Día 6 de diciembre:
El día no empezó muy bien, o mejor dicho esa noche no transcurrió como me esperaba. A cierta hora de la madrugada, me empecé a encontrar cómo con mucha pesadez de estómago, cierta sensación desagradable sin llegar a las náuseas, etc... Evidentemente algo me había sentado bien el día anterior, quizás por haber tomado algo que no estuviese con las condiciones higiénicas adecuadas o que por el tipo de elaboración me hubiese sentado mal. Sospechaba fundamentalmente de las tortitas que me había tomado en la casa de Zinacantán, pero quién sabe si no fue lo que tomé durante la cena, que fue lo último que había comido.
Me dieron el box lunch para el desayuno y salí del hotel para hacer la excursión. El conductor había sido bastante puntual. Durante el primer tramo del viaje, yo creo que todavía en la ciudad, me encontraba raro en el coche y sentía como que en cualquier momento podía vomitar. Temía haber pillado una gastroenteritis. Por suerte, como estaba completamente de noche, me debí de quedar dormido y cuando me desperté ya deberíamos de llevar 2:30 h de viaje y faltaban poco más de 60 km para llegar a nuestro destino.
El primer lugar al que íbamos a ir era el Centro Ecoturístico de Las Nubes, que estaba a cuatro horas de San Cristóbal de las Casas, en la reserva de Montes Azules y los límites de la selva Lacandona.
El paisaje de esta zona de Chiapas es también muy montañoso y la vegetación es exuberante. La carretera, una vez que se llega al desvío para el Ejido Jerusalén, se vuelve horrible, muy especialmente los últimos 7 km.
La entrada al Centro Ecoturístico Las Nubes cuesta 40 MXN (ya lo podía haber pagado el conductor, teniendo en cuenta la cantidad de dinero que le di por la excursión). Allí se pueden contratar otras actividades como rafting y la visita a unas cuevas, o un guía para subir al Mirador. En mi caso, como no estaba seguro de que pudiese subir al mirador, decidí no contratar nada. También hay unas cabañas para alojarse.
El día no empezó muy bien, o mejor dicho esa noche no transcurrió como me esperaba. A cierta hora de la madrugada, me empecé a encontrar cómo con mucha pesadez de estómago, cierta sensación desagradable sin llegar a las náuseas, etc... Evidentemente algo me había sentado bien el día anterior, quizás por haber tomado algo que no estuviese con las condiciones higiénicas adecuadas o que por el tipo de elaboración me hubiese sentado mal. Sospechaba fundamentalmente de las tortitas que me había tomado en la casa de Zinacantán, pero quién sabe si no fue lo que tomé durante la cena, que fue lo último que había comido.
Me dieron el box lunch para el desayuno y salí del hotel para hacer la excursión. El conductor había sido bastante puntual. Durante el primer tramo del viaje, yo creo que todavía en la ciudad, me encontraba raro en el coche y sentía como que en cualquier momento podía vomitar. Temía haber pillado una gastroenteritis. Por suerte, como estaba completamente de noche, me debí de quedar dormido y cuando me desperté ya deberíamos de llevar 2:30 h de viaje y faltaban poco más de 60 km para llegar a nuestro destino.
El primer lugar al que íbamos a ir era el Centro Ecoturístico de Las Nubes, que estaba a cuatro horas de San Cristóbal de las Casas, en la reserva de Montes Azules y los límites de la selva Lacandona.
El paisaje de esta zona de Chiapas es también muy montañoso y la vegetación es exuberante. La carretera, una vez que se llega al desvío para el Ejido Jerusalén, se vuelve horrible, muy especialmente los últimos 7 km.
La entrada al Centro Ecoturístico Las Nubes cuesta 40 MXN (ya lo podía haber pagado el conductor, teniendo en cuenta la cantidad de dinero que le di por la excursión). Allí se pueden contratar otras actividades como rafting y la visita a unas cuevas, o un guía para subir al Mirador. En mi caso, como no estaba seguro de que pudiese subir al mirador, decidí no contratar nada. También hay unas cabañas para alojarse.

Atravesando el centro ecoturístico, el conductor me dejó junto al puente colgante y me dio aproximadamente 3 horas de tiempo hasta las 12:30 h antes de continuar hacia las lagunas de Montebello. Desde el puente colgante se observa como el río Santo Domingo, tras salir de un estrechamiento, salta sobre las rocas y forma las cascadas.

Seguidamente me dirigí hacia el sendero que conducía hasta el Mirador, no con el objetivo de llegar hasta él, pero sí con el de recorrer un trozo que fuese más o menos llano e ir viendo la vegetación y si era posible alguna panorámica del río. Así más o menos fui llaneando entre 5 y 10 minutos con algunas pequeñas subidas y bajadas, hasta que llegué a un desvío que indicaba “Los Túneles”.
Por un lado se podía bajar a una especie de playa junto al río, de lo que desistí al indicar el letrero que podía estar resbaladizo. Hacia la izquierda se llegaba en unos pocos metros a un punto panorámico desde el que se podía ver el río Santo Domingo.
Por la parte de atrás de este lugar panorámico un sendero escalonado subía hasta el mirador. Con la idea de no subir todavía, decidí ir por él durante unos minutos a ver si alcanzaba algún punto desde el que la vegetación no fuese tan exuberante como para poder ver la panorámica del río a vista de pájaro.
Me encontré un letrero que ponía “Mirador” a 270 m, y seguí caminando todavía un poco más a ver si lograba obtener esa panorámica. Andando un poco más, vi otro letrero donde indicaba que faltaban 170 m y pensé que ya que estaba allí bien que podía hacer un pequeño esfuerzo más para llegar al Mirador. Tuve que ir con bastante cuidado porque había subidas, bajadas, raíces obstaculizando el paso, pero al final logré llegar hasta el mirador y fui recompensado con una fabulosa panorámica del río Santo Domingo.
Me encontré un letrero que ponía “Mirador” a 270 m, y seguí caminando todavía un poco más a ver si lograba obtener esa panorámica. Andando un poco más, vi otro letrero donde indicaba que faltaban 170 m y pensé que ya que estaba allí bien que podía hacer un pequeño esfuerzo más para llegar al Mirador. Tuve que ir con bastante cuidado porque había subidas, bajadas, raíces obstaculizando el paso, pero al final logré llegar hasta el mirador y fui recompensado con una fabulosa panorámica del río Santo Domingo.

