13 de diciembre. Este día también me levanté y desayuné con calma porque no había prisa. Era el turno de visitar Izamal y el único horario fijo que tenía era una reserva en el restaurante Kinich a las 13:00. El conductor me había preguntado que si quería visitar el pueblo antes o después de comer, y como le dije que antes, entonces me comentó que estaría bien salir del hotel a las 9:30. Se tarda en llegar una hora.
¿Y qué es un pueblo mágico? Según la información que se puede encontrar buscando en internet, se trata de una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes para México, que muestran la identidad nacional en sus rincones. Así mismo, debe tener una población de al menos 20000 habitantes, hallarse a no más de 200 km de un destino turístico principal, organizar un comité Pueblo Mágico de manera formal y tener un programa de desarrollo turístico para los siguientes tres años. México tiene 132 pueblos mágicos en la actualidad, uno de los cuales es Izamal.
Izamal es la ciudad amarilla de México, por ser el color del que están pintados la mayoría de sus edificios (al menos los del centro, que es por donde me moví).
Antiguamente Izamal era el centro de adoración del dios supremo de los mayas, Itzamná, y del dios del Sol local, Kinich-Kakmó. Pudo haber hasta una docena de pirámides con templos dedicados a estos u otros dioses y esto podría haber motivado a los españoles a construir el monasterio franciscano.
Llegamos en una hora a Izamal y paramos junto a la plaza principal, de color amarillo. En varios lados de la plaza, los edificios que la ocupan forman una galería cubierta con arcos que combinan el color amarillo con el blanco.
En el jardín que ocupa el centro de la plaza, unas grandes letras que ponen “IZAMAL”, dan la bienvenida a la ciudad y de frente se alza el Convento de San Antonio de Padua, en el que destaca a primera vista la rampa de acceso y los arcos de la galería, por encima de los cuales sobresale el perfil del campanario y espadaña de la iglesia. Todo pintado en amarillo, salvo los contornos en blanco. Tiene un aire pintoresco.
Este monasterio se construyó entre 1533 y 1561 sobre los restos de una anterior pirámide maya. Yo no me fijé, pero por lo visto bajo las arcadas se pueden ver las piedras de la construcción y su diseño demuestra que fueron tomadas del anterior templo maya.
Subí al monasterio y se puede contemplar un gran patio con arcadas en cada lado. En un lado el Santuario de la Virgen de Izamal. Quise visitar la iglesia pero estaba cerrada a esa hora (más de las 11 de la mañana) y me dijeron que hasta las 13:00 no abriría, para celebrar la Eucaristía. Mi gozo en un pozo. Lo que sí vi en un lado de la entrada fueron unos frescos del siglo XVI en la pared, que por lo visto había estado ocultos durante muchos años.
Salí del convento y procedí a dar la vuelta al mismo pasando por el mercado municipal y para ver la estructura exterior del convento y del santuario.
Luego estuve dando un paseo por las calles 31, 29 y 27 y algunas de las transversales, fotografiando alguno de los edificios pintados de amarillo que más me llamaban la atención.
Además del color amarillo, otro detalle interesante de Izamal es el de sus esquinas tradicionales, esquinas de calles que son reconocibles por algún símbolo. Por ejemplo, “La Esquina del Gallo”, “La Esquina de la Paloma”, “La Esquina del Elefante”. Todas las que vi tenían casualmente símbolos de animales.
Dando vueltas me encontré con la pirámide de Itzamatul, pero no se podía entrar. El acceso estaba cerrado por una verja.
En la calle 27 se encuentra la pirámide de Kinich-Kakmó, dedicada a un dios solar que en forma de guacamaya de fuego bajaba todos los días a recoger las ofrendas que se le hacía. Es una de las edificaciones más importantes de Mesoamérica (región cultural de América que engloba la parte meridional de México, Guatemala, El Salvador, Belice, el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica) y su base mide 200 metros x 184 metros. El templo superior tiene una altura de unos 34 metros.
Fue construida entre los años 400 y 600 DC. Se utilizaron grandes piedras en la construcción, sobre todo en la escalinata y cornisas. En el siglo XVI se conservaba en buen estado, así como la decoración en estuco que ya ha desaparecido.
Llegué y gracias hasta la base del templo superior y ya no más, porque las escaleras no estaban en muy buen estado a trozos. La gente bajaba como podía, unos de lado y otros sentados. Supongo que desde arriba la panorámica impresionará.
Cuando salí del recinto arqueológico me fui a comer al restaurante Kinich, que está a pocos metros en la misma calle. Está en una casa típica y tiene una bonita decoración. La carta es bastante amplia. Lo que yo pedí fue:
- Papadzules tradicionales: tortillas de maíz rellenas a modo de tacos con huevo cocido y bañadas con una salsa de tomate con chile habanero.
