarote estaba bien decorado y era cómodo (sobre todo la cama y las almohadas) y tenía una ventana grande desde donde se podía contemplar el Nilo.
Después de acomodarnos, bajamos al subsuelo donde estaba el comedor. El almuerzo era buffet.
Teníamos la tarde libre, así que aprovechamos para salir a conocer el mercado de Luxor. Cuando salimos, vimos que el Amarco estaba amarrado a media cuadra del templo de Luxor. ¡Qué privilegio!
Intentamos hacer dos pasos, pero se nos interpuso un hombre que nos ofrecía un paseo en barco, lo ignoramos, pero nos siguió insistiendo. Le dijimos “no, gracias” (“la, shukran”), le hicimos gestos de que no queríamos nada y no había caso, caminaba a la par nuestra. Recurrí al “Jalass” (“basta”) y fue un momento mágico, porque el hombre se sorprendió, me dijo “ok, ok” y se fue
Seguimos caminando (el mercado de Luxor estaba a pocas cuadras de la motonave) y por las calles vimos que estaba lleno de gente, muchos grupos de adolescentes y familias se reunían y hacían en las veredas. Se debía a que ese día era la fiesta Sham El-Nessim, en la que se celebraba la llegada de la primavera.
Llegamos al mercado y recorrimos las pocas calles con puestos, los vendedores no eran tan agobiantes. Hicimos unas compras y pusimos en práctica nuestras escasas habilidades de regateo. A mí particularmente me causaba fastidio porque no sabía realmente cuánto costaba lo que estaba comprando o mirando y además por ser turista seguro aumentaban el precio. Pero son sus costumbres y las acepto.
Volvimos al Amarco y a las 18:30 pm nos pasaron a buscar para ver el espectáculo de luz y sonido en Karnak, excursión que solo nosotros habíamos contratado (USD 40). La persona que nos llevó hablaba algo de inglés y poco español; una vez en el recinto, nos sacó las entradas y nos entregó unos auriculares para escuchar el audio, que era en inglés. Esta vez llevaba mis propios auriculares
No fuimos al luz y sonido de las pirámides, pero sabíamos que este era diferente. Cuando llegamos había bastante gente, pero de a poco nos acomodamos entre la multitud para encontrar una buena ubicación. Ya en las gradas, contemplamos el templo iluminado, que sumado a la noche estrellada formaba un paisaje mágico.
Cuando llegamos a la motonave fuimos directo a cenar. Esta vez la comida no era buffet, sino que nos iban sirviendo distintos platos, todos ricos y con buena presentación. Luego de la cena había un espectáculo de danza de vientre en el salón, pero no fuimos porque preferimos descansar, el día siguiente era un día especial que empezaba con uno de los dos grandes madrugones del viaje…
Hoy madrugamos: a las 05.45 am nos pasaron a buscar por el hotel para llevarnos al aeropuerto, porque volábamos a Luxor.
Hicimos el check-out y la gente de recepción nos entregó una caja de desayuno para el viaje: un jugo de manzana, un budín, una factura, una mandarina, una manzana y un frasco de mermelada (que me resultó muy útil más adelante ).
Llegamos al aeropuerto y pasamos los controles. Encontramos a Ahmed, el coordinador de Galaxia, que ayudó a algunos a sacar sus pasajes. A todos les asignaron asientos separados menos a nosotros, que nos dieron dos asientos juntos
El vuelo de Egyptair salió a las 08.15 am, como estaba previsto, y duró un poco más de una hora. Viajamos tranquilos y sin inconvenientes. En el trayecto nos dieron un jugo de naranja.
Ya en el aeropuerto de Luxor, buscamos el equipaje y se lo dejamos a la gente de la agencia, ellos lo iban a llevar a la motonave porque como el horario de ingreso al barco era cerca del mediodía, íbamos a aprovechar ese tiempo para hacer dos visitas con nuestro guía.
La primera fue al Templo de Karnak, donde permanecimos dos horas. Este fue uno de los templos que más me gustó del viaje. El recinto era ENORME; para entrar pasamos unos controles y llegamos al centro de visitantes, en el que vimos una maqueta del templo y escuchamos las explicaciones del guía. Seguimos avanzando hasta que de a poco apareció la avenida de esfinges con cuerpo de león y cabeza de carnero. Desde este punto teníamos una vista completa del primer pilono o fachada.
Fuimos caminando en grupo por todo el templo, pasamos por la sala hipóstila, el obelisco de Hatshepsut y la visita terminó en el lago sagrado, frente a la estatua del escarabajo, a la que, por las dudas, le dimos las 7 vueltas . Luego, tiempo libre.
