Penúltima noche durmiendo bajo el cobijo de la mosquitera.
El desayuno en Leopard Rest camp ha estado bastante bien. La cena sin duda fue la peor del viaje, pero una cosa no quita la otra.
A las 8 hemos recogido y nos hemos metido en el parque para echar unas horas bicheando antes de salir hacia el último destino. Lo primero que nos hemos encontrado ha sido una pareja de grullas junto con un pato crestudo que no había visto antes. El resto del safari ha sido sobre todo cebras y pájaros.



El lago Mburo ha sido una sorpresa. En un principio en los planes incluso lo había descartado, pero finalmente me ha gustado mucho porque se ve mucha vida, aunque sea en forma de antílope y aves. A las 11 hemos decidido dar por finalizado el safari. Tras despedirnos de los animales y cruzar el dichoso charco de ayer nos hemos dirigido hacia Mabamba Lodge.
Han sido 4 horas de viaje en las que las 4 horas ha estado lloviendo a la envidia. Llover nos está lloviendo como en ningún viaje, pero oye, al menos nos está lloviendo en los desplazamientos y no viendo animales.
La carretera hacia Mabamba Lodge es relativamente cómoda. Hasta que llega el desvío hacia Mabamba que vuelve a ser 100% Uganda road. Barro deslizante y niños saludando al grito de "Hi Muzungu!".
Llegar a Mabamba Lodge ha sido como entrar en el cielo. Solo faltaba que San Pedro nos hubiera abierto las puertas. Como hecho a propósito el cielo se ha despejado y, mientras sacábamos las mochilas, nos ha recibido el personal del Lodge con una simpatía inaudita.
El sitio es nuevo, tiene un año de antigüedad y somos los únicos huéspedes por los que nos han tenido como a reyes, hasta nos han dado una cabaña de categoría superior. Nos han enseñado la zona donde se desayuna, que es un barco en medio de una explanada verde rodeada de vegetación. La zona de la hoguera, la zona chill, la zona del muelle con su playa con camas balinesas... una maravilla.

Ya con la cabaña asignada nos hemos pegado una ducha al aire libre y hemos salido para hacer un paseo en barco al atardecer por el lago victoria. Lo mejor del paseo ha sido que el guía no tenía ni idea de inglés, solo hablaba Luganda y chapurreaba cuatro cosas de inglés. Kató se llama, nos iba diciendo las cosas que veíamos en luganda. El chaval se le veía majo y nos hemos terminado riendo aunque no nos entendiéramos casi nada. Solo se que red de pesca le llaman "Ekatimba". Aquí cuando algo les sorprenden hacen una especie de gritito que te contagia la risa instantáneo. El paisaje es muy bonito, todo lleno de martines pescadores, garzas y barquitos locales que salen a faenar.




Tras el atardecer, al llegar al embarcadero, nos esperaba la chica del Lodge que nos ha llevado a la zona de la hoguera. Allí nos ha enseñado a hacer mazorcas de maíz al fuego y se ha unido nuestro guía. Aquí han sido las risas porque he descubierto que el Google translator tiene la opción de Luganda. He empezado a hablar al guía en Lugandés y el pobre se meaba de risa. No daba crédito, o no entendía cómo era posible que le estuviera hablando en Lugandes. Finalmente, la chica le ha explicado que era el móvil el que lo hacía, pero él nos miraba con una cara que yo creo que se ha quedado sospechando que algo raro había.
De la hoguera, como a reyes, nos han llevado al restaurante y nos han puesto nuestra cena que bien podría ser de un buen restaurante de Murcia, con musiquita de fondo, ranas y murciélagos. Una maravilla. Nos han puesto comida como para cuatro.
Rodando hemos llegado a la cabaña y hemos caído nuevamente muertos. Un día precioso.