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Hoy es el último día de nuestro viaje, ¡y el último día del año! , así que hay que aprovecharlo a tope.
Dejamos las mochilas en una tienda cercana a la estación de tren. Hay varios puestos que ofrecen servicio de guardamaletas, pero no son económicos. Pagamos 16€ por dejar tres mochilitas durante 7 horas.
Ahora ya vamos ligeros y nos dirigimos al Foro Romano.
El miércoles solo lo vimos por fuera, y de noche, así que hoy podemos recorrerlo por dentro. Y también aprovechamos para tomar fotos del Coliseo con luz de día.
Las taquillas para comprar las entradas del Foro son las mismas que para el Coliseo y hay una cola larguísima. Nosotros decidimos comprar las entradas desde el móvil mientras estábamos haciendo la cola para acceder al recinto. ¡Así nos ahorramos una cola! 
Compramos el Forum Super Pass, que por 16€ nos dará acceso no solo a los exteriores del Monte Palatino y del Foro sino a varios espacios interiores visitables.
Es entrar y ponerse a llover. Pero a llover bonito.
Un olivo centenario nos resguarda más o menos de la lluvia hasta que afloja. Seguirá chispeando intermitentemente durante todo el día.Vamos directo a uno de los espacios cubiertos: la Casa de Augusto, en el Monte Palatino. Es del siglo I a.C. y es alucinante como todavía se conservan las paredes con los frescos intactos.
Unas vistas estupendas del foro se tienen desde la terraza del Belvedere, en el extremo norte del monte Palatino.
Se observan las esbeltas estatuas del templo de las Vestales, los dos arcos triunfales a cada extremo, todo muy armónico y ordenado, y es que el mármol destaca elegantemente en contraste con la hierba verde que cubre el suelo.
Descendemos desde el Monte Palatino hasta el Foro y aquí entramos en el templo (reciclado como iglesia) Santa Maria Antiqua, que tiene unos frescos super bien conservados. Y lo que se ha perdido, se complementa con unas proyecciones que recrean cómo hubieran sido las capillas, con los colores vibrantes de suelo a techo.
Estamos alrededor de unas tres horas. Ahora toca comer. Por esta zona hay muchísimos restaurantes.
Por la tarde tenemos algunas horas libres y nos acercamos caminando a la plaza del Campidoglio, donde reposa discretita en un lateral una copia de la loba de cobre con las figuritas de Rómulo y Remo, los fundadores de la ciudad.
Desde detrás de la plaza hay un práctico mirador para quien quiera admirar el Foro sin pagar entrada.
Descendemos hasta el peculiar Teatro de Marcelo, un mini coliseo pero con casas construidas dentro y encima de los muros.
Descendiendo la calle y justo al lado del río se encuentra la Plaza de la Bocca della Veritá.
Se ve la gente bajo la lluvia haciendo cola para entrar a la iglesia donde está la boca de piedra.
Nosotros simplemente rodeamos dos pequeños templos que se mantienen en pie y proseguimos.
Es la hora de dirigirnos a la estación de tren, pero resulta que media Roma está cortada al tráfico porque hay una carrera, así que apenas circulan autobuses.
Tenemos que caminar un buen trozo para llegar al metro, al lado del Circo Romano.Una vez allí y cuando faltan dos paradas para nuestro destino, se avería el metro y estamos más de media hora parados. Por suerte vamos con tiempo de sobra y no nos preocupamos.
A partir de aquí, recogemos las mochilas, tomamos un tren en dirección al aeropuerto y el regreso va sin imprevistos. A la hora de las campanadas de Nochevieja ya estamos en casita.
Para finalizar el diario, además de agradecer la lectura al lector, quisiera dar las gracias a mi padre por la compañía y a Roger como siempre por las fotos y por todo.
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