LOS CATLINS. Noche en Dunedin ✏️ Diarios de Viajes de Nueva Zelanda

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Amanecimos con las preciosas vistas de Waikawa Bay. Me hubiera encantado haber estado más tiempo en esta estupenda casa.




Se nos presenta un día con una agenda completísima, difícil de cumplir. A ver lo que podemos hacer.

De primeras retrocedemos camino a Porpoise Bay que algunos compañeros tuvieron la suerte de visitar ayer y ver algunos delfines, así como de tomarse un baño. Pero estábamos otros cuatro que no la habíamos visto.

Como ya dije Porpoise Bay es la vecina de Curio Bay y tiene unas playas preciosas. Pero su característica más notable es la de ser el hogar de una pequeña colonia de delfines Hector que vienen en verano a cuidar a sus crías. Los delfines Hector son una de las especies más pequeñas del mundo y solo se pueden avistar en NZ.





Pasados Waikawa y Niagara nos incorporamos a la SH92.

La parada programada más cercana es McLean Falls
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Para llegar a ellas hay que desviarse a la Rewcastle Rd. Carretera escénica sin asfaltar en la que hay que recorrer tres kilómetros para enconntrarse con el aparcamiento.

Una pequeña caminata de unos 45 minutos, ida y vuelta. Primeramente hay que cruzar un arroyo tributario llamado Duckaday Creek, dónde un primer colono, Doug McLean, gustaba de bañarse en él. Las cascadas Maclean reciben su nombre por este antiguo colono.
Luego el camino sigue por medio de variado bosque de árboles y arbustos nativos que se encuentran etiquetados por si se quiere ir identificando la variedad de vegetación. En tramos unas pasarelas y puentes ayudan a tener los pies secos.





El camino sigue el curso del río Tautuku con vistas ocasionales del mismo. El paseo no es difícil y aunque tiene cierta pendiente no es muy acusada.




Las cascadas McLean son de las más espectaculares de los Catlins, junto con Purakanui Falls, son las más visitadas, también por tener fácil acceso.



También son las más altas, 22 km. Un salto único, a más altura, cuya agua se desliza por otras cortas cascadas salvando varias terrazas y desniveles. Para ver de cerca el salto más alto es posible trepando unas piedras que pueden estar resbaladizas.




Antes de llegar a este conjunto de caídas hay otras dos pequeñas cascadas que te encuentras por el camino. Hay que seguir más adelante para contemplar el conjunto más espectacular.




De vuelta a la Southern Rd., al poco vemos el desvío para llegar a Cathedral Caves cuyo acceso está cerrado. Esta es una de las principales atracciones de los Cathlins y yo tenía especial interés en visitarlas. Pero ya me imaginaba con anterioridad que no iba a poder ser, cuando anotaba el horario de las mareas y la ruta que teníamos. La marea baja había tenido lugar por la mañana temprano y la siguiente era a media tarde. Solo se puede visitar dos horas antes y después de la bajamar. Me leí completa la página oficial la noche anterior con el poco internet que teníamos y no vi siquiera una posibilidad de poder acercarnos aunque fuera solo a ver la playa desde arriba y tampoco cuadraron las distintas variantes del recorrido del día.

Son cinco cuevas interconectadas en la playa de Waipati. Impresionantes según el parecer de mucha gente. Pero todo no se puede tener. Si ayer nos vino muy bien el horario de la marea para la visita a Curio Bay hoy nos viene fatal para esta visita.

A pocos minutos nos detuvimos en el Mirror Lake Wilkie. Es un paseo agradable que no requiere mucho tiempo por una pasarela alrededor del lago. Es un lago de dunas con origen en la última glaciación de hace 13000 años. El paseo tiene varios paneles explicando la regeneración de los árboles y su progresión entorno a este lago de aguas tranquilas. Gracias a estas aguas tranquilas el lago ofrece bonitas reflexiones.





Un kilómetro después un camino de grava conduce hasta la bahía de Tautuku, por el que no entramos pues la rueda del coche sigue dando problemas. Necesita aire con urgencia y no vemos ninguna gasolinera.

No obstante poco después nos paramos en un mirador sobre la colina Florence.
Las vistas de la bahía de Tautuku y la península del mismo nombre al fondo son preciosas, con un rico colorido.



Nos vamos sin detenernos hacia Papatowai porque hemos leído en un folleto que hay allí una pequeña gasolinera.
Papatowai es un pequeño asentamiento desde el que salen unos cuantos senderos y una zona de picnic. Una tienda que vende diversos artículos y tiene un pequeño surtidor de gasolina. Pero no está equipada para rellenar de aire las ruedas. Le contamos al dueño el problema, le echa un vistazo a la rueda y se mete dentro de una especie de almacén. Apareció con un pequeño aparato que infla aire manualmente. Suficiente para llegar hasta la próxima población con gasolinera y taller, en Owaka, tal y como nos dijo. Fue super amable y no quería cobrar nada por el servicio, ante lo cual echamos gasolina a uno de los coches, aunque no la necesitaba aún, en agradecimiento por su gesto que nos había sacado del apuro.

A las cascadas Matai no llegamos porque la carretera de acceso estaba cortada y las indicaciones nos desviaban por otro lado que suponía dar mucha vuelta.

Pero si fuimos a visitar Purakanui Falls.

