Por la tarde siguió la maratón, primero fuimos a la Iglesia de San Sulpice, después a la Capilla Nuestra Sra. de la Medalla Milagrosa. Yo no conocía ninguna de las dos, a la primera fuimos guiadas por el famosos libro El Código Da Vinci y a la segunda porque le había prometido a una amiga que si iba a Paris le llevaría una medalla comprada en origen.

La Capilla Nuestra Sra. de la Medalla Milagrosa no suele estar dentro del circuito turístico, pero a mí me encantó.

Seguimos caminando hasta Los Inválidos porque me hacía ilusión conocer la tumba de Napoleón, ya que en viajes anteriores nunca había entrado. El lugar está bien, pero no sé porque, yo esperaba más, pasa que a veces uno se hace tanta ilusión con algo que después la realidad no llega a colmar sus expectativas, pero es una apreciación puramente personal, el lugar es digno de visitarse sin lugar a dudas.

De ahí nos fuimos a los jardines del Museo Rodin porque mi amiga no lo conocía y yo tenía un recuerdo hermoso de la vez que lo visité con una de mis hijas, me pareció hermoso la primera vez y también en esta visita. En el jardín hay estatuas famosísimas, como El Pensador o la Puerta del Infierno. Como dije fuimos sólo a los jardines aunque el museo también vale mucho la pena, pero la entrada es más cara.

Seguimos caminando, cruzamos el puente Alexander III que nos deja sin palabras y cansadísimas nos fuimos a nuestro departamento para disfrutar de nuestra última noche en Paris, en el sillón, mirando la tele, en pantuflas.
