Día 4: 6 de agosto
Abrimos los ojos a las 7 de la mañana, por supuesto, totalmente de día, y repetimos lo de ayer: vamos a por el café a la gasolinera y desayunamos en nuestra terracita con vistas al río.
Un poco antes de las 8:30 ya estamos listos para salir, pero como nos hemos aficionado y mucho al skyr y no se pueden llevar mucho tiempo sin refrigerar, cada día, si los queremos tomar de postre a mediodía, hay que parar a comprarlos. Así que esperamos a que el supermercado de Hella abriese a las 9. Por cierto, tanto en los super como en las tiendas de las gasolineras tienen un montón de dulces, que son un buen tentempié para media mañana…
Pues con el asunto del postre resuelto salimos en dirección al Katla Geopark y donde hoy pasaremos todo el día. Fue declarado en 2011, ocupa un 9% del país e incluye el volcán Katla (que significa “caldera”, no han sido muy originales con el nombre), que se encuentra bajo el glaciar Mýrdalsjökull. Los islandeses creen que será el que les genere mayores problemas en los próximos años, especialmente por el deshielo en caso de erupción, y, atendiendo a las erupciones anteriores, la siguiente está al caer. Por supuesto lo tienen todo organizado para el caso en el que suceda, empezando por el envío de un mensaje al móvil de todas las personas que tengan cobertura, incluyendo los turistas, para darles instrucciones sobre la evacuación. Todo muy preparado, pero si pasa mejor que no te pille allí
Esta espectacular foto del Katla está sacada de Iceland Monitor.
Un poco antes de las 8:30 ya estamos listos para salir, pero como nos hemos aficionado y mucho al skyr y no se pueden llevar mucho tiempo sin refrigerar, cada día, si los queremos tomar de postre a mediodía, hay que parar a comprarlos. Así que esperamos a que el supermercado de Hella abriese a las 9. Por cierto, tanto en los super como en las tiendas de las gasolineras tienen un montón de dulces, que son un buen tentempié para media mañana…
Pues con el asunto del postre resuelto salimos en dirección al Katla Geopark y donde hoy pasaremos todo el día. Fue declarado en 2011, ocupa un 9% del país e incluye el volcán Katla (que significa “caldera”, no han sido muy originales con el nombre), que se encuentra bajo el glaciar Mýrdalsjökull. Los islandeses creen que será el que les genere mayores problemas en los próximos años, especialmente por el deshielo en caso de erupción, y, atendiendo a las erupciones anteriores, la siguiente está al caer. Por supuesto lo tienen todo organizado para el caso en el que suceda, empezando por el envío de un mensaje al móvil de todas las personas que tengan cobertura, incluyendo los turistas, para darles instrucciones sobre la evacuación. Todo muy preparado, pero si pasa mejor que no te pille allí
Esta espectacular foto del Katla está sacada de Iceland Monitor.
Sin embargo, aún nos queda día para llegar a ver este volcán, pero el que si vemos hoy que no pudimos ver ayer es el Hekla.
Su nombre significa Encapuchado y hoy se quitó la capucha para que lo viéramos. Es quizá el volcán que más destrucción ha causado en la historia de Islandia, y, como el Katla, va con retraso en sus erupciones recurrentes, así que la próxima se espera para cualquier día. Como veis, es todo un riesgo viajar a este país…
Pero mientras ese día llega nosotros seguimos disfrutando de sus paisajes. Comenzamos las visitas por la cascada Seljalandsfoss, de 60 metros de alta y famosa por ser la única que tiene un camino para pasar detrás de ella. Su nombre se la da el río Seljalandsá, que significa río líquido y es uno de los límites por el sur de las llamadas Tierras Altas, que eran los antiguos acantilados que daban al mar. Aparcar en la zona cuesta 700 ISK, aunque sirve para este parking y para el de la cascada siguiente.
Esta es la vista desde fuera, pero a medida que te acercas y sobre todo cuando pasas por el caminito de detrás te empapas.
A unos 10 minutos a pie, se encuentra la catarata escondida de Gljúfrabúi, que significa algo así como el habitante del cañón, del río Gljúfra, detrás de la roca llamada Franskanef.
Para llegar a la cascada hay que pasar por el río. Hay unas piedras pequeñas sobre las que pisar. Parece que no se puede, pero no dudéis en entrar que merece la pena. Eso sí, ¡te empapas!