Esta también es otra atracción conocida y su foto se refleja en muchos folletos de la zona. La desviación para llegar hasta estas cascadas está bien señalizada.
Por la Waikoato Valley Rd y desvío a la izquierda en la Purakanui Falls Rd., ambas carreteras de tierra. Un bonito y fácil paseo de no más de 10 minutos, bajo grandes árboles de lengas, (antiguas hayas) hayas y podocarpos.
Cascada que cae en tres niveles, con forma abierta como de abanico, muy vistosa enmarcada entre la vegetación.





Siguiendo esta misma carretera de grava nos fuimos acercando al litoral del mar. Al denominado Jack’s Blowhole.

Se aparca cerca de una playa muy bonita. Una ruta de 30 minutos, con algo de subida, nos lleva por encima del litoral marítimo. Los accesos son en medio de una propiedad privada con algunas puertas de largueros para que no pase el ganado. Es una costa bastante expuesta al viento, no hay más que fijarse en algunos árboles retorcidos, y con fuertes marejadas. Vemos rugir las olas allá en lo hondo y también como juguetean muchas focas que desde arriba parecen puntitos negros.






Tanto la bahía, como la isla cercana tienen el mismo nombre de Jack que parece ser que era un jefe maorí que tenía malas pulgas. El Jack’s Blowhole no es más que una sima a 55 m. de profundidad que se formó cuando el techo de una gran cueva subterránea fue erosionando y colapsó. El agua que empujan las olas se comprimen en un túnel subterráneo y explota creando efectos visuales y de sonido rugiente, como un gran bufadero.


No nos pareció gran cosa pero las vistas de amplio alcance y las profundas del acantilado costero nos compensaron el paseo.





En Owaka encontramos la gasolinera enseguida. Y tenía un taller de neumáticos. Dejamos allí el coche mientras nos íbamos a comer. Este pueblo es el principal núcleo de población de los Catlins, y eso que tiene solo unos 300 habitantes.
La rueda tenía un señor clavo introducido en la misma. La arreglaron mientras comimos y dispuestos a seguir carretera.

Para llegar a Surat Bay cogimos una carretera secundaria que va rodeando el estuario del río Catlins hasta New Haven. Desde Surat Bay Scenic Reserve sale una ruta que lleva hasta la playa y, si se quiere, puede continuar hasta la vecina Cannibal Bay.



Surat Bay es una bonita y amplia playa dorada con buenas vistas, como casi todas las de los Catlins.






Pero su principal atractivo añadido es que en la misma vive una colonia de leones marinos. Fuimos paseando tranquilamente sobre la arena blanda y mojada y enseguida nos encontramos algunos, recostados en la arena y envueltos en la misma. Uno de ellos estaba menos dormilón y se movía haciendo diferentes poses, como sabiendo que le estaban haciendo fotos. De vez en cuando, si alguien se acercaba demasiado, lanzaba su rugido para avisar que aquel era su territorio.





De nuevo en la SH92 llegamos a Kaka Point y desde aquí a Nugget Point por la carretera que llaman Esplanade.

Nugget Point es el mirador más famoso de los Catlins. Son una serie de peñascos rocosos que sobresalen del mar en diferentes formatos, pero a alguien le recordaría su forma a los “nugget” y le pusieron ese nombre. Los mismos se encuentran en la punta de un cabo que se adentra en el mar con una cierta altura. Sobre este cabo está el mirador.


Pero el lugar no solo tiene estos islotes rocosos.
En la cima hay un vistoso faro de 1869, el Tokata lighthouse, que se encuentra en activo, actualmente automatizado y se encarga de prevenir a los barcos de esos islotes rocosos.




Desde el aparcamiento hay un camino que sube hasta la base del faro en dónde se encuentra el mirador. Por el camino ya se puede ir disfrutando de los acantilados costeros que caen hacia el mar y de los muchos accidentes rocosos que presenta el litoral. En algunos de ellos se ven como puntos diminutos saltando y retozando, son algunas focas.





En algún punto del camino y en el mirador se puede echar un vistazo a la vecina Roaring Bay en donde se acercan pingüinos de ojos amarillos. Pero las vistas son lejanas y además no es la hora en la que vuelven del mar.





Mirando los islotes rocosos en el mirador, el sol estaba oculto tras unas nubes. En un momento dado las nubes se apartaron y parte de estos islotes resplandecieron bajo el sol. Inolvidable.





De nuevo pasamos por Kaka Point y continuando por esta carretera Esplanade llegamos a Balclutha.





Desde Balclutha por la SH 1 directos para Dunedin donde hacemos noche.


Llegamos con la última luz del día y solo nos dio tiempo a hacer una foto a la atractiva estación de ferrocarril. Es un edificio construido en 1906 en estilo renacentista flamenco, en piedra basáltica oscura de Kokonga, combinando con piedra blanca de Oamaru y granito rosa. Una bonita combinación rematada por el techo de tejas de Marsella.




Nuestro hotel es el Law Courts. Algo vejete pero muy céntrico y con un precio estupendo. Hoy, después de muchas noches, tenemos una habitación con baño para nosotros solos.

Salimos a cenar y buscando Velvet Burger nos dimos una vuelta por las calles de Dunedin. No llevaba la dirección apuntada y el GPS nos llevó por donde le pareció. Luego resulta que estaba en la misma calle del hotel dirección hacia el Octagón. Más tarde nos tomamos una copa en la terraza de un bar en el mismo Octagón.

Había mucho ambiente en los bares. Se nota que Dunedin es una ciudad de estudiantes. Posee la universidad con más solera del país.

A Dunedin la llaman la “Edimburgo del Sur”. En realidad su nombre deriva del nombre gaélico de Edimburgo, Dun Eideam. Sus habitantes están muy contentos con sus orígenes escoceses e incluso tienen su propio tartán.

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