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Tras un buen desayuno, volvimos a pasear por las calles de Chur, que además es día de mercado, y los puestos inundan sus calles.
Aprovechamos para comprar pan recién hecho y algunos manjares más para la comida y nos encaminamos a Maienfeld... siiii, nos vamos a ver a Heidi
Seré sincera, moría de ganas de ir a la casa de Heidi, para qué engañarnos. Fueron los dibujos por excelencia de mi infancia, y después de tantos años veraneando en Suiza, lo suyo era visitar la zona. Y esta era la ocasión puesto que nuestra ruta pasaba muy muy cerca.
Heidi goza ya de unos estupendos 138 años nada menos, y es la obra más leída de la literatura suiza. Hasta una enfermedad lleva su nombre: "El Síndrome de Heidi", para hacer alusión al trastorno de déficit de naturaleza. Además el merchandaising que hay detrás de Heidi es inabarcable.
Para llegar ponemos el navegador a MAIENFELD, y ya encontramos multitud de carteles marrones que indican HEIDIDORF. Había leido que había un parking muy grande junto al Hotel Restaurante Heidihof, pero nosotros encontramos uno chiquitito en mitad de unos prados en el que había sombra y allí lo dejamos. Estábamos a 10 minutos caminando de la casa de Heidi, y las enormes y verdes praderas anunciaban que sería como en la serie.
Los tickets se adquieren en la tienda, y te avisan de que solo se puede entrar una vez en cada casa, puedes dedicar el tiempo que quieras a verlas, pero solo una vez. El horario es de 10 a 17h.
Han recreado la casa donde Heidi y el abuelo pasaban el invierno, la casa de los Alpes, por supuesto; la escuela, el ayuntamiento, y una zona de animales, además de la tienda.
El precio fue de 13,90chf.- adultos y 5,90 para los niños. Te dan los tickets y los pasas por una máquina a la entrada de cada casa quedando registrada tu visita.
Como acababan de abrir estábamos solos y subimos en primer lugar a la Casa de los Alpes, la más famosa y la más solicitada, pensamos. Y no nos equivocamos.
La casa es tal cual en la serie, salvo algun detalle como la zona de trabajo del abuelo, pero me emocionó un montón, todo era tal y como lo recordaba. Hasta la comida parecía de verdad!
Y poder visitarla sin nadie más, un privilegio, tomando nuestro tiempo para descubrir todos los detalles. Momento fotos:
Cuando nos dispusimos a bajar a la casa de invierno ya subían varias familias a la cabaña de los Alpes, hicimos lo correcto.
La residencia de invierno también está fenomenal. Es menos conocida porque en la serie no salía tanto, pero igualmente nos encantó. No faltaba detalle, la habitación de Heidi, sus juguetes, su ropita...
A continuación visitamos el ayuntamiento y la escuela y finalizamos con la zona de los animales, donde los peques podían entrar y tocar las cabras, las gallinas, incluso darles de comer (alli te venden las bolsitas)
Finalizamos la visita en la tienda de recuerdos, escribiendo unas postales y enviándolas desde allí. Te dejan colocarles el sello de Heidi, y la oficina postal de Maienfeld, que por cierto es la más pequeña de todo Suiza después te coloca un sello especial.
Cuando nos íbamos estaban todas las casas con muchísima gente, sobre todo turismo nacional, apenas encontrabas coches con matrículas extranjeras.
El siguiente destino era la zona de APPENZELL, intentamos hacer el Fälensee, un lago espectacular que habíamos descubierto en fotos, pero la ruta duraba más de 2horas solo la ida, y ya habíamos pasado gran parte de la mañana en Heidiland.
Así que comimos en una pradera, dimos un paseo por la zona de aproximadamente un par de horas y nos dirigimos a otro de los must en Suiza y en mi lista en concreto. Un sueño: ÄSCHER.
Y es que quién no ha visto alguna vez en internet esta foto cuando googleas Suiza?
Para llegar al Berggasthaus Äscher, hay que desplazarse hasta la zona de Appenzell, y más concretamente a Wasserauen, de donde parte el teleférico. También puedes llegar hasta Äscher a pie desde Wasserauen y Schwende, cuesta arriba, pero desconozco la distancia, además que a las horas que llegamos deshechamos cualquier ruta que pasase del par de horas.
