DÍA 2.
Al día siguiente creo que era de día a las 4.30 de la mañana. Después de desayunar, salimos hacia Ljubljana, a la que habíamos planeado dedicarle hasta el mediodía. Ya sabíamos que era poco tiempo y tienen razón quienes afirman que la ciudad da para mucho más. Me di cuenta de esto cuando pedí información a la oficina de turismo y me mandaron mapas, folletos sobre museos, la Ljubljana card...
Hicimos el paseo clásico, viendo lo típico que suele hacerse, con un día espléndido, de mucho calor. Dejamos el coche en el parquing Tivoli I, en Celovska cesta. Hay un parque infantil muy chulo allí, así que aprovechamos para jugar un ratito. Al ser domingo, el aparcamiento era gratuito. Paseando por Gosposvetska cesta y Dalmatinova ulica llegamos hasta Mala ulica; estaban asfaltando y había muchas calles cortadas. Desde aquí nos enamora ese aliento de ciudad antigua, que nos recuerda otras épocas, con la urbe vibrante y moderna que es Ljubljana. La falta de cuidado de algunos edificios se mezcla con otros de corte modernista que acogen elegantes negocios.
Después de callejear un rato, evitando zanjas, llegamos al famoso Puente de los dragones (zmajski most), vigilado en sus cuatro esquinas por el símbolo de la ciudad, que se remonta a la leyenda de Jasón y los argonautas. Al final del puente seguimos a mano derecha, donde bajando unas escaleras podemos encontrar baños públicos. A continación, la columnata de Drevored na Adamič-Lundrovem nabrežju desde la que podemos asomarnos al río. Enfrente tenemos la Plaza del mercado (Vodnikov trg) y muy cerca el funicular para acceder hasta el castillo.
Al final de la columnata tenemos el Puente de los carniceros (Mesarski most), con pequeñas esculturas, candados, una parte del suelo acristalado, la salida de barcos para dar un paseo por el río Ljubljanica y unas agradables terracitas al fondo que se empiezan a llenar, a pesar de que no llegamos a las 10.30.
Seguimos por la orilla del río y por Mačkova ulica llegamos hasta la Catedral de S. Nicolás, con unas curiosas puertas en relieve. Tras la Plaza Mestni (Mestni trg) nos sale al paso la
Fuente de los tres ríos de Carniola y el Ayuntamiento. La fachada está en obras, pero en el interior hay un interesante patio, con un pozo y varias exposiciones.
Desde la Fuente, Stritarjeva ulica, llena de tiendas alojadas en elegantes edificios, algunos modernistas, nos lleva hacia el río y hacia el Triple Puente (Tromostovje most), por el que cruzamos casi sin darnos cuenta de que estamos encima de él; entramos en la Plaza de Prešeren (Prešernov trg), con la estatua del poeta a la derecha y la Iglesia Franciscana de frente, con unos juegos de agua desde el suelo, a su izquierda, que sirven para que la chiquillería se refresque.
Cruzamos el Triple Puente por otro diferente ahora hacia el Ayuntamiento de nuevo y vamos por la orilla del río Ljubljanica, por Mestni trg, que además de dar nombre a la plaza en la que estuvimos anteriormente, es la calle que desemboca en la Plaza Stari (Stari trg). En vez de seguir de frente por esta, cogemos el desvío a la izquierda a partir de la Fontana de Hércules y seguimos por Gornji trg, viendo unos curiosos callejones estrechos que han quedado entre algunos edificios. Llegamos hasta las iglesias de S. Florian y S. Jakob, mientras los restaurantes se van llenando.
Bajamos hasta la orilla del río por Karlovška cesta y cruzamos por el Puente de S. Jakob para encontrar a estos músicos callejeros que discretos ofrecen su música, ajenos a nosotros cerca de la fuente de la Plaza Nueva (Novi trg), desde la que echamos un ojo a la Biblioteca y, más adelante, a la Universidad de Ljubljana.
Desde el Puente de los zapateros volvemos a ver cómo aprovecha la gente su tiempo en esta ciudad.
Seguimos por el río y subimos hasta la Plaza del Congreso (Kongresni trg) y Parque Zvezda, donde damos por finalizada nuestra visita a la capital eslovena, mientras volvemos por el mismo camino hacia el aparcamiento, con la sensación de que ha sido todo muy rápido. Sin duda, una ciudad viva, vibrante, animada, por la que merece la pena pasear y disfrutar de sus terrazas, sus músicos callejeros, sus puestos ambulantes...