- Venado almendrado con guacamole y plátano frito
- Flan de queso de bola
Estaba todo muy bueno, pero con los papadzules estaba ya lleno y luego no me sentí muy bien el resto de la tarde. O simplemente es que me pasé con la cantidad de comida, o me sentó mal algún ingrediente o la forma de cocinado. No es la primera vez que me pasa y no va asociado a que coma mucho (a veces nada más que haber empezado a comer unos minutos antes).
Independientemente de mis sensaciones, el restaurante está muy bien. La cuenta fue de $590.
www.restaurantekinich.com/
Después de esto me reuní con el conductor y regresamos a Mérida. En este caso le pedí que me dejase en el Paseo de Montejo, junto al Monumento a Justo Sierra Méndez. Fue un escritor, historiador, periodista y filósofo mexicano, nacido en San Francisco de Campeche en 1848, que entre otras cosas fue promotor de la Universidad Nacional de México y que es conocido como “Maestro de América” por el título que le otorgaron diversas universidades de América Latina.
Mi idea era recorrer el Paseo de Montejo para ver esas mansiones de estilo europeo que se construyeron en el siglo XIX, en muchas de las cuales vivían los dueños de las haciendas henequeras.
Algunos de los edificios más significativos que vi fueron los siguientes:
- Hotel Fiesta Americana Mérida
- Quinta Montes Molina
- Archivo Histórico de Mérida
- Palacio Cantón: alberga exposiciones temporales sobre la cultura yucateca
- Casas Gemelas
A la altura de la calle 47 me dirigí hacia el Parque de Santa Ana, pero iba tan cansado que ni me apeteció acercarme hasta la iglesia, que está al final del parque.
Me fui paseando por la calle 60 hasta el Parque de Santa Lucía y allí me deposité a mí mismo sobre un banco a esperar la hora de la cena, con mi sensación de malestar. No sé si sería allí o habría sido entre las hierbas de la pirámide Kinich-Kakmó, pero se me quedó el tobillo fino de picaduras de mosquitos.
Cuando ya estaba más que harto de esperar, me fui caminando hasta la Plaza Principal y vi que la catedral estaba abierta. Había la opción “misa” o “turista”. La opción “turista” era atravesar la catedral por la nave central y antes de llegar al altar mayor salir por una puerta del lateral. La visita entonces duró 5 minutos. Me llamó la atención las grandes dimensiones del edificio, las columnas y la cúpula de la bóveda central, pero no me pude entretener mucho.
Volví por la calle 60 hacia el Parque de Santa Lucía y de camino vi que la Iglesia de Jesús estaba abierta. Aproveché para entrar y coincidió que había unas mujeres ensayando canción lírica. Por lo visto en la misa de las 7 de la tarde iba a haber “concierto con tenores”, según anunciaba una mujer (relacionada con la iglesia en cuestión) a grito pelado en la calle todo el tiempo. Decidí quedarme, pero después de más de media hora escuchando pacientemente la misma, pensé que ya había tenido suficiente y me largué sin escuchar ninguna canción (si no se tienen en cuenta los cantos de la misa), pese a estar allí cómodamente sentado.
Al llegar al parque me fui al restaurante Rosa Sur 32. Seguía encontrándome muy raro y no sentía que me fuese a entrar la comida, por lo que pregunté por lo más ligero que había en la carta y
- Ceviche de mariscos con jugo de tomate verde, chayote, nopal y aguacate
- Remolachas en escabeche, rábano, burrata, berros y semillas de calabaza
El ceviche me gustó bastante y el otro no del todo. Ni siquiera pedí postre. La cuenta fue de $355.
www.rosasur32.com/
Volví al hotel e hice el pago de la habitación por exactamente la misma cantidad en pesos que había pagado inicialmente. Eso sí, lo que no llegué a entender es por qué si tenía el mismo precio en pesos y el cambio realizado no había variado, a la hora de devolverme el dinero en la cancelación de Booking.com, recibí unos 30€ menos (195€ frente a 225€). A posteriori he pensado que cuando pagué a través de Booking.com lo hice al cambio oficial del momento ($24 por euro) y que en cambio al cancelar, el hotel me hizo la devolución considerando $21 por euro (que era el cambio ofrecido en el hotel), en cuyo caso no me hace ninguna gracia la jugada.
En ese momento no me dijeron nada acerca de pagar por la pérdida de la llave, así que supuse que se les había pasado o que al final no me la cobraban.
Hice la maleta porque al día siguiente salía hacia San Francisco de Campeche.
Dormí poquísimo esa noche, porque me desperté pensando que estaba diluviando (había previsto un cambio de tiempo). Horas después de no poder dormir por el supuesto ruido que provocaba la lluvia, me di cuenta que el ruido era el que hacía la máquina de aire acondicionado. No sé cómo no me había dado por pensar lo mismo las otras noches, pero sí, no fue el último hotel en el que estos aparatos hacían un ruido horrible.