Viaje y llegada a Islandia ✏️ Diarios de Viajes de Islandia

Día 1: Viaje y llegada a la tierra de hielo y fuego

Como viene siendo habitual en nuestros viajes de verano, otra vez empezábamos sin saber si finalmente todo llegaría a buen puerto o nos quedaríamos jodidos y en tierra… Como viajamos en agosto, cada año aparece algo que amenaza con fastidiarnos el viaje, normalmente una huelga que provoca el caos en el aeropuerto o, en el caso de este verano, para variar un poco, una pequeña pandemia . El año próximo igual toca invasión extraterrestre, ya se verá.

Compramos los vuelos en Marzo pensando que Islandia sería un destino factible para viajar en verano, y todo apuntaba a que no nos equivocábamos: a partir del 1 de julio se podía entrar a Islandia con certificado de vacunación, sin necesidad de tests adicionales si se contaba con las dos dosis (una dosis en el caso de Janssen). Perfecto, por nuestra edad (por una vez ser más yayo te daba alguna ventaja ) en agosto estaríamos más que vacunados, así que todo indicaba que no habría problema.

Pues error: un par de semanas antes de viajar, la incidencia empezó a volver a subir en Islandia, así que los requisitos de entrada cambiaron. Se volvía a solicitar PCR o en el caso de vacunados también era válido el test de antígenos para entrar en el país. Pues nada, otra vez sin saber si podríamos viajar o no hasta que el resultado del test se pronunciase.

Por suerte actualmente hay muchos centros donde realizan los tests y no tuvimos problemas para reservar cita para dos días antes del viaje. Decidimos hacer un poco de autoaislamiento un par de semanas antes de volar, más que nada porque yo necesitaba largarme con viento fresco sí o sí y si llegamos a dar positivos me como a alguien .

Pues nada, dos días antes del vuelo, palito por la nariz y a esperar el resultado… por lógica debíamos dar negativos, pero hasta que no tienes el papelito que así lo confirma, no te quedas tranquilo. Resultado: ¡negativos! ¡Nos vamos a Islandia! ¡Qué alegría!

Preparativos para volar: se rellena un formulario en la página web visit.covid.is que te genera un código de barras que hay que mostrar en facturación antes de volar, y también te lo solicitan al llegar en el aeropuerto de Reikiavik. No te solicitan el número de asiento del vuelo, así que se puede completar 72 h antes de volar sin necesidad de esperar a tener el check-in online hecho. Lo que hay que confirmar es si volarás con certificado de vacunación o con test PCR en el caso de no vacunados, eso sí. Luego hay que tener preparado también el certificado de vacunación y el resultado del test de antígenos/PCR (por supuesto, todo en inglés). Nosotros completamos el formulario para generar el código de barras una vez confirmamos que los dos éramos negativos.

Volábamos con Icelandair, así que hicimos el check-in online 24 horas antes de la salida (ya teníamos los asientos reservados desde que compramos). Eso sí, una vez haces el check-in en la web y debido a la situación actual te advierten de que hay que pasar sí o sí por el mostrador de facturación a recoger las tarjetas de embarque, no hay opción a obtenerlas antes si no facturas equipaje y presentarte directamente en las puertas. Esto es así porque una vez allí te revisan que toda la documentación esté en orden y cumplas con los requisitos de entrada en Islandia.

Con todo a punto, el día del vuelo salimos con margen más que de sobras, como a mí me gusta, y llegamos con unas cuatro horas de antelación (justito ). El vuelo salía a las 23:55h, pero a las 20:00 ya abrieron los mostradores de facturación. Nos revisaron el código de barras que se genera completando el formulario en visit.covid.is y el certificado de vacunación. Sorprendentemente no nos solicitaron el test de antígenos, nos dijeron que dependiendo del día lo piden o no . Me pareció muy raro, poco serio, y pensé que aquí en España no se enteraban, pero luego al llegar a Islandia fue igual, no nos pidieron el test de antígenos, así que era cierto que en ocasiones no lo solicitan. Estuve a punto de exigir que de eso nada, que revisasen mi test negativo, que para algo había pasado todos los nervios esperando el resultado sin saber si podría viajar, pero finalmente no quise arriesgarme a que me dejasen en tierra por tocapelotas y me contuve .

