Segundo día en Tallin. ✏️ Diarios de Viajes de Estonia

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Hemos descansado muy bien en el hotel METROPOL. La habitación, como comentamos en el capítulo anterior, super limpia, amplia, con unas camas comodísimas y con un baño generoso.
Nos da pereza levantarnos de la cama de lo a gusto que se está por lo que hemos de pasar antes por la ducha para despejarnos.
Seguidamente toca desayunar para coger fuerzas y bajamos al comedor, donde hay ya bastante gente haciendo lo propio. El desayuno es de tipo continental, no muy variado pero del tipo buffet, con productos mayoritariamente locales que estaban realmente buenos.
Regresamos a la habitación y nos abrigamos para salir ya que la temperatura exterior es de -1 grado.
Hoy iremos a la zona de JAAMA TURG, donde en 2012 había un mercadillo callejero de antigüedades de las extinta URSS, donde, como aficionado a la fotografía y coleccionista de cámaras fotográficas ya me hice con unas cuantas de ellas, todas funcionando y bien conservadas, a precios de saldo. Recordamos que también había muchos objetos de la 2a. guerra mundial como uniformes, insignias, etc. tanto del ejército ruso como del alemán.
Como el tranvía tiene una parada a escasos 100 mts. del hotel lo cogemos hasta la parada del mercadillo mencionado y al llegar nos encontramos con una sorpresa mayúscula. Ya no hay mercadillo callejero y en su lugar hay un centro comercial con multitud de tiendas y un supermercado de una cadena estoniana.
Después de hacer una visita al centro comercial descubrimos que en la planta superior están las tiendas de antigüedades, pero después de una primera ojeada, los precios estaban actualizados, es decir, ningún chollo a primera vista.
Hecha una búsqueda minuciosa en las tiendas y acabadas unas negociaciones un tanto durillas, en las que enseñar al vendedor los billetes que estás dispuesto a gastar y mostrarse un tanto intransigente tiene su efecto, conseguimos dos cámaras, una FED telemétrica y una ZENIT réflex, las dos en perfectas condiciones, tanto funcionales como estéticas, por 50 euros. Dos auténticos chollos.
Dado que la estación principal de ferrocarril está justo al lado del mercado, vamos hacia allí ya que habíamos valorado ir en tren hasta la ciudad de NARVA, en la frontera con RUSIA, donde el río del mismo nombre (NARVA) hace de frontera natural entre ambos países.
Una vez en la estación vamos a la taquilla de información donde había una señora madura, vestida como en los años 60 (el corte de pelo, las gafas, el vestido, el aspecto sombrío, etc. palabra), igual que en muchas películas de espías de la guerra fría.
A lo que íbamos. Intentamos preguntar a la señora, con nuestro inglés un tanto pobre por los horarios y precios de los billetes pero esta nos contesto, no sabemos si en estoniano o ruso y no hubo manera de entenderse por lo que desistimos de continuar y ya miraríamos si había posibilidad de reservar los billetes por la web de la compañía ELRON, que es la que opera la mayoría de líneas ferroviarias del país.
Con el tranvía, volvemos a la zona del casco antiguo y nos bajamos en la parada de LINNAHALL, donde hay otra puerta y otra torre, la gran MARGERITA, en la fachada de la cual hay varios impactos de cañonazos de guerras pasadas.
Des allí, por la calle PIKK, se llega también al centro del casco antigua y al mercado de Navidad.
Pasamos por la calle RATASKAEVU donde hay un restaurante en que recordamos que comimos muy bien, el VOH KRALLI y decidimos repetir. Acertamos. Comimos unos entrantes compartidos y un plato cada uno y unas cervezas locales, que estaban muy bien elaboradas y salimos plenamente satisfechos.
Después de comer ya nos dieron las 3:30 de la tarde y ya era casi noche cerrada.
Volvimos al mercado de navidad y nos recreamos en él. Seguimos por la calle HARJU hasta la palza VABADUSE VÄLJAK, donde la iluminación era muy espectacular y tenía los colores de la bandera de Estonia (dos tonos de azul claro y uno blanco).
Seguimos paseando por la zona y pudimos observar que todas las calles del casco antiguo, sin excepción, estaban iluminadas y el ambiente navideño era total. Daba verdadero placer pasear sin rumbo fijo por el lugar.
Paseando pasamos por el restaurante PEPPERSACK, donde cenamos muy bien y después de cenar, dando un paseo regresamos a la zona del hotel a donde llegamos sobre las 10 de la noche y decidimos que ya era hora de volver a la habitación para descansar.
Una vez en la habitación y como llevábamos la táblet, entramos en la página de los ferrocarriles estonianos (ELRON), donde vimos que los billetes de tren de ida y vuelta a NARVA costaban un poco menos de 50 euros los dos, por lo que nos animamos a comprarlos dado que el proceso fue rápido y fácil y una vez efectuado el pago nos enviaron unos códigos QR a modo de billetes electrónicos que nos descargamos en los móviles.
Mañana iremos a NARVA, en la frontera con RUSIA.

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