21 de julio.
Desayunamos en condiciones después de mucho tiempo, con café de verdad (del 7 eleven que hay justo al lado, el café gratis del albergue es soluble y eso ni es café ni es ná) y vuelta a patear una de las ciudades más bonitas (y caras) del mundo.
Dimos un paseo cerca de los canales, por la calle Strandvägen dirección la isla del Vasa Museum y del Skansen.
Por el camino nos encontramos con un tiempo espectacular y una terraza increíble que era como un muelle, en la foto la apreciáis, dos condiciones que te obligan a parar a beberte una caña.


Parece que estamos siempre bebiendo, pero nada de eso, era todo tan caro que tan solo con una lata o una caña ya nos damos por satisfechas. Este lugar se llama Stand Bistron, la cerveza a precio de oro, 7 euros el vaso, pero el lugar, las vistas y nosotras lo merecía. Luego caminando por la ciudad e indagando más, esos 7 euros en ese lugar privilegiado es baratísimo, en cualquier otro lugar sin esa súper terraza te sale más cara la caña.
Después de nuestro momento zen de dar las gracias a la vida por ser tan privilegiadas de estar donde estábamos, seguimos nuestro paseo hacia la isla del Vasa. ¡¡Allí nos encontramos con otro festival!! Menuda suerte, como no nos gusta a nosotras una fiesta… Aún quedaban unas horas para que empezara así que seguimos visitando la isla dirección al Grona Lund. Comimos en el supermercado de la isla, una ensalada envasada, qué jartura de ensaladas envasadas, pero es que era eso o un bocadillo o gastarte un riñón en un plato en algún bar. He de decir que nos hubiera encantado entrar al Vasa museum, o al Skansen, pero es que es todo tan caro… Si vais con más presupuesto que nosotras no dudéis en visitarlos, pero si vais sin un duro por la vida como nosotras podéis disfrutar de la isla y de la ciudad sin entrar a ningún sitio, los mejores lugares de la isla, y de la vida en general, son gratis.
Después de comer el festival ya había comenzado, así que compramos unas cervezas fresquitas del súper y fuimos dirección al concierto, por el camino nos topamos con otro fiestón. Nos acercamos y había que pagar 200 coronas con opción a una consumición, les dijimos que no ¡que es muy caro! Y nos lo bajaron a 100 coronas (10 euros) con la consumición. No entramos, gran error, 10 euros en una terraza increíble, con buen ambiente y música chulísima, pero ya teníamos en la mente ir al festival y seguimos con nuestra primera idea en la cabeza. El festival de llama Popaganda, nombre que nos hizo mucha gracia, y vimos actuar a un par de grupos suecos que la verdad molaban un montón.

El ambiente en el sitio inmejorable, había un escenario, unos bancos desde los que poder disfrutar de la música y además unas colinas donde todo el mundo estaba sentada de picnic con sus albóndigas suecas, y sus cervezas caras disfrutando del sol y la música en directo. Fue muy guay.
Después fuimos hasta el barrio de Katarina para ir al SoFo y optamos por coger un ferry que te deja allí en 10 minutos y costaba 4 euros, la otra opción era ir andando y hubiéramos tardado más de 1 hora en llegar. Buena idea la del ferry, grandes vistas y grandes fotos. Nos pilló la maravillosa hora mágica del atardecer y fue muy bonito el paseíto.

Dimos un paseo por Katarina y el SoFo y vuelta al hostal.
La vuelta andando eran unos 40 minutos, mi pareja y yo fuimos en bus y las otras 3 andando.
Ojo si vais a coger un bus de línea normal en Estocolmo, no puedes pagar al conductor directamente el billete, ni en efectivo ni con tarjeta. Tienes que tener descargada una app al móvil o sacar un billete en las máquinas de metro que también valen para el bus. Nosotras esto no lo sabíamos, pero preguntamos a una pareja sueca, que también estaban esperando el bus, que cuánto costaba un billete y ya nos explicaron todo esto que os he contado. Cuando íbamos a buscar una parada de metro para comprar el billete justo llega el bus y decidimos preguntar al señor conductor si se apiadaba de nosotras, la chica que nos informó de todo lo anterior habló con el autubusero por nosotras en sueco y nos dejó pasar, por la patilla, gratis, ole ole y ole por ese señor, más majo que todas las cosas. Le agradecimos a él y a la pareja la ayuda y nos sentamos rumbo al hostel en primera fila del bus. Dos paradas más adelante había un cambio de conductor, menuda suerte, quizá este otro conductor nuevo no nos hubiera dejado pasar. En fin, lo curioso y el porqué cuento todo esto es porque cuando el nuevo conductor se sentó al volante, el bus no arrancó ni se abrieron las puertas para que subieran los que estaban esperando en la parada hasta que el conductor no sopló. Flipamos que tuviera que soplar para que todo se encendiera. Por soplar me refiero a que el bus tiene un alcoholímetro conectado al motor o algo así y si da positivo no arranca. ¿Esto está en vuestras ciudades? Porque a nosotras nos maravilló. En España, bueno, al menos en Málaga, no existe.
Una vez en el hostel, llegamos mucho antes que nuestras amigas las caminantas, nos duchamos y nos metimos en la cama. Al día siguiente nos espara un día completo de trenes.