Como teníamos previsto pasar la tarde en la zona de Cerknica, comimos muy cerca de esta localidad, en la Pizzería Furman, en Partizanska cesta 1, en Rakek. Ponen unas pizzas enormes y la ración de civapcici fue también generosa. Tiene un pequeño parque infantil en la terraza; hay que tener cuidado con las vías del tren y no despistarse con los niños. Es una buena opción económica de alojamiento por la zona.
Teníamos la visita guiada a la Križna jama a las 4.30 de la tarde; una fuerte lluvia nos acompañó por Cerknica, mientras atravesábamos zonas verde de campo. La cueva está en Bloska Polica 7, en Grahovo. Pensamos mucho qué cueva visitar, si las más nombradas, Postojna y Škocjan, o alguna otra. No queríamos invertir medio día en estas visitas y ya la primera por lo que cuentan sobre la cantidad de gente nos echaba para atrás. Además, nos quedaban un poco a desmano en el itinerario, visitábamos al día siguiente Rakov Škocjan... Nos decidimos finalmente por la Križna jama, más pequeñita y humilde, pero representativa también de los fenómenos kársticos eslovenos. Puedes leer más información en su web: www.krizna-jama.si
Hay varios tipos de visita; nosotros escogimos la de 1 hora, que va por la parte seca e incluye un breve paseo por el primer lago; por correo electrónico tuvimos la posibilidad de añadir una pequeña extensión a la cueva del oso; por 9€ tuvimos la visita con Igor, nuestro guía, un chico estupendo que nos iba explicando en inglés y esperaba a que se lo tradujéramos a nuestro hijo. Además, dio la casualidad de que estábamos solos. Así que una vez que nos pusimos las botas de goma y las linternas con una pesada petaca al hombro, empezamos a bajar hacia la cueva. Hay que abrigarse un poco, porque la temperatura es de 8 grados siempre. Durante el recorrido, que no nos pareció complicado, se bajan y se suben varios escalones; solo hay que tener un poco de precaución porque el suelo puede estar resbaladizo.
La cueva se caracteriza por tener numerosos lagos y es la única cueva turística conservada de forma natural en Eslovenia, por lo que no tiene iluminación fuerte ni caminos artificiales. Por eso se limita el número de visitantes, especialmente en las visitas de 4 horas.
La eliminación del carbonato del agua en los rápidos tiene una velocidad más de diez veces superior que la del lago, lo cual da lugar a los lagos subterráneos, que en ocasiones tienen hasta 7 metros de profundidad. Se cuentan hasta 45, aunque solo son accesibles 13 en la visita de 4 horas, y solo 1 en la ruta corta de 1 hora.
Como curiosidades podemos ver las formas enrevesadas de las estalactitas y estalagmitas, la única estalagmita formada dentro del agua, huesos de un oso cavernario que llegó a medir 4 metros sobre sus dos patas, entre ellos, un cráneo, una vértebra y dientes (en la cueva del oso, el guía le pidió a nuestro niño que entrara y que los buscara con su linterna), distintas especies animales que viven en el interior, lactobacillus en el techo de la cueva... En el S. XIX se encontraron dos esqueletos completos de oso cavernario, que se enviaron al Museo de Historia Natural de Viena. Hay además restos arqueológicos de la Edad de los metales.
El pequeño paseo en barca, de unos minutos, por el primero de los lagos que se pueden recorrer, puede ser una sorpresa para los niños como lo fue para el nuestro. Además, de vez en cuando Igor nos apagaba la luz para que escucháramos respirar a la cueva.
En definitiva, nos gustó la hermana pequeña de las cuevas eslovenas y lo que era una visita de hora y poco llegó a dos horas y cuarto. Nos despedimos de Igor con la promesa de volver cuando los tres pudiéramos hacer la otra visita de 4 horas, esa sí que tiene que estar bien.
Ya casi a las 7, en Cerknica cogemos el desvío a la izquierda que señaliza hacia el Cerknisko jezero; damos un paseo por los alrededores sin llegar hasta el mismo lago Cerknica, conocido como el lago intermitente, que desaparece bajo tierra y resurge en el valle de Rakov Škocjan, pero nos conformamos con las vistas. Pertenece al Notranjski Regijski Park. Había una carretera para llegar hasta él, pero no teníamos claro si se podía entrar con el coche, porque veíamos a la gente de vuelta andando.
Estábamos cansados, por lo que dimos un pequeño paseo por los alrededores y nos fuimos al Hotel Rakov Škocjan, elegido por su situación, para hacer al día siguiente la ruta por las grutas intercomunicadas de Rakov Škocjan. La habitación triple nos pareció bastante pequeña; la pena es que por la lluvia no pudimos disfrutar del jardín ni de la zona de juegos.
Mañana nos espera un regalo de la naturaleza , una de las visitas de las que más disfrutamos.
