Nos despertamos temprano, como siempre en nuestros viajes, y tras una ducha que nos supo a gloria y un excelente desayuno preparado por nuestra anfitriona, nos fuimos hacia el puerto para dirigirnos, esta vez si, a Horseshoe Bay, la terminal de ferrys de Vancouver, donde llegamos sobre las 10:40. Por el camino desde el propio barco, vimos pasar dos delfines, nadando y saltando, seguro que en busca de desayuno. Las vistas de Vancouver rodeado de montañas es preciosa.

Iniciábamos una de las carreteras a la que le teníamos más ganas, The sea to Sky. Es el nombre que recibe la carretera que une Vancouver con Pemberton, pasando por Whistler.
Paramos en las Shannon Falls, paseo de 15 minutos hasta una cascada muy bonita, que había salido hacía unas semanas en la tele por haber muerto 3 turistas. Son bonitas, pero sin más. O será que todo lo que vi después, hace que lo vea diferente. Como todos, o casi todos los trails en Canada, tienen sus servicios (aunque no siempre están limpios), así que aprovechamos para ir al baño y seguir nuestro ascenso al cielo.

Seguimos hasta las Brandywine Falls, Esta cascada a mi me encantó, pero más por el entorno tan salvaje. Muy recomendables.

Y de allí hasta Whistler, un pueblo grande y rodeado de altas montañas, que nos encantó, muy turístico, eso sí, pero al fin y al cabo, eso éramos nosotros. Nos paseamos tranquilamente, buscando donde comer, pero viendo los precios, y la comida que era, nos fuimos a MC Donald, hicimos las fotos correspondientes y nos marchamos hacia Kamloops, pensando en nuestras cosas que ya echábamos verdaderamente en falta.

Queríamos haber parado en Nairn Falls, pero preferimos llegar cuanto antes al hotel.
Hasta Whistler, el paisaje es alpino, con cumbres nevadas y valles profundos y en Pemberton, es donde se termina la carretera del mar al cielo. Allí el paisaje comienza a cambiar, te das cuenta de que esa zona es mucho más salvaje , acantilados y el río Fraser en lo profundo del valle. Pero al llegar a Lilloet el paisaje se transforma en unas llanuras inmensas, rurales, y fascinantes, siempre a la orilla del gran rio Fraser, hasta llegar a Kamlooops.

Llegamos fácilmente al hotel de Kamloops, en el ¿centro?. El hotel es el The Thompson, y cuando digo lo cel centro es porque Kamloops es un pueblo, en mi opinión, y la de nuestra anfitriona en Nanaimo, feo y aburrido. Nada más entrar a recepción, había unos alemanes haciendo chek-in, pero yo enseguida me asomé por una esquina y vi que había un cuartillo con la puerta abierta tras el mostrador, y… ¡¡¡AHÍ ESTABAN NUESTRAS MALETAS!!! Nos dicmos una ducha y nos pusimos nuestra ropa, que bien sentaba, y nos fuimos a buscar algo para comer, pero nos aburrió tanto el monótono pueblo, todo igual, que compramos cervecitas en una licorería, bocadillos del supermercado, y nos fuimos al hotel a cenar y a organizar el día siguiente.
