El viaje en barquito a Marken fue muy agradable y no tarda nada en llegar.
Desde el barquito al acercarse ya se ve muy bonito.

Lo primero que se ve al bajarse es una tienda de recuerdos con un par de suecos gigantes en la puerta, una bienvenida muy pintoresca.

La comparación que voy a hacer puede parecer curiosa pero con este pueblo me parece que pasa lo mismo que con los seres humanos, no siempre te enamoras del que tiene las más perfectas facciones o el mejor físico, sino de quien te atrae a primera vista, por su personalidad, por su prestancia, por su carácter o su mirada. Marken es el más chiquito de los tres pueblos y el menos llamativo, pero me robó el corazón, cada rincón es encantador, el arreglo de las casas típicas es increíble, veíamos adornos y flores en las ventanas, en las paredes externas, en los patios, todo adorable.

Hay canales y puentes por todos lados con el nombre de toda la familia real y como la Reina Máxima es argentina la perpetué en una foto del puente que lleva su nombre en Marken. Es lo más cerca que puedo llegar a estar de mi compatriota de la nobleza holandesa.

Caminamos por todo el pueblo, nos perdimos un par de veces, siempre encontramos gente amabilísima que aún sin poder comunicarnos con un idioma común se hacían entender con el idioma universal de las señas y en algunos casos salieron de sus comercios para indicarnos el camino, incluso un cura salió de su iglesia para mostrarnos hacia dónde ir.

De esta manera llegamos a la parada del bus que queda en el otro extremo del pueblo. Precioso lugar!!! Encantador!!
