Hoy vamos a ir dos veces a la playa. La primera va ser en un lago en Tampere, y la segunda, en una de las playas más bonitas que hemos visto nunca. Lo explicaré más tarde.
Madrugamos un poco para llegar a la playa del lago. Hoy también nos vamos a bañar, esté como esté de frío. Dejamos nuestras cosas en la arena y metemos los pies. No hay casi nadie que nos escuche gritar. Al final entramos. No sabría decir si este lago está más frío que el Báltico. Con este baño reconstituyente, conseguimos energía para todo el día.

Volvemos a nuestra habitación para ducharnos y dejarla a las once. Desde allí, caminamos hacia el centro, hacia la zona de las antiguas fábricas, porque hemos leído que hay alguna exposición que puede estar bien.

El centro cultural ocupa los edificios de Finlayson, de hierro y ladrillo rojo. Hay unos cuantos restaurantes, algunas tiendas, y algunas exposiciones gratuitas. El arte ya inunda las calles de la entrada, decoradas con cuadros y con pavimentos pintados de diferentes estilos. Entramos a una de las exposiciones, que está compuesta por algunas pinturas y esculturas sobre la naturaleza y la contaminación, y descubrimos algunos nombres de artistas finlandeses. El estilo industrial está por todas partes. No se ha camuflado nada de las estructuras, sinó que se ha potenciado la estética y función de cada polea y cada tubería que queda a la vista.

Vamos a un supermercado para coger algo para comer al aire libre. En la puerta de éste, hay unas máquinas que dan monedas a cambio de botellas de plástico vacías. Es una buena manera de mantener las calles limpias (entre otras cosas). Nos fijamos en las botellas de cerveza, muchas de las cuales tienen etiquetas bonitas. Venden un resfresco de cola que se llama Curiosity Cola y compro una botella para probarla. Llevamos nuestras ensaladas al parque de la noche anterior y nos las comemos allí, rodeados de mucha gente a la que también le había parecido un buen plan ir de picnic.

Vamos hacia la estación para coger el tren durante otras dos horas de paisaje bucólico, y llegamos a Helsinki a las 18:00, y de la estación, nos vamos al apartamento.
Salimos cuando está anocheciendo para dar un paseo por Lauttasaari y descubrir algo más de su ambiente. Esta vez, caminamos hacia el sur, porque en Google Maps nos sale todo de color verde, como si huera algún bosque por allí. Pasamos por algunos restaurantes muy chulos, hechos de madera, que parecen estar en medio de la nada, en el bosque, y por algunos apartamentos muy modernos en los que predomina el cristal. Todos los edificios por aquí son bastante recientes y también parecen estar hechos en consonancia con el entorno. No destacan por sus formas ni colores, y reflejan los árboles en sus paredes de cristal.
Seguimos por el bosque en dirección al mar y nos encontramos con un espectáculo que parece de otro planeta: la playa Veijarivuori.

Además, se acaba de poner el sol y el cielo está de un color entre azul y violeta, y el mar, completamente en calma. Es un paraíso natural sorprendente a 3 paradas del centro de Helsinki. Hay algunas personas que se están bañando, un grupo con una tienda de acampada plantada allí mismo entre unos árboles (en Finlandia, la acamapada libre está permitida) y gente caminando, cruzando el mar, como si caminasen sobre las aguas, en lo que ha quedado de un camino que llega hacia una isla cercana a la playa.

Nos comemos allí mismo, en las rocas, el bocadillo que hemos preparado en el apartamento, y despedimos el día con este regalo de la naturaleza.