Milford Sound. Recorrido por el fiordo. Camino a los Catlins ✏️ Diarios de Viajes de Nueva Zelanda

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El desayuno en el Wanderer es también abundante y variado.

El fiordo se encuentra cubierto de nubes que nos dejan ver parcialmente las montañas que se alzan sobre el nivel del agua. Tiempo algo ventoso y desapacible. Propio de esta zona en la que llueve una media de 200 días al año.

El barco se pone en marcha, esta vez de forma más rápida, y comienza el recorrido estándar que realizan los muchos cruceros que atraviesan el fiordo.

Abandona Harrison Cove y se acerca a los acantilados meridionales. La base del Mitre Peak, otros acantilados con cascadas finas que se deslizan por sus altas paredes, quizá Fairy Falls y Bridalveil Falls. Cascadas con nombre entre otras muchas cascadas temporales que se incrementan con las lluvias. Por la noche ha estado lloviendo y se va notando en que vemos más caídas de agua. Pero parece que la lluvia no ha sido muy abundante porque no hay cascadas aparatosas.





Como el fiordo no es muy ancho también se pueden ver las cascadas de los acantilados del otro lado. En la distancia se aprecia mejor la forma de U del valle colgante del que cae la cascada Stirling. Por las laderas de la montaña Elefante se desliza de forma sinuosa una peculiar caída en forma de S, Palisade Falls.



Se acerca al Mar de Tasmania pasando por la bahía Anita que ya conocían los maoríes pues era aquí donde venían a recoger la piedra verde parecida al jade.
También deja a la izquierda St.Anne Point donde hay un pequeño faro y como ya estamos en mar abierto se nota el agua bastante más agitada. Hay más olas, el viento sopla fuerte y hay mucha más nubosidad.







La vuelta la va desarrollando cercana a los acantilados del otro lado del fiordo. Pasamos por los acantilados de la montaña Elefante y la base de Palisade Falls.
Ahora se acerca más a un acantilado dónde sobresale un afloramiento rocoso brillante donde descansan tranquilamente una colonia de lobos marinos.





De nuevo pasamos por delante de la cascada Stirling y otra vez el barco se acerca a su base para sentir mejor la gran fuerza del caudal de agua que cae desde gran altura.






Al paso por Harrison Cove observamos en su punta las instalaciones del observatorio marino. Seguimos viendo paisajes conocidos, ahora cubiertos de nubes.
Las cascadas Bowen y fin del viaje. Sobre una hora y media habremos estado navegando y siendo las 9:15 procedemos a desembarcar.






Los coches estaban perfectamente donde los habíamos dejado. Y nuevamente en carretera que hoy tenemos muchos kilómetros por delante.

Recorremos otra vez esta maravillosa carretera escénica que es la Milford Road, en la que observamos también un incremento de las cascadas, antes y después del túnel. Toda la carretera de un tirón hasta Te Anau donde paramos a repostar gasolina.

Dejamos atrás las tierras del Parque Nacional Fiorland. El parque más grande de Nueva Zelanda, nombrado Patrimonio de la Humanidad en 1986 por sus increíbles características naturales, su belleza excepcional y por sus muestras de la historia de la evolución y formación de la Tierra. En 1990 Fiorland se unió a los Parques Nacionales Mt. Aspiring, Mt. Cook y Westland, formando un área de Patrimonio Natural más extensa denominada Wahipounamu.

Ahora nos dirigimos a Southland, otra región excepcional, aunque no sea Patrimonio de la Humanidad. Una región de contrastes, escarpadas costas, naturaleza virgen y grandes extensiones de campos.

Para recorrer esta zona nada mejor que la Southern Scenic Route, SH92, desde Te Anau, Manapouri, Tuatepere, Riverton e Invercargill, luego atraviesa los Catlins y finaliza en Dunedin. En realidad comienza en Queenstown, pero ese tramo ya lo habíamos recorrido.

Aunque hay atracciones bastantes en esta carretera escénica no pensábamos hacer paradas hasta llegar a Invercargill.

Sin embargo paramos en Riverton porque una rueda de uno de los coches ha perdido mucho aire y necesita inflarse con prioridad. Volvemos a la pesadilla de las ruedas, aunque esta vez fue algo más liviana.
Nos detuvimos en la primera gasolinera que encontramos que era también un taller mecánico. Bastante curiosa. Frente a la bahía Taramea que se encuentra con marea baja.





Para esta localidad la guía Lonely recomienda como sitio curioso para comer, Beach House, y fue lo mismo que nos recomendó el señor de la gasolinera. Y sin saber cómo ni porqué nos vimos enfilando de nuevo la carretera y alejándonos del lugar, que estaba población adentro, al otro lado de la bahía.

En esta carretera buscamos el Mrs Clark’s Café, la segunda recomendación, pero no lo encontrábamos. Actualmente tiene otro nombre, The Crib Café y en un lateral del edificio figura una placa con Mrs Clark’s Café, fundado en 1891. Un sitio bastante recomendable para tomarse algo.
Comimos bastante bien.





Riverton me pareció bonito y un pueblo curioso, la primera muestra de otros pueblos costeros similares que nos encontraríamos por los Catlins.

CATLINS

Es una región encantadora que va combinando tierras agrícolas exuberantes, bosques autóctonos, amplias y desiertas playas, muchos paisajes costeros, algunas cascadas adentradas en el bosque, fenómenos geológicos y varias oportunidades de ver fauna.

Hicimos nuestra entrada a los Catlins desde la SH92 por Fortrose, en donde nos desviamos a Waipapa point.

Waipapa Point es un promontorio rocoso en el extremo suroeste de los Catlins. Se distingue una playa dorada con puntitos oscuros, una plataforma de rocas y un faro en lo alto de un montículo.