A esas horas y en la terminal 2 en Barcelona no había demasiada gente, así que en media hora habíamos facturado y con los controles pasados, vimos muy poca gente. Una vez dentro, tomamos algo a modo de aclimatación a los desorbitados precios islandeses, y esperamos, contentos de ver que finalmente íbamos a viajar tras un año y medio de sequía. Se me había hecho más largo que un día sin pan…

El vuelo fue puntual y a las 23:15 embarcamos según lo previsto, despegando a las 23:55 sin retrasos. El avión no iba a tope, en nuestra fila de tres asientos solo íbamos nosotros dos. Durante el vuelo y si hay suerte se ve el volcán en erupción desde el lado derecho (si da la casualidad de estar activo en ese momento). Nosotros por ley de Murphy estábamos sentados a la izquierda y no pudimos hacer fotos, pero incluso desde ese lado pudimos verlo por la ventana derecha, estirando un poco el cuello, rollo jirafa .

Desde Barcelona al aeropuerto internacional de Keflavik son unas 4 horas 20 min de vuelo y hay una diferencia horaria con España de 2 horas (en verano), así que aterrizamos a las 02:15 hora local. Todo sin ningún contratiempo, salimos rápido y nos dirigimos a recoger equipajes y pasar los controles.

Justo antes de las cintas del equipaje hay un sitio que no podéis perderos: el duty-free. Ya al llegar vimos a todos los islandeses que acababan de aterrizar ir a comprar bebercio como desesperados, luego entendimos porqué (es el sitio donde se puede comprar las bebidas alcohólicas más baratas con diferencia). Pensábamos que a esas horas intempestivas estaría cerrado, pero no, allí estaban todos, arramblando con botellas y latas como si no hubiera un mañana, parecían una manada de ñus en el Serengeti. Mi lema es: donde fueres, haz lo que vieres, así que sin dudarlo nos dirigimos también a cargar con unas cuantas latas de cerveza islandesa... os recomiendo si sois cerveceros que hagáis lo mismo y os evitaréis un buen sablazo en los bares. Lo mismo os digo si queréis catar el vino y conservar los dos riñones durante el viaje, compradlo aquí.

Ya plenamente adaptados a las costumbres de nuestro destino y con las cervezas islandesas a buen recaudo, nos dirigimos a la cinta de equipajes y allí estaban ya nuestras maletas dando vueltas (y eso que no tardamos casi nada en comprar). Aquí una foto del oro líquido vikingo:



Cargados como burros alcohólicos pero contentos de que todo fuese rápido, nos dirigimos ya a pasar el control de documentación. Aquí pensábamos que encontraríamos una cola del copón, pero no: de nuevo todo fue como la seda y no tuvimos que esperar nada. Pasamos directamente a un garito donde nos solicitaron el DNI (o pasaporte), el código de barras de entrada al país y el certificado de vacunación. Otra vez ignoraron el test de antígenos negativo y otra vez estuve tentada de ponérselo al funcionario de turno en los morros, pero me contuve.

Salimos ya a tierras islandesas y pensábamos que tendríamos que esperar tirados por el aeropuerto a que el mostrador de Payless abriese a las 4 de la madrugada (ya que en teoría cerraban de 01 a 04), pero ¡oh, sorpresa!, los de Payless nos estaban esperando. Como inicialmente el vuelo llegaba antes de la 01 y luego nos hicieron un cambio de horario y lo atrasaron 2 h 45 min, decidieron esperar a que aterrizásemos en vez de dejarnos esperando hasta las 04:00h. Buen inicio de viaje y quedamos muy contentos con la atención de la compañía de alquiler.

El chico de Payless nos explicó todo, firmamos el contrato, nos indicó donde podíamos recoger el vehículo y allá que nos fuimos. El párking de Payless está muy cerquita del aeropuerto, llegamos andando un par de minutos. El elegido era un flamante Dacia Duster de color azul. Era negra noche y desde el párking podíamos ver el humillo rojo del volcán a lo lejos… Disculpad que no tenga fotos de mejor calidad que esta toma cutre-salchichera sacada desde el móvil deprisa y corriendo porque lloviznaba, pero esto es lo que se veía desde la zona de recogida los coches de alquiler:



La cosa empezaba bien. Cargamos el coche con nuestras pertenencias (y las cervezas, lo más importante) y en 10 minutos nos plantamos en nuestro hotel: el Jazz self-service by Keflavik airport. Tal como su nombre indica, está cerquita del aeropuerto y se puede acceder mediante auto-check in: nos habían mandado por mail el código de la puerta principal y dentro en el mostrador de recepción estaba la llave de la habitación a nuestro nombre. La habitación estaba muy bien, nos instalamos y sobre las 03:30 h nos fuimos a dormir (teniendo en cuenta que aterrizamos sobre las 02:15, todo muy rápido).

Al día siguiente empezaba lo bueno, aunque no había preparado una jornada demasiado cargada porque contaba con que estaríamos cansados tras la odisea nocturna de hoy. Así pues, ¡mañana más! ¡Islandia nos espera!