Llegó nuestro último día en Holanda.
No teníamos demasiadas ganas de volver a España, pero todo lo bueno se acaba.
Para esta etapa teníamos previsto la visita a los museos de Amsterdam.
Tras desayunar el hotel, hicimos las maletas e hicimos el check-out.
Dejamos las maletas en el hotel, cogimos el metro y el tranvía y bajamos en la parada del Rijksmuseum. Teníamos visita para las 10:00 de la mañana.

Al entrar unos guardias de seguridad muy estirados, no nos dejaron pasar el patinete de la nena. Lo entiendo, y no pretendía que mi hija fuera en patinete por el museo, únicamente lo queríamos dejar en consigna, junto a la mochila.
La verdad es que fueron, a mi parecer, muy inflexibles y nos vimos obligados a dejar el patinete en la puerta.
Tras el incidente y la antipatía del personal, debo decir, que nos gustó muchísimo el museo sobretodo las salas principales.
No pudimos disfrutar todo lo que quisiéramos ya que había mucha masificación de gente y no llevaban mascarilla. Nos asustamos mucho, no queríamos contagiarnos de Covid a nuestra vuelta España, así que muy a nuestro pesar huimos tras dar una pequeña ojeada a los cuadros.
Por último destacar, que no es un museo adaptado a niños ya que aunque buscamos algún tipo de manual para entretener a la nena no encontramos nada, ni en la web ni en el museo.
Tras la visita al museo, salimos fuera a almorzar en el parque exterior.
Estuvimos buscando el cartel de “I love Amsterdam” pero al parecer lo habían retirado.
Tras jugar un rato por los jardines entramos a ver el museo Van Gogh.

La nena no tenía ninguna gana de visitar otro museo, pero al final logramos convencerla. Teníamos hora a las 12:30h.
El museo Van Gogh no estaba tan masificado como el Riskj, pero igualmente había gente sin mascarilla, a la que intentamos no arrimarnos demasiado.
Este museo fue perfecto para la visita con una nena, nada que ver con el anterior.
Fuimos a buscar la kids zone, y nos dieron un folleto que la nena debía completar a lo largo de la visita.
Si conseguía completarlo todo le darían una recompensa al final.
Nos atendió un chico en español muy amable.
La visita infantil consistía en visitar todas las salas y debía buscar unos conejitos. En los cuadros que tenían los conejitos debía observarlos y hacer una actividad: contar las flores o otras cosas sencillas.
Tras ver todas las salas, volvimos a la kids zone, y le dieron una pegatina, una postal y un mural para colorear del cuadro de los girasoles.
Conclusión, la nena disfrutó muchísimo, y nosotros más, porque pudimos disfrutar del museo y ella lo pasó bien.
A la salida, ya era hora de comer. Nos acercamos hasta el cercano Vondelpark para comer algo por allí.
El Vondelpark es el parque más grande de Amsterdam y es el lugar preferido para pasear, practicar deportes, y comer al aire libre de los ciudadanos de Amsterdam.
Allí comimos en una terraza que se llamaba “Proeflokaal’t Blauwe Theehuis”. Comimos una pizza y una Ciapatta. Muy bueno y bien de precio. Tenían cervezas caseras muy buenas.
Estuvimos un ratito y a las 16h, volvimos al hotel para recoger las maletas y coger el tren al aeropuerto. Cenamos antes de embarcar en el aeropuerto: unos perritos calientes, una bolsa de patatas y una bebida.
Nuestro vuelo de vuelta a Valencia salía a las 20:30, esta vez con la compañía Vueling, muy correcto y muy puntual.
A la llegada a Valencia recogimos nuestro coche del parking de Aena, y emprendimos rumbo a casa.