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Aquel día era mi cumpleaños y como muchos otros de los anteriores, me tocaba de viaje y además ese día era el de uno de los platos fuertes: La visita a los acantilados del sur de la isla de Milos donde destaca Kleftiko. Esto es una zona de impresionantes acantilados, formaciones rocosas y cuevas de piedra caliza en el suroeste de la isla a las que sólo se puede acceder por mar, por eso es la excursión más popular en Milos.
Los tours no salen del puerto de Adamas, sino de alguna playa del sur de la isla, a la cual habrá que desplazarse por cuanta de cada uno porque los tours no incluyen ese traslado. Nosotros salíamos desde la playa de Kipo’s, a la que llegamos tras 15-20 minutos en moto previa parada para comprar algo para desayunar en u super por 3€. El cielo estaba gris aunque no parecía amenazar lluvia y el viento era bastante fuerte y se hacía incómodo ir en moto, pero era lo que había. Al llegar a la plata de Kipos, totalmente desierta, nos tomamos un café (sólo uno y costó 3€, un precio poco griego) para hacer tiempo y hacia las 10:00 empezamos la ruta. Íbamos unas 15 personas en el barco, suficiente para todos y a pesar de viento y que el mar estaba bastante picado, las travesía fue bastante buena. Además, al llegar a los altos acantilados el viento del norte dejaba de sentirse.
Aun con el cielo encapotado, las vistas eran muy bonitas. Estaba previsto parar en la playa de Gerontas pero el oleaje lo impedía, así que nos avisaron diciendo que alargaríamos la estancia en Kleftiko media hora más para compensar. Y al llegar allí… las vistas eran aún mejores. ¡Qué maravilla de sitio! Además, que cuando lo hicimos sólo había otro barco.
La capitana echó el ancla y nos dejó tiempo libre para que exploráramos la zona pero con el cielo así y algo des fresquete no apetecía mucho, la verdad… No obstante, no podíamos hacer otra cosa así que poco a poco nos fuimos animando y tirándonos al agua con unos churros de corcho que nos facilitaron mucho la vida. Lo cierto es que a pesar de todo, la temperatura del agua era estupenda así que más cómodos, fuimos nadando y pasando por las distintas grutas GoPro en mano. Muy pronto, el cielo se abrió y termimanos pasando una mañana espectacular.
Poco a poco fueron llegando más barcos pero tuvimos bastante tiempo para disfrutar de ese lugar con poquita gente. ¡Menudo regalazo de cumple! Nos dieron un tentempié en el barco y aprovechamos también para tirarnos desde la cubierta, algunos con piruetas incluidas.
A hora acordada, regresamos al puerto ya con sol, muy contentos con la experiencia y el trato de toda la tripulación del barquito.
Ya en tierra, cogimos la moto y fuimos a la playa de Firiplaka, que estaba muy cerca. Había bastante gente en el parking (gratuito), pero nosotros al ir con moto no tuvimos problemas. La playa es preciosa, con unas formaciones rocosas de distintos colores, entre granate y amarillo, arena blanca y agua completamente transparente.
Dimos primero un paseo por toda la orilla y después buscamos un sitio más cercano a la roca para resguardarnos un poco del sol y un delicioso baño que nos supo a gloria con la temperatura alta. Nada quedaba ya del panorama de primera hora de la mañana.
Con el tentempié del barco, íbamos tirando pero teníamos algo de gulilla y nos acercamo a comprar algo al puesto que hay en la playa. NO LO HAGÁIS. Dos bolsas medianas de Doritos y dos refrescos, 14€. Id con provisiones porque fuera de las ciudades no hay nada más que puestos a estos precios y restaurantes.
Después de un par de horas allí, cambiamos a la playa de Tsigrado, también en la zona sur. Esta playa tiene la particularidad de tener una bajada no apta para todos los públicos, por una escalera de madera muy vertical a la que se accede por una grieta en la roca.
Vimos bastante gente que dio la vuelta ya nosotros algún rasguño nos llevamos, pero nos gustó el sitio. Lo malo es que es pequeñita y no cabe mucha gente, por lo que no te entran ganas de estar mucho rato tras el baño.
A media tarde volvimos al hotel, descansamos un rato y después de la ducha nos fuimos al pueblo más bonito de la isla, Plaka. En este pueblo no se puede acceder con vehículo así que hay que dejarlo en el parking habilitado a la entrada y luego subir andando, pero por esas pintorescas callejuelas no importa para nada el paseo, es más, es obligatorio.
Nos pareció un sitio encantador aunque ahí si que ya vimos a bastante más gente que en otros puntos, sobre todo para ver el atardecer en la plaza de la iglesia, una localización que nos pareció muy TOP.
Ya con la caída del sol, dimos un paseo por las laberínticas calles, casi todas desiertas si nos alejábamos del centro y fuimos a la plaza Georgiou Drosopoulou, que dedujimos que era la del ayuntamiento donde hay un simpático ajedrez gigante y donde se encontraba el restaurante Fatses, famoso por tener música griega en directo. Allí fue donde hicimos mi cena de cumple amenizada por un duo musical.
La parte mala fue que, por motivos que desconocemos, no estaba disponible toda la carta, es más, muy poca. Así las cosas, pedimos una moussaka, filetes de cerdo con mostaza y miel, una ensalada de remolacha, manzana y yogur y de postre kataifi, un postre griego. Con cerveza y agua, la cuenta que de 52€ pero se equivocaron y nos cobraron 42. Con la escasez de platos disponibles, nos tomamos la licencia de no sacarles de su error.
De vuelta al hotel, aprovechamos para llenar del depósito de la moto a precio de locos, (2.30-2.40€ el litro de 95) por 10€.
Había sido un buen día de cumple.
Gastos del día 2 personas:
Desayuno: 3€
Snacks en Firiplaka: 14€
Cena: 42€
Gasolina: 10€
Total: 69€
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