Pasé muy mala noche. Estuve con diarrea toda la noche, si a eso le sumamos los nervios porque teníamos que estar 6 horas encima de un mini bus, más se complicaba la cosa. Pero bueno había llegado el gran día y había que sacar fuerzas de donde no las tenía.
La excursión nos costó 60 soles (16€) por persona, y consistía en recogernos en plaza de Armas, llevarnos hasta hidroeléctrica, desde donde tienes que ir caminando al pueblo de Aguas Calientes, e incluía también el almuerzo. Nosotras elegimos esta opción no porque fuera la mejor, ni porque seamos súper deportistas, si no porque es la más económica, el tren cuesta 120 dólares, lo que nos parece excesivo, más allá de que sea un sitio muy turístico.
Después de varias paradas e ir durmiendo la mayor parte del camino para no ver las carreteras por donde iba la van que eran desfiladeros llenos de curvas, llegamos a Hidroeléctrica. A primera vista no tenía nada especial: unos cuantos bares y campo alrededor. Ahí almorzamos antes de empezar. teníamos incluido un semi bufet (te podías llenar el plato con lo que quisieras, pero solo una vez) y aunque comimos poco, más que nada por prevenir, estaba bastante bueno.
Empezamos a caminar durante 10 kilómetros siempre siguiendo las vías del tren, paralelo al río con vistas impresionantes e inolvidables, lo primero que nos gusto mucho fue un puente verde muy fotografiable y cada vez que pasa el tren es la distracción para hacer fotos y olvidarte de lo que queda. Si es verdad que cuando llevas la mitad del camino se hace un poco aburrido y monótono. Y encima que no paró de llover durante todo el trayecto. De vez en cuando había que cruzar el río mediante unas tablas parecidas a las vías del tren que, al estar separadas, daban un poco de vértigo, o por lo menos a mi que soy una miedica.

Después de unas 4 horas (si, ya se que es demasiado, pero íbamos con calma, sacando fotos, admirando el paisaje y vale, también es verdad que no somos muy atléticas), por carretera recta, aunque las piedras sueltas son un poco fastidiosas debajo de los pies, llegamos a Aguas Calientes. Durante todo el camino vas encontrando puestos donde comprar comida y bebida.
La llegada a Aguas Calientes fue maravillosa, el sonido al río embravecido es impresionante. El caudal de agua que lleva, las montañas gigantes que se alzan sobre el y el pueblo de fondo. Creo que aunque pasen los años nunca olvidaré esa estampa.

El hotel nos costó unos 15 euros las dos por noche, fue de los más caros que reservamos en Perú, pero era más bonito que los anteriores y además estamos hablando de una de las Maravillas del Mundo, normal que lo merezca.
Después de dejar el equipaje fuimos a cenar pese al cansancio que teníamos. Encontramos uno de los restaurantes donde comimos por 15 soles por persona crema de champiñones, pechuga a la plancha con ensalada y patatas fritas y un vaso de limonada o pisco sour, nada mal para el sitio en el que estábamos.
Consejo: no se vuelvan locos llevando cosas desde Cuzco y cargando con ellas durante todo el camino, porque el precio del agua y la comida es muy similar, al menos en temporada baja cuando fuimos nosotras.