Nos encantó la experiencia, así que al coche a por más. Sabíamos que en el camino hacia la siguiente cascada había un mirador del volcán Eyjafjallajökull (cuyo nombre es mucho más simple de lo que parece eyja=isla, fjalla=montaña, jökull=glaciar), aquel que en 2010 tuvo en jaque a toda Europa por aquella inmensa columna de ceniza que cerró prácticamente todo el espacio aéreo europeo. Pero, justo en ese momento el día estaba tan nublado que desistimos.
Skógarfoss es la siguiente cascada, con 60 m de altura. Según la leyenda, el primer colono vikingo en la zona, Þrasi Þórólfsson, enterró un tesoro en una caverna detrás de la cascada. Un chico local encontró el cofre años después, pero era sólo capaz de agarrar la arandela en el lado del cofre antes de que desapareciera después, así que no os molestéis en pasar dentro, que ya no hay nada aunque también se dice que cuando el sol brilla en Skógárfoss todavía se puede ver un destello de oro que aparece en la cascada. Ese día no brillaba el sol, así que no os puedo decir si es cierto o no.
Nos encantó la experiencia, así que al coche a por más. Sabíamos que en el camino hacia la siguiente cascada había un mirador del volcán Eyjafjallajökull (cuyo nombre es mucho más simple de lo que parece eyja=isla, fjalla=montaña, jökull=glaciar), aquel que en 2010 tuvo en jaque a toda Europa por aquella inmensa columna de ceniza que cerró prácticamente todo el espacio aéreo europeo. Pero, justo en ese momento el día estaba tan nublado que desistimos.
Skógarfoss es la siguiente cascada, con 60 m de altura. Según la leyenda, el primer colono vikingo en la zona, Þrasi Þórólfsson, enterró un tesoro en una caverna detrás de la cascada. Un chico local encontró el cofre años después, pero era sólo capaz de agarrar la arandela en el lado del cofre antes de que desapareciera después, así que no os molestéis en pasar dentro, que ya no hay nada aunque también se dice que cuando el sol brilla en Skógárfoss todavía se puede ver un destello de oro que aparece en la cascada. Ese día no brillaba el sol, así que no os puedo decir si es cierto o no.
El caudal de agua es tan impresionante que el spray que se forma llega muy lejos, creando imágenes tan curiosas como esta.
Hay que subir a la parte alta de la catarata, para tener las vistas desde lo alto de antiguo acantilado. Se sube por una escalera, un poco empinada… La vista de la cascada desde arriba no es que sea espectacular, pero si del paisaje que se extiende hacia el mar, donde curiosamente está despejado. Esto nos pasó mucho los primeros días: se veía el cielo muy cubierto sobre nuestras cabezas y hacia el interior, y sobre el mar un azul impresionante.
La siguiente parada la realizaremos en Sólheimajökull, la lengua más accesible del glaciar Mýrdalsjökull. La última parte del camino (la 221) es un poco mala, pero merece la pena, pues tras caminar unos metros se llega hasta el propio glaciar.
En esta lengua también se puede caminar sobre el hielo con cualquiera de las empresas que hacen excursiones de este tipo.
Está muy lleno de ceniza, aún está muy reciente la última erupción del Eyjafjallajökull que está muy cerca y eso hace que el contraste entre el negro, el verde el blanco y el azul del hielo más antiguo resulte muy bonito. De hecho en estos trozos de hielo se ven líneas negras paralelas que corresponden a capas de cenizas de otras erupciones.
Para llegar al glaciar fuimos por el camino marcado, pero veíamos gente más abajo, pegada al río que procede del deshielo del glaciar, así que tras acercarnos al hielo lo más posible sin pasarse en cuanto al riesgo (te lo advierten los carteles y hay que ser prudentes), volvimos pegados al río, donde teníamos los icebergs a tiro de piedra.
Aún era un poco temprano para comer así que decidimos acercarnos a la playa de Sólheimasandur, donde se encuentra el esqueleto de un Douglas DC-3 de la marina americana que tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en noviembre de 1973. Todos los tripulantes se salvaron y allí quedó el fuselaje, que hoy está viejo y oxidado. Sin embargo, nos dimos cuenta de que nos habíamos dejado el camino atrás así que nos tocó deshacer unos 10-15 minutos. No vimos ningún camino que saliera en dirección al mar y miré en internet y resulta que los propietarios de los terrenos se han cansado de turistas y los ha cerrado a los coches. Se puede ir andando (6 km ida y vuelta) o en excursión organizada, las hacen con quads.