Pagamos 31chf.- cada adulto, y 12 Hugo. Con la emoción del día casi despejado, y las ganas de subir, olvidamos la cámara reflex...error, así que tuvimos que conformarnos con guardar las imágenes en la retina y los móviles...
El teleférico sube hasta Ebenalp, y nada más salir ya se parecia la grandiosidad del Bodensee (Lago Constanza)
Desde allí hay alrededor de tres cuartos de hora de bajada más o menos hasta el hotel-restaurante Äscher, tuvimos que parar porque había tramos con muchísima gente y esperábamos a que fuesen pasando, ya que es un sendero estrecho.
La ruta es muy bonita y sencilla a pesar del desnivel.
Atraviesas una cueva a través de unas escaleras, repletas de torres de piedras, está oscura y apenas se ve con unas pequeñas luces colocadas estratégicamente, pero la vista se acostumbra rápido, y a los niños les encanta.
A la salida de la cueva hay una cabaña que alberga fotos de los primeros años de la ruta, cuando el Äscher sólo era un refugio de montaña, y de las rocas y minerales que abundan en la zona.
Antes de alcanzar el objetivo encontramos la Wildkirche, una pequeña capilla metida en una cueva.
Y ahora sí, por fin, sigues bajando y de repente al girar una curva aparece el Äscher...un hotel-restaurante literalmente empotrado en la roca de la montaña, que conserva la misma fachada desde 1860. Dicen que en las numerosas cuevas existentes en la montaña vivían hombres salvajes que ayudaban a los montañeros y lecheros alpinos.
Han habilitado un anexo donde poder pasar la noche por 138chf.-, incluyendo vino de bienvenida y desayuno. Para usar el baño debes ir al propio restaurante. Y para el momento ducha aconsejan que bajes al Seealpsee, un lago que está a media hora a pie.
Me sentí muy feliz y afortunada por poder estar allí, primero por la situación tan complicada que se había vivido durante todo el año en nuestro país, las miles de víctimas...; y segundo por el sitio en sí, porque es idílico. Aunque he de decir, que tuvimos que esperar cola para hacer la foto..imaginad como estaba aquello de gente...que eso, no sale en las fotos. También es cierto que era sábado, es posible que un lunes haya menos gente.
Intentamos, sin éxito, buscar una mesa y tomarnos una cervecita pero fue imposible. Estaba masificado. Así que nos alejamos un poco, pedimos unos helados y nos los tomamos con las vistas del valle, que también estaban muy bien. Como véis, no simpre conseguimos evitar las hordas de gente.
Deshicimos de nuevo el camino, esta vez cuesta arriba hasta llegar de nuevo a Ebenalp, y coger el teleférico. Abajo aprovechamos para meter los pies en el pequeño río que cruza Wasserauen y dimos por finalizada la aventura. Toca cruzar a Alemania y buscar donde dormir...
Cruzar la frontera con Austria, y posteriormente con Alemania no supuso mayor problema que una buena caravana...Fuimos directos a buscar áreas en la zona de Lindau, y las que eran públicas o estaban alejadas o no disponían de baños, así que nos decantamos por una privada.
¿En qué consistía? Bueno pues es una extensión de terrenos privados con un restaurante, y solo por el hecho de cenar en él, te dejan pasar la noche en sus praderas. Así de fácil. Ah, y te dejan usar los baños del restaurante. De hecho tienen unos fuera para cuando cierran.
Elegimos la de Wangen im Allgäu, cerca de Lindau, que alberga el restaurante Weinstadl Rimmele Gastronomie, que tiene un biergarten fabuloso y que no fue nada caro. La dirección exacta es 1 Humbrechts, hay que tener cuidado porque el desvío está en medio de la carretera y es fácil pasárselo.
Al llegar le comunicamos al camarero nuestro deseo de pasar la noche con la furgo y nos dijo que eligiésemos la zona que deseáramos. Cenamos de maravilla unas delicias alemanas. Y pagamos 50 euros por los 3, con bebidas incluídas. Me encantan los biergarten...y tenía muchísimas ganas de disfrutar de Alemania en verano, porque aunque la visitamos todos los años, siempre lo hacemos en Navidad y es una costumbre alemana que te pierdes en esa época.
La noche transcurrió tranquila, y pasada por agua.
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Viajar a Suiza en primavera
