![]() ![]() EL MODERNISMO : MUSEO DE ARTE MODERNO DE ROMA ✏️ Diarios de Viajes de Italia
UNA TARDE MODERNISTA EN EL MUSEO DE ARTE MODERNO DE ROMA EN VILLA MEDICI. LA COLINA. LA BELLEZZA. OTRA ROMA"LA ROMA MODERNISTA: OCTAVA MARAVILLA" La natural asociación de Roma con el Imperio Romano, antes los Etruscos, el Renacimiento explosivo, impiden tal vez asociarla con un reservóreo de arte moderno de esos que hacen caer de espaldas. Allá arriba de Trinitá del Monti, cruzando la muralla que cierra la Vía Venetto, aguarda la boscosa Villa Borghese, a la que recién se llega cuando muchas veces se ha visitado la ciudad. Nunca hay tiempo, no es céntrica, y eso la va desplazando hacia futuras oportunidades. Pero, cuando el camino permite dejan allá abajo Piazza del Polpolo con las escalinatas que dejar ver las colinas y contarlas con los dedos, ahí, entre curvas y contracurvas de la Via delle Belle Arti que ofrece una vista novedosa de la Eterna, se enfrentan rodeados de árboles como custodios gigantes el Museo de Arte Etrusco y la Gelería Nacional de Arte Modeno. Idénticos - ambos a nuestro MNBA- con su frente de altas columnas que atemorizan sobre los escalones interminables que dan la bienvenida desde 1915 al arte moderno que cobija le ciudad, aunque se fundó en 1893. Y, si es que sus pórticos no son suficientes, una escultura en hierro nos indica claramente dónde está la modernidad... Se atraviesa la puerta de la Roma antigua, la clásica, para volar a un sueño en el que piezas famosas están a menos de medio metro de nuestros ojos. Antonio Canova, Carlo Carrá, Morandi, Giacomo Balla, Giorgio De Chirico - como habíamos encontrado en el Museo del Ottocento en Milán- se exhiben de manera voluptuosa Y eso sí que no estaba dentro de ninguna previsión ni se había incluído ni postergado de ningún recorrido. Fue, tal vez, la última sorpresa de boca abierta que Roma nos tuvo reservada. Ni dudar en ingresar y comienza la recompensa con un hall en el que varias esculturas de De Chirico flanquean la entrada y me invocaron una especie de dupla en descomposición , y - para quienes es dado - recomposición. Un destino ajeno a quien escribe. Un poco más adelante, unas columnas separan un piso que cubre la recinto principal del piso: la sala consiste en un gran espejo astillado, roto en piezas que fracturan todo lo que reflejan. Y, colocadas como al pasar, esculturas de las más definitorias del renacentismo en mármol blanco...de esas que colman las salas de los Museos Vaticanos , El Museo Capitolino que custodian Cástor y Pólux, o la sala de esculturas del Louvre. No es posible describir la multiplicación de la forma y el movimiento, de las esculturas y de los visitantes, cuando nos miramos en los trozos de espejo iluminados por el cielo romano que atraviesa un techo que es una mera excusa. Ahí va... Y empieza un recorrido del que lo mejor que tengo para ofrecer es la serie de obras mismas. Una muestra de la creatividad tradicional, bien italiana, hasta piezas publicitarias de plena actualidad, el famoso Verdi - la misma que los grafiteros reeditan en las calles de Milán. , la imágen del Duce potente desde el bancón del Palazzo Venezia con sus discursos de cañones y la guerra, hasta los aportes de los franceses, lo más dulce de Klimt y hasta de un publicista argentino. Una visita inolvidable por lo sorpresiva y por la magnitud de una belleza que hace olvidar de los foros, las vías, los muros y todo cuanto siempre hemos buscado y encontrado. Quedan lejos la ranecentisma Vía del Coronari con sus anticuarios, el misticismo de Santa María in Cosmedín con su Boca della Veritá, el silencio sepulcral de reminiscencias borgianas de el Panteón, los frescos salpicados generosamente por Campo dei Fiori, y tanta historia más. El modenismo italiano, con la representación del Rirorgimento retratando a un Giuseppe Garibaldi potente como ninguno, o los inmigrantes dolientes entre los que nuestros bisabuelos estaban en un puerto, llena todo el espacio del arte que nos es posible concebir. Y volveríamos a dar una vuelta más, pero hay que sacrificarse: debemos recorrer de vuelta il parco della Villa Borguese, esos jardines plagados de fuentes y columnatas, y pérgolas y una puesta de sol, en pleno y agobiante verano, que regaló los fucsias más intensos y romanos en una ciudad en la que, para ver el poniente, nada más hay que elegir desde qué colina admirarlo. Ci vediamo, Roma. Eterna y moderna. Escribía Gorigio Di Chirico, el gran "metafísico" que nos recibe y nos despide en la Galería...y cuando apenas había terminado la ¨primera guerra" él escribía: …nella parola “metafisica” non ci vedo nulla di tenebroso; è la stessa tranquillità ed insensata bellezza della materia che mi appare “metafisica” e tanto più metafisici mi appaiono quegli oggetti che per chiarezza di colore ed esattezza di misure sono agli antipodi di ogni confusione e di ogni nebulosità” …en la palabra “metafísica” no veo nada de tenebroso; es la tranquilidad y la insensata belleza de la materia las que en sí mismas se me presentan como “metafísica” y más aún me aparecen como metafísicos aquellos objetos que por la claridad del color y la exactitud de medidas están en las antípodas de toda confusión y de toda nebulosidad de “Noi metafisici” (“Nosotros los metafísicos”) 1919 Índice del Diario: ROMA: ETERNA E INFINITA
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