A las 9 nos recogían de GOOPTI para ir a Venecia. El transporte se retrasó un poco, parece que el conductor no pudo ir por problemas y vino a buscarnos otro para hacer transbordo a medio camino.
A eso de las 13 horas llegamos a Venecia, la humedad era tal que en el puente que lleva a Venecia la bruma no dejaba ver el mar. Nos dejaron en Piazzale Roma, y aquello era un hervidero de gente, coches y autobuses. Nuestro hotel, Casa Sant Andrea, estaba muy cerca. Escogimos este hotel por su localización cercana a la plaza y no nos equivocamos, veíamos a gente desesperada cargando con maletas por los puentes y callejuelas de Venecia.
Después de dejar las cosas en el hotel nos lanzamos a visitar la ciudad. A esas horas ya había hambre y nos fuimos al Bacareto da Lele, una pequeña tasca que no nos quedaba lejos y que tiene muy buenas críticas en tripadvisor. Es una pequeña tienda donde venden bocadillitos de embutidos y otras cosas, y sirven vino. Muy bien de precio y muy rico. Si tienes suerte puedes comer en los toneles que hay en la puerta, pero suelen estar ocupados y la mayoría de la gente se va a comer al canal.

Para esa tarde teníamos planeado pasear, no teníamos rumbo fijo. Cruzamos el Gran Canal por el Ponte degli Scalzi para pasar el barrio de Cannareggio. Ahí ya vimos la majestuosidad de los edificios que dan para el Gran Canal. También vimos las primeras góndolas y me di cuenta de que la mayoría tienen una decoración bastante hortera. El paseo en góndola no entraba en nuestros planes (80 euros/media hora), pero si lo hiciese buscaría una góndola con menos brillos, coronas y tapizados.


En Canareggio, una vez te alejas del Gran Canal, ves que en Venecia también vive gente. Niños jugando en la calle, el sonido de lavar los platos, un mercado flotante donde la gente compra, el barco ambulancia… Eso me gustó, ya que yo pensaba que en Venecia solo había turistas.


Esa tarde paseamos mucho, buscando la sombra porque el calor con la humedad era un poco agobiante. Y pasear por Venecia es cansado, porque ves en el mapa que hay salida, pero llegas y la calle da directamente al canal, sin puente ni acera que te permita seguir.



Uno de los sitios curiosos que visitamos fue el supermercado Despar Teatro Italia. Necesitábamos comprar agua y pañuelos de papel, y qué mejor sitio que un supermercado que está dentro de un teatro. Es muy curioso y una preciosidad, ya que se conserva toda la estructura del teatro, la decoración, los focos, los palcos, el escenario, y parece que los estantes de verduras, quesos y productos de higiene estuviesen fuera de lugar.


Nos acercamos a una de las calles turísticas cercanas al Gran Canal, donde nos compramos un helado en la heladería Grom. Una delicia de helado, como en Italia no los hacen en ningún lado. Nos acercamos a ver uno de los palacios más bonitos del Gran Canal, el Ca d’Oro.


Seguimos paseando por el barrio, viendo iglesias, torres y estampas curiosas, como unos novios en góndola. Una turista japonesa les hizo una foto instantánea y se la lanzó para que la tuvieran de recuerdo. Desafortunadamente, la foto cayó al agua.



El paseo nos llevó hasta la preciosa Plaza de San Pedro y San Pablo. No pudimos entrar a la basílica, porque justo acababan de cerrar, pero nos quedamos un rato allí, esa plaza nos gustó mucho.


Después nos fuimos a ver el Puente de Rialto, uno de los lugares más turísticos de Venecia. La verdad es que es muy bonito, no se puede negar. Pero tanta gente y la insistencia de los vendedores de rosas era un poco agobiante.


Desde allí nos fuimos al Fondaco Tedeschi, un centro comercial con productos que no están al alcance de la mayoría, pero con una terraza panorámica a la que se puede subir gratuitamente con cita previa, que se puede hacer online o allí mismo. Cuando subimos el sol estaba ya bastante bajo, y con la bruma de ese día le daba un color espectacular al cielo. Desde la terraza se ve toda Venecia, con sus torres, el puente Rialto y el Gran Canal, con su grúa en primer plano en todas las fotos. Una visita muy recomendable. Además, en la entreplanta hay baños, algo muy conveniente en una ciudad como Venecia.



Ya cansados, emprendimos poco a poco el camino de vuelta al hotel, por el camino más corto por los barrios de San Polo y Santa Croce. Paramos a comer unos cicchetti en la Antica Osteria Ruga Rialto con unos spritz, bebida típica de Venecia. Creo que no acertamos, porque los cicchetti no eran muy buenos. En cuanto al spritz, no es una bebida a la que yo me aficionaría. Después paramos en el Antico Forno Venecia, donde nos tomamos unas pizzas al taglio muy ricas, y una cerveza Peroni.