Este viaje tenía como intención principal hacer la ruta de subida al Moncayo (abajo pongo el enlace de la etapa correspondiente por si a alguien le interesa). Sin embargo, también aprovechamos para recorrer algunos lugares próximos que no conocíamos. Para ello, nos alojamos una noche en Tarazona, concretamente en el Hotel Palacete de los Arcedianos, una casona del siglo XV, restaurada y convertida en un alojamiento con encanto muy bien situado. El precio fue muy ajustado, 52 euros, si bien era un día laborable, fuera de las épocas de mayor afluencia turística. Por cierto que, según me han comentado, este establecimiento se encuentra ahora cerrado temporalmente. Ignoro si volverá a funcionar o no.
Por la mañana, habíamos subido al Moncayo. Después de comer y antes de dirigirnos a Tarazona, nos dio tiempo de visitar el Pozo de Aínes y el Monasterio de Veruela. Pero ese relato, al que añadiré otro lugar cercano muy interesante (Vozmediano), lo contaré en otra etapa para no alargar demasiado esta.
Tarazona.
Después de registrarnos en el hotel, ya bien entrada la tarde, fuimos a dar una vuelta, paseando sobre todo por los paseos de las orillas del río Queiles, que divide en dos la población, que en la actualidad cuenta con unos 12.000 habitantes y se encuentra a 87 kilómetros de Zaragoza capital, una hora en coche, aproximadamente.
Ubicación de Tarazona en el mapa peninsular e itinerario por carretera desde Zaragoza según GoogleMaps.
Esta localidad pertenece a la provincia de Zaragoza y es la capital de la comarca de Tarazona y el Moncayo, ocupando un territorio que en el Medievo constituía la frontera entre los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, lo cual le confería también una gran importancia estratégica por ser lugar de paso entre la Meseta Norte y el Valle del Ebro.
Según la leyenda, su fundación fue obra de Tubalcaín, un personaje bíblico, si bien el mismísimo Hércules la reedificó. En cualquier caso, se tienen noticias de su existencia desde el siglo I a.C. Con los romanos, la población se extendió por las orillas del río Quelles, bajo el nombre de Turiasu, cuyos habitantes gozaron de la ciudadanía romana. De esta época, entre otros hallazgos arqueológicos destacados, se conserva un busto de César Augusto del reinado de Trajano, una pieza de gran valor, actualmente expuesta en el Museo de Zaragoza.
Logró salvarse de los estragos de las invasiones bárbaras y fue una fortaleza visigoda muy importante en el siglo VI frente a los vascones, con el nombre de Tirasona. Además, está documentada la existencia de su Diócesis desde el año 449, lo que la convierte en una de las más antiguas de España. Ocupada por los árabes en el 715, fue reconquistada por Alfonso I de Aragón en 1119. Posteriormente, comunidades cristianas, musulmanas y judías convivieron en la ciudad, cuya importancia se mantuvo, hasta el punto de celebrar Cortes en varias ocasiones, encuentros entre reyes y dos bodas reales. Con la unión de Castilla y Aragón, perdió valor como enclave defensivo, pero su pujanza económica se incrementó durante el siglo XVI. A principios del XVII, la expulsión de los moriscos supuso una pérdida considerable de habitantes, pese a lo cual a finales del siglo XVIII era la segunda ciudad más poblada de Aragón, solo superada por Zaragoza. Durante los siglos XIX y XX, se sucedieron épocas de auge y declive, debido a la lejanía de la ciudad de las principales vías de comunicación. Aun así, fue centro destacado de la industria textil en la Primera Guerra Mundial y tras la Guerra Civil.
A última hora de la tarde, cenamos de tapas en un restaurante del centro, no recuerdo cuál. Luego, seguimos paseando y tomé algunas fotos nocturnas.
Al día siguiente, además de pasear junto al río, recorrer un sinfín de callejuelas y afrontar arriba y abajo sus numerosas cuestas, fuimos a conocer los lugares más interesantes de la ciudad, conforme a lo que nos recomendaron en la Oficina de Turismo. Si está cerrada, en las calles hay varios paneles informativos con planos turísticos que pueden ayudar.
Detalle de plano-guía turístico municipal.
Plaza de España y Casa Consistorial.
La actual Plaza de España era la antigua Plaza del Mercado, en la que destaca sobre todo el Ayuntamiento, edificio construido entre 1557 y 1563, dedicado inicialmente a lonja, mirador de bueyes y graneros. Pasó a ser Casa Consistorial en el siglo XVII. En la parte superior de la portada renacentista, hay una galería, desde la que se contemplaban los espectáculos taurinos, los desfiles y festejos.
Su fachada cuenta, además, con una extraordinaria decoración escultórica, en la que destacan la procesión de la coronación del emperador Carlos V en Bolonia, y un friso de 32 metros de longitud, compuesto por figuras mitológicas relacionadas con su legendaria fundación. Dada su longitud, es complicado fotografiarla entera de frente.
Murallas.
El Barrio del Cinto se refiere al caserío encintado por las murallas, de las que todavía se pueden contemplar algunos lienzos, a menudo embebidos en viviendas particulares, y también quedan algunas puertas de acceso y torreones, como la Torre del Rey y la Torre del Cubo. Las fui descubriendo con la ayuda de un plano, en torno a la plaza y la calle Laguna.
Casas Colgadas y Barrio de la Judería.
Las Casas Colgadas son un conjunto de viviendas construidas sobre el adarve de la muralla del Barrio del Cinto, que pertenecían a familias nobles. Su acceso se encuentra en la calle del Conde, pero las fachadas quedan colgadas hacia la judería mediante voladizos.
