Habían pasado cuatro años desde nuestro primer viaje a México, aquel viaje que resultó un sueño. Y desde entonces nos planteamos en varias ocasiones volver a soñar con paisajes verdes, pirámides llenas de misterio, cenotes mágicos, aguas turquesas y esos animalillos encantadores que vienen a saludarte en plena selva... entre otras muchas cosas. En el momento más inesperado, cuando nos surge una semana de vacaciones en temporada baja, llega a mi móvil una oferta de Simartour que me suena a llamada. Y así fue, una señal de que había llegado el momento de volver a tierras mexicanas.
Sin tiempo de pensarlo mucho me lancé a reservar un paquete de vuelo más hotel, que sin duda sería de nuevo el Grand Palladium Riviera Maya. Desde allí podríamos repetir las visitas que tanto nos habían gustado y conocer otros lugares que nos habían quedado pendientes en 2017. Una de ellas, la que más ansiaba, era la isla de Holbox, y cuando me puse a leer sobre ella, decidí que tenía que buscar la manera de quedarnos 2 o 3 días, pues vi que tenía un montón de cosas que me llamaban la atención. Cuál fue mi sorpresa cuando se lo planteé a Simartour y me comunicaron que había paquetes que combinaban ambos destinos. Y aunque el precio subía un poquito, estaba tan enganchada a esa isla que decidí pasar al combinado Riviera Maya 4 noches + Holbox 3 noches. Gracias Markeli por animarme a alargar mi estancia en este pequeño paraíso mexicano. Fue la decisión más acertada para realizar un viaje redondo:
4 noches entre selva, ruinas, cenotes, playas en un hotelazo que una vez más nos hizo sentir como en casa.
3 noches en una isla sin asfaltar, recorriendo en bicicleta las playas más paradisiacas que jamás he visto, unas puestas de sol de película y excursiones en barco viendo animales en su hábitat rodeados de vegetación.
Todo acompañado de comida deliciosa y gente encantadora.
¿Resultado? Volver a soñar…