Estuve allí unos minutos descansando y mirando el paisaje hasta que apareció un grupo de unos 20 mexicanos bastante ruidosos, por lo que decidí regresar. Tenía la opción de seguir por otro camino durante unos 850 m hasta el centro de visitantes, o bien volver por el mismo camino por el que había subido hasta el Mirador. Esto último fue lo que hice porque no me fiaba de ir por otro camino del que no conocía su dificultad.
Una vez abajo fui viendo con calma las dependencias del centro ecoturístico porque me sobraba todavía bastante tiempo hasta la hora acordada para continuar el viaje. Pasando por detrás del restaurante me pude acercar un poco hasta el río para tener otra visión del mismo y de las cascadas, que no había visto hasta el momento.
Una vez abajo fui viendo con calma las dependencias del centro ecoturístico porque me sobraba todavía bastante tiempo hasta la hora acordada para continuar el viaje. Pasando por detrás del restaurante me pude acercar un poco hasta el río para tener otra visión del mismo y de las cascadas, que no había visto hasta el momento.

Siendo las 11:30 h me acerqué hasta el coche pero como vi que el conductor estaba echando una siesta me fui al centro de visitantes para estar allí un rato. Finalmente alrededor de las 12:15 h abandonamos el centro ecoturístico con dirección a las lagunas de Montebello, deshaciendo para ello parte del camino que habíamos hecho por la mañana temprano.
Al cabo de una hora y media aproximadamente llegamos a la zona desde donde se podían ver las lagunas y éstas fueron las paradas realizadas:
Mirador de la laguna de Tziscao: la laguna más grande. Al otro lado de la misma, la frontera con Guatemala.
Mirador de la laguna de Tziscao: la laguna más grande. Al otro lado de la misma, la frontera con Guatemala.

Mirador Cinco Lagos de Montebello: para llegar aquí hay que pasar por un punto de control donde hay que pagar una cantidad de dinero. No recuerdo cuál es porque en este caso sí la pagó el conductor. Para acceder al mirador hay que subir por unas escaleras, pero al final recompensa con probablemente la mejor vista panorámica que se pueda obtener en la zona.

Laguna Montebello: se puede bajar en coche hasta el nivel de laguna y es como una playa, aunque no había nadie a esa hora ni la temperatura invitaba tampoco a un baño.

Laguna Encantada, lago Esmeralda y lago Ensueño: el punto de acceso queda en el mismo aparcamiento para todas ellas. Los dos primeros están a un lado del aparcamiento y se pueden contemplar desde diversos puntos recorriendo el sendero Esmeralda.

El lago Ensueño queda al otro lado de la carretera.

En este lugar se puede encontrar algunos niños pequeños que te preguntan el nombre, te dicen alguna cosa y luego quieren que les des una propina, así que mejor no hacer caso alguno.
Decidí no hacer ningún paseo en balsa por las lagunas porque no hacía una temperatura agradable ni vi gente como para poder compartir el coste del paseo (ya me pareció suficiente dinero el precio del tour privado que estaba haciendo). Por lo que vi, tanto en la laguna Encantada como en uno de los lagos que se podían contemplar desde el mirador Cinco Lagos, era posible hacer este paseo en barca.
Decidí no hacer ningún paseo en balsa por las lagunas porque no hacía una temperatura agradable ni vi gente como para poder compartir el coste del paseo (ya me pareció suficiente dinero el precio del tour privado que estaba haciendo). Por lo que vi, tanto en la laguna Encantada como en uno de los lagos que se podían contemplar desde el mirador Cinco Lagos, era posible hacer este paseo en barca.

Tras estos lagos fuimos ya directamente hasta San Cristóbal pasando por Comitán de Domínguez. Atravesar Comitán fue pesadísimo, ya que cruzamos la ciudad durante varios km por la avenida principal, con semáforos a cada poco. Sin embargo, lo “peor” estaba por llegar. En la zona de los Altos de Chiapas, especialmente desde Amatenango, la cantidad de topes que encontramos me resultó insufrible. Hasta el punto de que cada poco, si había un colegio, una casa, un negocio o aunque fuese un punto de venta ambulante, allí había un tope, obligando a frenar. He de reconocer que me entró cierto nivel de ansiedad.
Llegué al hotel y ya ni volví a salir ni ir a cenar, porque seguía sin encontrarme bien, esperando que al día siguiente me fuera un poco mejor en la excursión a Toniná.
Llegué al hotel y ya ni volví a salir ni ir a cenar, porque seguía sin encontrarme bien, esperando que al día siguiente me fuera un poco mejor en la excursión a Toniná.