Tras desayunar en el apartamento, emprendimos esta preciosa etapa rumbo al parque nacional Thingvellir a unos 40 minutos en coche desde Reykiavik.
El parque natural de Thingvellir es un lugar muy especial para la geografía islandesa. En él, se encuentra la fisura de Silfra que separa las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia.
Además, este parque es escenario, de la cuarta temporada de juego de tronos.
Tras aparcar en el parking “Thingvellir Bilastedi P1”, caminamos por un sendero muy bien señalizado y adaptado a la perfección para cochecitos de niños y sillas de ruedas.
Nos sorprendieron las enormes y originales paredes naturales.

Llegamos caminando hasta el “Logberg” la roca de la ley donde se alzaba el primer parlamento islandés. Allí dimos la vuelta ya que la nena no quiso seguir.
El sendero continuaba hasta una catarata y también había muchísimas más actividades que realizar en la zona.
No obstante, nosotros volvimos al parking y seguimos con nuestro recorrido.
Desde Thingvellir fuimos en coche hasta Geysir, a casi una hora en coche.
A la llegada era hora de comer.
Aparcamos en el parking del “Geysir center” un pequeño centro comercial.
Comimos en una de las cafeterías que había allí y compramos una manta de lana islandesa muy calentita y buena.
Tras reponer fuerzas visitamos la zona de Geysir.
Esta región es una de las de mayor actividad geotérmica de Islandia.
Se conoce como Geysir porque había un gran géiser que lleva inactivo desde 1916.
El Geyser que actualmente podemos ver es el “Strokkur” que lanza chorros de vapor de hasta 30 metros cada 6-10 minutos aproximadamente.

Solo entrar en el recinto ya se ven pequeños riachuelos de agua hirviendo y fumarolas de evaporación de agua.
Tras caminar dos minutos, llegas a una explanada en la que te encuentras con el chorro “sorpresa “que va saliendo cada vez a una altura diferente.
Estuvimos mucho rato disfrutando del espectáculo, incluso la nena estaba emocionada esperando que saliera el chorro.

Visto el espectáculo decidimos volver al coche y continuar nuestra etapa rumbo a la catarata de Gulfoss a unos 10 minutos en coche desde Geysir.
La catarata de Gulfoss es una de las más llamativas de Islandia por su cascada doble de 31 metros de altura y por la enorme cantidad de agua que transporta (una media de 109 metros cúbicos de agua por segundo).
A la llegada a la catarata estaba chispeando.
Aparcamos en el parking y nos pusimos los chubasqueros.
Tras salir del coche, fuimos caminando a través de una pasarela de madera hasta llegar al mirador principal.

Fue impresionante.
Habíamos estado en las cataratas del Niágara, pero esto no tenía nada que ver con aquello.
Era naturaleza en estado puro.
Destacar que existen varios senderos para observar la catarata desde diferentes perspectivas.
Nosotros, únicamente fuimos hasta el mirador principal porque estaba empezando a llover.
Estuvimos un buen rato admirando el espectáculo y nos marchamos.
Ya de vuelta al coche, tomamos rumbo a Fludir a unos 26 minutos en coche, donde pasaríamos la noche.
La casa que elegimos en Fludir era perfecta y os la recomiendo plenamente.
Se llamaba “Gardur Stay inn”.
Cogimos una habitación con baño con compartido.
El lugar estaba muy limpio, los baños se compartían solo con otra habitación, y disponía de un bonito salón y cocina muy equipada.
Además esta casa está junto al Secret Lagoon, una laguna termal de agua caliente.
Os recomiendo la visita, aunque no os alojéis aquí.

Fue increíble, nos bañamos con la nena y el agua estaba espectacular.
Después de un rato, cuando ya estuvimos arrugados nos salimos.
Tras el baño termal, hicimos la cena en la cocina de la casa, y nos fuimos a descansar tras este intenso y precioso día.