Al día siguiente creo que era de día a las 4.30 de la mañana. Después de desayunar, salimos hacia Ljubljana, a la que habíamos planeado dedicarle hasta el mediodía. Ya sabíamos que era poco tiempo y tienen razón quienes afirman que la ciudad da para mucho más. Me di cuenta de esto cuando pedí información a la oficina de turismo y me mandaron mapas, folletos sobre museos, la Ljubljana card...
Hicimos el paseo clásico, viendo lo típico que suele hacerse, con un día espléndido, de mucho calor. Dejamos el coche en el parquing Tivoli I, en Celovska cesta. Hay un parque infantil muy chulo allí, así que aprovechamos para jugar un ratito. Al ser domingo, el aparcamiento era gratuito. Paseando por Gosposvetska cesta y Dalmatinova ulica llegamos hasta Mala ulica; estaban asfaltando y había muchas calles cortadas. Desde aquí nos enamora ese aliento de ciudad antigua, que nos recuerda otras épocas, con la urbe vibrante y moderna que es Ljubljana. La falta de cuidado de algunos edificios se mezcla con otros de corte modernista que acogen elegantes negocios.
Después de callejear un rato, evitando zanjas, llegamos al famoso Puente de los dragones (zmajski most), vigilado en sus cuatro esquinas por el símbolo de la ciudad, que se remonta a la leyenda de Jasón y los argonautas. Al final del puente seguimos a mano derecha, donde bajando unas escaleras podemos encontrar baños públicos. A continación, la columnata de Drevored na Adamič-Lundrovem nabrežju desde la que podemos asomarnos al río. Enfrente tenemos la Plaza del mercado (Vodnikov trg) y muy cerca el funicular para acceder hasta el castillo.
Al final de la columnata tenemos el Puente de los carniceros (Mesarski most), con pequeñas esculturas, candados, una parte del suelo acristalado, la salida de barcos para dar un paseo por el río Ljubljanica y unas agradables terracitas al fondo que se empiezan a llenar, a pesar de que no llegamos a las 10.30.
Seguimos por la orilla del río y por Mačkova ulica llegamos hasta la Catedral de S. Nicolás, con unas curiosas puertas en relieve. Tras la Plaza Mestni (Mestni trg) nos sale al paso la
Fuente de los tres ríos de Carniola y el Ayuntamiento. La fachada está en obras, pero en el interior hay un interesante patio, con un pozo y varias exposiciones.
Desde la Fuente, Stritarjeva ulica, llena de tiendas alojadas en elegantes edificios, algunos modernistas, nos lleva hacia el río y hacia el Triple Puente (Tromostovje most), por el que cruzamos casi sin darnos cuenta de que estamos encima de él; entramos en la Plaza de Prešeren (Prešernov trg), con la estatua del poeta a la derecha y la Iglesia Franciscana de frente, con unos juegos de agua desde el suelo, a su izquierda, que sirven para que la chiquillería se refresque.
Cruzamos el Triple Puente por otro diferente ahora hacia el Ayuntamiento de nuevo y vamos por la orilla del río Ljubljanica, por Mestni trg, que además de dar nombre a la plaza en la que estuvimos anteriormente, es la calle que desemboca en la Plaza Stari (Stari trg). En vez de seguir de frente por esta, cogemos el desvío a la izquierda a partir de la Fontana de Hércules y seguimos por Gornji trg, viendo unos curiosos callejones estrechos que han quedado entre algunos edificios. Llegamos hasta las iglesias de S. Florian y S. Jakob, mientras los restaurantes se van llenando.
Bajamos hasta la orilla del río por Karlovška cesta y cruzamos por el Puente de S. Jakob para encontrar a estos músicos callejeros que discretos ofrecen su música, ajenos a nosotros cerca de la fuente de la Plaza Nueva (Novi trg), desde la que echamos un ojo a la Biblioteca y, más adelante, a la Universidad de Ljubljana.
Desde el Puente de los zapateros volvemos a ver cómo aprovecha la gente su tiempo en esta ciudad.
Seguimos por el río y subimos hasta la Plaza del Congreso (Kongresni trg) y Parque Zvezda, donde damos por finalizada nuestra visita a la capital eslovena, mientras volvemos por el mismo camino hacia el aparcamiento, con la sensación de que ha sido todo muy rápido. Sin duda, una ciudad viva, vibrante, animada, por la que merece la pena pasear y disfrutar de sus terrazas, sus músicos callejeros, sus puestos ambulantes...
