Amanecimos sobre las 6:30. A las 8 teníamos que estar en el punto de encuentro donde daban la charla previa al rastreo de gorilas.
Desayunamos en el hotel y dejamos las cosas, pues luego volveríamos a ducharnos. Se portaron bastante bien en ese aspecto, sin importarles la hora del check out.
El rastreo de gorilas cuesta 800$ a día de hoy, y tienes una hora para estar con ellos desde que los ves. Además, te tiene que tramitar el permiso algún intermediario, ya que la UWA (Uganda Wildlife Authority), que es quien da los permisos, no te lo gestionan directamente (les pregunté), por lo que Roadtrip Africa nos lo gestionó añadiendo otros 50$ por persona. Total 850$ por una hora con gorilas.
Llegamos a la entrada del parque, al sector de Rushaga. Fue el momento donde coincidimos con más turistas de todo el viaje. Unos 60 aproximadamente que íbamos a ser divididos en grupos de 8. Nos sentaron a todos en unas sillas de plástico bajo un techo, y antes de la charla, el circo. Aparecieron unos locales a hacer danza y cantos "tradicionales". Pusieron una gorra, y la llenaron de billetes de americanos y alemanes. Tras esto, uno de los rangers explicó brevemente la historia del parque y la habituación de los gorilas. Acto seguido, nos dividimos en los grupos para ir a rastrear cada uno a una familia.
El rastreo consiste en que temprano por la mañana, unos rastreadores (valga la redundancia) se adentran en la montaña buscando indicios de gorilas. Mediante walkie-talkie se comunican con los dos rangers y el guía que acompañan a cada grupo. Los gorilas se pueden ir moviendo por lo que puede costar más o menos encontrarlos.
A Edward no le gustaba el grupo que nos habían asignado. Decía que estaba lleno de viejos, que esa familia de gorilas era muy pequeña y que estaban muy cerca y apenas había que caminar por la selva.
Comprobamos que era el que más mandaba de los guías, y si no era el que más mandaba el que más cara tenía.
Habló con los responsables del parque y decidió meternos en el grupo que él consideraba, es decir, el que iba a hacer la excursión más larga y dura del día para ver a la mejor familia, compuesta de unos 17 individuos.
Tuvimos que coger el coche para ir al punto de partida de la excursión, a unos km de la puerta de Rushaga. Fuimos 9, pese a que el máximo eran 8 personas. A nadie le importó y menos a nosotros que éramos los acoplados. El grupo estaba compuesto por gente austriaca, suiza y alemana, de avanzada edad la mayoría pero en buena forma física y la mayoría acostumbrados a la montaña.
Comenzamos a andar por campos de cultivo subiendo la montaña con bastante pendiente. Estuvimos así un buen rato, casi una hora hasta que llegamos al límite entre los campos y el bosque. Una pared de árboles muy frondosa ponía fin a la subida.
Los rangers, comenzaron a abrirse paso literalmente a machetazos entre las plantas, ya que no había ni un mínimo rastro de camino. Estuvimos así unos 20 minutos hasta que nos encontramos con uno de los rastreadores, que nos acompañó durante otros 15 minutos hasta la posición de los gorilas.
Por el camino pasamos por encima de un hormiguero. El hormiguero, tenía hormigas a lo largo de unos 15 metros. No eran hormigueros como los de aquí. Había decenas de miles de hormigas por el suelo, por las plantas... por todas partes.
Y comenzaron a pegarse en los pantalones, en la camiseta, en la gorra. Y a meterse por los tobillos, por las mangas, por el cuello, en la barba, en el pelo... Y a morder. Fue una experiencia horrible. Si la excursión no hubiese costado lo que costó me hubiese vuelto, pero seguí por el dinero, porque los mordiscos podían más que la ilusión de ver gorilas.
Algunos integrantes del grupo llevaban guantes para evitar cortarse o pincharse al cogerse a las plantas (hay muchas con pinchos) y polainas para que no les entrasen las hormigas. Muy recomendable esto último.
Tras eso, y todavía con las hormigas mordiendo, vimos a los gorilas.
He de decir que había intentado ir a Mgahinga, otro parque natural de Uganda en la frontera con Ruanda donde hay una sola familia habituada a los humanos, es decir, que solo van 8 personas al día, ya que había leído que era más llano y había más extensión normalmente para ver a los gorilas que en Bwindi, que era más escarpado y la vegetación más cerrada. Pero al organizar el viaje con tan poca antelación no había sitios esa semana.
¿Qué decir de los gorilas? Aún a día de hoy sigo teniendo opiniones muy contrapuestas. ¿Me gustó? Desde luego. ¿Volvería a pagar esa cantidad por verlos? De ninguna manera. ¿Lo recomiendo? Lo recomiendo solamente si tienes muy claros que los quieres ver. Y aquí voy a desarrollar esta idea.
Con anterioridad, había visto chimpancés en Tanzania, en una de las experiencias que mejor recuerdo de mis viajes (y que describo en unos de mis diarios), y orangutanes en Indonesia (menos espectacular que los chimpancés pero también increíble, y también descrita en uno de mis diarios). Por lo que era un objetivo personal ver a los gorilas para completar el big three de grandes simios.
Comparando las experiencias previas con la de los gorilas, en esta los animales acababan de comer y estaban prácticamente todos durmiendo. Hay que decir que de la familia de 17 individuos sólo había 6, el resto estaban alrededor moviendo ramas y comiendo, pero no se les llegaba a ver. Y de los 6, salvo los 3 pequeños, los adultos estaban tirados en el suelo sin apenas moverse. Muy distinto a los videos que se ven en internet de un gorila macho aporreándose el pecho.
Es decir, no sé si tuvimos "mala suerte" o es que la mayor parte del tiempo son tan parados, pero me gustaron mucho más las otras dos ocasiones con chimpancés y orangutanes, siendo además muchísimo más económicas.
Esto no quiere decir que los gorilas no me hayan gustado, ni mucho menos. Solo que para alguien que no sea tan amante de los animales, estar observando durante una hora unos animales quietos puede hacerse incluso hasta pesado y plantearse si esos 800$ han estado bien invertidos.
Mi consejo es que salvo que tengas clarísimo que quieres ver a los gorilas, Uganda no debería ser tu destino (en otras etapas daré más argumentos de por qué creo que este nunca debería ser un país para conocer por primera vez África, ya que te llevarás una imagen equivocada de lo que es).
Argumentado esto, el tiempo con los gorilas fue mágico. Los cruces de miradas eran como un viaje en el tiempo. Ver sus ojos, orejas, narices, manos... Son emociones difíciles de describir y es mejor hacerlo con fotos.