Ya se nos había echado la hora de comer encima, así que allí mismo, enfrente del camino al avión nos preparamos nuestro picnic diario, acompañado del skyr, fundamental en una comida islandesa.
Después de la comida subimos al promontorio de Dyrhólaey que es el punto más al sur de la isla. Se sube hasta arriba por la carretera que llega al faro. Las vistas desde arriba son impresionantes: a la derecha se encuentra esta larga playa de arena negra. Nosotros no bajamos, pero debe tener unas vistas espectaculares del promontorio.
Ya se nos había echado la hora de comer encima, así que allí mismo, enfrente del camino al avión nos preparamos nuestro picnic diario, acompañado del skyr, fundamental en una comida islandesa.
Después de la comida subimos al promontorio de Dyrhólaey que es el punto más al sur de la isla. Se sube hasta arriba por la carretera que llega al faro. Las vistas desde arriba son impresionantes: a la derecha se encuentra esta larga playa de arena negra. Nosotros no bajamos, pero debe tener unas vistas espectaculares del promontorio.
Y a la izquierda la famosísima playa de arena negra Reynisfjara.
Pero nada más llegar a la explanada donde se encuentra el faro y desde la que se tienen esas vistas de las playas, vi a un chico haciendo fotos como loco: ¡era un frailecillo! Una espina que tenía clavada, ya que nunca había podido ver ninguno y es un animal que siempre me ha resultado muy curioso. Así que allí, con muchísimo cuidado para que no se me escapara me puse a inmortalizar el momento.
Mientras tanto veía pasar muchas aves volando, pero yo no quitaba la vista de mi puffin, hasta que nos dimos cuenta de que lo que volaba eran más frailecillos, cientos de ellos, así que francamente, no sabíamos dónde mirar.
Tienen unos andares curiosos y están juntos, como en familias. Me encantaron.
Pero la plataforma, además del entretenimiento de los frailecillos tiene el propio faro, que no es que sea una maravilla y unas vistas muy bonitas por supuesto del mar, pero también del arco y de los famosos troles o Reynisdrangar, que según la leyenda fueron convertidos en piedra al sorprenderles la salida del sol.
Para planificar su visita hay que tener en cuenta que la zona del faro está cerrada desde el 15 de mayo al 25 de junio porque es la época de cría de los frailecillos.
Pasamos allí un buen rato, disfrutando de las vistas y de los graciosos frailecillos, ya que, de nuevo, el viento al que tanto temíamos, hoy nos había vuelto a respetar, pero teníamos que bajar a la playa, así que, con algo de esfuerzo, nos subimos al coche y de camino paramos en la cueva de Loftsalahellir, que es muy particular ya que es una piedra con una cueva dentro y fue donde se reunía el consejo en la época de las sagas.
Una vez en la playa negra de Reynisfjara nos sigue sorprendiendo la cantidad de gente que hay. Por supuesto que habíamos leído todo lo relativo al boom del turismo en Islandia, tal y como he comentado en la primera etapa de este diario, pero es que aquí resultaba un verdadero infierno: había mucho ruido de gente gritando, un caos enorme en el aparcamiento para dejar el coche y sobre todo imposible hacer una foto de nada sin que saliera un montón de gente.
A pesar de todo esto la playa es espectacular, aunque peligrosa. Parece ser que en alguna ocasión tiene “olas asesinas”, de las que te advierten en los carteles. Pero eso no fue impedimento para que mi marido instaurara una costumbre que nos persiguió por toda Islandia: el meter los pies en cada acumulación de agua digna de ello, cuanto más fría mejor. Por supuesto, costumbre que yo no seguí, ya que solo con pensarlo me entraban escalofríos.
El mayor atractivo de la playa lo constituye la enorme cueva forma por columnas de basalto, que le dan un aspecto de iglesia con su órgano incorporado. Me encantaría tener una foto mejor, pero el gentío lo impedía.