Bajamos a la playa y los puntos oscuros no eran sino grandes leones marinos que se encuentran recostados en la arena y parece que estuvieran emborrizados en pan rallado. Parecen dormitar tranquilos y solo alguno se mueve de vez en cuando. Aunque no hay que fiarse pues pueden llegar a ser peligrosos.

Al lado, la plataforma de rocas contra las que choca el mar a la que podemos subirnos pues la marea se encuentra alejada. Al otro lado se extiende ondeando la playa dorada bajo pequeños acantilados tapizados de “tussock”.
En lo alto de un montículo un faro de madera, de los últimos de NZ, construido en 1884. Todavía está en activo y se encuentra automatizado desde 1976.
Esta es una zona ventosa y en la que ha habido varios naufragios. Este faro fue construido tres años después del naufragio más notable, un vapor de pasajeros en 1881 en el que perdieron la vida 131 personas, solo se salvaron 20. Hay carteles cerca del faro explicando esto y como fue construido el propio faro.
Muestra de lo ventosa que es la zona son los árboles y arbustos que han crecido con extrañas y curiosas formas.





La carretera costera sigue y pasado Haldane nos detenemos en Slope Point
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Es un punto anecdótico, el punto más meridional de la Isla Sur de NZ. Un poste amarillo indica que para el Polo Sur hay 4803 km. y al Ecuador 5140 km. Pero se trata de algo más.
Se puede disfrutar de unas vistas excelentes, no solo del mar sino también de los erosionados acantilados que descienden hacia él.







Las tierras alrededor de Slope Point son propiedad privada y hay que atravesarlas por un sendero no oficial pero marcado por los pasos de los visitantes. Son extensos prados para las ovejas, sin granja ni edificio alguno a la vista. No se puede pasar en época de cría de las ovejas, de septiembre a noviembre. Unos 20 minutos de caminata.





De vuelta a la carretera costera nuestro próximo desvío es a Curio Bay.

Es el momento adecuado pues es posible su visita cuatro horas antes y después de la bajamar. La bajamar del día 21 de febrero había sido a las 5:08. Y una hora antes del ocaso para tener posibilidad de ver los pingüinos ojigualdos que se encaminan a la costa.

Curio Bay se encuentra atestado de gente posicionada sobre aparentes rocas. Todos esperando la llegada de los pingüinos. Tan solo apareció uno algo lejano. Caminando a saltitos indiferente a la expectación que estaba creando. Realmente simpático este animalito.
Estuvimos bastante rato por allí y ningún otro apareció. Y no me extraña, si ven a tanta gente lo mismo se dan la vuelta y regresan de noche.





Y las rocas no son otra cosa que restos de un bosque petrificado de kauri subtropical y otros árboles que se remonta a la época del Jurásico, hace como de 135 a 190 millones de años. Es una de las maravillas geológicas del mundo.






Nos encontramos con unas chicas de Burgos, con las que ya habíamos coincidido en algún otro lugar de NZ, y no tenían ni idea de que aquello fueran árboles petrificados.

Desde la playa se veía un mirador por encima de la zona del acantilado. Pasando una zona de acampada, con parcelas bonitas rodeadas de vegetación, localizamos este mirador. Aunque las vistas no logran superar lo que hemos visto en la playa.






Nuestro alojamiento lo tenemos a unos 7 km., en Waikawa. En todos los alojamientos había indicado como hora de llegada de 7 a 8, en prevención de que no hubiera nadie esperándonos en recepción. En este alojamiento no hay recepción ya que se trata de una casa alquilada a un particular. Suponiendo que estuvieran esperándonos y siendo casi las 8, uno de los coches tuvimos que marcharnos, el resto se quedaron visitando tranquilamente la bahía de al lado.

Estaba preocupada por algo relacionado con la vivienda que había leído en internet, la opinión de un huésped que le costó lo suyo encontrar a los dueños de la vivienda para que le dieran la llave.

Dimos con ella fácilmente y vemos que sale de la casa una pareja a nuestro encuentro. Pero no eran los dueños sino una pareja de franceses que tenían una reserva y estaban esperando a los dueños. No sabían hablar bien inglés pero pudimos entender esto. Les hicimos comprender que aquella no era su vivienda reservada, pues ellos eran solo dos y la casa era para ocho personas.

Metimos las maletas y nos posicionamos en la casa. La casa estaba abierta y sin llave.
En un porche de la entrada había un teléfono y un par de números a los que llamar. Pero nadie contestaba en ninguno de los dos números. Los franceses se resignaron y se montaron en su coche. Más tarde los vimos y comentaron que había habido una equivocación con su reserva.

La casa se llama Waikawa Harbour View. Con un nombre bastante apropiado. Las vistas de la bahía de Waikawa eran de impresión. Y la casa una preciosidad. Cuatro dormitorios bien equipados, dos baños grandes, una cocina amplia, un enorme salón con dos puertas a sendos porches con vistas a la bahía. Uno de los mejores alojamientos que hemos tenido y a un precio imbatible. La única pega era el wifi. Habían dejado tan sólo un código para 100MB gratis y el resto era de pago. Pero como no había nadie a quien pagarle, pues eso.







Nos alojamos en la casa y no vimos a los dueños, ni a la entrada ni a la salida. Pero ya se habian ellos encargado de cobrar en la tarjeta que había dado yo como garantía.

Del atardecer con estas vistas, poco pudimos disfrutar, porque nos entretuvimos con el tema de maletas y reparto de dormitorios y porque la tarde finalizó con el cielo nublado. Casi enseguida comenzó a llover. Desde que amanecimos en Milford Sound con tiempo nublado, el día había continuado nublado pero la lluvia nos había respetado hasta ahora.

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