Cuando llegó la hora nos tuvimos que marchar. No alargaron mucho. Se ve que si les das propina te dejan estar más tiempo, pero ninguno de nosotros lo intentó. Luego, el resto del grupo dio propina a los rastreadores. Nosotros nos abstuvimos. Se supone que hay que mantener una distancia de 10m con los animales, que no se respeta. Igual nos pusimos a 3 metros pero no pareció molestarles en ningún momento. De hecho el guía nos decía de ponernos incluso más cerca.
Comenzamos a deshacer el camino, nuevamente a machetazos, pero esta vez sin hormigas. Tocaba subir la pendiente por la selva, y bajarla en los campos de cultivos. Una hora y pico después llegamos a los coches. Aquí si que dimos 10$ de propina al guía y a los rangers ya que consideramos que se la merecían. El resto de gente había cogido porteadores para llevar las bolsas por unos 30-35$. Existe la posibilidad de que te lleven literalmente a hombros para gente que no pueda hacer ese esfuerzo físico por 300$. Me parece increíble.
Volvimos sobre las 14:30 al hotel, comimos el picnic que nos habían preparado y nos duchamos. Aquí si que pudimos pagar con tarjeta. Inicialmente habíamos cogido dos noches, pero no tenía sentido quedarse más, preferíamos ir haciendo camino hacia el Queen Elizabeth National Park (QENP en adelante) para no pegarnos la paliza al día siguiente.
Según el google maps la zona de los leones trepadores estaba a unas 3h desde Bwindi. Pero Edward nos dijo que el camino era muy muy malo y que era mejor deshacer ruta. Además, había insistido bastante en que fuésemos al lago Bunyonyi y que nos quedásemos a dormir en un hotel que conocía en el cual nos harían buen precio.
Un par de horas después llegamos al lago. El paisaje era idílico y sobretodo muy tranquilo, en contraposición al caos y ruido de la mayoría de lugares del país.


Cogimos una barca que nos hizo un tour por el lago. Inicialmente no queríamos hacerlo, porque costaba 30$ por persona y era añadir más gastos a un viaje ya de por sí caro. Pero debido a un malentendido nos hicieron el tour, y tras acabarlo, estuvimos más que dispuestos a pagarlos.
Nos encantó lo que vimos, las explicaciones... Y de paso nos dejaron en el hotel. El Paradise Eco Hub. De lejos el mejor hotel en el que estuvimos. Edward nos consiguió una muy buena habitación por 60$. Cuando la vimos le dijimos al chico que no podíamos pagarla seguro. En primera línea, con vistas espectaculares, la habitación sin ventana y dando al lago... Pero el recepcionista nos dijo que no nos preocupásemos, que nos la dejaba por el dinero acordado. Es lo que tiene viajar en temporada baja, que solo había una pareja en el hotel a la vez que nosotros. Cenar nos costó 16€ entre los dos, una cena fantástica con un par de cervezas.
El lago está lleno de pájaros, y aunque yo no era muy fan me estoy aficionando a fotografiarlos y estuve muy entretenido.




Nos explicaron también que el hotel era sin ánimo de lucro, y todos los beneficios se repartían entre la población local. Estuvimos tan a gusto que al día siguiente les dejamos 20$ en la caja de propinas.
Pusimos así fin a un día fantástico.