Por su parte, el Barrio de la Judería mantiene su primitiva estructura de callejas estrechas y laberínticas. Si bien la casa más antigua que se conserva en la actualidad se remonta al siglo XV, se sabe que esta zona, hoy conocida como Judería Vieja, estaba ya habitada en el siglo XII. Se expandió en el siglo XV. Contaba una muralla propia y con dos sinagogas. Es muy agradable perderse por su entramado, caminando sin rumbo fijo, aunque hay que prepararse para subir y bajar cuestas y escaleras, que enlazan la judería con el resto del casco viejo.
Palacio Episcopal.
Situado en una terraza rocosa que se asoma con gran altura al río Queiles, este espectacular palacio, cuya fachada se aprecia mejor desde la zona baja y el río, se construyó sobre la antigua fortaleza musulmana (zuda) en 1386. Con el tiempo, se reformó y amplió, aunando una mezcla de estilos: gótico, mudéjar, renacentista y barroco. Destacan el patio renacentista, la escalera rematada por una cúpula y el Salón de los Obispos, decorado con frescos. Tenía la entrada comprada, pero tuve que descartar la visita porque se me echó la hora encima para la de la Catedral.
También son muy interesantes las cárceles eclesiásticas, con 200 grafitis de 12 temáticas diferentes, realizados por eclesiásticos y soldados entre 1706 y 1870. Un lugar muy curioso que sí pude visitar por requerir menos tiempo. Al menos, aproveché un poco la entrada conjunta.
El Palacio Episcopal se encuentra en la parte alta de la ciudad vieja, y en sus alrededores hay varios balcones que se asoman al río, ofreciendo unas vistas muy bonitas de la ciudad, al otro lado del río, donde está la Catedral.
En cuanto a las iglesias, destaca mucho en el casco antiguo, casi como un faro-guía, la alta torre románico-mudéjar de la Iglesia de Santa María de la Magdalena, el templo más antiguo de la ciudad, pues data de finales del siglo XII. Además, están la Iglesia de San Miguel (siglos XIII-XV), la Iglesia de la Virgen del Río (siglo XVII), situada junto a la Plaza de Toros Vieja y la Iglesia de San Atilano, del siglo XVIII y estilo barroco, dedicada al Patrono de la ciudad.
Plaza de Toros Vieja.
Se construyó en la última década del siglo XVIII. Es muy original, tanto por su forma octogonal como porque se trata en realidad de un edificio de viviendas que rodean el coso taurino, estructurado en cuatro plantas, con ventanas al exterior y, hacia el interior, con arcos en los tres pisos superiores. Sus propietarios alquilaban los balcones durante los festejos. Estuvo funcionando hasta 1870. Las puertas que permiten el paso al interior están abiertas y se puede acceder como a cualquier otra plaza.
Catedral de Santa María de Huerta.
Todas mis visitas estuvieron supeditadas a la reserva que tenía para ver la Catedral y subir a las bóvedas, terrazas y cimborrio. Se trata de uno de los monumentos más importantes de Aragón, además bastante singular por su mezcla única de gótico francés y mudéjar con elementos renacentistas.
Se empezó a construir en el siglo XII en estilo gótico y se consagró en el XIII. A mediados del siglo XIV, durante la Guerra de los Dos Pedros, resultó muy dañada y el claustro quedó destruido, por lo cual tuvo que reformarse, ya en estilo mudéjar (claustro y cimborrio).
En el siglo XVI, se realizaron reformas renacentistas, entre las que destacan las pinturas en tonos grises, que imitan esculturas en relieve, en el cimborrio y en las bóvedas de la Capilla Mayor, que representan desnudos, algo realmente insólito en las catedrales europeas de la época.
Es Monumento Nacional desde 1931 y estuvo cerrada por obras de restauración integral hasta no hace mucho tiempo. Hay varios tipos de entrada para visitar el interior, que merece mucho la pena, al menos en mi opinión. Lo mejor es consultar previamente los horarios y los precios en su página web.
Por mi parte, había reservado la “Experiencia Kiborion”, una visita guiada que incluye el acceso a la terraza-girola, las galerías y bóvedas, y la terraza-cimborrio (40 metros de altura), desde donde se contemplan unas panorámicas fantásticas tanto del interior del propio templo como del resto de la ciudad, que alcanzan también al propio Moncayo. Además, la guía dio unas explicaciones concienzudas pero muy amenas. Creo que gustará a todo el que pueda o no le importe subir unas cuantas escaleras.
Hay otros lugares recomendados que no nos dio tiempo a ver porque se encuentran fuera del casco histórico y ya íbamos pillados de tiempo para regresar a casa, como la Mezquita de Tórtoles, donde se refugió la población musulmana que tuvo que abandonar la ciudad tras la reconquista cristiana, y por eso constituye uno de los pocos ejemplos de mezquitas construidas en época de dominio cristiano. También existe una ruta del Patrimonio Industrial, con más de una veintena de construcciones que recuerdan la industrialización y modernización de la ciudad en sectores como el textil, los fósforos, la alimentación…
Nos gustó mucho esta escapada, tanto Tarazona como el resto de sitios que recorrimos. Dan para un fin de semana tranquilo o incluso para tres días si se desea subir al Moncayo.
Etapas relacionadas:
- Alrededores Tarazona y Moncayo: Vozmediano, Monasterio de Veruela, Pozo Aínes.
- Subida al Moncayo (Zaragoza) por la vía clásica.