INTRODUCCIÓN E IMPRESIONES
¡Buenas a todos!
Acabamos de regresar de uno de los viajes más... "agridulces" que hemos realizado. Después de casi 20 años haciendo viajes, sobre todo en Europa aunque últimamente nos aventuramos más fuera de nuestro querido continente, hemos visto de todo, hemos tratado con multitud de tipos de personas y hemos vivido un sinfín de experiencias. Sin embargo, en este viaje a Israel y una vez ya regresados, tenemos que admitir que ha sido un viaje de sensaciones encontradas: de rabietas y pataleos, de enfados, de alegrías y de entusiasmo, de frustraciones y a la vez de euforia.
En definitiva, ha sido un viaje de muchos excesos a la vez que lo ha sido de muchas carencias. Excesos en lo relativo al nivel de vida de este país, que roza lo absurdo e incomprensible. Excesos en lo referente al comportamiento y al nivel de intransigencia de la gente, algo que jamás nos había pasado antes en los 40 y pico países que llevamos visitados. Pero también excesos en los lugares visitados cuya belleza es hipnótica e irreal. Carencias en cuanto a confort y en lo referente al tema de la comida, el cual ha sido sin duda el apartado donde más hemos sufrido.
Visto en retrospectiva, la pregunta que me ha hecho mucha gente tras contarles las vivencias y lo vivido y visto en Israel ha sido: "pero, ¿vale la pena lo vivido para ver lo que se ha visto?". Yo, en general, diría que sí, que vale la pena hacer acopio de valor y de mentalizarse que habrá ciertas incomodidades y ciertos comportamientos de la gente local con tal de poder ver todo lo que allí puede verse. Básicamente porque algunos lugares son únicos e irrepetibles en otras partes del planeta o, al menos, sí se encuentran en otros lugares pero mucho menos accesibles en cuanto a peligrosidad u otros handicaps.
A continuación, en la próxima etapa, os informaremos de la información necesaria respecto a los preparativos del viaje.