Madrugamos, desayunamos en nuestro Gasthof y conducimos hasta Baden -Baden. Aparcamos en el parking de las Termas de Caracalla y lamentamos no tener el suficiente tiempo para relajarnos en sus instalaciones.
Vemos calles limpias y floreadas, llenas de pastelerías, restaurantes y Clínicas. Llegamos al casino, un edificio elegante con una parte más moderna que el resto. Se respira aristocracia y se puede entrever que hubo un día en el que los residentes y visitantes eran gente adinerada y con ganas de un buen descanso.
Después cogemos la Carretera de la alta Selva negra desviándonos hacia Sasbachwalden donde damos una vuelta sin cruzarnos a nadie y disfrutamos de la vistas de las viñas lejanas.

Ya es hora de comer y hace mucho calor, por lo que paramos en el primer restaurante que encontramos volviendo hacia la carretera principal.
Comemos en una terraza con bonitas vistas y pedimos dos Tartes Flambées (bacon y queso, el otro de feta y tomate) que aquí se llaman Flammkuchen y un schnitzel (filete de cerdo empanado).
Con los estómagos llenos, seguimos conduciendo y nos encontramos por el camino con el lago Mummelsee de aguas verdes, barquitos de madera y rodeado de selva negra. Un tranquilo lugar para relajarse.
Emprendemos el camino y llegamos a las ruinas de Allerheilligen que están conectadas con unas cataratas . Vemos las ruinas y como ya es un poco tarde no hacemos el camino completo sino que vamos con el coche al aparcamiento donde empiezan las cataratas ,que está unos kilómetros más adelante. Entramos y paseando a través de un camino por la naturaleza con escaleras empinadas y puentes de madera vamos viendo las distintas cataratas. Es un lugar que transmite una gran tranquilidad.


Volvemos a Gengenbach por unas carreteras con preciosos paisajes y cenamos en el restaurante Zum Tur un bocadillo de queso Müster y un par de salchichas ahumadas con ensalada de patata.