Como teníamos previsto pasar la tarde en la zona de Cerknica, comimos muy cerca de esta localidad, en la Pizzería Furman, en Partizanska cesta 1, en Rakek. Ponen unas pizzas enormes y la ración de civapcici fue también generosa. Tiene un pequeño parque infantil en la terraza; hay que tener cuidado con las vías del tren y no despistarse con los niños. Es una buena opción económica de alojamiento por la zona.
Teníamos la visita guiada a la Križna jama a las 4.30 de la tarde; una fuerte lluvia nos acompañó por Cerknica, mientras atravesábamos zonas verde de campo. La cueva está en Bloska Polica 7, en Grahovo. Pensamos mucho qué cueva visitar, si las más nombradas, Postojna y Škocjan, o alguna otra. No queríamos invertir medio día en estas visitas y ya la primera por lo que cuentan sobre la cantidad de gente nos echaba para atrás. Además, nos quedaban un poco a desmano en el itinerario, visitábamos al día siguiente Rakov Škocjan... Nos decidimos finalmente por la Križna jama, más pequeñita y humilde, pero representativa también de los fenómenos kársticos eslovenos. Puedes leer más información en su web: www.krizna-jama.si
Hay varios tipos de visita; nosotros escogimos la de 1 hora, que va por la parte seca e incluye un breve paseo por el primer lago; por correo electrónico tuvimos la posibilidad de añadir una pequeña extensión a la cueva del oso; por 9€ tuvimos la visita con Igor, nuestro guía, un chico estupendo que nos iba explicando en inglés y esperaba a que se lo tradujéramos a nuestro hijo. Además, dio la casualidad de que estábamos solos. Así que una vez que nos pusimos las botas de goma y las linternas con una pesada petaca al hombro, empezamos a bajar hacia la cueva. Hay que abrigarse un poco, porque la temperatura es de 8 grados siempre. Durante el recorrido, que no nos pareció complicado, se bajan y se suben varios escalones; solo hay que tener un poco de precaución porque el suelo puede estar resbaladizo.
La cueva se caracteriza por tener numerosos lagos y es la única cueva turística conservada de forma natural en Eslovenia, por lo que no tiene iluminación fuerte ni caminos artificiales. Por eso se limita el número de visitantes, especialmente en las visitas de 4 horas.
La eliminación del carbonato del agua en los rápidos tiene una velocidad más de diez veces superior que la del lago, lo cual da lugar a los lagos subterráneos, que en ocasiones tienen hasta 7 metros de profundidad. Se cuentan hasta 45, aunque solo son accesibles 13 en la visita de 4 horas, y solo 1 en la ruta corta de 1 hora.
Como curiosidades podemos ver las formas enrevesadas de las estalactitas y estalagmitas, la única estalagmita formada dentro del agua, huesos de un oso cavernario que llegó a medir 4 metros sobre sus dos patas, entre ellos, un cráneo, una vértebra y dientes (en la cueva del oso, el guía le pidió a nuestro niño que entrara y que los buscara con su linterna), distintas especies animales que viven en el interior, lactobacillus en el techo de la cueva... En el S. XIX se encontraron dos esqueletos completos de oso cavernario, que se enviaron al Museo de Historia Natural de Viena. Hay además restos arqueológicos de la Edad de los metales.
El pequeño paseo en barca, de unos minutos, por el primero de los lagos que se pueden recorrer, puede ser una sorpresa para los niños como lo fue para el nuestro. Además, de vez en cuando Igor nos apagaba la luz para que escucháramos respirar a la cueva.
En definitiva, nos gustó la hermana pequeña de las cuevas eslovenas y lo que era una visita de hora y poco llegó a dos horas y cuarto. Nos despedimos de Igor con la promesa de volver cuando los tres pudiéramos hacer la otra visita de 4 horas, esa sí que tiene que estar bien.
Ya casi a las 7, en Cerknica cogemos el desvío a la izquierda que señaliza hacia el Cerknisko jezero; damos un paseo por los alrededores sin llegar hasta el mismo lago Cerknica, conocido como el lago intermitente, que desaparece bajo tierra y resurge en el valle de Rakov Škocjan, pero nos conformamos con las vistas. Pertenece al Notranjski Regijski Park. Había una carretera para llegar hasta él, pero no teníamos claro si se podía entrar con el coche, porque veíamos a la gente de vuelta andando.
Estábamos cansados, por lo que dimos un pequeño paseo por los alrededores y nos fuimos al Hotel Rakov Škocjan, elegido por su situación, para hacer al día siguiente la ruta por las grutas intercomunicadas de Rakov Škocjan. La habitación triple nos pareció bastante pequeña; la pena es que por la lluvia no pudimos disfrutar del jardín ni de la zona de juegos.
Mañana nos espera un regalo de la naturaleza , una de las visitas de las que más disfrutamos.