Lo primero que hacemos en nuestro primer día es dirigirnos a Oppenau, uno de los pueblos que más cerca tenemos. Hay mercado y nos damos una vuelta por el pueblo.


La carretera desde nuestra casa hasta Oppenau es una preciosidad... no nos cruzamos ni con un solo coche.
Nos adentramos después en la Schwarzwaldhochstrasse (la carretera alta de la Selva Negra), que va desde Baden Baden hasta Freudenstadt. Carretera preciosa que recordaba con todo detalle desde mi último viaje por allí... es para pararse en cada rincón. Nuestra casita se encuentra muy muy cerquita de esta carretera, en Allerheiligen.



Lo hacemos en dirección a Freudenstadt pueblo que se encuentra en una meseta a unos 700 metros, con bonito nombre (la ciudad de la amistad) y con bonita plaza, la más grande de Alemania, con 218 metros por 216.






No puedo resistirme a hacer unas fotos a las flores y a la multitud de mariposas y a algún pajarillo que parecen posar para las fotos.



Completamos la mañana recorriendo más rincones de la Selva Negra. Nos acercamos al castillo de Kappel Windeck. Está rodeado de viñedos, de los que probamos multitud de vinos durante nuestra estancia. Los blancos me encantan.




La siguiente foto no es mía... es para que se vea el castillo de frente.

En este castillo, hace 10 años vimos , en el año 99 el eclipse de sol, que en esta zona fue total. Se hizo completamente de noche, a la una del mediodía. Fue espectacular porque desde este castillo se ve toda la llanura del valle del Rin y la región francesa de la Alsacia y los Vosgos al fondo... todo se volvió oscuro y las lucecitas de los pueblos se fueron encendiendo... espectacular. También en este castillo y con las mismas vistas, cenamos en el año 2000, en su terrza. La comida nos gustó bastante y el lugar era incomparable. Ahora no sabría decir como está porque esta vez no probamos.
Tras 10 años, sigue existiendo aquello que me llamó tanto la atención entonces. Centenares de puestecitos por la carretera en los que hay fruta, mermeladas, patatas etc... sin vendedor, con una pequeña cajita para que pagues tu compra. En Suiza también lo hemos visto en varias ocasiones, pero en la Selva Negra los encuentras por todos los lados. Algunos son simples tablones con algo de fruta...

Otros son verdaderos puestos con todo tipo de productos, incluso botellas de licor... sin duda, otro mundo en el que se confía en la honradez de la gente... porque la hay.
Este está en la carretera que va de Oppenau a Bad Petterstal. Tenía, fresitas silvestres, frambuesas, moras, ciruelas, patatas, mermeladas (espectaculares... doy fe), albaricoques y hasta licores... hechos por el señor que vivía en la casa cercana... buenísimo también. Coges lo que quieras, echas la cuenta y pagas en la cajita metálica.


Quise ver cómo me quedaba el puesto de frutera... jaja.
Seguimos hasta Bad Petterstal para echar un trago de agua en su fuente. En este pueblo hay una gran empresa de embotellado de agua.Por el pueblo, hay varios recintos en los que puedes coger y beber este agua (con gas) de manera gratuita.
Pasamos a hacer la compra a Achern donde hay un supermercado espectacular... tienen muchiiisimas cosas... millones.. increible. Es uno de los supermercados de mi cadena preferida en Alemania, Edeka, pero este es especialmente grande y variado.
Volvemos a casita a comer, junto a nuestros ciervitos y difrutamos de una tranquilísima sobremesa en el jardín. Son muchos los turistas que se han acercado a ver las ruinas del monsaterio y las cascadas que están cerca de nuestra casa.
Tras el descanso y disfrute de nuestro alojamiento y unas partiditas de Ping Pong también en nuestro sotano partimos hacia Francia. Queremos echar un ojo a esa ciudad que tanto nos gusta, Estrasburgo. Dar un paseito. Pero antes queremos aprovechar para comprar Foie y quesitos en algún centro comercial de los alrededores de la ciudad. Somos grandes amantes de la gastronomía francesa y queremos aprovechar los precios de por allí.
Cruzamos el Rin esta vez en Transbordador... gratuito.

Nos pasamos por el centro comercial E.Leclerc. En el que nos encontramos con gran variedad de quesitos.



Compramos unos de mis preferidos (Saint Marcelin y Saint Felicien), aunque se encuentran facilmente en Madrid, y multitud de otros nuevos que no hemos probado. Aprovechamos y compramos también dos tarros enormes de Cassoulet con confit que viajarán con nosotros todo el viaje ya que las altas temperaturas no hacen que apetezca y terminaremos comiendolo uno de los últimos días en nuestra casa del Tirol... donde ya hace más fresquito y apetece más.
Tras la compra, nos acercamos a Estrasburgo para dar un paseito hasta la noche.






Contuinuará...