El autobús a Saint Emilion salía a las 9 y a las 11h. Decidimos coger el de las 11h. A las 9:40 salimos del hotel a desayunar en Saines Saveurs, pastelería con mesas. Si vas antes de las 10h tienes ofertas de café, zumo y bollo. Pagamos por 2 zumos, un café y tres bollos 8,50€.
El tranvía A para en la puerta, nos subimos para una parada y hacer trasbordo al tranvía B hasta Quinconces. Como eran la 10:15, aprovechamos para ir a la oficina de turismo por planos de Saint Emilion e información de como ir a Arcachon y su duna.
A las 11h llegó el bus (3 billetes ida/vuelta 12,30€), donde solo íbamos unos pocos turistas, la mayoría de gente se desplaza en coche. Llegamos a Saint Emilion a las 12h, la parada la tiene en la entrada al pueblo. Se podía ir en tren también pero la estación está más lejos.

Según íbamos para la oficina de información, vimos que se podían visitar las cavas de la bodega Clos des Menuts, resultó una visita muy agradable bajo tierra. Con toneles y botellas de diferentes años almacenadas.

En la oficina de turismo nos indicaron un Cháteau que se podía visitar a pié y los más importante que visitar. Desgraciadamente, la visita estrella, Iglesia monolítica de Saint-Émilion, estaba llena. Intenté reservar por internet la noche antes pero ya estaba completa. Conviene reservar con dos días de antelación en agosto.

Tras dar un pequeño paseo, nos dispusimos a buscar sitio para comer. Todos los sitios estaban llenos y si preguntabas para reservar, te decían que no, que volvieras en 30 minutos. Tras pasar por unos cuantos volvimos a Le Bouchon donde nos dijeron que preparaban una mesa. Muy recomendable probar su confit de pato. Pagamos por un Croque-monsieur, un confit, un magret de pato y una botella de vino blanco, 85,90€.

Otra cosa que nos llamó la atención de esta zona es que en los restaurantes te llevan la cuenta a la mesa, pero para pagar tienes que ir tu a caja. Y en los supermercados, heladerías y panaderías; te dicen el importe total pero no te dan ticket de compra.
Hacia tanto calor que no nos atrevimos a ir andando al Chateau y la opción del trenecito no nos convenció del todo por la temperatura que hacía.
Pasamos a ver los Cloître des Cordeliers donde la gente compraba una cesta de embutido y paté para comerlo en el claustro o en el jardín. Pero con el calor que hacía, el césped estaba bastante amarillo.

Para rematar la visita, volvimos a la oficina de turismo para visitar el claustro y la Collégiale Saint-Émilion.
Cogimos el bus a las 16h para volver y al llegar a Burdeos nos ocurrió la anécdota del viaje. A la altura de la Ciudad del Vino, el bus no podía pasar porque daba el retrovisor con una autocaravana que estaba aparcada en la avenida. Mientras esperábamos a ver si se resolvía no paraba de llegar gente para darle ideas a la conductora. Un señor vino hasta en 3 ocasiones, apareciendo la última con agua fresca para los viajeros y su maletín de herramientas para desmontar el retrovisor. Otra vino con un triangulo de emergencia para ponerlo en la calle... tras esperar 30 minutos abandonamos el bus y nos fuimos a tomar algo fresco a los Bacalan. Como era de esperar todos sin aire acondicionado, al final acabamos en uno llamado Txistu, con motivos taurinos que tenía un split encendido. Dos cervezas y un refresco bio, no había fantas, 15,60€.
Luego tranvías B y A para llegar al hotel, pasando por el super de enfrente para comprar cerveza, agua fresca y patatas fritas.
Después de una ducha refrescante volvimos al centro para intentar cenar en el Bistro Réno, que nos gustó las veces que pasamos. Fue imposible, ponen un cartel de completo, pasamos varias veces en los dos días pero aunque el cartel estaba girado, siempre nos decían que no y le daban la vuelta al cartel.
Volvimos a repetir en Non d´Une Crépe que siempre está fresquito.

Luego nos acercamos a la plaza de la bolsa para hacer la foto del reflejo del agua, pero los edificios estaban apagado y el agua vaciada. Creemos que será por el ahorro energético.