A pesar de todo esto la playa es espectacular, aunque peligrosa. Parece ser que en alguna ocasión tiene “olas asesinas”, de las que te advierten en los carteles. Pero eso no fue impedimento para que mi marido instaurara una costumbre que nos persiguió por toda Islandia: el meter los pies en cada acumulación de agua digna de ello, cuanto más fría mejor. Por supuesto, costumbre que yo no seguí, ya que solo con pensarlo me entraban escalofríos.
El mayor atractivo de la playa lo constituye la enorme cueva forma por columnas de basalto, que le dan un aspecto de iglesia con su órgano incorporado. Me encantaría tener una foto mejor, pero el gentío lo impedía.
Además, si no se han visto frailecillos en Dyrhólaey, justo encima del basalto también hay muchos, siempre que sea la época. También se tiene una muy bonita vista de Dyrhólaey.
Al salir de la playa paramos a tomar un café en la cafetería que hay al lado del aparcamiento, que entre el agua que nos había caído en las cascadas y el estar tan cerca del mar nos quedamos un poco fríos.
No acercamos después al pueblo de Vik, que tiene un mirador hacia la playa donde hay una iglesia con su cementerio, como todas las que posteriormente veremos a lo largo de nuestro viaje.
No acercamos después al pueblo de Vik, que tiene un mirador hacia la playa donde hay una iglesia con su cementerio, como todas las que posteriormente veremos a lo largo de nuestro viaje.
Continuamos después por la carretera 1, atravesando Myrdalssandur, la llanura formada por los sedimentos del glaciar Myrdal en forma de arena negra de lava, desde donde se ve el volcán Katla.
Un poco más adelante llegamos a Laufskálavarða, que es una colada de lava en la que la gente apila piedras para tener suerte en el viaje. Esto es una tradición que se produce desde el siglo IX, pero que no se recomienda hacer ahora.
Más adelante encontraremos Skaftáreldahraun, que es la mayor colada de lava que se ha producido desde que existen registros: la lava fluyó del Laki durante 8 meses, hasta un total de 12 kilómetros cúbicos para alcanzar una superficie de más de 500 km2. Está todo lleno de musgo, que si está mojado cogen un color gris parduzco, pero cuando está seco tiene un color verde precioso.
Desde que se sale de Vik las vistas a la izquierda del glaciar Mýrdalsjökull son todo el rato espectaculares. La cantidad de hielo es inmensa y la lenguas que van cayendo desde las montañas preciosas.
Tras aproximadamente media hora de camino, llegaremos al cañón de Fjaðrárgljúfur, de unos 100 m de alto y 2 km de largo. Hay un camino por el interior del cañón y otro por la parte superior. El camino por la parte inferior está intransitable, ya que el agua da más o menos por la altura del muslo, así que imposible caminar por él.
Tras aproximadamente media hora de camino, llegaremos al cañón de Fjaðrárgljúfur, de unos 100 m de alto y 2 km de largo. Hay un camino por el interior del cañón y otro por la parte superior. El camino por la parte inferior está intransitable, ya que el agua da más o menos por la altura del muslo, así que imposible caminar por él.
Sin embargo, hacemos el camino por arriba, que merece muchísimo la pena.
Es una grieta hecha por el río Fjaðrá, que viene de una cascada a la que se llega al final del camino, pero en realidad el agua cae al cañón desde tres sitios diferentes: esta cascada más grande, otra más pequeña y una última roja que parece manar de la tierra.
Con esto dimos por terminado nuestro día a lo que excursiones se refiere, ya que a pesar de que dormíamos cerca de Kirkjubaejarklaustur, donde está Kirkugólf, o suelo de iglesia, que son columnas basálticas enterradas, no nos acercamos a verlas. El día había sido agotador y seguía lloviendo a ratos.
Llegamos al hotel, que hoy vuelve a ser una cabañita, esta vez dentro de la finca del hotel Laki y salimos a cenar unos fish & chips, que llevábamos días con ganas de probarlos a Systrakaffi, muy recomendable.
Llegamos al hotel, que hoy vuelve a ser una cabañita, esta vez dentro de la finca del hotel Laki y salimos a cenar unos fish & chips, que llevábamos días con ganas de probarlos a Systrakaffi, muy recomendable.
ALOJAMIENTO KIRKJUBAEJARKLAUSTUR:
• Efri-Vik Bungalows
INFORMACIÓN:
• south.is
• Kalta Geopark