En el recorrido vimos varios grupos de adolescentes, de hecho, uno se me acercó y me hizo señas con la cámara, yo pensé que quería que le sacara una foto y asentí con la cabeza. ¡Pero había entendido mal… él se quería sacar una foto conmigo! ¡me sentí famosa! El guía nos dijo que era normal, que algunas personas querían sacarse fotos con los turistas y tenerlas de recuerdo.
Lo que nos impresionó más de este templo, además de su grandiosidad, fue la sala hipóstila. Constaba de 134 columnas, algunas de las cuales llegaban a tener una altura de casi 25 mts. Estaban llenas de relieves bastante bien conservados. Era una obra magistral.
La segunda visita fue al Templo de Luxor, que era mucho más pequeño que el anterior, pero tenía su encanto. A este templo le dedicamos una hora, aunque la mayoría se ocupó con las explicaciones.
En la entrada nos recibieron dos estatuas enormes de Ramsés II sentadas, una de pie y otra que aparentemente estaban restaurando, porque estaba cubierta con un manto blanco. También se veía uno de los dos obeliscos del templo, el que falta es el que regalaron los egipcios a los franceses y que ahora está en la plaza de la Concordia en París.
El detalle de las columnas y los dibujos de los relieves eran formidables:
Una de las cosas que nos llamaron la atención eran los dibujos con motivos religiosos que aparecían en una de las partes superiores del templo; el guía nos explicó que era una reforma de los cristianos.
Terminadas ambas visitas, embarcamos en la motonave Amarco. Nos pareció sensacional, elegante y bien cuidada. Pasamos a uno de los salones de la recepción y nada más llegar nos ofrecieron karkadé y otra infusión que no recuerdo el nombre (era de otro color). Ramzy nos pidió los pasaportes para el check-in, al rato nos devolvió la documentación y nos repartió unos papeles al azar donde figuraba el número de camarote (sin el nombre de los pasajeros, que era lo que teníamos que completar nosotros). Nos tocó el 215, en la primera planta, el más cercano a la joyería del barco. ¡Qué peligro! El camarote estaba bien decorado y era cómodo (sobre todo la cama y las almohadas) y tenía una ventana grande desde donde se podía contemplar el Nilo.
Después de acomodarnos, bajamos al subsuelo donde estaba el comedor. El almuerzo era buffet.
Teníamos la tarde libre, así que aprovechamos para salir a conocer el mercado de Luxor. Cuando salimos, vimos que el Amarco estaba amarrado a media cuadra del templo de Luxor. ¡Qué privilegio!
Intentamos hacer dos pasos, pero se nos interpuso un hombre que nos ofrecía un paseo en barco, lo ignoramos, pero nos siguió insistiendo. Le dijimos “no, gracias” (“la, shukran”), le hicimos gestos de que no queríamos nada y no había caso, caminaba a la par nuestra. Recurrí al “Jalass” (“basta”) y fue un momento mágico, porque el hombre se sorprendió, me dijo “ok, ok” y se fue
Seguimos caminando (el mercado de Luxor estaba a pocas cuadras de la motonave) y por las calles vimos que estaba lleno de gente, muchos grupos de adolescentes y familias se reunían y hacían en las veredas. Se debía a que ese día era la fiesta Sham El-Nessim, en la que se celebraba la llegada de la primavera.
Llegamos al mercado y recorrimos las pocas calles con puestos, los vendedores no eran tan agobiantes. Hicimos unas compras y pusimos en práctica nuestras escasas habilidades de regateo. A mí particularmente me causaba fastidio porque no sabía realmente cuánto costaba lo que estaba comprando o mirando y además por ser turista seguro aumentaban el precio. Pero son sus costumbres y las acepto.
Volvimos al Amarco y a las 18:30 pm nos pasaron a buscar para ver el espectáculo de luz y sonido en Karnak, excursión que solo nosotros habíamos contratado (USD 40). La persona que nos llevó hablaba algo de inglés y poco español; una vez en el recinto, nos sacó las entradas y nos entregó unos auriculares para escuchar el audio, que era en inglés. Esta vez llevaba mis propios auriculares
No fuimos al luz y sonido de las pirámides, pero sabíamos que este era diferente. Cuando llegamos había bastante gente, pero de a poco nos acomodamos entre la multitud para encontrar una buena ubicación. Ya en las gradas, contemplamos el templo iluminado, que sumado a la noche estrellada formaba un paisaje mágico.
Cuando llegamos a la motonave fuimos directo a cenar. Esta vez la comida no era buffet, sino que nos iban sirviendo distintos platos, todos ricos y con buena presentación. Luego de la cena había un espectáculo de danza de vientre en el salón, pero no fuimos porque preferimos descansar, el día siguiente era un día especial que empezaba con uno de los dos grandes madrugones del viaje…